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[Crónicas sabatinas] Más acá y por debajo del nacionalismo, soberanismo y secesionismo excluyente

I nosaltres, què volem (queremos) realment?

Fuentes: Rebelión

Para quien nos enseñó que la belleza no se rinde ni debe rendirse ante el poder. ¡Para que siga recuperándose en la isla querida y admirada! Y para todos ustedes. ¡Feliz año federalista!   Podemos es la única formación de izquierdas que emplea la palabra «patria» sin complejos. ¿Es una estrategia para contrarrestar el uso […]

Para quien nos enseñó que la belleza no se rinde ni debe rendirse ante el poder. ¡Para que siga recuperándose en la isla querida y admirada!

Y para todos ustedes. ¡Feliz año federalista!

 

Podemos es la única formación de izquierdas que emplea la palabra «patria» sin complejos. ¿Es una estrategia para contrarrestar el uso que le da la ultraderecha? R [Pablo Iglesias, 2016]: Absolutamente. En nuestro país tuvimos la desgracia de perder una Guerra civil, con lo cual determinados significantes quedaron en manos del adversario político. Palabras como «España» o «patria». Una de las cosas que aprendimos de cómo se debe hacer política a partir de América Latina fue lo fundamentales que son los movimientos nacional-populares. Todas las revoluciones de izquierdas se han hecho en última instancia desde la construcción de lo nacional y de lo popular.

¿Cuál será el nuevo futuro movilizador de las pasiones sociales? Imposible saberlo. Todos los futuros son posibles a partir de la «nada» heredada. Lo común, lo comunitario, lo comunista es una de esas posibilidades que está anidada en la acción concreta de los seres humanos y en su imprescindible relación metabólica con la naturaleza. E n cualquier caso, no existe sociedad humana capaz de desprenderse de la esperanza. No existe ser humano que pueda prescindir de un horizonte, y hoy estamos compelidos a construir uno. Eso es lo común de los humanos y ese común es el que puede llevarnos a diseñar un nuevo destino distinto a este emergente capitalismo errático que acaba de perder la fe en sí mismo.

Álvaro Garcia Linera (2016)

«Señora, no se ponga usted así, que yo soy un trabajador», dice el empleado de Endesa, al que han mandado esa mañana a cortar la luz a una familia. «¿Qué tú eres un trabajador? Tú lo que eres es un pelota, un desgraciado, lo más arrastrado que se puede ser. Lo que te deseo es que vivas muchos años con un babatel que te llegue hasta las rodillas y que tus hijos pasen lo mismo que tú estás haciendo pasar a los míos». Quién así contesta, a bocajarro junto al cuadro de luz, dominada por la angustia, es Pilar Rodríguez, vecina de Villafranca de los Barros… «¿A ti no te da vergüenza no tener corazón?». Fue la última vez que vinieron a cortarle la luz. Después de una bronca monumental, el empleado de la compañía eléctrica desistió. «Cuando vio a mi Pedro -que llegaba del colegio- subir escaleras arriba, a ese hombre se le cayeron todos los achiperres. Creo que ahí se dio cuenta de la gravedad y, desde entonces, en dos años, me han respetado la luz». Pilar sabe que la lucha está muy lejos de haber terminado. Pero en este tiempo ha salido del hoyo y ha levantado un muro de dignidad que la protege. Un muro de dignidad que la protege a ella, a su familia, pero también a todos nosotros, incluso a los que se creen a salvo de los estragos de la vileza. Menos mal que existen las Pilares, las heroínas anónimas del pueblo. Su coraje, su ejemplo son el único refugio seguro de la esperanza en estos tiempos de barbarie. Menos mal que existen los que no tienen nada que perder.

Manuel Cañada (2016)

 

Brevemente. El fin de año -¡cómo pasa el tiempo… y qué tiempos estos!- ya está llamando (o ha llamado) a nuestras puertas.

Apenas justifico las citas. No es necesario. La tercera se impone por sí misma: por su coraje, por su dignidad, por la sensibilidad del compañero Manuel Cañada, y por ser representativa de la rebeldía de miles y miles de ciudadanos/as que han gritado, que gritan de nuevo, ¡no pasarán!, ¡no pasarán! La segunda -un pequeño homenaje al compañero-vicepresidente boliviano, que además es matemático- nos regala un excelente argumento a favor del esperancismo, cosa distinta del optimismo cegado-siempre-palante y, por supuesto, del pesimismo paralizador.

Sí señalo que la respuesta de Pablo Iglesias -en cuya veracidad y acierto político no entro [1]- pide-exige a gritos una nueva pregunta: ¿ha hecho algo la izquierda para que una de las palabras citadas -España- no se siga guardando, de manera excluyente y en propiedad y con éxitos innegables político-culturales, en la mochila de la derecha española? Aquí, en .Cat, sabido es, nada de nada; más bien lo contrario. Los nacionalistas, incluidos los de los Países Catalanes menos Andorra, se ríen a carcajadas. Su triunfo político-lingüístico es aplastante… y duele a cualquier persona nacionalmente no cegada. Seguimos hablando de «Estado español» porque la palabra «España» -la de Machado, Lorca, Hernández. Ibárruri, Matilde Landa y Teresa Pàmies por ejemplo- es propia, dicen y repiten, de fascistas, reaccionarios y botiflers. Lo nuestro, dicen -la izquierda que ahora se dice soberanista incluidísima-, es otra cosa. Suena así: Catalunya, Catalunya y Catalunya -con «ny», nunca con eñe aunque se escriba castellano- versus España (aquí sí), el «Estado español», «Madrid o incluso «Reino de España». La elección terminológica según convenga pero siempre echando porquería a los otros y contemplando, extasiados, maravillados, felices de conocerse a sí mismo y de sentirse molt però que molt de aquí,, la historia mágico-fraternal en el ombligo catalán-catalanista.

No hablo tampoco del encuentro del pasado 23 de diciembre, del nuevo aquelarre nacional-soberanista-secesionista (vean la lista de participantes, se llevarán alguna sorpresa). No vale la pena amargarse el fin de año. Sí señalo que ver a algunas organizaciones que se dicen obreras, defensores de los intereses y finalidades de las clases trabajadoras, como CCOO… perdón, como la CONC quería decir, y UGT en el financiado y diseñado complejo institucional secesionista es absolutamente desolador. La cernudiana «desolación de la quimera» se queda corta, muy corta. ¿Qué hemos hecho?, ¿cómo ha penetrado tan fácilmente en todos nosotros esa cosmovisión padaniana, identitaria extrema, de ruptura, secesión y división popular, falsariamente vendida como un proceso de liberación -¡ja, ja, ja!- nacional y social? ¿Somos así ahora o ya lo éramos hace años y nos ocultábamos? El juego al que se prestan encantadas las nuevas formaciones -Barcelona o Catalunya en comú, o como se llamen finalmente- es de manual básico para un curso de «Introducción en el disparate y/o suicidio políticos». Las fuerzas hegemónicas del que llaman proceso están encantadas, como niños con juguetes nuevos. ¡Nuevos aliados, haciendo piña, todos en el mismo barco nacionalista-identitario y con poses de rebeldía social! ¡Nos ayudan, además, en momentos un poco complicados y repiten como loros, y tal como queremos nosotros y con nuestra letra, que ya está bien de «judicializar la política», asunto en el que nosotros, además, somos los amos desde años! (¿Recuerdan a Jordi Pujol con la senyera gritando que un juicio contra él por delitos financieros era un juicio contra Catalunya, contra la nostra Pàtria?). Es decir, cojo el hilo de nuevo, lo mismo que ICV, que supo rectificar, pero dos años después. El día de la marmota dicen algunos.

Tampoco comento el acuerdo mayoritario, no unánime, del pleno del Parlamento catalán del pasado 21 de diciembre, en el que, aparte de apoyar a un personaje tan oscuro, tan dogmático y tan servicial a la causa secesionista como Carme Forcadell, se aprobó una resolución que miente a sabiendas y habla-reclama el derecho a discutir ideas, que nadie pone en cuestión por supuesto, cuando de lo que se trata realmente, como los diputados secesionistas y afines (también en este caso los de CSQES) saben mejor que nadie, es de presentar y aprobar proyectos de ley, resoluciones o leyes ilegales para liarla, liarla y liarla más, asunto que nada tiene que ver con la libertad de expresión y el debate de ideas o ideillas (Otra cosa es, por supuesto, que sea una barbaridad inadmisible aplicar el Código Penal a ofensas o supuestas ofensas al Rey, aunque, para completar el cuadro, habría que ver como se pondrían esos diputados que rompen fotografías y sus defensores si se quemara en el Parlamento catalán (cosa que yo no haría) las fotografías de Jordi Pujol, Artur Mas, Felip Puig o Heribert Barrera, pongamos por caso, por no citar otras figuras «relevantes» del secesionismo y la cultura identitaria-nacionalista).

Vayamos a la pregunta de la sabatina: ¿qué queremos realmente?

Es muy simple, es básico; siempre lo ha sido. Como quería nuestro -de todos y todas, de aquí y de allá- poeta asesinado: «Flor de aliso y perenne ternura desgranada». Y sin privilegios: porque sabemos, como Lorca sabía, que la tierra -que no es propiedad nuestra- da sus frutos para todos.

¿Y que más? Contribuir a que reine un poco más de justicia y equidad en el mundo. Tarea nada fácil, si vamos en serio y tocamos realidad. Poner nuestro granito de arena como diría seguramente Peter Singer. Sumar, no restar.

Para ello nos sentimos próximos de gente próxima y muy lejanos de gentes que está muy cerca y muy lejos a un tiempo. Nos sentimos fraternalmente unidos a gentes como Pilar o Manuel Cañada. Nos sentimos uno con tantas ciudadanas y ciudadanos que están dejándose la piel en estos tiempos de ignominia, de ataque a derechos básicos, con personas que intentan vivir con dignidad, luchando, sin dejarse vencer, sacando la cabeza cuando les es posible, haciendo que este mundo sea real y tangible, y que las cosas, como dijo otro gran poeta, tengan sabor y tengan sentido, el sentido que nosotros, entre todos, les queramos dar.

Estamos, por supuesto, más cerca de millones de ciudadanos de todos los confines de España, de Portugal y de los restantes países del mundo, que de gentes, poderosas y enriquecidas gentes, que viven en .Cat, cuya marca de identidad básica es, ante y sobre todo, el poder, la riqueza, el dominio, los suyos, el etnicismo idenditario (cuando conviene). Algunos de ellos, chorizos y manipuladores confesos. Su único color, su símbolo más básico, es el color del dinero. Ni el rojo ni el amarillo ni el morado. Son los mismos que desde hace algunos años, esta es su estrategia actual, intentan levantar muros de incomprensión entre pueblos y ciudadanos con mucho pasado en común, en muchos momentos admirable e incluso heroico. Y con la colaboración, incomprensible, de fuerzas que se dicen populares.

Queremos, pues, continuar juntos, unidos en nuestra diversidad que nadie pretende aplastar, reducir ni desconsiderar, enfrentados a todos los que aquí y allí intentan ejercer su dominio, su hegemonía, su poder. Y estamos alejados, cada vez más, no es prudente negar la verdad, hay que echarla de la boca, de aquellos compañeros que han caído en todas las trampas que les han tendido y han preferido y prefieren aliarse con nuestras clases hegemónicas movidos por una palabra y un concepto que es, de hecho y aunque no lo reconozcan, el motor central de sus finalidades y de sus vidas: Patria. Aquí, Cataluña; allí, una España excluyente -una parte de España, no toda España- que no es capaz de ver la importancia de la riqueza de culturas y lenguas, como, por supuesto, aquí, en .Cat, muchos no son capaces de ver otra cosa -porque no quieren verlo- que no sea una sola lengua, una sola cultura (falsamente homogénea y a veces, artificialmente construida), una historia idílica y victimista llena de falsedades y sesgos nacionalistas, donde la patronal de los sindicatos patronales y criminales es elevada al altar de las fuerzas del progreso y la modernidad.

Que no cuenten con nosotros. Nuestros objetivos tienen que ver con la federación voluntaria, con la construcción de algo en común y entre todos. Unidos, podemos, desde luego que podemos. No con la secesión, no con el «no nos importan, allá ellos se las compongan», no con «primer nosaltres y después nosaltres», no con falsos o torcidos derechos inexistentes, no con cuentas que son cuentos. En síntesis: no con la cosmovisión de Padanias y afines, sino con los valores político-culturales que dieron vida y orientación política a las clases populares de II República española o a los compañeros y compañeras allendistas, nunca olvidados de la Unidad popular chilena. Nuestro 11 de septiembre.

Eso es lo que queremos. Notas de dos amigos-maestros para ir finalizando.

De Miguel Candel: «Bé, jo, abans (antes) de «parir terror», pariré un bon desig, un buen deseo: que Nochebuena haga honor a su nombre. Y a los autores de profecías autocumplidas (esos maquinistas que anuncian «choques de trenes» sin dejar de conducirlos hacia la colisión), que se estrellen ellos solitos. RIP». Quien dice Nochebuena, dice Nochevieja. Vale la pena insistir: ellos solitos y sin nuestra compañía; hacia su choque y con sus trenes. RIP.

De Paco Fernández Buey (¡te echamos tanto en falta, amigo, compañero!): un regalo de año nuevo, un texto suyo un tanto olvidado: » UTOPÍA HOY», de hace ya unos años.

«Imaginemos un mundo verdaderamente globalizado en el que:

1. Se ha condonado la deuda externa a los países empobrecidos.

2. Se ha establecido una tasa sobre las transacciones comerciales internacionales y sobre los flujos financieros internacionales, una parte de la cual tasa se dedica prioritariamente a la ayuda de los países pobres y de los sectores sociales desfavorecidos en cada país.

3. Se ha reformado la estructura de la ONU, suprimiendo el derecho al veto de las grandes potencias, estableciendo que el ejecutivo tiene realmente poderes ejecutivos, de manera que el voto de cada país representado vale igual y las instituciones económicas internacionales dependen de él.

4. Se ha establecido, en el interior de los países, una renta básica de ciudadanía, de carácter incondicional, es decir, con independencia de otras rentas y trabajos de los ciudadanos.

5. Rige el principio de la soberanía alimentaria de las comunidades por encima de (o junto al) principio de la libertad de comercio.

6. Rige el principio de la libre circulación de las personas por encima de (o junto al) principio de la libre circulación de mercancías.

7. Se ha establecido un nuevo tipo de cálculo económico: no en función del PIB sino en función del desarrollo humano sostenible y teniendo en cuenta la huella ecológica que deja el sistema productivo y el consumo de energías no renovables.

8. Se ha ampliado la idea de sostenibilidad económico-ecológica (con la puesta en práctica de las medidas implicadas) más allá de los actuales acuerdos de Kyoto y se ha aceptado la idea del decrecimiento.

9. Rige el principio de precaución en la investigación y producción tecno-científica. Y eso en el marco de una educación politécnica universal y de carácter humanista.

10. Se ha ampliado la democracia representativa e indirecta que conocemos a la democracia participativa y deliberativa en los diversos ámbitos de la esfera pública (desde el local al global)

11. Se ha impuesto el principio de la necesidad de acción afirmativa para la defensa de todas las culturas, subculturas, lenguas, etc. históricamente minorizadas o en situación de inferioridad.

12. Se ha establecido un acuerdo internacional de desarme generalizado empezando por la destrucción de todas las armas de destrucción masiva (nucleares y convencionales)…»

Podemos imaginar, por supuesto, ese mundo verdadera y humanamente alterglobalizado. ¡Que este decálogo+dos, con los matices y cambios que estimemos oportunos, nos guíe y ayude!

(Por cierto y dicho sea entre paréntesis. Ya en marzo de 1980, hace más de 35 años, en «Abstención y particularismos: dos aspectos de la crisis social de España», mientras tanto, n.º 3, pp. 12-16, el autor de Leyendo a Gramsci señalaba: «Conviene añadir que el avance de los nacionalismos y en general de los particularismos en España no es sólo constatable mediante la contabilidad electoral; hay en ellos un aspecto cualitativo de vital importancia, a saber: estos fenómenos sociales, además de implicar un número cada vez mayor de personas, se están convirtiendo en lugar de refugio de la tensión política-moral debilitada por la sensación de derrota en el plano económico-social que desde los primeros años de la década pasada planea sobre fuerzas políticas varias con una vocación genéricamente transformadora de las realidades sociales»).

U na recomendación para el 1 de enero: un magnífico artículo para empezar el año: » La abducción de la juventud» de Jordi Llovet, de mediados de diciembre (en el Quadern de El País ) , un texto que también deberíamos le er entre líneas. E stá escrito en catalán pero los traductores automáticos, en este caso, no generan malas versiones. La referencia: http://cat.elpais.com/cat/2016/12/22/cultura/1482402011_424102.html

¡Feliz año! ¡Libertad real (no la falsa de empresas, fábricas y declaraciones retóricas), equidad, justicia, fraternidad, solidaridad, paz en las relaciones internacionales y federalismo! Y una reflexión de Maquiavelo muy del gusto de Paco Fernández Buey: «Nada de imaginar paraísos. Lo que hay que hacer es conocer los caminos que conducen al infierno para evitarlos». No son pocos esos caminos.

Y aunque suene cursi: amor, felicidad y amistad como solía escribir Jenny Marx al despedirse.

Nota:

1) Un excelente y matizado texto de Alberto Garzón toca esta cuestión en sus compases finales, dialogando críticamente con Íñigo Errejón. Absolutamente recomendable: «La extrema derecha es hija de la globalización» http://www.eldiario.es/tribunaabierta/extrema-derecha-hija-globalizacion_6_594650534.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.