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Una imagen sobre la higiene (democrática)

En Túnez la vida se enfrenta al Mercado

Fuentes: Rebelión

«Año nuevo, vida nueva». Con la llegada de 2011 los tunecinos se han tomado a rajatabla esta máxima y han comenzado a hacer limpieza desprendiéndose de lo inútil, lo dañino, lo putrefacto. En estas primeras jornadas del año todo el pueblo colabora para limpiar calles y edificios de la nefasta imagen del dictador [1]. Y […]

«Año nuevo, vida nueva». Con la llegada de 2011 los tunecinos se han tomado a rajatabla esta máxima y han comenzado a hacer limpieza desprendiéndose de lo inútil, lo dañino, lo putrefacto. En estas primeras jornadas del año todo el pueblo colabora para limpiar calles y edificios de la nefasta imagen del dictador [1]. Y en ocasiones uno encuentra a su paso montañas de basura con cosas que habrían sido inimaginables hace tan sólo unos días. La democracia se construye desde abajo, pero la corrupción se elimina desde arriba. Por eso los tunecinos, sabios y civilizados, han comenzado esta nueva era limpiando desde las alturas [2].

Por desgracia este proceso de desinfección también tiene su contraparte. El abogado Nabil Labassi ha denunciado el hecho grave de que en algunas administraciones e instituciones públicas se están destruyendo documentos e informes comprometedores para el anterior régimen. Labassi ha hecho un llamamiento para evitar que este expolio se consume:

«A todos los amigos, sepan que hay miles de expedientes judiciales, de comisarías de policía y de administraciones del estado que están siendo robados en los últimos días.

Los involucrados son los acólitos del opresor, que le alimentaban y le servían para enriquecerle a costa del pueblo, o quienes participaron en las persecuciones y la tortura. Esta gente quiere eliminar las pruebas de su culpabilidad para escapar de la justicia.

Tenemos que encontrar soluciones urgentes, bajo la forma de comités cívicos en los barrios, para salvar el mayor número de estos documentos«.

Pero los esbirros de Ben Ali no son los únicos en poner una nota negativa tras la huida del tirano. La agencia de calificación financiera Moody’s anunció el miércoles la bajada de la calificación de la deuda soberana de Túnez y de su Banco Central, pasando «de Baa2 a Baa3» y modificando la perspectiva económica «de estable a negativa». Para Moody’s esta inestabilidad ha sido debida «al reciente cambio inesperado del régimen» que ha generado «importantes incertidumbres económicas y políticas».

Quiere esto decir que para la economía (capitalista) y sus apologetas, la liberación y democratización de un pueblo crea inestabilidad y es negativa para los mercados. Y que siempre es preferible un dictador que mantenga a raya a sus súbditos, si la alternativa es el alegre alboroto de la revolución triunfante.

La solidaridad, el coraje y la dignidad del pueblo tunecino no compiten en la Bolsa, pero en estos últimos días su cotización se ha disparado en los corazones de millones de personas por todo el mundo. Frente a la rentabilidad del Mercado, el beneficio de la vida.

En un Túnez extrañamente festivo en el que los tanques alegran casi la vista, nos emociona ver a un viejo que reparte su baguette de pan, mendrugo a mendrugo, entre los paseantes y más adelante un pequeño puesto de verduras en el que puede leerse el siguiente anuncio: «el que tenga dinero que pague, el que no que coja gratis». [3]

¿Cuanto vale un dictador? Para el capitalismo la estabilidad económica de un país, para los pueblos nada (o menos que nada). ¿Lo que es bueno para los mercados lo es también para los pueblos? Mientras Europa despide a millones de personas, apuntala en el cargo a su dictador; cuando el FMI exige más flexibilidad a los trabajadores lo que está pidiendo es más rigidez a los gobernantes; si los inversores recelan es porque los tunecinos encuentran muchas más oportunidades en su nueva etapa.

En Túnez la lógica humana se enfrenta a la sinrazón del capitalismo.

Notas:

[1] «La cara muerta», http://www.rebelion.org/noticia.php?id=120330

    «En nombre de Mohamed no olvidemos nunca a nuestros mártires», http://www.rebelion.org/noticia.php?id=120512

[2] El pueblo sigue frente al edificio de la RCD [partido de Ben Ali] , donde se han producido algunos cambios. Sobre la verja de entrada un gran cartel declara: «Casa de la revolución del pueblo». Y arriba, a sesenta metros de altura, figuras humanas diminutas trabajan en el desmantelamiento de las letras que componen el nombre del partido […]. Pero eso no basta. Aún queda, encima de la gran puerta de cristal roto por las piedras, en el pretencioso dintel, el nombre rimbombante del partido grabado sobre el mármol […]. Después de varias tentativas fallidas, entre el fervor de la gente, las letras van siendo arrancadas, junto a losas de mármol, de la pared. Ya no existe el RCD; es realmente la Casa de la Revolución del Pueblo, un futuro hospital infantil -se reclama a gritos- en una ciudad que sólo tiene uno. «Siempre adelante»: http://rebelion.org/noticia.php?id=120804

[3] «Haciendo planes», http://www.rebelion.org/noticia.php?id=120745

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.