Traducido del francés para Rebelión por Caty R.
«Legitimidad», esta palabra ha sido repetida decenas de veces por los diputados de la Asamblea Nacional Constituyente desde el asesinato del líder izquierdista Chokri Belaid, el 6 de Febrero de 2013. «Defender la Revolución tunecina» dejando al margen, políticamente, a los antiguos responsables del disuelto partido RCD, es la misión de la Troika. La entrevista que hicimos hace unos meses a Gilbert Accache también versó sobre el partido Ennahda. Para Naccache éste no es un movimiento político, sino un movimiento de proselitismo religioso que se ha encontrado dirigiendo la política sin saber cómo. ¿Cuáles son las bases sociales e ideológicas de este movimiento? ¿Cuál es el enfoque del poder político? Y finalmente, aunque está al lado de la Revolución, ¿es realmente un movimiento revolucionario?
¿Entonces se puede decir que en Túnez no existen nuevas clases emergentes que apoyarían al movimiento islamista Ennahda? ¿Este movimiento puede convencer al aparato del antiguo partido único (RCD) de su aptitud para asumir las funciones que antes ejercía el citado RCD? En resumen, retomando los términos de su análisis de la guerra civil argelina de los años 90 ¿Podría triunfar Ennahda donde fracasó el FIS argelino?
En lo que se refiere al apoyo de clase de Ennahda volveré después, pero creo que no podemos decir que en la actualidad exista una nueva clase emergente que apoye al movimiento islamista. Volviendo al paralelismo de la situación tunecina actual con la de la Argelia de los 90, debo remontarme a la génesis del conflicto como lo expuse en mi libro Vers la démocratie? De l’idéologie du développement à l’idéologie des droits de l’Homme .
Todo empezó en 1988. Después de las revueltas, el ejército creyó que podría suceder al Frente de Liberación Nacional, FLN (1), ya que pensaba que éste era un simple aparato ejecutivo. Así que el ejército sacó al FLN del poder. En aquel momento el Frente Islámico de Salvación, FIS (2), era un partido estancado, pero a partir de entonces grandes sectores del FLN se fueron al FIS. Hay que señalar que desde el punto de vista ideológico nunca hubo entre el FLN y el FIS, en Argelia, las diferencias que existían entre el Partido Socialista Desturia o el RCD y los islamistas en Túnez.
El discurso que desplegó el PSD sobre los valores y la civilidad (en el sentido «gramsciano» del término) que pretendía construir, no era ajeno a la sociedad tunecina tal como era. Era un discurso que se correspondía con la evolución de aquella sociedad desde los años treinta o incluso mucho tiempo antes, puesto que Túnez lo conoció en la época del Protectorado (3) una especie de paréntesis colonial que bloqueó su desarrollo hacia la modernidad de la época, el capitalismo, etc.
En efecto, en los años 60 Túnez llevaba a cabo una serie de reformas y su desarrollo le abría paulatinamente al mundo moderno de la época. El Protectorado desvió temporalmente al país de ese camino, pero después de la independencia se recuperó aquel movimiento de modernización y las clases burguesas que se estaban creando antes de 1881, casi las mismas, jugaron el mismo papel, volvieron al principio. Dado que el proyecto inicial de civilidad de Bourguiba coincidía con el proyecto de la sociedad tunecina en el momento de la independencia, el proyecto al que tendía la sociedad de la época, Bourguiba solo tuvo que abrir las puertas.
En cambio el proyecto de civilidad, la ideología a la que se refieren los islamistas, es una ideología completamente superada, que no tiene nada que ver con la realidad y que lo que refleja en realidad es la moral o la fe. Esa es la razón por la que no acabo de entender el miedo real que inspira Ennahda, ya que no es un movimiento político sino un movimiento de proselitismo religioso que se encuentra haciendo política sin saber.
Por otra parte, Salah Karker escribió una tribuna en Nawaat en 2005 (en árabe) en la que se posicionaba contra la politización del movimiento… sin embargo después fue expulsado de Ennahda.
¡Naturalmente! Y el rechazo de la politización del movimiento en nombre de una islamización previa de la sociedad, más allá de la toma del poder, también es la posición de Abdelfattah Mourou, a quien también expulsaron de Ennahda en las elecciones. La islamización previa a la toma del poder es un asunto entre los islamistas y la sociedad. Y creo que no puede llegar.
La situación actual de Túnez no tiene nada que ver con la situación argelina de los años 90. En Argelia el FIS ya era el partido único cuando declaró la guerra al Estado. El FIS fue el resultado de una escisión dentro del partido único original, el FLN, y los hechos de la guerra civil argelina se pueden leer como la batalla entre los dos clanes en el centro de un mismo sistema de partido único. Por otra parte eso solo se pudo frenar cuando los clanes negociaron entre sí. El día que reconocieron la naturaleza del conflicto pudieron resolverlo. Antes era un conflicto entre el ejército y el FIS. Cuando comprendieron que necesitaban un partido único en el centro del sistema (y no solo al ejército) y que este último debía arreglarse con el adversario, pudieron acabar con el conflicto.
En Túnez en la actualidad el peligro no se limita a los islamistas: todos los partidos políticos actuales son en proyecto partidos únicos. Ninguno es capaz de reconocer el pluralismo y la prueba es que todos hablan de un proyecto de sociedad. Cuando se es pluralista no se tiene un proyecto de sociedad, se tienen propuestas de normas de vida, de funcionamiento democrático. En cuanto a su funcionamiento interno, es más o menos antidemocrático y en cualquier caso nunca democrático. Todo eso refleja una situación: para que haya un proyecto de sociedad es necesario que haya una clase que pueda dirigir la sociedad. Pero en la actualidad no hay una clase social apta para dirigir la sociedad en Túnez.
¿Entonces Ennahda no tiene siquiera el apoyo de una cierta clase media?
Ennahda no representa nada en este sentido. ¿Quién apoya a Ennahda? ¿Quién le vota? La juventud del éxodo, los barrios de las grandes ciudades, una parte de los comerciantes que apoyan al movimiento en su aspecto religioso (daâwa) y finalmente una parte de la pequeña burguesía culta con educación superior. No hay empresarios autónomos. No hay personas de cualquier capacidad económica. Solo hay personas que esperan algo del Estado.
Ningún movimiento político, ni Ennahda ni los demás, dicen que ahora el papel del Estado es un papel de regulación, de legislación, de control, de encuadramiento y sobre todo un papel de intervención política. Por ejemplo lo primero que hizo Ennahda, y que por otra parte habría hecho cualquier otro movimiento político tunecino en su lugar, fue ir a buscar capitales al exterior. Ennahda no intentó dialogar con las empresas tunecinas, reunirse con ellas para estudiar la manera de relanzar la economía, salvar los obstáculos que oponen a su dinámica, etc.
Sin embargo, hubo reuniones entre Ennahda y los empresarios, en particular antes del 23 de octubre de 2011.
No, hubo reuniones de los empresarios entre ellos. Por supuesto Ennahda quiso conseguir apoyo financiero de los empresarios, pero no tenía un discurso dirigido a abrir un debate público sobre los eventuales apoyos que el Estado podría aportarles con el fin de permitirles reactivar la economía.
Para Ennahda, como para cualquier otro partido político tunecino, el desarrollo económico pasa por las inversiones extrajeras. En primer lugar porque no ven una clase económica nacional capaz de desempeñar un papel dinámico, y sobre todo porque con los inversores extranjeros se mantiene el control del Estado sobre la economía. Los empresarios nacionales dirían al Estado: «Alto ahí. No intervenga, o únicamente en un marco legislativo y reglamentario, pero no con respecto a nuestra forma de trabajar ni sobre el contenido de nuestro trabajo».
Sin embargo los partidos quieren controlar todo y las inversiones extranjeras tienen que pasar por el Estado, con lo que este sigue siendo todopoderoso. Solo puede hacerlo el Estado porque nadie puede decir: «Yo no fui». Quizá se podría considerar que hay una clase obrera que podría desempeñar ese papel, pero no existe una clase obrera organizada y capaz de reivindicar cualquier cosa más allá de sus habituales reivindicaciones de salarios, seguridad laboral o seguridad social. Hay una burocracia sindical que lo único que desea es tener un lugar importante en el país para influir sobre unos y otros y justificar su presencia.
Así pues las únicas posibilidades que ofrecen las expresiones políticas presentes en el país son del tipo «vuelta al RCD» o por lo menos «vuelta al Estado unipartidista». Por suerte esa vuelta es imposible gracias a la Revolución. La presencia de la Revolución plantea grandes problemas a todas esas personas y por eso vivimos con miedo a un golpe de Estado militar. Por supuesto ese golpe de Estado aparentemente iría dirigido contra Ennahda pero en realidad estaría dirigido contra la Revolución. Por eso asistimos a las inflexiones del discurso de Béji Caid Essebi, unas veces tan duro con Ennahda y otras tan conciliador, porque en realidad el enemigo de Béji no es Ennahda, este movimiento no es nada para él. Sabe que es capaz de expulsarlo cuando quiera, es un partido que representa menos del 20% de la población. El enemigo de Béji es la Revolución y su objetivo detenerla, el objetivo de Nidaa Tounès llegando a eliminar a Ennahda es completar un frente común de todos contra la Revolución.
Pero incluso dentro de Ennahda hay voces que se levantan contra el gobierno. La juventud de Ennahda se opone a los dirigentes de su propio partido a través del movimiento Ekbess. ¿Es posible que Ennahda cambie de programa?
¡Pero si no tiene programa! Piense en la noche de los cuchillos largos de 1933 cuando Hitler reunió a las distintas SA (primer grupo paramilitar nazi que desarrolló títulos de tipo militar para conferir graduaciones a sus miembros) para liquidarlas (la disolución de ese grupo ultraviolento que practicaba el terror callejero era especialmente exigido por el ejército y los medios conservadores). Ekbess o cualquier otro movimiento radical será eliminado. Los salafistas ya están en el punto de mira y Nidaa Tounès espera a que Ennahda acabe con los salafistas para endurecer su posición contra él.
La contradicción esencial en Túnez no es entre los islamistas y los supuestos laicos, sino entre la Revolución y la contrarrevolución bajo todas sus formas. Al contrario de lo que se piensa, la oposición entre Nidaa Tounès y Ennahda es muy secundaria, porque enfrenta a un movimiento que dispone de la legitimidad y no de la fuerza con otro que tiene la fuerza y no la legitimidad. Este enfrentamiento desembocará en un juego sutil hasta que uno de los contendientes consiga reunir ambos elementos del poder, la legitimidad y la fuerza.
Cada uno de los dos movimientos lo intenta a su manera: perversa y profesional en el caso de Nidaa Tounès; delirante, infantil e inexperta en el caso de Ennahda. Pero esos movimientos, como la mayoría de las formaciones políticas actuales, incluidas las de la «oposición» como el antiguo PDP, básicamente están de acuerdo en parar la Revolución. Solo pueden existir en un país en calma en el que de vez en cuando reparten golosinas para que la gente no muera totalmente de desesperación.
Ennahda es el contraejemplo de cualquier partido que quiera acceder al poder y permanecer. En realidad la historia ha precipitado a los dirigentes de Ennahda a situaciones que no son capaces de afrontar. Los de Nidaa Tounès, como por ejemplo Béji Caid Essebsi, están preparados para enfrentarse a las contradicciones, a las maniobras políticas. No caen en las trampas como los de Ennahda: el escándalo de la Primavera de las Artes en el Palacio Sar Abdellia, el asunto de la joven violada, etc.
Insisto, ¡Ennahda no es un movimiento político! Ha tenido la suerte de ser un aliado, en el marco del Frente 18 de Octubre, de las formaciones que saben hacer política. Pero el Frente se rompió después del 14 de enero de 2011, no por culpa de Ennahda sino del PDP, ya que su dirigente, Ahmed Néjib Chebbi, pensaba que centrando su campaña política contra Ennahda después de la Revolución recuperaría el apoyo de los antiguos miembros del RCD. Esa estrategia no dio frutos electorales y además causó daños. Si tras la salida del gobierno del primer ministro de Ben Alí Mohamed Ghannouchi, obligado a dimitir por la Kasba1 y la Kasba2, se hubiera establecido un gobierno formado por todos los partidos, Ennahda habría sido prisionera de esa alianza. Las declaraciones de Ennahda no habrían podido ser las mismas. Pero probablemente eso no habría cambiado nada importante del curso de las cosas. Insisto, todos esos movimientos políticos están fundamentalmente de acuerdo en parar la Revolución.
Notas:
(1) El FLN (Frente de Liberación Nacional) es un partido político argelino presidido por el presidente de la República, Abdelaziz Bouteflika, que se creó en Argelia en noviembre de 1954 para conseguir independizarse de Francia. El FLN y su brazo armado, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), comenzaron entonces una lucha contra los franceses. Después el movimiento se organizó y en 1958 el FLN formó un gobierno provisional, el GPRA. Fue con éste con el que Francia negoció en 1962 los Acuerdos de Evian.
(2) El FIS, Frente Islámico de Salvación, al-Jabhah al-Islamiyah lil Inqadh, era una formación política argelina militante para la creación de un Estado islámico. Fue disuelto en marzo de 1992 por el Tribunal Administrativo de Argel.
(3) El protectorado francés de Túnez, es decir, Al-Himayah Al-Fransiyyah fi Tunis, fue instituido por el «Tratado du Bardo» del 12 de mayo de 1881 que transformaba las estructuras políticas, económicas y sociales del país y finalmente se abolió el 20 de marzo de 1956 tras las negociaciones como resultado del movimiento nacional tunecino.
Alexandre Bisquerra es una joven francesa diplomada en Ciencias Políticas que vive entre Francia y Túnez. Le interesan la historia y los destinos cruzados de las ideas políticas en Europa y el mundo árabe y está convencida de que la historia nunca acaba de sorprendernos.
Lilia Weslaty es una joven periodista tunecina que trabaja para la web independiente Nawaat. Antes de la caída de Ben Alí fue una dinámica ciberactivista que publicaba cortometrajes anónimos en la red.