Recomiendo:
0

La agenda de EEUU post-2014 para Afganistán se tambalea

Fuentes: Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

No podía haber un lugar más apropiado para mantener una conferencia regional sobre Afganistán en la actual coyuntura que la antigua capital bizantina del Bósforo. La conferencia de Estambul del jueves llevaba un título impresionante: «Seguridad y Cooperación en el Corazón de Asia». En el «corazón» había catorce cámaras: Afganistán, Pakistán, Irán, China, Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Kazajstán, Rusia, India, Turquía, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos.

La conferencia estuvo repleta de efectos dramáticos, lo cual no era sorprendente, ya que su «cerebro» -los EEUU- actuaron casi con total insensibilidad frente a los latidos del corazón.

La intriga y la contra-intriga persiguieron la conferencia desde el comienzo hasta el punto que su eventual fracaso era una conclusión obvia.

EEUU y sus aliados occidentales empezaron con grandes esperanzas de que el socio de la OTAN, Turquía, asegurase una declaración de la conferencia -firmada preferiblemente por los «14 estados» principales- que preparara el campo para el establecimiento de un mecanismo de integración y seguridad regional siguiendo el modelo de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE). A su vez, esta declaración levantaría el vuelo en la próxima Conferencia Bonn II de diciembre (a la cual Alemania ha invitado a 90 países y 15 organizaciones internacionales).

Durante el evento, el jueves terminó en Estambul con una especie de nota miserable, con lo cual el corazón de Asia sufrió una ruptura menor. Uzbekistán salió por los cerros de Úbeda y no asistió en el último minuto, por lo que los restantes trece países se inclinaron finalmente por una anodina declaración conjunta que se convertiría en la última expresión de la serie de perogrulladas y buenas intenciones desde que EEUU invadió Afganistán.

Obligados a hacer un aterrizaje forzoso

La agenda de la conferencia se torció a las primeras de cambio. En lugar de centrarse en la cuestión fundamental de una viable reconciliación nacional afgana, en cómo establecer un proceso en tal sentido y en cómo asegurar que dicho proceso estuviera «dirigido por los afganos» y que fuera verdaderamente de los «afganos», los cerebros de la conferencia -en especial EEUU- lo atiborraron de geopolítica.

La conferencia se vio lastrada por la ambiciosa agenda que quería imponer en la región, bajo la dirección occidental, un mecanismo de mediación en un montón de disputas y diferencias intrarregionales que son una especie de cuestiones tangenciales que podrían tener relación con la estabilización de Afganistán pero que no responden a las grandes preocupaciones del momento.

Esto fue, por decirlo suavemente, como poner el carro delante de los bueyes. Ni que decir tiene que los cerebros occidentales introdujeron una plantilla polémica para una nueva arquitectura de seguridad en el centro y sur de Asia, completada con un mecanismo institucional y un «grupo de contacto» que monitorizase la puesta en marcha de una matriz de «medidas de creación de confianza».

Esta era una idea que se vio obligada a hacer un aterrizaje forzoso, dadas las profundas sospechas acerca de las intenciones de EEUU en la «guerra contra el terror» en Afganistán y la poca voluntad de los estados regionales de aceptar la permanente morada de Occidente como arbitro-cum-moderador-cummediador en su región.

Durante las fases preparatorias a las reuniones oficiales en Oslo, Noruega y Kabul durante los meses de septiembre y octubre, se hizo evidente que en la región no había nadie interesado en una nueva organización de seguridad regional presidida por Occidente. Rusia, China, Irán, Pakistán y la mayor parte de los países de Asia Central pusieron objeciones a la propuesta estadounidense de una nueva arquitectura de seguridad regional. India, a la que no le gusta nada la mediación exterior en sus disputas, se mantiene en silencio para no ofender a EEUU, confiando posiblemente en que Pakistán haga su trabajo de algún modo.

Moscú se presentó con su propia contrapropuesta en forma de una declaración de principios de cooperación regional con un listado de medidas políticas, económicas y de otro tipo destinadas a construir confianza y animar la cooperación entre los países que rodean a Afganistán. El enfoque ruso se encontró con el favor de China, Pakistán e Irán, y no fue extraño en forma alguna que consiguiera ir ganando terreno y finalmente preparara el camino para una declaración conjunta el jueves en Estambul.

Sin embargo, Washington (y Ankara) continuaron hasta el último minuto con sus esfuerzos para institucionalizar de alguna forma un proceso regional mediante «grupos de trabajo» y una forma «estructurada» de consultas. Pero Pakistán pareció imponerse sobre estas ideas, indicando que una seguridad tipo OSCE en relación con la conferencia o un aparato de seguridad a gran escala sería completamente inaceptable, ya que había todo un mundo de diferencias entre las compulsiones de la Guerra Fría que dieron inicio al proceso de Helsinki y la situación afgana actual.

El punto de vista de Pakistán es que los países vecinos de Afganistán podrían en el mejor de los casos tener un papel de apoyo para asegurar la paz, seguridad e integridad territorial de ese país y, en lugar de proponer nuevos mecanismos, lo que habría que hacer sería poner en marcha los mecanismos existentes para la paz, la seguridad y el desarrollo.

La estrategia de EEUU servía a cuatro objetivos. Uno, Washington confiaba en constreñir a Pakistán entre las cuatro paredes de un mecanismo de seguridad regional bajo dominio occidental a fin de que se convirtiera en el protagonista entre iguales y que quedara diluida su reivindicación de un estatuto eminente en cualquier proceso de paz afgano.

Dos, el mecanismo regional daría a EEUU y sus aliados la posibilidad de retener el papel principal en la búsqueda de un acuerdo afgano y más allá también durante el período posterior a 2014. Tres, Washington valoraba que su aparato de seguridad regional eclipsaría inevitablemente a la Organización para la Cooperación de Shanghai (SCO, por sus siglas en inglés) como la número uno en el proceso de seguridad regional en el centro y sur de Asia, lo cual, a su vez, socavaría la influencia dominante de Rusia y China en el centro de Asia.

Finalmente, EEUU anticipó el mecanismo regional que proporcionaría la base que sirviera para apuntalar su proyecto de la «Nueva Ruta de la Seda», que corre de forma paralela, en versión moderna por antonomasia, de su «Gran Estrategia para Asia Central» que data de la presidencia de George W Bush. La Nueva Ruta de la Seda propone Afganistán como centro neurálgico regional para unir más estrechamente el centro y sur de Asia con el pretexto del desarrollo e integración regionales.

Sin embargo, su objetivo real es reducir la posición preeminente de Rusia y China en Asia Central y conseguir un acceso directo a los inmensos recursos de la región a través de enlaces de comunicaciones que circunvalen Rusia e Irán. La agenda de EEUU incluía obtener para la OTAN algún tipo de papel formal e institucional en la seguridad regional de Asia Central. (Proteger los oleoductos y gasoductos es el renovado «desafío» que la OTAN se propone asumir en el siglo XXI.)

Es de suponer que Moscú y Pekín captaron las maniobras de distracción desde el primer momento. Por tanto, el resultado más importante de la Conferencia de Estambul podría ser que la SCO apresure su proceso de toma de decisiones y facilite a toda velocidad las solicitudes de Pakistán y la India para integrarse en esa organización.

Un comunicado ruso emitido el lunes tras las consultas políticas, a nivel de ministros de asuntos exteriores, celebradas en Moscú con China afirmaba que los dos países discutían las modalidades de conclusión de la integración de los dos países sudasiáticos en la SCO y «hablaron de agilizar el proceso» de la entrada de India y Pakistán (y de Afganistán con el estatuto de «Observador») en la SCO. Es muy probable que se formalice una decisión a tal respecto en la reunión de Jefes de Gobierno de la SCO fijada para el lunes en San Petersburgo.

Nota triunfalista

Lo que ha estado subyaciendo en todo ese gran teatro ha sido que en Washington se han dado cuenta (y en las capitales regionales) de que la situación político-militar en Afganistán se está inclinando decisivamente a favor de Pakistán, lo que provocado un intento desesperado de Occidente por asegurar la presencial militar permanente de EEUU y la OTAN en el estratégico Hindu Kush.

Sin duda alguna, para EEUU y sus aliados de la OTAN se abre un período peligroso, con grandes posibilidades de que las fuerzas del mullah Omar y las de la red Haqqani colaboren abiertamente de cara a intensificar las actividades de los insurgentes.

El devastador ataque-suicida con coche bomba en Kabul que mató a trece estadounidenses y a tres soldados australianos puede bien ser el heraldo de una nueva ofensiva. El momento en que se produjo -la víspera de la conferencia de Kabul- envió un mensaje apenas disimulado a la administración estadounidense en el sentido de que ha llegado ya la hora de la verdad y que la estrategia de EEUU para degradar a los talibanes y obligarles a negociar no solo ha fracasado sino que los talibanes parecen estar más convencidos que nunca de que están avanzando paso a paso hasta la victoria definitiva.

Está claro que la visita de la secretaria de estado de EEUU Hillary Clinton a Islamabad de hace diez días no ayudó a reducir el inmenso déficit de confianza que impregna la relación entre Pakistán y EEUU. El ejército pakistaní parece divertirse de que Clinton haga de la necesidad urgente virtud «ofreciéndole» graciosamente a Islamabad la «primacía» para «apretar» a los Haqqanis y llevarles a la mesa de negociaciones.

Mientras, el quid de la cuestión es que los encubiertos intentos de EEUU de los últimos meses por lograr tener acceso directo al liderazgo talibán e iniciar un proceso de paz suo moto a partir de una posición de fuerza se han ido actualmente al garete.

Por otro lado, la valoración de Pakistán de que el Presidente Barack Obama va a mostrarse cada vez más a la defensiva según se vayan acercando las elecciones del próximo año, disminuye aún más la capacidad de EEUU para presionar a Islamabad. Un tono de triunfalismo está apareciendo en los discursos pakistaníes.

De hecho, la administración Obama debería ser capaz también de detectar que los factores ventajosos se inclinan cada vez más a favor de Pakistán y que EEUU carece de influencia real sobre el ejército pakistaní. EEUU agotó sus recursos en Turquía tratando de imponer la agenda de la Conferencia de Estambul, dadas sus tradicionalmente cálidas y amistosas relaciones con Pakistán. También confiaban en que la presencia de los Emiratos Árabes Unidos y de los saudíes en la capital otomana influyera en Pakistán. Pero puede que la Conferencia de Estambul haya acabado causando alguna herida en los lazos turco-pakistaníes. Un observador turco escribió:

    «Fríos vientos han empezado a soplar entre los dos [Turquía y Pakistán] debido al problema afgano… Islamabad está muy enfadado con Turquía por su papel en la conferencia… Más que nada, Pakistán está enfadado con Turquía y EEUU, que quería un resultado orientado a la conferencia. Para que la conferencia diera frutos era imprescindible que se institucionalizara el proceso. Es decir, en ausencia de algún tipo de mecanismo que supervisara el proceso que incluyera la aplicación de medidas de confianza, todo lo que se dijo en Estambul se quedará en el papel.

    La diplomacia turca ha intentado calmar a los pakistaníes, diciéndoles que la presencia de Turquía en el marco regional aliviaría sus preocupaciones con respecto a otros actores. Después de todo, los turcos no tienen una agenda secreta para reforzar a la India a expensas de Pakistán, pero dudo que consiguieran tener éxito en su intento de tranquilizar a Pakistán.»

En términos generales, desde el punto de vista ruso y chino, a partir de ahora es deseable -casi imperativo- que mientras miran hacia adelante, Pakistán pueda tener autonomía estratégica para resistir las presiones estadounidenses. Más aún, deberían valorar el importante papel de Pakistán a la hora de frustrar el diseño estadounidense de instalar mecanismos de seguridad regional para continuar interfiriendo en la región centroasiática.

A fin de cuentas, el desinfle de la Conferencia de Estambul constituye un grave revés para la inminente Conferencia de Bonn II de diciembre. Al no lograr la Conferencia de Estambul erigir una estructura institucionalizada de cooperación regional, la Conferencia de Bonn II carece de una agenda viable excepto para que 2011 proporcione la oportunidad de hacer una foto, ya que es el décimo aniversario de la primera conferencia de diciembre de 2001.

El intento original perseguía asegurar que los representantes talibanes asistieran a la Conferencia de Bonn. Pero a no ser que ocurra un milagro, eso no va a suceder. Eso deja a EEUU y a sus aliados de la OTAN trabajando aislados en la preparación de la planeada transición de 2014 en Afganistán, mientras se reúnen en la cumbre de la alianza prevista para mayo en Chicago.

En resumen, los poderes regionales no están dispuestos a colaborar con EEUU y sus aliados en la coreografía del escenario de seguridad regional posterior a 2014. Rusia y China insisten en que el papel central de la comunidad internacional en Afganistán debería ser el de las Naciones Unidas una vez que la transición de EEUU y la OTAN se complete en 2014.

Evidentemente, confiarían en que la SCO asuma un papel fundamental en la estabilización de Afganistán. La admisión expeditiva de Afganistán como observador de la SCO junto a la aceptación de Pakistán como miembro de pleno derecho transmite el claro mensaje de que son los países de la región quienes mejor manejan las cuestiones de la seguridad regional, mientras las potencias extrarregionales pueden actuar como facilitadores. Ese es también el mensaje final de la Conferencia de Estambul.

El embajador M. K. Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Ejerció sus funciones en la extinta Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía

Copyright 2011 Asia Times Online (Holdings) Ltd. All rights reserved.

Fuente: http://www.atimes.com/atimes/South_Asia/MK04Df03.html