Luego de que el mundo se ha hastiado de ver las imágenes de la violencia provocada por Marruecos en el Sahara ocupado, el diario español El País, en un editorial titulado «Errores marroquíes», se limita a aconsejar un comportamiento menos torpe al régimen de Rabat y avala la resistencia del gobierno español a condenar la […]
Luego de que el mundo se ha hastiado de ver las imágenes de la violencia provocada por Marruecos en el Sahara ocupado, el diario español El País, en un editorial titulado «Errores marroquíes», se limita a aconsejar un comportamiento menos torpe al régimen de Rabat y avala la resistencia del gobierno español a condenar la represión. El periódico, propiedad del Grupo PRISA, afirma que: «Mientras no se tenga información contrastada sobre los sucesos parecería lógico evitar los pronunciamientos oficiales más de fondo.»
El presidente del gobierno español ha dicho que «Defender los intereses de España es lo que el Gobierno tiene que poner por delante» y ha calificado la relación con Marruecos como «prioritaria». Por su parte, la canciller hispana, Trinidad Jiménez, ha afirmado que «lamenta y no condena» lo que está sucediendo en el Sahara ocupado porque no tiene «conocimiento completo de los hechos que se han producido», algo que el diario Público ha contrastado con «la cantidad de imágenes que muestran la violencia de lo ocurrido en El Aaiún, donde las fuerzas de seguridad de Marruecos entraron a sangre y fuego para disolver el campamento de protesta saharaui».
Con indignación, el ministro saharaui de cooperación, Hach Ahmed, ha replicado las declaraciones de Jiménez: «Para la Sra. Trinidad Jiménez, ambas reivindicaciones, las del expansionismo marroquí y las del sacrificado y mil veces atropellado pueblo saharaui, son igual de ‘legitimas’. Parece que para ella, el argumento de la fuerza bruta es una respetable fuente de legitimidad»
A todas luces, las que sí quedan muy maltrechas son las legitimidades del ejecutivo ibérico y el Grupo PRISA para dictar cátedra sobre los derechos humanos y la democracia hacia otras latitudes desde donde sí se han condenado verticalmente los sucesos del Sahara Occidental.