Teherán – IRNA – La decisión del presidente de Estados Unidos de retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Acuerdo de París tiene consecuencias catastróficas para la infraestructura sanitaria de África, hasta el punto de que la administración Trump podría ser un presagio de enfermedades y muertes en el continente africano.
Las decisiones de la administración Trump amenazan el progreso logrado con tanto esfuerzo en las últimas décadas contra enfermedades como el VIH, la malaria y la tuberculosis, que siguen siendo importantes desafíos de salud pública en África, informó IRNA el lunes.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, en 2021 murieron 582.000 personas a causa de la malaria en África, lo que supuso el 94% del total de muertes relacionadas con la malaria en el mundo. A nivel mundial, la tuberculosis mata a más personas que cualquier otra enfermedad infecciosa, con un número anual de muertes de 1,5 millones.
Mientras tanto, las enfermedades tropicales desatendidas, como la leishmaniasis, el dengue y la ceguera de los ríos, afectan de manera desproporcionada a los países de ingresos bajos y medianos. Estas enfermedades afectan a más de 1.700 millones de personas en el mundo y crean una carga económica anual de unos 7.000 millones de dólares, lo que agrava la pobreza y la desigualdad.
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En los últimos años, importantes compañías farmacéuticas como Takeda y Bayer se han dedicado a la investigación y el desarrollo relacionados con las enfermedades tropicales, centrándose en nuevos enfoques para combatir enfermedades como el dengue y la ceguera de los ríos. Sin embargo, la prioridad para los países africanos es proteger los logros alcanzados en el pasado en el control de una gama más amplia de enfermedades, como la tuberculosis, el SIDA, el paludismo, el zika y el ébola. Es fundamental fortalecer la resiliencia y la capacidad de recuperación de los sistemas de salud vulnerables y con financiación insuficiente, especialmente dados los impactos del cambio climático.
El calentamiento global está cambiando el panorama epidemiológico, de modo que el aumento de la temperatura del aire y los patrones impredecibles de precipitación pueden causar desplazamientos generalizados en el Sur Global, lo que favorecerá la transmisión de enfermedades. Los patógenos responsables de enfermedades como la malaria, el cólera y el Chagas pueden propagarse a lo largo de las rutas migratorias y, por otro parte, los problemas ambientales y ecológicos pueden ser responsables del crecimiento de las poblaciones de mosquitos portadores de la enfermedad.
Al mismo tiempo, la retirada de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud pondrá en riesgo las redes mundiales de información sanitaria y exacerbará las amenazas antes mencionadas. Estos sistemas facilitan el intercambio oportuno de muestras de patógenos y datos epidémicos, que son necesarios para contener la propagación de enfermedades infecciosas y desarrollar vacunas que salven vidas.
Desde su fundación en 1948, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido el principal foco de la cooperación internacional en cuestiones de salud. En África, la organización trabaja en estrecha colaboración con el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de la Unión Africana (AU-CDC). El centro se creó en 2016 en respuesta directa al brote de ébola en África Occidental entre 2014 y 2016.
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El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de la Unión Africana ha aplicado enfoques basados en datos empíricos para la vigilancia, la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades a través de asociaciones como la Organización de la Salud de África Occidental y la Nueva Alianza para el Desarrollo de África de la Unión Africana. Estas infraestructuras de cooperación han fortalecido la capacidad del continente africano para responder a amenazas emergentes como la fiebre de Lassa y el cólera.
Los créditos financieros y los presupuestos siguen siendo el pilar principal de estos esfuerzos, y en este sentido, la desconexión y separación de Estados Unidos de estos esfuerzos internacionales ha hecho saltar las alarmas. Entre 2022 y 2023, Estados Unidos aportó unos 1.280 millones de dólares al presupuesto de la OMS, lo que supone el 14,5% del presupuesto total de la OMS.
Sin fondos estadounidenses, la OMS tendrá dificultades para continuar con sus programas en África, y esto perjudicará la lucha de los países africanos contra las epidemias endémicas. Sin embargo, lo que complica la situación es que la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París también amenaza con interrumpir la financiación de las iniciativas de adaptación climática, que se ha vinculado cada vez más estrechamente a la resistencia en el ámbito de la salud. Problemas como el aumento del nivel del mar, el derretimiento del hielo polar y la acidificación de los océanos ya están ejerciendo presión sobre la agricultura y la infraestructura de salud pública en muchos países en desarrollo.
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La urgencia de estos desafíos fue uno de los principales temas de discusión en la cumbre climática COP29 celebrada en Bakú el año pasado. Las delegaciones participantes en la cumbre pidieron más inversión en proyectos de salud en los países de ingresos bajos y medianos. También destacaron la importancia de la producción local de vacunas y antibióticos para reducir la resistencia a los antibióticos y mejorar la seguridad alimentaria. Sin embargo, la falta de apoyo de Estados Unidos a las iniciativas climáticas y sanitarias en el marco del Acuerdo de París es uno de los principales obstáculos en esta dirección.
En el marco del Plan de Adaptación y Resiliencia de Emergencia, la anterior administración estadounidense prometió 3.000 millones de dólares anuales para apoyar las iniciativas de adaptación al clima. Sin estos créditos financieros, muchos países vulnerables dependerán cada vez más del Banco Mundial para obtener créditos financieros a bajo interés. Esto corre el riesgo de detener los esfuerzos de algunos países para construir sistemas de salud resilientes al clima y modernizar la infraestructura.
Esta situación de riesgo ejercerá mucha presión sobre países como China e India, así como sobre la Unión Europea, para llenar el vacío creado y trabajar para alcanzar los objetivos marcados en la cumbre climática COP29. Es posible que las organizaciones benéficas también tengan que desempeñar un papel más destacado para llenar los déficits de financiación. Por ejemplo, solo la Fundación Bill y Melinda Gates aportó unos 830 millones de dólares a la Organización Mundial de la Salud entre 2022 y 2023, lo que demuestra la importancia y el potencial de las intervenciones a gran escala del sector privado. Sin embargo, sin una respuesta mundial coordinada y sostenida, los avances logrados en la lucha contra las enfermedades infecciosas y las desigualdades sistémicas pueden perderse, poniendo en peligro la salud y la vida de millones de personas en el mundo en desarrollo, especialmente en el continente africano.
Fuente: دولت ترامپ، پیامآور بیماری و مرگ در آفریقا
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