Ocurrió, entonces. Como indicaban las filtraciones deliberadas de la Casa Blanca sobre «la nueva estrategia» en Irak que W. Bush proclamó en su discurso del miércoles 10, se enviarán más tropas estadounidenses al país ocupado. En realidad, ese «aumento» -como se lo denomina para no utilizar la palabra «escalada», que carga con desagradables reverberaciones vietnamitas- […]
Ocurrió, entonces. Como indicaban las filtraciones deliberadas de
En realidad, ese «aumento» -como se lo denomina para no utilizar la palabra «escalada», que carga con desagradables reverberaciones vietnamitas- estaba en marcha antes de su anuncio: tropas de la 82ª división aerotransportada llegaron a Bagdad ese mismo miércoles y otros 800 de sus efectivos se sumaron el jueves. Contemporáneamente, una encuesta revelaba que el 61 por ciento de los norteamericanos consultados -contra el 36- se opone a semejante «ampliación» (Angus Reid Global Monitor, 10-1-07). Según
¿Se trata sólo de Irak o el mandatario yanqui va por más? En su discurso acusó a Teherán de proporcionar materiales a la insurgencia iraquí y prometió: «Vamos a buscar y a destruir las redes que abastecen armas modernas y entrenan a nuestros enemigos en Irak». Enviará al Golfo Pérsico otro portaaviones y sus buques de apoyo se estacionarán a corta distancia de Irán, dicen fuentes de
Esto ha provocado el disgusto de políticos incluso republicanos y el de varios generales y otros mandos -estiman que atacar a Irán sería una catástrofe- y pareciera que W. Bush procura ahora rodearse de los jefes militares y funcionarios que, como él, van por más. Se anuncian ciertos cambios que llamarían la atención si el designio del mandatario fuera otro. Mientras duplica su poderío naval en el Golfo, se propone nombrar al almirante William Fallon comandante de las tropas de tierra que ocupan Irak y Afganistán. El reemplazo de John Negroponte, actual director de los servicios de Inteligencia federales, no entraña una degradación: W. anunció su nombramiento como próximo subsecretario de Estado y goza de un prontuario notorio. Lo sucederá en el cargo el vicealmirante retirado Mike McConnell, con 25 años de veteranía en espionaje y viejo amigo -¡oh casualidad!- del vicepresidente Cheney, el tenaz defensor del aniquilamiento del «Eje del Mal». Véanse las cosas que produce el hambre de petróleo.
Mike McConnell es el hombre ideal que su amigo Dick necesita para fabricar inteligencia justificadora de un ataque a Irán. El propio Cheney es experto en la materia -como lo demostró en Irak- pero no tiene por qué ocuparse otra vez del asunto con un agente como Mike. W. Bush necesita además un adlátere con experiencia en manejos propios de las escaladas militares. Ahí está Negroponte: embajador en Irak de junio de
¿Qué harán los demócratas, hoy en control del Congreso? La única manera de evitar «el aumento» sería el rechazo de los mil millones de dólares que W. pide para concretarlo. El senador Edward Kennedy presentó un proyecto destinado a bloquear esos fondos, pero la conducción del partido se inclina por aprobar en el Senado una resolución no vinculante de oposición al envío de más tropas que podría contar con el apoyo de algunos republicanos. Dicen funcionarios demócratas que la propuesta de Kennedy está destinada a apaciguar a los votantes hartos de la guerra, pero el partido sigue otra línea: seguir criticando a Bush por su ineficacia sin frenarle los ímpetus bélicos (Time/CNN, 10-1-07). El presupuesto del «aumento» pasará.
Faltan casi dos años para las elecciones presidenciales y es un hecho a tomar en cuenta. Si