Los gobiernos de Sudán del Sur y Sudán dieron un nuevo paso ante los intentos de estabilizar la nueva situación generada tras la independencia del sur del país, al acordar el 16 de febrero que la frontera entre ambos ha de ser demarcada inmediatamente para asegurar la estabilidad. Aunque estos esfuerzos podrían ser estériles, ya […]
Los gobiernos de Sudán del Sur y Sudán dieron un nuevo paso ante los intentos de estabilizar la nueva situación generada tras la independencia del sur del país, al acordar el 16 de febrero que la frontera entre ambos ha de ser demarcada inmediatamente para asegurar la estabilidad. Aunque estos esfuerzos podrían ser estériles, ya que las cinco áreas en disputa entre Jartum y Juba –Abyei, Kefia Kingi, Kakah, Jodah y Almqnas-no entrarán en las negociaciones.
Estas tensiones vieron cómo se abría un nuevo frente en la localidad de Jau después de que Jartún acusara a «insurgentes» de un enfrentamiento con las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF), en el estado de Kordofán del Sur. Ante estas informaciones, el ministro de Información de Sudán del Sur, Barnaba Marial Benjamín, desmintió los vínculos de Juba con el ataque y subrayó que Jau está situado en su lado de la frontera y que pertenece al estado de Unidad.
Además, miembros del Movimiento Democrático de Sudán del Sur (SSDM), un grupo activo de rebeldes que lucha contra el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán (SPLM), al que Juba acusa de estar financiado por Jartún, ha negado que haya alcanzado un acuerdo de paz con el Ejecutivo sursudanés y ha prometido que llevará a cabo más ataques.
En cualquier caso, la demarcación de la frontera es un paso importante para terminar con los bombardeos del Ejército de Sudán contra territorio sursudanés en su lucha contra guerrillas armadas apoyadas por Juba. Asimismo, podría permitir la ubicación de tropas en la frontera para evitar el tráfico de armas existente en la actualidad, del que se acusan mutuamente al afirmar que ambos están apoyando a grupos rebeldes rivales en el país.
Por su parte, Estados Unidos se posicionó junto a la parte sursudanesa al acusar al presidente de Sudán, Omar Hassan al Bashir, de estar trabajando para minar la implementación del Acuerdo de Paz Integral (CPA), firmado en 2005, y que puso fin a varias décadas de guerra civil en Sudán y estableció la independencia del Sur.
En este sentido, la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, recalcó que su Gobierno «apoya el proceso (…) pero parece que no se están haciendo muchos progresos» y apuntó al presidente sudanés como responsable de este estancamiento. «Creo que lo que tenemos con Al Bashir es un intento muy claro por deshacer los resultados del CPA «, dijo, antes de sugerir que Estados Unidos está preparado para tomar medidas contra el mandatario, aunque no especificó cuáles podrían ser.
Mientras tanto, el conflicto petrolífero –Juba controla tres cuartas partes de las reservas de petróleo del antiguo Estado unificado, pero necesita usar oleoductos y un puerto controlados por Jartún– continúa estancado y el presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, se ha visto forzado a crear un comité que se encargará de buscar medidas de austeridad para enfrentar la situación económica a la que se enfrenta el país. Pese a esta situación, la inflación cayó en febrero hasta el 48% desde el 65,5% que registró en diciembre de 2011 .
La postura respecto al conflicto petrolero quedó en febrero totalmente polarizada en base al posicionamiento de Juba y Jartún hacia las compañías petroleras chinas. Mientras que Sudán del Sur expulsó al director de la empresa china Petrodar -un consorcio formado por la compañía China National Petroleum Corporation (CNPC) y la malaya Petronas– a causa de su «no cooperación», Jartún ha solicitado a China que intervenga e intente poner fin al estancamiento en las negociaciones.
En un intento por salir del aislamiento petrolero al que se enfrenta Juba, el Gobierno de Salva Kiir pretende construir un oleoducto a través de Kenia hasta el puerto de Mombasa que le otorgue independencia energética, y no tener que transitar a través de Sudán, que pide el pago de 32 dólares por barril. Algo que podría acabar plasmándose sobre el terreno en base al acuerdo alcanzado entre Etiopía, Kenia y Sudán del Sur para compartir los costes de construcción de dicho oleoducto.
La demarcación de las fronteras, el petróleo, la deuda externa, la ciudadanía y los acuerdos de seguridad son los principales motivos de las actuales disputas entre ambos países. Ambas partes han fracasado en sus intentos por alcanzar un acuerdo en materia petrolera, vital para Sudán del Sur, pero esto no es sino una muestra de su incapacidad para avanzar en la resolución del resto de puntos en conflicto.