La detención en Chad de nueve franceses -siete miembros de una ONG y dos periodistas- más los siete españoles miembros de la tripulación del avión que debía transportar un centenar de menores a Francia, supuestos huérfanos huidos del conflicto armado que asola la región sudanesa de Darfur, ha puesto de relieve la grave situación de […]
El golpe de Estado frustrado de 2004 y la reforma de la Constitución de 2005 boicoteada por la oposición son el germen de una insurgencia que intensifica su actividad durante el año 2006, con el objetivo de derrocar al Gobierno autoritario de Déby. A esto se añade el antagonismo entre tribus árabes y poblaciones negras en la zona fronteriza entre Sudán y Chad, vinculado a la extensión de la guerra que padece la vecina región sudanesa de Darfur, como consecuencia de las operaciones transfronterizas de los grupos armados sudaneses y las milicias árabes progubernamentales sudanesas Janjaweed. Éstos han atacado en los últimos años las poblaciones y campos de refugiados de Darfur situados en el este del Chad, lo que ha contribuido a una escalada de la tensión entre Sudán y Chad, que apoyan a sus respectivas insurgencias.
Sin embargo, la irrupción de China como socio comercial de Sudán y Chad para explotar su oro negro ha facilitado la mejora de las relaciones chadiano-sudanesas, lo que entra en competencia con Francia, hasta ahora aliado tradicional de Déby. Francia, a su vez, ha promovido una misión de mantenimiento de la paz de la UE para asistir a la población desplazada por la violencia en el triángulo entre Chad, R. Centroafricana y Sudán, pero sin entrar en Sudán. Este oscuro episodio de la ONG francesa puede ser la excusa para enturbiar las relaciones entre Chad y Francia y para desviar la atención del autoritarismo del Presidente chadiano en su país y de las atrocidades que se cometen en Darfur, cuestión que ya está siendo utilizada por el Gobierno sudanés. Y, además, dejar vía libre a China, país que no se entromete en los asuntos internos de sus socios.