Monumentos y nombres de calles en el sur de Tirol, los Alpes o el norte de Italia, siguen idealizando a los «alpini», la elite histórica italiana de soldados monatañeses de guerra que encabezó el brutal ataque italiano y la ocupación de Abisinia – más tarde Etiopía – en 1935. Especialmente, un monumento en la ciudad […]
Monumentos y nombres de calles en el sur de Tirol, los Alpes o el norte de Italia, siguen idealizando a los «alpini», la elite histórica italiana de soldados monatañeses de guerra que encabezó el brutal ataque italiano y la ocupación de Abisinia – más tarde Etiopía – en 1935. Especialmente, un monumento en la ciudad de Bruneck (Brunico) erigido por el régimen fascista del dictador Benito Mussolini, está causando controversia y ha provocado una fuerte impresión al embajador de Etiopía en una visita reciente.
El monumento conmemora a las tropas de la llamada «divisione pusteria», culpable de perpetrar ataques con gas venenoso y numerosos asesinatos durante la guerra entre Italia y Abisinia. Bajo el comando de los dirigentes fascistas, miles de indefensos etíopes fueron brutalmente sacrificados. El general alpini Pirzio Biroli supuestamente les dijo a sus soldados: «Aquí no se puede más que un ladrón, asesino y violador», y así es también cómo los etíopes recuerdan la acción de los alpini.
El polémico monumento fue erigido en 1936, en honor a la guerra y los alpini. Pero en el norte de Italia, muchos grupos han luchado en contra de esta celebración del gobierno fascista durante décadas. Poco antes del final de la Segunda Guerra Mundial, tuvo lugar el primer ataque contra el monumento. Desde entonces el monumento ha sido parcialmente destruido en 1956, 1959, 1966 y 1979. Sin embargo, en todas estas ocasiones, las autoridades italianas lo han vuelto a erigir.
Actualmente, Südtiroler Schützenbund – una asociación cultural de la minoría italiana de habla alemana – lidera la batalla contra el odiado monumento alpini. La asociación logró invitar al embajador de Etiopía, Grum Abay, al sur de Tirol, donde Abay pudo ver en primera persona los honores italianos que se siguen dando en la actualidad a los criminales de guerra.
No sólo el monumento alpini en Bruneck conmemora el ataque italiano en Etiopía. También en la capital regional, Bolzano, se alza una columna conmemorativa de la guerra. También en Bolzano, las calles siguen teniendo el nombre de los lugares de Etiopía en los que se cometieron los crímenes de guerra y de quienes los cometieron, como Via-Amba-Alagi y Via-Pater-Giuliani.
En el transcurso de una cordial charla de dos horas, «el embajador de Etiopía mostró su sorpresa por el hecho de que se encuentran todavía en el sur de Tirol monumentos que glorifican los crímenes contra su pueblo, según Südtiroler Schützenbund. «A pesar de que el pueblo etíope ha perdonado al ocupante italiano, nunca olvidará», dijo el embajador Abay. «El pasado es el pasado», añadió sin embargo.
Abay obtuvo importante documentación sobre la presencia de monumentos fascistas y los nombres de conmemoración del ataque a Etiopía, que prometió entregar al presidente de Etiopía, Girma Woldegiorgis, y su primer ministro, Meles Zenawi. Por casualidad, el presidente etíope Woldegiorgis había luchado junto con unidades británicas contra los fascistas durante la Segunda Guerra Mundial.
Paul Bacher, de Südtiroler Schützenbund, explicó que «uno todavía espera que el Estado italiano se distancie claramente de las ideologías pasadas. Un primer paso en esa dirección sería la eliminación de todos los restos fascistas en el país».
Ni en Etiopía, ni en Italia, las heridas de la guerra italo-abisinia han sanado totalmente. Tan sólo recientemente, Etiopía fue capaz de recuperar obelisco Axum, símbolo nacional, que fue robado por las tropas de Mussolini durante la guerra. «Italia aún no ha pedido disculpas a Etiopía por sus crímenes», señaló el embajador Abay.
El 3 de octubre de 1935, Mussolini comenzó su ataque a Etiopía, y, por tanto, también la Segunda Guerra Mundial, dado que el abisinio Imperio era miembro de pleno derecho de la Sociedad de Naciones. El ataque a Etiopía sirvió a Italia y a la Alemania nazi como una prueba más para la guerra, al usar crueles prácticas tales como el asesinato en masa con gas venenoso.
El médico británico John Melly, jefe de la Cruz Roja Británica en la zona de conflicto, informó estar horrorizado e indignado: «Esto no es una guerra, ni siquiera un baño de sangre, esta es la tortura de decenas de miles de indefensos hombres, mujeres y niños con bombas y gas venenoso».
Los crueles ataques contra civiles fueron cometidos por las fuerzas de elite alpini. Otras atrocidades cometidas por los alpini en Etiopía incluyen la violación sistemática, la tortura y el saqueo, además de la matanza metódica de la elite de Etiopía.
Las planeadas acusaciones de crímenes de guerra contra Italia en una Corte Internacional se evitaron porque Italia se cambió a tiempo de bando durante la Segunda Guerra Mundial. Italia concedió a Etiopía un total de 25 millones de dólares como compensación por el ataque y la ocupación y nunca emitió una disculpa.