Resulta extraño observar la poca atención que se presta en España, y en general en todos los países que conformamos la comunidad hispana, a un estado que comparte con nosotros el idioma y una historia común. Guinea Ecuatorial, enclavado en lo que se conoce como el Golfo de Guinea, uno de los primeros enclaves de […]
Resulta extraño observar la poca atención que se presta en España, y en general en todos los países que conformamos la comunidad hispana, a un estado que comparte con nosotros el idioma y una historia común. Guinea Ecuatorial, enclavado en lo que se conoce como el Golfo de Guinea, uno de los primeros enclaves de asentamiento portugués del África Subsahariana, es el único territorio del continente africano, si exceptuamos a Ceuta, Melilla y las Islas Canarias, que mantiene a día de hoy el idioma castellano como primera lengua. Colonia española desde 1778, comparte además con los estados hispanos de América el sufrimiento del gran número de nativos que fueron llevados allí durante los años de esclavismo. Como no, comparte el proceso de independencia que, aunque más afín a los de sus estados africanos vecinos, resulta interesante por las grandes diferencias que se encuentran con las independencias americanas y por el contexto de dictadura militar que en 1968, año de la independencia guineana, gobernaba en España.
Podría analizarse la actual situación política y económica de Guinea Ecuatorial vinculándola a las similitudes que la asemejan a otros tantos estados africanos en su misma condición. Un gobernante corrupto que desatiende las necesidades de la población, el expolio de sus recursos naturales por parte de empresas occidentales o el consentimiento con el que la hipócritamente llamada «Comunidad Internacional» observa el acoso al que se ve sometida cualquier actividad de oposición política dentro de las fronteras del estado guineano. Estas no son sino características muy generales de una situación que se repite en otros estados africanos como Zimbabwe o Sudán. Por el contrario, existen múltiples cuestiones que determinan la originalidad con la que enfrentan el presente y el futuro cualquiera de estos estados, ya sea, entre otras cosas, su historia más reciente, el tipo de recurso natural que poseen o el modo en que estos recursos habilitan a sus gobernantes para seguir manejando estos estados con el beneplácito de estados y organismos internacionales.
En sus cuarenta años de vida como estado independiente, los ciudadanos de Guinea Ecuatorial han tenido que sobrellevar dos dictaduras. La primera de ellas estuvo encabezada por el paranoico Macias Nguema, que recibió el poder de manos de las primeras elecciones libres del país y lo mantuvo durante diez años llevándose por delante a aquellos que habían sido sus compañeros de lucha por la independencia y posterior oposición. Como si de un reconocimiento a su paranoia conspirativa se tratara, fue asesinado por el actual «Presidente» del país, su sobrino Teodoro Obiang Nguema, digno aprendiz de las malas artes de su tío. En cambio, aunque resulte sencillo enumerar los acontecimientos de esta manera, es necesario echar la vista atrás para hacerse acreedores de una mayor capacidad de comprensión, es necesario realizar un pequeño esfuerzo informativo para no caer en las vanas generalidades que nos llevarían a considerar que la historia de Guinea Ecuatorial no difiere en absoluto de la de cualquier otro estado africano.
PRIMEROS CONTACTOS PORTUGUESES.
La composición territorial del actual estado de Guinea Ecuatorial es poco menos que curiosa. Con una zona continental de aproximadamente veintiocho mil kilómetros cuadrados al que se denomina históricamente Rio Muni, posee otra zona situada en el mar, una zona compuesta por varias islas e islotes de los cuales sobresale, por su extensión, la actual isla de Bioko. Lo curioso de esta composición no es sino la situación de estas islas, de las cuales apenas una o dos está en la línea marina que corresponde a la franja continental. Como puede verse en el mapa, la isla de Bioko se sitúa frente a la costa de Camerún y la isla de Annobón, al igual que las Elobeyes y Corisco, frente a la de Gabón. Este aparente sin sentido, que podría justificarse con el hecho probado de la habilidad europea para generar estados coloniales ajenos por completo a las afinidades de los pobladores originales, tiene, además, otra motivación diferente, el interés de sucesivos estados europeos por los recursos naturales de la Guinea «española». En cualquier caso, es necesario interesarse por el proceso histórico previo que llevaría a la formación de Guinea Ecuatorial tal cual hoy la conocemos. [1]
El primer contacto portugués con los pobladores originales de la actual Guinea, corresponde al año 1471, en pleno proceso embrionario de lo que sería la expedición de Magallanes en su afán por llegar a la India rodeando África o el viaje de Colón con los mismos propósitos. Cuando Juan de Santarém y Pedro Escobar alcanzaron la isla que bautizaron como Annobón (año nuevo), no encontraron nada. Las dos versiones discordantes hablan de una isla inhabitada por un lado o de nativos huyendo a la interioridad del bosque para protegerse por otro. En cualquier caso, a diferencia de la isla de Annobón, que a día de hoy es ocupada por los Ambös, al año siguiente se llevaría a cabo otra expedición que arribaría a la isla bautizada como Fernando Poo (actualmente Bioko), esta sí, habitada por los que pasarían a llamarse bubis (traducción del vocativo «¡bóbëe!» que significa «¡oiga!»). Esta segunda expedición, llevada a cabo por el también portugués Fernando Poo, intentó sin demasiado éxito el asentamiento en dichas tierras. La resistencia de los nativos, un continuo hasta la «pacificación» llevada a cabo por los españoles a comienzos del S XIX, y las enfermedades diezmaron en muchas ocasiones las exiguas fuerzas militares que los europeos enviaban a la zona. Con posterioridad a ese año 1472, Portugal intentaría también la entrada en el territorio continental. En cambio, la resistencia de los Ndowe, residentes de la costa, y de los Fang, más al interior, hicieron inútiles dichas pretensiones.
Tenemos, por tanto, que la isla de Annobón estaba ocupada por los Ambös, con los que fue imposible el comercio pues ni tan siquiera hubo contacto directo, que en la isla de Bioko residían los Bubis, que se defendían del extranjero con sucesivos ataques militares desde su refugio selvático, y que en la zona continental, denominada Rio Muni, los Ndowè y los Fang mantenían una actitud muy similar a la de los Bubis. El desarrollo del comercio, principal motivación de Portugal en sus primeras expediciones africanas, estaba envuelto en múltiples problemas y apenas permitía ganancias. Si a esto le sumamos la guerra de independencia que el estado luso llevaba a cabo en ese momento contra España, nos encontraremos con que, en el periodo que va desde 1472 y 1778, Portugal no mostró ningún interés por el peligroso territorio continental y un interés escaso por las islas, que serían gobernadas desde la cercana Sao Tomé. En cualquier caso, teniendo en cuenta que estos tres siglos resultaron los más oscuros para el continente africano, las demás potencias esclavistas pronto tomarían el puesto dejado por Portugal.
Aunque hoy es difícil hacerse una idea de lo que representó la época esclavista para África, el sufrimiento que representó para cada uno de sus pobladores, baste decir que se calcula en 20 millones el total de esclavos que fueron sacados de su territorio para ser llevados a América. Sobra decir que muchos de ellos perecían en el viaje, ya que resultaba más barato apiñarlos y arriesgarse a su muerte que dejar de saturar las galeras del barco. En este proceso histérico que envolvió África en un sinsentido de hermanos cazando hermanos, fueron Portugal, Holanda, Francia, Inglaterra y posteriormente España, las mayores potencias esclavistas. De ahí que, ante el abandono portugués de «sus» tierras guineanas, Holanda se decidiese a ocuparlas entre los años 1642 y 1648 y estableciese un punto de avituallamiento para sus barcos y un lugar estratégico desde el que atacar Angola en la isla de Annobón en 1661.
En el año 1777 finalizaría la guerra entre España y Portugal con la consiguiente cesión, como una muestra de amistad, de los territorios lusos en el cabo de Guinea. Además de las islas (Fernando Poo, las Elobeyes, Corisco y algunos islotes), España recibía 300.000 kilómetros cuadrados de territorio continental. Hay que recordar que en años sucesivos la extensión de Rio Muni pasaría a contar con 28.000 kilómetros cuadrados.
LA COLONIZACIÓN ESPAÑOLA
En el periodo que va entre 1778 y 1858 el abandono siguió siendo la nota predominante en los nuevos territorios adquiridos por España. A pesar de los múltiples informes que recomendaban un asentamiento efectivo y a pesar de los sucesivos intentos que se harían para lograr dicho objetivo, lo cierto es que la leyenda de los Bubis, en Fernando Poo, como guerreros incorregibles que realizaban ataques continuados a los intereses de las potencias coloniales, se había extendido incluso entre los territorios ocupados vecinos. Esto provocaba que ningún africano quisiese ir a trabajar como bracero (agricultor a «sueldo») a tierras de la Guinea española. Conjuntamente, España entrará en guerra con Inglaterra en 1779, lo que impedirá un mayor esfuerzo por lanzarse a la explotación agrícola de Fernando Poo, que se había convertido en el eje central sobre el que giraban los intereses coloniales. Una vez concluida la guerra, una débil España y la poderosa Inglaterra firman en 1817 un tratado contra la esclavitud. España, acuciada por las deudas, se ve obligada a aprobar es establecimiento de una sede de la Comisión Mixta en Santa Isabel, la actual Malabo, en. La construcción de la nueva ciudad, en 1827, correría a cargo de los propios ingleses que, primero por medio de la coerción y más tarde dando a los bubis facilidades para vender sus productos en el mercado de la ciudad, llegaron a acuerdos con los jefes bubi para establecerse en este territorio. Por medio de esta estrategia, que sería facilitada por las constantes inestabilidades políticas en España, se procedió a una progresiva anglicanización, que culminaría con la propuesta de compra, por parte de Inglaterra, de la isla de Bioko. La propuesta fue votada en las Cortes a petición del general Espartero (que accedió debido al endeudamiento de la hacienda pública española), pero la oposición logró desecharla y Fernando Poo siguió perteneciendo nominalmente a España. En el año 1835 se expulsó a los ingleses y la isla quedó libre de representación colonial hasta 1843.
Los Ambös por su parte, se negaron a la toma de posesión española de la isla de Annobón al creer que los españoles eran cazadores de esclavos. Además, más lusizados que las demás etnias, habían asumido ser súbditos del reino de Portugal, por lo que no podían comprender aquella cesión de su territorio a otro reino. En las islas de Corisco y la Elobeyes, pero sobre todo en la zona costera de Rio Muni, los Ndowè tuvieron que hacer frente a un nuevo adversario. Francia ambicionaba reducir la influencia española en aquellos territorios. Ante la insistencia de España en centrar sus esfuerzos coloniales en las islas, los franceses solicitaron la aquiescencia para fijar asentamientos y factorías (desde las que gestionar la compra-venta de esclavos) en la costa guineana. Aunque España se negó en una primera instancia, las sucesivas derrotas y la pérdida de Filipinas y Cuba, le obligarían a firmar en 1900 el tratado de París, donde se vería obligada a aceptar el recorte de sus territorios de los 300.000 kilómetros cuadrados originales a los 28.000 actuales. Los Fang también tuvieron que vérselas con Francia, que les atacaría desde la costa y desde Gabón, y con Alemania, que haría lo propio desde su colonia de Camerún. Hay que reseñar que ya antes de estos ataques, ya incluso antes de la cesión de territorio entre Portugal y España, la etnia Fang se extendía desde Gabón a Camerún, por lo que, aunque las fronteras sobre el papel habían indicado, y siguen aun hoy haciéndolo, lo contrario, el sentimiento territorial de dicha etnia era más amplio de lo establecido entre potencias.
En cualquier caso, antes de alcanzar ese año 1900, España impondría, como ya hemos dicho, una nueva política más agresiva de deculturización y desetnificación de los nativos de las islas guineanas. Tras la fracasada venta de Fernando Poo a Inglaterra, comienzan a enviarse sucesivas expediciones que irán, con la ayuda de los misioneros pero también del poder militar, eliminando los ritos animistas en algunos casos y asimilándolos a la religión cristiana en otros. El impacto sobre una tradición que comenzaba a anglicanizarse es progresivo y lento. Hay que tener el cuenta que los primeros gobernadores impuestos por España serían súbditos ingleses, elegidos por su mayor experiencia en la comprensión de las rutinas internas de las islas. Estos gobernadores anglosajones realizaron un taimado ejercicio de dejadez ante las solicitudes de los misioneros por ejercer sobre la población una mayor presión desde los axiomas cristianos, lo que entorpeció la españolización. Lo que no pudieron entorpecer fue la paulatina llegada de españoles que intentaban acceder a las tierras gratuitas que se les prometían. Aunque las enfermedades tropicales frenaron el primer impulso, lo cierto es que muchos agricultores acudieron a la llamada y se establecieron en las islas. De esta manera comenzó a desarrollarse la producción agrícola, lo que llevó a España a contratar a braceros liberianos y cameruneses, que se unirían a los ya traídos por los ingleses y que a día de hoy perduran y son denominados Krios.
A finales del Siglo XIX el proceso de españolización se hace más intenso y comienzan a llegar primero los Jesuitas y, cuando estos caen en desgracia, después los Claretianos. A consecuencia, el acoso religioso se incrementa como modo de hispanización y se acompaña con la obligatoriedad de asistir a la escuela, con clases impartidas por los propios misioneros, con la imposición de topónimos españoles a los guineanos y con la obligación de expresarse en lengua española. Se obliga a los Bubis a abandonar la poligamia o a realizar trabajo forzado en las explotaciones agrícolas siempre con el sustento de la cristianización como fondo. En cuanto a Rio Muni, las incursiones expedicionarias son raras y apenas algunos misioneros o un «aventurero» como Manuel Iradier y Bulfy se atreven a adentrarse en tierras Fang, lo que le vale un cierto prestigio de hombre valiente pero también sanguinario. El interés español en sus posesiones guineanas irá en aumento a medida que va perdiendo sus colonias restantes, lo que influye en la creación de una sección de infantería que estará formada por nativos de las islas y por Krios. En cualquier caso, es de reseñar que la resistencia bubi no cejó en estos años de ocupación de mano de sucesivos reyes que no aceptaron la soberanía de ningún colono sobre su territorio. Se calcula que más de 20.000 bubis perdieron la vida en estos años.
Como se puede comprobar hasta ahora, la isla de Fernando Poo ha sido históricamente el centro neurálgico desde el que gobernar los demás territorios. Esto es debido, entre otras cosas, a la habilidad Fang y Ndowé para defenderse de los ataques invasivos, pero ante todo a la tenacidad con la que fueron imponiéndose en la isla las plantaciones de cacao, café y caña de azúcar primordialmente. Además de esto, España, tras ser expulsada de Cuba que había sido hasta entonces su isla-carcel, ve en Fernando Poo el sustituto viable. De ahí que comience a trasladarse a gran cantidad de presos políticos a la isla. A partir del año 1900, los europeos toman la decisión de ayudarse mutuamente en su proyecto colonizador y frenan la venta de armas a los africanos. Esta medida estuvo acompañada por un aumento de los argumentos violentos contra cualquier acto de insurrección nativa, lo que provocó, además de las continuas agresiones físicas, el encarcelamiento de muchos bubis y fang (los únicos que mantenían la resistencia a la ocupación), que, en contraposición, se negaron a trabajar como braceros. Continuaron, por tanto, las contrataciones de braceros de otros territorios que, ahora sí, venían con un contrato que les ligaba a sus patronos pero que les proporcionaba la capacidad de denunciar los excesos de estos.
Paulatinamente, mediante la violencia militar y el acoso religioso, los nativos son obligados a trabajar en las florecientes plantaciones de los nuevos colonos mientras van perdiendo los vínculos con sus culturas primigenias. Es entonces cuando la Guinea Española comienza a ser rentable gracias a la exportación de los productos ya mencionados y es, a su vez, cuando comienzan a escucharse voces en la metrópoli que alientan al abandono de las prácticas coloniales. Por el contrario, la época colonial aun estaba vigente en toda Europa, por lo que estas voces son ignoradas por completo.
DICTADURA FRANQUISTA: GUINEA ECUATORIAL.
El hecho de la independencia de Guinea Ecuatorial es uno de esos hechos paradójicos que se dan dentro de la Dictadura Militar Franquista. De férreas convicciones antiliberales y antidemocráticas, el año 1968 verá la independencia de un estado que determinará sus gobernantes por medio de unas elecciones libres, las únicas celebradas en Guinea desde el día de su liberación hasta hoy. De cualquier manera, alcanzar este punto no fue, ni mucho menos, sencillo. Como decíamos, el estado franquista no tenía necesidad de explicar la permanencia española en territorio guineano puesto las demás potencias coloniales seguían manteniendo sus colonias. Al igual que estas, España practicó durante la primera mitad del siglo XX una política de legitimación de su presencia, haciendo que incluso los propios guineanos asumieran esta como algo bueno. De ahí que, para lograr esto, se fuese apoyando en las estructuras sociales preexistentes entre las que se encontraban los jefes de poblados, otras instancias más elevadas o incluso, como en el caso de Fernando Poo, en africanos aculturados venidos de otros territorios en la época inglesa y con una cierta posición privilegiada en lo económico. Son estos últimos, los llamados fernandinos, los que colaborarían en mayor medida en el periodo de gobierno directo. En el caso del territorio continental, se mantenía la explotación maderera lo que hacía innecesaria la implantación de un control tan férreo sobre la población.
Progresivamente, a medida que se estrechaban lazos con las estructuras tradicionales de las sociedades nativas, el gobierno de las colonias se fue haciendo más indirecto. Se respetaban las tradiciones africanas como medio de ejercer la necesaria influencia y se permitía a dichos jefes disfrutar de control sobre la población sin apenas control de las autoridades coloniales. Muchos africanistas han querido ver en esta costumbre el embrión de los regímenes que actualmente gobiernan buena parte de los estados africanos. Al fin y al cabo, el ejercicio de la fuerza pasó a depositarse en jefes sectoriales que hacían y deshacían sin necesidad de dar cuentas a una autoridad superior. Este sistema dual de poder, que diferenciaba las ciudades (donde la autoridad seguía siendo de la metrópoli) de las zonas rurales, se fue imponiendo gracias a su gran productividad. El régimen franquista, en imitación de las experiencias de otros estados, adoptó las mismas medidas.
En el periodo de la posguerra civil española, a partir del año 1939, impondría sobre los territorios de la colonia una presión productiva nunca vista antes. Con las necesidades propias de un estado devastado por la guerra, sumadas al aislamiento internacional y la imposibilidad de financiar la compra de alimentos, creció la coacción militar sobre los africanos para que aumentasen su trabajo en las plantaciones. Se derogaron las normas generadas para la colonia en la época de la República y se implantaron leyes férreas, a imagen y semejanza de las que sufrirían los propios españoles en España. Los administradores coloniales pasaban a ser a su vez oficiales de la Guardia Colonial, lo que facilitaba su labor de coacción. Las normas que regían el día a día de la colonia podían ser cambiadas por este, por lo que no existía un principio de legalidad penal y sí, en cambio, una acomodación a las normas que, se suponía, tradicionales de los nativos, muchas veces creadas a discreción por los propios jefes africanos en su propio provecho. Este, no cabe duda, sí es un embrión de las Dictaduras Nguemistas. El africano era considerado menor de edad, incapaz, lo que justificaba una diferenciación en la justicia que debían impartirse ante este y la que recibían los colonos o los negros emancipados (aquellos africanos integrados como comerciantes y propietarios). En consecuencia, se ponía freno al progreso económico de los nativos que se veían privados de adquirir tierras o ser parte libre de un contrato de trabajo entre otras cosas.
Por el contrario, la presión internacional iba a hacerse notar en las condiciones de vida de los nativos. El Régimen Franquista, necesitado de la aceptación internacional, se vería obligado a hacer algunas concesiones de derechos a petición de la ONU y otros organismos internacionales. Cabe destacar, de entre ellos, el derecho jurídico a la posesión de tierras, que vino acompañado de la cesión, a todo aquel que lo pidiese, de cuatro hectáreas de tierra por individuo. A finales de 1444, las familias numerosas tendrían, por fin, la ocasión de gestionar tierras de un considerable tamaño, cosa de la que muchos se beneficiaron pero que muchos otros aprovecharon para vendérselas a los colonos blancos y fernandinos. Esta medida iba, como no, aparejada a la inevitable cristiandad probada del peticionario, lo que profundizaba en la aculturación deseada.
EL PROCESO DE INDEPENDENCIA
Habrá que esperar hasta mediados de los años cincuenta para comenzar a localizar de forma nítida organizaciones políticas que solicitaran la independencia. Proveniente de Asia, el movimiento descolonizador pronto generó instituciones internacionales donde las élites guineanas, junto con las de territorios vecinos, iban a encontrar apoyos a sus reivindicaciones. En esas misma fechas, 1955, España fue aceptada en la ONU, lo que provocaría una mayor flexibilidad de la política exterior de la metrópoli y un mayor marco político de maniobra de las pretensiones independentistas. En cualquier caso, esto no quiere decir que dichas ideas pudiesen expresarse libremente dentro de la colonia. Muchas figuras representativas debieron exiliarse para evitar la cárcel. Por el contrario, las presiones internacionales iban a provocar algunos cambios con respecto a la colonia a imitación de las demás potencias coloniales. [2]
La primera estrategia franquista para mantener la Guinea Española consistió en convertirla en provincias españolas. De esta forma se configuraron dos provincias que iban a estar integrado por un lado por Fernando Poo y las demás islas y por otro el territorio de Rio Muni o la parte continental. Los guineanos pasaban de ser súbditos a ser ciudadanos sin apenas variar en su capacidad de participar en los órganos decisorios pero pasando a aumentar su número dentro de la administración colonial. Lo único que España logró con este primer movimiento, aparte de ganar tiempo, fue incentivar el debate abierto entre aquellos que defendían la ineludibilidad de la independencia frente a otros que sostenían la pertinencia de mantener los vínculos con España. Tras las independencias de estados vecinos como Gabón, Camerún o Nigeria en 1960, se comenzaron a configurar algunos movimientos políticos en el exilio con soporte en estos países y con relaciones dentro de la propia Guinea. De esta forma surgieron el IPGE, que defendía la adhesión a Camerún de la Guinea independiente, el MONALINGE, con Atanasio Ndong a la cabeza y de axiomas independentista, o el UPLGE, más moderado y con Ondó Edú en la secretaría general. Desde el exilio, y con los apoyos de los nuevos estados surgidos de la descolonización, llevaron a cabo una dura y trabajada campaña en organismos internacionales como la ONU con el fin de impulsar el proceso de desvinculación con la antigua metrópoli. Por el contrario, España no había dicho aun su última palabra.
De provincias, Rio Muni y Fernando Poo, pasando por un referéndum, iba a convertirse en una autonomía con cierta independencia política. Se constituyeron una cámara legislativa y un gobierno que iba a estar ocupados por africanos mayoritariamente y que debían ser elegidos por los representantes provinciales. De cualquier forma, las limitaciones gobernativas seguían siendo palpables, por lo que aquel gesto a la galería de 1963, aunque supuso cambio de bulto, apenas iba a dar resultados. Eso sí, se permitió el acceso a la política guineana de los grupos políticos en el exilio durante el referéndum, se alentó al regreso de estos grupos exiliados y las élites accedieron a puestos de mayor responsabilidad que, de alguna manera, los fueron preparando para la futura independencia. La verdadera cuestión que se debatía de fondo era el saber cuándo se llevaría a cabo esa desvinculación definitiva. El propio Bonifacio Ondó Edú, del moderado UPLGE, asumía el gobierno de la autonomía y se generaba una ebullición política creciente que llevaría a la creación de otros movimientos como el MUNGE que, aunque no eran reconocidos como partidos políticos, disfrutaban de la libertad de reunión que nunca antes habían tenido. Fue este, a su vez, un tiempo que España utilizó para generar un mayor flujo de inversiones en Guinea que pretendían profundizar en la dependencia de las elites guineanas con respecto a la antigua colonia. De esta forma, los planteamientos autonomistas lograron hacerse un hueco, nunca importante, en el debate sobre la independencia, alimentado por la necesidad creciente de contar con la metrópoli en el ámbito económico.
Como ha expresado la profesora Alicia Campos, de cuyos escritos se han tomado muchos de los datos y análisis que aquí se mencionan, el régimen de autonomía fue domesticando y suavizando el discurso nacionalista que se manejaba con convicción. Por un lado se incluía a figuras políticas como Ondó Edú en los órganos de gobierno de la autonomía y por otro se amoldaba el discurso independentista para presentar la futura independencia no como una emancipación, sino como la finalización de la labor civilizatoria de España. «España se convertía en la madre-patria, creadora de pueblos y nunca colonialista. Surgió así un doble patriotismo, según el cual muchos nacionalistas guineanos expresaban su identificación tanto con Guinea como con España.» [3] Una situación muy similar a la acontecida, eso sí con la medicina del tiempo, en el caso de las ex colonias Americanas.
En esta vorágine política siguieron surgiendo movimientos políticos con identidad propia. El último que aquí señalaremos refiriéndonos a esta época, tiene que ver con la pretensión, alentada por colonos, pequeña burguesía y algunos fernandinos temerosos de perder las ventajas que con el tiempo habían ido adquiriendo con respecto a la población nativa, de lograr una independencia con dos estados, uno de los cuales, el de Fernando Poo, seguiría vinculado a España. Esta demanda no tuvo, incomprensiblemente, apoyo entre la diplomacia española y los foros internacionales eran copados por aquellos que exigían la independencia de un estado unitario. Aquellos que participaban en los foros, los que, por medio de esta experiencia, fueron desarrollando la dialéctica de la independencia, apoyada en la Libre determinación de los Pueblos, fueron finalmente los que tomarían mayor importancia en el definitivo proceso de emancipación. En 1966, quedaba patente que el régimen de autonomía no cumplía con las expectativas de la mayoría de los guineanos, cuestión que iba a demostrarse con las elecciones vinculadas a la transferencia definitiva de poderes.
INDEPENDENCIA Y PRIMERA DICTADURA NGUEMISTA.
De esta forma, por medio de las presiones internacionales e internas, el régimen franquista se vio obligado a mimetizarse con los demás procesos de independencia de otras colonias. Un gobierno fascista sería el promotor de elecciones libres en Guinea Ecuatorial, para lo que se convocó la necesaria Conferencia Constitucional que reuniría en España a los representantes de la población guineana. En debate, con el asesoramiento continuo de los técnicos españoles que hicieron lo posible por mantener los vínculos con la futura Guinea libre, se desarrolló una Constitución democrática para un estado unitario, sin separaciones. Como es lógico, fue aprobada sin un acuerdo total y dejó entrever los conflictos intergrupales que posteriormente han azotado Guinea Ecuatorial y que España se esforzó por avivar. Tras un referéndum de aprobación, se estableció septiembre de 1968 como fecha para las elecciones.
Los partidos que concurrirían a las elecciones serían los siguientes. Por un lado el MONALIGE con Atanasio Ndongo a la cabeza, se dirigió a la juventud, a los cultos y a los universitarios. El MUNGE, partido del hasta entonces presidente de la autonomía, Bonifacio Ondó Edú, dirigió sus proclamas al publico más conservador, a los mayores y a todos aquellos que se habían beneficiado de la colonización. Con Edmundo Bosió Dioco como secretario general, la UNIÓN BUBI hizo campaña en torno a las demandas de la población bubi. La IPGE también participaría en las elecciones haciendo campaña a favor de la adhesión con Camerún del nuevo estado. A estos grupos, que lograron la mayor representatividad entre la población, hay que sumarle un partido surgido a última hora y que sería dirigido por Francisco Macías Nguema, antiguo funcionario de la administración colonial, antiguo exiliado y antiguo sirviente de la élite española, de la etnia Fang. Contra todo pronóstico, el partido de Macías Nguema, el SECRETARIADO CONJUNTO, se alzaría con la victoria en la primera vuelta de las elecciones con un discurso muy ligado al nacionalismo, a la autonomía regional y la amistad con España. Seguido muy de cerca por el líder del MUNGE, Bonifacio Ondó Edú, Macías Nguema sabría, antes de llegar a la votación de la segunda vuelta, ganar adeptos gracias a los sucesivos acuerdos que logró con los partidos que no concurrían a esta convocatoria. Ofreció puestos en el gobierno a estos líderes, prometió una autonomía amplia para Fernando Poo y de esta manera, el nuevo gobierno paso a manos de Nguema por 68.310 votos para el SECRETARIADO y 41.254 votos para el MUNGE. Urgía, por tanto, la creación de un gobierno de coalición y esto es lo que se presentó en octubre de 1968. [4] El tiro le había salido por la culata al gobierno español. El único partido al que no había dado su apoyo directo o verbal había resultado el vencedor de las elecciones. En adelante, los malos entendidos, la venganza y la falta de palabra serían tónica general entre los dos gobiernos. Los antiguos colonos, muchos de ellos de largo recorrido familiar en Guinea, comenzaron a salir del país acompañando a los restos del cuerpo administrativo español que quedaba y a las unidades de la guardia civil que habían mantenido el orden hasta entonces. Por el contrario, muchos antiguos colonos decidieron quedarse con el apoyo del propio Nguema, que mantuvo un discurso conciliador con España hasta el momento en que se dio cuenta de que las promesas hechas por esta no iban a cumplirse. El discurso presidencial cambió radicalmente a medida que el boicot español, según los expertos, con la intención clara de crear discrepancias entre los diferentes grupos, fue haciéndose patente. Cuando el nuevo gobierno quiso hacer recuento de las posesiones del país, acudió al único banco que operaba en el territorio desde hacía medio siglo, el Banco Exterior de España, para darse cuenta de que había sido retirado todo el dinero de cada una de las sucursales y que los inversores españoles también se llevaban su dinero. Posteriormente, en un acontecimiento que permanece bastante oscurecido por la falta de información, parece que hubo un intento de golpe de estado patrocinado por España, con Atanasio Ndongo Miyone a la cabeza, que sería abortado siendo este arrojado por una ventana del Gobierno Civil de Bata. A resultas de estos hechos, el discurso y la política del nuevo presidente Macías Nguema, comenzó a tomar el tono anti españolista y paranoide que iba a mantener durante sus diez años de mandato.
Comenzaron entonces los asesinatos de miembros del gobierno, el exilio forzado de muchos de los líderes de la oposición y la muerte y encarcelación de otros tantos. La tortura, el tribalismo y el clanismo, el terror, las violaciones, pasaron a ser un modo habitual de vida y el proyecto de una Guinea Ecuatorial libre fue sucumbiendo para convertirse en lo que aun hoy es, un territorio que ha pasado a ser propiedad privada de la familia Nguema y sus colaboradores. En otra muestra más de extraversión, Macías fue paulatinamente acercándose al Bloque Comunista tras recibir la ayuda económica y militar de países como Rusia, China, Libia o Corea del Norte entre otras. A falta de dinero y a consecuencia de la desinversión española, el material hospitalario fue quedando obsoleto, faltaban medicamentos y las escuelas no lograban la financiación estatal necesaria como para pervivir. Esto provocó la paulatina marcha de técnicos (ingenieros, profesores, médicos…), que se veían imposibilitados materialmente pero también deslegitimados por las leyes para curar a los torturados o ejercer correctamente la docencia. El nivel de paranoia del Presidente Macías era tal que ni sus propios colaboradores estaban a salvo, por lo que muchos de ellos, ante la disyuntiva de una muerte segura, optaron por exiliarse a España o a países vecinos. Por entonces, Teodoro Obiang Nguema, sobrino del presidente, se hacía cargo, tras su regreso de la Academia Militar de Zaragoza, de la dirección de la cárcel de Black Beach, centro neurálgico de las torturas y represalias de la isla de Bioko.
A pesar de la alarmante situación de indefensión a la que hacía frente a diario la población guineoecuatorial, la OUA (Organización para la Unidad Africana) y la ONU siguieron enviando ayuda al país limitando sus acciones a simples reprimendas y a un entibiecimiento de las relaciones. España, por su parte, se propuso retomar las relaciones con el régimen guineano, para lo que se firmaron sucesivos acuerdos de colaboración que iban desde el ámbito comercial, pasando por la concesión de becas a estudiantes o el apoyo en la confección de la nueva peseta guineana, que se elaboraría desde la fábrica de moneda y timbre en Madrid. Son años de silencio informativo sobre la antigua colonia, un silencio que a día de hoy, por motivos que después explicaremos, se mantiene. Mientras tanto, Macías, más acorralado por su propia paranoia que por la realidad, siguió emitiendo leyes que entorpecían las libertades de la población, redujo drásticamente sus apariciones públicas, prohibió la libertad religiosa y de culto y supeditó el movimiento entre pueblos de la población a una autorización gubernamental. Para julio de 1973, el estado había sido dado la vuelta por completo. La peseta fue sustituida por el Ekuele y los antiguos nombres españoles e ingleses fueron africanizados (Santa Isabel, la capital del estado, pasó a llamarse Malabo) pasando Macías a llamarse Mesié me Nguema Bidyogo. Los escolares debían, diariamente, recitar los títulos ostentados por el presidente Mesié, entre los que se encontraban el de Único Dios, milagro y salvador del Pueblo guineano, Jefe de Estado y de Gobierno, Inquisidor Mayor del colonialismo, Camarada supremo del PUNT (su partido), Líder de Acero, Gran Mesías o incansable y único milagro. El pueblo guineoecuatorial fue abandonado por la comunidad internacional ante las Juventudes de PUNT, brazo ejecutor de los muchos desmanes de su líder. De ahí que, ante esta situación insostenible, no es de extrañar se recibiera con los brazos abiertos a su sobrino, Teodoro Obiang Nguema, que destituyó a su tío a través de un golpe militar y, tras un juicio sumarísimo, ordenó que fuese fusilado.
SEGUNDA DICTADURA NGUEMISTA
Por el contrario, las primeras sensaciones de alivio de la población se fueron progresivamente convirtiendo en frustración. Desde las primeras fechas de la independencia, los antiguos puestos administrativos y altos cargos del gobierno, habían ido recayendo sobre vecinos de la localidad de Mongomo y miembros de la familia Nguema. La sustitución del sobrino por el tío en la cúpula del gobierno familiar, no respondía más que a querer salvaguardar los puestos de privilegio frente a las crecientes críticas de organismos internacionales de derechos humanos hacia el dictador. A partir de ese octubre de 1979 se harían ciertas concesiones para restablecer la confianza de la población que, por desgracia, nunca han llegado a representar un verdadero cambio estructural. Se comienzan a abrir escuelas e iglesias, se decreta una amnistía de presos políticos y algunos exiliados, ante estos primeros gestos, deciden volver al país. Por el contrario, el mantenimiento de los antiguos torturadores y matones del régimen Macías en sus cargos, hace sospechar lo que después se confirmaría. Todo siguió igual. El núcleo de poder sigue hoy en manos de la familia Nguema y el país es gobernado sin la menor preocupación por la población. El único interés que alienta al dictador y asesino Teodoro Obiang Nguema es el de seguir manteniendo el poder para así tener acceso a todas y cada una de las fuentes de ingresos del país.
Robert Mugabe ha expresado con contundencia algo que parece aplicarse con igual celo en muchos estados africanos. «El multipartidismo es un lujo que no puede permitirse África», dice, y mientras tanto mantiene aterrorizada a la población civil y acosa a la oposición política con torturas y detenciones arbitrarias. Guinea Ecuatorial funciona a día de hoy de la misma manera. Se ha establecido un sistema político por el cual la familia, entidad muy importante en la vida africana, se ve legitimada ante la población para gobernar como lo hace. [5]. El temor ante las represalia llega hasta el punto de considerar el hecho de que Obiang posee magia en la mirada, una magia con la que fulmina a sus adversarios. Una población cada vez menos ilustrada entiende esto, tanto la magia como su preocupación por la familia, como algo lógico en un gobernante. En cambio, las elites ilustradas, aquellas que ejercen la oposición, son subyugadas por otros medios. La encarcelación y tortura de los opositores, desde las máximas figuras hasta aquellos que emiten furtivamente una opinión contraria al régimen, forman parte de un intento medido por asegurarse el apoyo de estos opositores. La red clientelar (red que el gobernante establece mediante la cesión de cargos y prebendas con el fin de hacer a los colaboradores dependientes de sus favores económicos) se extiende por todo el país, y no es difícil localizar entre los cargos públicos a antiguos opositores que sucumbieron ante la insistencia de las presiones. Se trata de un acoso físico que pone en juego la propia vida del opositor, pero también del hostigamiento a los familiares de dichos opositores. Ante esta perspectiva, son poco los políticos que aun ejercen la profesión en el bando contrario al Dictador, lo que facilita aun más la labor de Obiang a la hora de convertir Guinea Ecuatorial en su mesa de juego.
Con la pretensión de dar voz a algunas de las diferentes fuerzas de oposición que se encuentran en el exilio español, reunimos en el Café Comercial de Madrid a tres de los partidos representativos de las exigencias políticas democráticas. Esta reunión, a la que asistieron por Marcos Manuel N’Dongo por parte del CPDS, Germán Pedro Tomo por parte de FDR y Humbreto Riochí en representación del MAIB, se desarrolló en base a cuatro cuestiones básicas que aquí traemos. Con el fin de entender desde qué perspectiva afronta cada partido los temas básicos de debate, comenzaremos por plasmar lo que cada representante tiene que decir de su propio partido. Con la lucha contra la dictadura como nexo, existen, sin embargo, algunas cuestiones que provocan la desunión de la oposición como conjunto de presión.
El primer bloque de discusión, en la que todos estuvieron de acuerdo, giró en torno a la dramática situación económica, social y política en la que se encuentra el estado africano. La dependencia del petróleo y la inexistencia de vías alternativas de desarrollo sumado a la negativa del régimen a aceptar propuestas de negocio que no estén controladas por acólitos del propio régimen, convierten el futuro de Guinea en un autentico enigma que, por el contrario, no parece mostrar síntomas para ser positivos. Tanto en lo social como en lo político, los avances en la democratización o en la adquisición y desarrollo de las libertades individuales están estancados o en retroceso. Este bloque ahonda en estas cuestiones y reafirma, con la explicación de acontecimientos del día a día, lo que intuíamos.
El proceso de democratización del país debe estructurarse en dos tiempos. Por un lado han de tenerse en cuenta las dificultades que encarna el régimen de Obiang en este propósito. Por el contrario, es necesario desarrollar estrategias que, incluso en vida de Obiang, impulsen el proceso y lo asienten en la rutina política diaria del país. En cambio, las posibilidades de que esto ocurra son escasas, por lo que se centran mayores esfuerzos elucubrativos en el momento en que Obiang muera. Este segundo tiempo necesita de una unidad pactada de antemano entre los partidos de oposición. El siguiente video pretende adentrarse en los futuros contextos que pueden darse en la consecución de la democratización.
Por último, tanto si Obiang muere como si es derrotado en unas elecciones limpias, todos y cada uno de los partidos de oposición están convencidos de la necesidad de un pacto de estado que reforme o establezca mayores acuerdos entre las diferentes etnias del país. El debate étnico frente al nacional deriva en otro debate, el de establecer o no una descentralización más profunda que la que existe actualmente.
Durante estos largos 30 años de II Dictadura Nguemista, la situación internacional ha dado un vuelco considerable. Con la progresiva pérdida de influencia del Bloque Soviético y su posterior caída en 1992, los regímenes africanos comienzan a reestructurar sus políticas con el fin de hacerse un lavado de cara. De esta forma entra en vigor en 1991 una modificación de la Constitución que regula el multipartidismo. Como se ha explicado y se puede comprender tras el visionado del video, el pluralismo político no es más que una fachada tras la que se esconde una férrea dictadura. Por el contrario, es un gesto necesario con el fin de lograr el beneplácito internacional de los estados liberales y comenzar a colaborar estrechamente con ellos. Rusia, China o Cuba son sustituidos con el golpe palaciego de Obiang por Estados Unidos, Inglaterra y Francia, mientras Guinea Ecuatorial pasa a formar parte, en un acto surrealista, de zona francófona africana y adopta el Franco CFA como moneda. Lo que los nuevos aliados no podían intuir son los beneficios que finalmente obtendrían de dicha colaboración. Para desgracia de la población guineoecuatorial y regocijo del gobierno Obiang, en 1995 son hallados en las aguas de la isla de Bioko abundantes depósitos de petróleo.
PETRÓLEO, POR DESGRACIA, PETRÓLEO.
Durante las repetidas hambrunas que asolaron el continente africano a lo largo de la década de los 90, se fue creando, ante las imágenes de televisión de niños etíopes y somalíes en la más absoluta depauperación física, la idea de que África es un continente pobre, sin recursos de ningún tipo. Por el contrario, la realidad es justamente la contraria. Este es mundo dominado por la tecnología, por los combustibles fósiles o la necesidad de mano de obra barata para la producción. La moderna tecnología en expansión (teléfonos móviles, ordenadores, pantallas de televisión…), que necesita de ciertos componentes como el coltán para ser producida, tiene en estados como la República Democrática del Congo uno de sus mayores proveedores de dichos materiales. Nada hay que explicar en torno a la mano de obra barata. Sobra con decir que entre los africanos se encuentran la mayoría de los estados que ocupan los últimos puestos en el índice de desarrollo. Y en cuanto a los combustibles sólidos, uno de los motores económicos del actual proceso de globalización junto con la propia tecnología, baste decir que África está sustituyendo paulatinamente a los estados árabes en la producción de este producto. Por tanto, ¿en qué se basa el título de este apartado? ¿por qué son desgraciados los africanos al tener dichas materias primas? Las guerras, las dictaduras, la violación de forma continuada de los derechos humanos, las propias hambrunas o la absoluta depreciación del valor de una vida humana hablan por sí solas. Como dice el viejo dicho, como bien han comprendido las actuales potencias económicas, a rio revuelto, ganancia de pescadores…
Lo cierto es que, antes del descubrimiento de petróleo en las aguas guineanas, los estados donantes de la ayuda que recibía el estado, ejercían una cierta presión democratizadora sobre el gobierno Obiang, De esta forma se logra la instauración del multipartidismo o un cierto respeto a los derechos humanos. La aparición del petróleo, a lo que se le ha sumado más recientemente el hallazgo de grandes bolsas de gas que también se encuentran en aguas guineanas, dio un vuelco considerable a esta situación. Un estado que había dependido de las ayudas directas de otros estados, que debía hacer concesiones para lograr esas ayudas, se convierte de la noche a la mañana en el objeto de mimo de esos mismos estado, interesados en la explotación de un bien tan productivo y lucroso como el petróleo. De esta forma, se han ido olvidando las presiones para que se respeten los derechos humanos, se ha dejado de proteger a la oposición política y las potencias económicas mundiales han pasado de ser guías bienintencionados a convertirse en cómplices de las políticas despóticas y dictatoriales del señor Obiang. De ahí que, si bien las ayudas directas, aunque no todo el dinero, en el pasado iban a parar mayoritariamente a la población civil, los ingresos de la explotación petrolera nunca llegarán a la misma. Guinea Ecuatorial pasa de ser uno de los estados con una de las rentas per cápita más altas de África en el año de su independencia, a ser uno de los más pobres hasta el hallazgo del petróleo, para convertirse, a día de hoy, en el país africano con mayor renta per cápita, superando incluso a estados como Kuwait. Por supuesto, las frías estadísticas no siempre dicen la verdad. Recordemos que la población guineoecuatorial apenas supera el medio millón de persona. Aun con este volumen ingente de ingresos, que darían para desarrollar un estado mucho más grande y más habitado que Guinea Ecuatorial, la pobreza extrema a la que se ve abocada la población, la falta de higiene en las calles, el abandono de la educación pública o la inexistencia de un mínimo servicio de sanidad pública, parecen imágenes suficientes para mostrar el desinterés que suscita en el régimen Obiang el bienestar de su población.
Los fríos datos económicos nos dicen lo siguiente: El petróleo representa el 90 por ciento de las exportaciones totales del estado, el Producto Interior Bruto guineano a crecido a una media aproximada del 20 por ciento en los últimos años (30 por ciento en 1996, el 71,2 en 1997, el 22 en 1998, el 50 en 1999, el 17 en 2000, el 65 por ciento en 2001.., el 15 por ciento en 2008), se calcula en unos 500.000 (que podrían ser más pues no hay datos oficiales) los barriles exportados anualmente y es el estado africano que más inversión estadounidense recibe. Es necesario volver a recordar que la población no excede el medio millón de personas. Con tales datos, uno podría pensar que los guineanos nadan en la abundancia, que todos ellos (al igual que en un estado tan vilipendiado por sus excesos religiosos como Arabia Saudí) tienen acceso a la educación pública y muchos de ellos son licenciados, que existe el pleno empleo o que además de las necesidades básicas cubiertas, todos tienen una casa decente, un coche en la puerta, un ordenador portátil y quien sabe cuántos productos de consumo más. Por el contrario, otros fríos datos anejos a los anteriores son mucho más expresivos: el 56 por ciento de la población no tiene acceso a una fuente de agua saludable, otro 47 por ciento vive sin servicios higiénicos saludables, el 19 por ciento de los menores de 15 años no llega al peso mínimo recomendad y los 25 médicos por cada 100.000 habitantes que operan en el país no dan abasto a la hora de combatir enfermedades tan serias como la malaria o el SIDA. Estos son datos meramente sanitarios que pueden extenderse a otros ámbitos de la vida pública como la inexistencia de transporte público, la prácticamente nula financiación de la educación o la imposibilidad de ejercer un trabajo sin la supervisión y consecuente extracción de gran parte de su sueldo a manos del gobierno.
¿Dónde está entonces el dinero? Buena parte de este dinero generado por el petróleo está bien guardado en un banco del mayor colaborador del régimen de Obiang, en el Banco Riggs, de Estados Unidos. Se sabe que el monto total de las cuentas que Teodoro Obiang Nguema, a nombre de Guinea Ecuatorial, tiene en este banco, asciende a 700 millones de dólares. No hay que perder de vista que son los datos de un único banco y que, aparte del propio Obiang, también sus familiares cercanos y colaboradores se lucran con este negocio. Lo cierto es que los beneficios para la población guineoecuatorial son bastante más limitados. En 2004, un total de cuatro petroleras extranjeras (Atlantic Methanol, ExxonMobile, Triton y Marathon) además de la empresa nacional (GEPetrol) operaban en el terreno. No se tienen datos de contratación de GEPetrol, pero las cuatro restantes empresas apenas contrataban a entre 1.100 y 1.500 operarios guineoecuatoriales, mientras manejaban una plantilla de 6.000 estadounidenses entre todas ellas. Si a esto le sumamos que, para ser contratado por cualquier empresa vinculada al petróleo, los guineanos deben pasar por el filtro de ser seleccionados por otra empresa de recursos humanos cuyo dueño es el hijo del presidente Obiang, entendemos las diferencias de sueldo que existen entre nativos y trabajadores extranjeros. Sea cual sea el procedimiento, el régimen Obiang parece decidido a apropiarse de cualquier riqueza que genere el país, parece decidido, como es lógico en una mente que funciona como la suya, a no dejar que nadie ajeno a su círculo mejore sus condiciones de vida en exceso, no sea que se despierte en esa persona la necesidad de sustituirle en el poder. [6]
Las últimas noticias que pueden leerse en torno a Guinea Ecuatorial mantienen vínculos ineludibles con sus recursos naturales. Por un lado, continúan los hallazgos de nuevas bolsas de gas en las costas cercanas a la isla de Bioko, de las cuales la empresa británica Ophir Energy está dando buena cuenta desde su llegada al país. Esta noticia, que tendría que significar mayores ganancias para el pueblo guineoecuatorial, no representa más que un mayor poder de permanencia del régimen y otro motivo más para ser encubierto en sus tropelías por la comunidad internacional. Otras muchas noticias tiene que ver con este encubrimiento: «Guinea Ecuatorial y Francia refuerzan sus relaciones bilaterales», «España buscará mayor implicación de la UE en Guinea Ecuatorial» (que se ha saldado con la reapertura de las ayudas europeas al desarrollo, 10 millones de euros de los que se desconoce su paradero: «Cuestionan el destino de fondos de la CE a Guinea Ecuatorial», dice otra noticia), «China promete mayor cooperación con Guinea Ecuatorial», «Convenio de colaboración empresarial entre Canarias y Guinea Ecuatorial» y un largo etc. de acuerdos internacionales de colaboración y escasamente una, «Relator de la ONU denuncia que prosigue la práctica de tortura en Guinea Ecuatorial» [8]
Los grupos de oposición ecuatoguineanos hacen alusión, en su crítica, a la inoperancia del régimen nguemista en cuanto a la recuperación de la soberanía del islote y a una truculenta historia en la que el dictador habría sido engañado por el gobierno gabonés. Al parecer, a comienzos de los años 80, Obiang Nguema, en viaje oficial a Gabón, habría participado en una noche orgiástica en la que, entre los efectos del alcohol y las drogas, habría firmado un documento en el que cedía parte del territorio de GE, entre el que se encontrarían las islas en disputa, al estado de Gabón. En cualquier caso, aunque estos documentos no tendrían validez jurídica, ya que habrían sido obtenidos bajo los efectos del alcohol, Gabón esgrime su validez para reseñar la legalidad de su ocupación del islote. Se dice también que Obiang Nguema no presiona para lograr la devolución de un territorio que legítimamente pertenece a Guinea Ecuatorial debido a los intereses económicos que este mantiene en Gabón. Al parecer sería propietario de hoteles, lujosos chalets y propiedades inmobiliarias en zonas residenciales de Libreville. Una eventual disputa que pasara a mayores, podría privarle de los beneficios que estas propiedades le dispensan.
La debilidad militar de ambos estados, Gabón cuenta con unos 3200 militares mientras que Guinea Ecuatorial contaría con unos 2000, hace muy difícil una confrontación bélica. La cuestión de la soberanía del islote se está intentando resolver por medios pacíficos desde hace ya algunos años. El 27 de febrero de 2006 se celebró en Ginebra una más de las reuniones que ambos mandatarios han mantenido para solucionar el tema de Mbañé. Dicha reunión estaba patrocinada por Kofi Annan y se asentaba sobre una propuesta de la ONU para compartir la explotación de los recursos petrolíferos de las islas. A mediados de 2008 se asigno un nuevo mediador de Naciones Unidas y los líderes mantuvieron conversaciones individuales con él. Como en otras ocasiones, la situación actual sigue siendo de discordia, no se resolvió nada. Los intentos de la ONU lograr un acuerdo se ven frenados por las presiones que otros estados ejercen sobre Gabón y Guinea Ecuatorial. Si Mbañé no fuese más que una isla en la que las gaviotas fuesen su única riqueza, la situación se hubiese resuelto ya.
Gabón mantiene con Francia una relación estable y, aunque tirante en ciertos sentidos, bastante provechosa para ambos estados. Sus explotaciones petroleras continentales están sufriendo en los últimos años un retroceso paulatino debido al agotamiento de dichas fuentes. La petrolera Total ha sido la principal explotadora del petróleo gabonés hasta no hace muchos años. Las concesiones a la petrolera francesa venían apoyadas por la larga trayectoria de buenas relaciones que, tras la independencia del estado gabonés, han mantenido ambos países. En cambio, la entrada progresiva de nuevas petroleras en el mercado gabonés ha ido dinamitando progresivamente las buenas relaciones entre ambos estados, lo que ha desembocado en un interés creciente de Francia por Guinea Ecuatorial. En la actualidad son Addax Petroleum (canadiense) o Shell (británico-holandesa) las dos petroleras que están copando buena parte de la explotación del petróleo gabones y, aunque Total sigue siendo con diferencia la que mantiene una mayor presencia, parece que se está intentando abrir aun más el mercado con la reciente entrada de Vaalco (estadounidense) y Sasol (sudafricana). Estados Unidos, con poca presencia en Gabón pero habiéndose instalado con garantías de éxito en Nigeria, está teniendo dificultades para mantener su hegemonía en la producción petrolera y parece haber centrado sus miras en el Golfo de Guinea, más específicamente en Camerún y Guinea Ecuatorial, para solventar los problemas crecientes en las zonas árabes y algunos estados africanos a los que parece haber llegado tarde. La crisis de producción que ha pasado Gabón entre los años 1997 y 2006 parece que, aunque se ha frenado a partir de ese año, no tiene visos de poder superarse definitivamente. La ocupación definitiva del islote Mbañé en 2003, estaría encaminada a frenar de alguna manera esta crisis productiva.
En 1999 el FMI designó la zona del Golfo de Guinea como una de las zonas con más proyección para hacer negocios y a Guinea Ecuatorial como el estado con más posibilidades. Desde hace algunos años las petroleras americanas han puesto sus miras en dicho estado, de tal manera que si bien los Estados Unidos cerraron su embajada hace algunos años por «falta de presupuesto» han vuelto a abrirla no hace mucho. Amerada Hess Corporation, ‘Texan company HOLT CAT(R), Marathon Oil y Exxon Mobile son algunas de las beneficiarias de la buena relación que mantiene Estados Unidos y Teodoro Obiang Nguema. No en vano, el dictador ecuatoguineano fue recibido en su viaje a Estados Unidos por la propia Condoleezza Rice que, a diferencia de los políticos españoles en la reciente visita de este a España, lo recibió con los brazos abiertos. En cambio España, aunque de una manera más enmascarada, también tiene pretensiones en ese inexplotado paraíso para las petroleras. Miguel Ángel Moratinos viajó a finales de 2006 a Guinea Ecuatorial junto con el Ministro de Justicia. Su intención era apoyar la candidatura de Repsol YPF a la hora de pugnar por las nuevas concesiones que el régimen Nguemista está concediendo. Volvió a España con un acuerdo que establecía el derecho de Repsol a realizar prospecciones en busca de nuevas fuentes de hidrocarburos.
La lectura de la situación del islote Mbañé parece clara. Ambos estados ven en el petróleo una fuente de riqueza poco despreciable. El régimen Nguemista vive en la actualidad uno de sus momento más propicios a nivel internacional ya que, tras el hallazgo de petróleo, las presiones externas para su democratización que nunca fueron demasiado impetuosas, han desaparecido por completo. De hecho, un tema escabroso de la época Aznar que nunca fue suficientemente explicado, aun se recuerda en Guinea la llegada a sus costas de dos fragatas españolas coincidiendo en el tiempo con un intento de golpe de estado patrocinado, es la versión oficial Obiang, por Severo Moto. Al parecer estas dos fragatas habrían acudido, según algunas fuentes, a proteger al régimen Nguemista. Otras fuentes, por el contrario, afirman que las dos fragatas partieron hacia Guinea para apoyar el golpe de estado y que habría sido Francia, interesada en colocar en el cargo de presidente guineano a su propio aspirante, quien habría difundido la noticia en medios de comunicación españoles con el fin de frenar el viaje. En cualquier caso, parece que en Guinea Ecuatorial se defiende más la primera versión que la segunda. Todo hace indicar que aquella fue, efectivamente, una operación de apoyo a Obiang patrocinada por Estados Unidos y España con el fin de defender sus propios intereses. La presencia de ambos estados en Guinea Ecuatorial es el acicate que Obiang necesitaba para mantenerse en el poder. El régimen sabe que sin estos aliados, si no logra satisfacerlos, comenzaría a complicarse su pervivencia en el poder.
Pese a los acuerdos puntuales y la última visita de Obiang en 2006, España pierde peso paulatinamente en los vínculos con su antigua colonia. En verano de 2008, coincidiendo con el día de Guinea Ecuatorial en la Exposición Universal de Zaragoza, el dictador guineano decidió suspender su visita programada. Se apunta que dicha suspensión fue debida a que ni el Presidente del Gobierno ni el Rey español encontraron un hueco en su apretada agenda para poder recibirle. No es de extrañar esta reacción de los máximos mandatarios españoles, teniendo en cuenta el revuelo informativo y los reproches a cargo de las organizaciones de derechos humanos hicieron al gobierno en 2006. Desde la llegada de la democracia a España, los altibajos en la relación entre ambos gobiernos son constantes. El último presidente español en visitar Guinea Ecuatorial, Felipe González, lo hizo allá por el año 1991, y aunque la «ayuda al desarrollo» que España ha enviado al gobierno guineano ha mantenido un flujo constante, se constata una reducción de la cuantía desde que en 1993 el cónsul español fuese expulsado de Guinea por «injerencia en los asuntos internos del país». Las buenas relaciones, como ya se ha dicho, volvieron a retomarse durante los gobiernos de Aznar, que se reunió en varias ocasiones con Obiang, aunque de manera informal, y envió a su Ministra de Exteriores, Ana Palacio, en visita a Malabo en 2003.
Para terminar, la siguiente entrevista ahonda en los vínculos que han unido y unen a España y Guinea Ecuatorial. Con el fin de acercarnos paulatinamente a un contexto en el que los dos estados se relacionen de igual a igual, como estados democráticos, el ex-Presidente del Senado español, Juan José Laborda, ha patrocinado la creación de la Fundación España-Guinea Ecuatorial que pretende impulsar el proceso democrático guineano. Con este fin, sustentada por altos mandatarios de la administración y los partidos de oposición españoles, Laborda proyecta hacer de la Fundación una herramienta que ahonden en el conocimiento de Guinea Ecuatorial por parte de la sociedad civil española, suscitar el interés de los medios de comunicación y facilitar el acceso de información especializada sobre el estado africano con el fin de despertar los intereses mutuos que sin duda nos unen. El video profundiza además, en las vías a las que podría recurrirse con el fin de acometer la futura democratización real de Guinea Ecuatorial.
Miguel Ángel Morales Solís es periodista, doctorando en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos por la Universidad Autonoma de Madrid y miembro del Consejo de Redacción de Pueblos.
Agracecimientos a Adolfo Fernandez Marugan, miembro de la Asociación de Solidaridad Democrática con Guinea Ecuatorial (ASODEGUE) y al Café Comercial.
Notas
[1] Los datos relativos al periodo previo al proceso de descolonización han sido extraídos, en su mayoría, de: Bolekia Boleká, Justo. «Aproximación a la historia de Guinea Ecuatorial» Editorial Amarú, (Salamanca) 2003. Pueden encontrarse más títulos en este sentido en la bibliografía general.
[2] Campos, Alicia. «El régimen colonial franquista en el Golfo de Guinea.» Artículo perteneciente a la tesis de la autora «Descolonización de Guinea Ecuatorial (1955-1968)», presentada en la Universidad Autónoma de Madrid en el 2000.
[3] Bolekia Boleká, Justo. «Aproximación a la historia de Guinea Ecuatorial» Editorial Amarú, (Salamanca) 2003.
[4] Campos, Alicia. «Nacionalismo anticolonial en Guinea Ecuatorial: de españoles a guineanos» Congreso Iberoamericano de Ética y Filosofía Política 2002. Universidad de Alcalá.
[5] Campos, Alicia. «Nuevos recursos y viejas opresiones: Dinámicas políticas en Guinea Ecuatorial» Revista Nova África Nº 14. 2004
[6] La mayoría de los datos relativos a asuntos económicos, educacionales y sociales han sido extraídos de: Velloso, Agustín. «Ya no queda nada que robar. Crónicas de Guinea Ecuatorial» Ed. La caída. (Madrid) 2008.
[7] Todas estas noticias pueden leerse íntegramente en [www.afrol.com/es/->www.afrol.com/es/
[8] Max Liniger-Goumaz. «La verdad sobre Mbañé». Mundo Negro, nº 476, julio-agosto 2003