El Ministro de Exteriores de España, el Sr. José Manuel Albares, sorprendió el martes pasado a los periodistas en Nueva York anunciando que había acordado con Tony Blinken, el Secretario de Estado americano: “unir sus esfuerzos para solucionar el conflicto del Sáhara occidental”. Muy pocos entendieron este inusitado interés del Ministro por la solución de este conflicto en el que España a pesar de sus responsabilidades e implicaciones directas en el asunto, lleva décadas ignorándolo y escondiéndose cuando se ha visto obligada a tratar el tema. El miedo escénico a la autocracia marroquí ha llevado a España a un estado de negligencia y falta total de asunción de responsabilidad para con el pueblo saharaui, llegando a confundir los intereses del Estado con los chantajes y coacciones del régimen marroquí.
La llegada de Albares al Ministerio de Exteriores con la misión de «recomponer» las relaciones con el incómodo vecino, lo está llevando a protagonizar situaciones surrealista propias de un país pequeño víctima del acoso y del chantaje.
Su obsesión por forzar la recuperación de esas relaciones lo ha llevado a abandonar los modales y protocolos diplomáticos en las relaciones internacionales. Se dice que entre la dignidad y la humillación sólo hay un paso, pues se podría afirmar que Albares prácticamente ha atravesado ese paso y está acomodando el prestigio y la dignidad de España en ese pantanoso terreno de la humillación.
A pesar de tantos gestos y concesiones del Estado español a la autocracia feudal marroquí, ésta no cede ni afloja en sus presiones y exigencias y sigue despreciando las iniciativas españolas de reconciliación. La errática trayectoria del Ministro en el poco tiempo que lleva al frente del Ministerio, ha provocado que la insolente diplomacia del Majzen marroquí, lo haya dejado plantado, que se sepa, en los últimos seis meses, al menos en tres ocasiones. Son incontables la cantidad de entrevistas y declaraciones en las que el Sr. Albares se deshace en elogios a una autocracia impresentable, especializada en fabricar conflictos y problemas; inmigración, droga, terrorismo, el Sáhara, agresiones a Argelia, Mauritania y España. Los guiños españoles al régimen marroquí han continuado con la introducción en el discurso del Rey ante el cuerpo diplomático acreditado en Madrid, de una exaltación a las relaciones con la monarquía medieval marroquí, fuera de contexto y de escaso carácter formal, sin siquiera la presencia de su embajadora. Según ha trascendido, un diplomático extranjero fuera de cualquier sospecha, comentó después de la recepción que la referencia del Rey a Marruecos, era forzada y fuera de lugar. La pleitesía continuó al día siguiente con una foto fingida del Rey en el Stand de Marruecos en Fitur.
Mientras Albares no paraba de adular y ensalzar a la dictadura feudal marroquí, esta mantenía el pulso y las agresiones a España en todos los terrenos: piscifactorías en aguas españolas, concesiones para prospecciones en aguas españolas, multiplicación de la llegada de pateras a Canarias, suspensión del tráfico marítimo entre España y Marruecos, paralización del comercio de Ceuta y Melilla con Marruecos y acusaciones variopintas para todos los gustos como que España no realiza correctamente a los pasajeros, los controles anti-COVID y por consiguiente atenta contra la salud del pueblo marroquí, filtraciones interesadas a alguna prensa española con el objetivo de debilitar al Gobierno español, etc.
Las extravagantes peticiones del régimen marroquí para perdonar la vida a España y restablecer las relaciones, que van desde la sustitución de ministros a entonar el mea culpa en público, al envío de emisarios españoles para rogar la no suspensión del gas argelino, a la realización de llamadas del Rey condicionadas a que sean públicas y finalmente el ilícito reconocimiento de la soberanía sobre el Sáhara Occidental. Son caprichos de una dictadura insolente que tienen como objetivo hacer que España se incline ante Marruecos y así consumar el inconcebible hecho de que en pleno siglo XXI una democracia consolidada como la española sufra una aberrante humillación ante una dictadura feudal como la marroquí.
Ante tanto desprecio, España necesita de políticos con altura de miras y orgullo patrio para afrontar con valentía los sistemáticos desaires, descortesías y faltas de respeto del régimen marroquí
No se sabe lo que han tratado Albares y Blinken, ni el motivo por el que Blinken autorizo a Albares a realizar estas declaraciones. Lo que sí es seguro es que no acordaron llevar a la práctica el cumplimiento de la legalidad internacional y la conclusión de la descolonización del último territorio colonial en África, tampoco habrán acordado cumplir las sentencias de la justicia internacional ( la Haya 1975, y el TJUE 2016 2018 2021) y menos aún cumplir la resolución 1514 y el centenar de resoluciones de las Naciones Unidas que exigen la autodeterminación del pueblo saharaui.
El Sr. Albares debe saber que los conflictos no se solucionan por arte de magia y que antes de «unir fuerzas» habría que haber mantenido una postura responsable, neutral, equilibrada y haber ganada la confianza de las partes en conflicto. En este caso me temo que no es así. El pueblo saharaui se ha sentido abandonado, desasistido e ignorado por el Estado español desde el día 26 de febrero de 1976 hasta hoy. Así que no se aprecia ninguna razón por la que ese Estado que hace 47 años abandonó a sus ciudadanos a su suerte, sin preocuparse durante medio siglo por personas que llegaron a ser españolas de pleno derecho, venga ahora a arrogarse un interés y una función mediadora que surge de la nada y que todo indica que sus motivaciones no son honestas ni respetuosas con la legalidad internacional vigente y los derechos sobradamente conocidos de esos españoles que un día fueron abandonados en pleno desierto.
Si el Sr. Albares cree que ha descubierto la pólvora con la ilegal solución de la autonomía se equivoca de pleno, como lo ha hecho el inventor de la idea, el también socialista Zapatero (https://saguiadeoro.blogspot.com/2020/07/desmontando-la-solucion-de-la-autonomia.html?m=1) . Tendría que saber que la parte saharaui no acepta ni aceptará nunca jamás ninguna autonomía del Sáhara bajo la soberanía de la dictadura alauita.
Si el Sr. Albares quiere de verdad defender no sólo los intereses de España, sino incluso del mismo Marruecos, debe dejar de dar rodeos para contentar a la monarquía alauita y ceder a sus exigencias, que lo único que persiguen es humillar a un gran país como España y arrastrarlo a incumplir la legalidad y la justicia internacionales y sobre todo sus responsabilidades para con el pueblo saharaui.
Tanto Marruecos como el Sr. Albares deben saber que la guerra que hay ahora mismo en el Sáhara Occidental no se va a limitar a los bombardeos que se suceden actualmente cada día en el muro marroquí. La guerra llegará mucho más lejos y provocará mucha inestabilidad e inseguridad, que perjudicará a casi todos los intereses que mueven a Marruecos y a esos países que lo apoyan en sus ilegales pretensiones.
Ha de saber el Sr. Albares y los estrategas de la política exterior española que si se consumara la humillación de España ante el régimen medieval marroquí, no debe incluir el reconocimiento de la inexistente soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Según el Derecho Internacional ni España ni ningún otro país del mundo es apto para reconocer o conceder la soberanía de ningún territorio. La soberanía es potestad única e intransferible de la voluntad de los habitantes de cada territorio.
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