Pedro A. García Bilbao, «Geopolítica, peak oil, recursos finitos y colapso global: dificultades de comprensión desde las ciencias sociales y necesidad de un enfoque integrado». Disponible en https://transecos.files.wordpress.com/2014/04/pedro-garcia-bilbao-geopolc3adtica-peak-oil-colapso-global.pdf
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El momento actual combina cinco variables ecosociales: consecuencias de la catástrofe ecológica, incremento acelerado de las desigualdades materiales por imposiciones políticas neoliberales, inicio del declive en la extracción de recursos a consecuencia de la tasa de retorno energético, pandemia como “oportunidad” para reforzar la gobernanza de las élites y realidad territorial y social asimétrica, en que violencia, sufrimiento y muerte reales coexisten (sin aparente conflicto) con violencia, sufrimiento y muerte como entretenimiento virtual en medios audiovisuales online y con novedades culturales o eruditas; es decir, con todo el complejo artificio que mantiene a las clases acomodadas en su burbuja cognitiva y ética.
Ante esta situación se agradece una síntesis orientativa. Cuando Pedro A. García Bilbao publicó este análisis en 2013, aún no existía la variable coronavirus [1], pero su ausencia no resta un ápice de interés a estas 38 páginas que combinan calidad informativa y claridad expositiva; sin abusar de citas o autores, la exposición no se desvía de su objetivo: sentar las bases de una síntesis que permita interpretar y afrontar esa realidad omnipresente llamada colapso.
Cabe destacar el papel clave que el autor adjudica a la nueva geopolítica, diferente a la geopolítica clásica que marcó el inicio del siglo XX; como ilustración sólo una cita:
En los debates de la geopolítica de la energía lo importante es la seguridad energética y que depende de la ubicación geopolítica tanto propia como de las fuentes de suministro, junto al nivel de riesgo geopolítico de todos los países en la cadena fuente-ruta de suministro-consumidor y a la importancia de la estabilidad regional tanto en ambos extremos como en el corredor de ruta. El resultado de todo esto es que la situación internacional en los primeros años del siglo XXI se está viendo marcada por una lucha geopolítica denodada por el control de los espacios físicos de ubicación de reservas y de los corredores geográficos (terrestres o marítimos) que los unen a los centros de consumo (p. 22)
Esto puede aplicarse a recursos energéticos o a cualquier otro bien necesario. La geopolítica clásica implicaba continentes, estados y fuerzas militares; la actual, regiones, gobiernos, empresas, ONG y paraviolencia privada.
Ese sería el frente exterior, mientras que el frente interior supone control estatal (democracia y elementos de distracción) bajo la autoridad de poderes corporativos que condicionan y marcan la pugna entre todas las agendas. El caso del amianto es un ejemplo de resistencia corporativa al conocimiento científico y el poder político.
El autor analiza las dificultades para abordar estos conflictos desde las ciencias sociales en general y desde una perspectiva científica marcada por la hiperespecialización, separación universitaria entre docencia e investigación (el ejemplo del campus virtual Iberdrola ilustra a la perfección cómo se maquilla tras una fachada científica lo que es en realidad un campo de estudios de liberalización) y subordinación de la ciencia a la lógica economicista estrecha.
Un apunte histórico sobre el papel de Daniel Bell y su sociedad postindustrial como diseño de prioridades antes de que el neoliberalismo tomase el timón, abre la reflexión a las tres llamadas de Malthus y a tres posibles escenarios de futuro alejados de las convenciones que marcan este tipo de pronósticos.
En resumen, la lectura de esas 38 páginas ahorran muchas otras lecturas y proporciona un excelente mapa de situación.
Nota:
[1] La reflexión del profesor Pedro A. García Bilbao sobre el coronavirus puede leerse en https://revistas.uam.es/didacticasespecificas/article/view/12234/12183