¿Ha logrado Tebún [Presidente de Argelia desde 2019] sacar adelante su apuesta por enterrar el hirak y establecer su legitimidad en el poder? Al día siguiente del 1 de noviembre, fecha de la conmemoración del 68 aniversario del estallido de la revolución anticolonial, Tebún parece recuperar seguridad. Vuelve a creer en su estrella mientras surfea sobre medidas populistas y una cumbre de jefes de estado árabes muy aburrida.
A nivel político, el todo represivo
Cree sobre todo que la gestión represiva del hirak ha dado sus frutos. Basándose en una enmienda del código penal, el artículo 87bis, que criminaliza cualquier acto pro-hirak o cualquier oposición clasificada de hecho como subversiva, ciertamente ha neutralizado este movimiento popular pacífico y radicalizado. Este dispositivo de todo represivo ha permitido a Tebún y a los “decisores” detener a cientos de argelinos, encarcelar a más de 300 hirakistas y condenar a decenas de ellos en juicios arbitrarios y expeditivos donde las reglas del derecho han sido totalmente pisoteadas. Este movimiento popular que boicoteó las elecciones presidenciales, una votación en la que Tebún fue elegido el 12 de diciembre de 2019 con una abstención récord en las elecciones más rechazadas por el pueblo argelino. Tres años después, sigue siendo percibido como un presidente ilegítimo, designado por el Estado Mayor del Ejército, el único verdadero tomador de decisiones de la política en Argelia. El rechazo del sistema por parte de la población sigue vivo y, a falta de reaccionar en voz alta, la población combina ira y humor cínico sobre un poder desacreditado. Hay que decir que la situación política está en un punto muerto. Un régimen instalado por allanamiento sin un proyecto económico claro que integre las preocupaciones sociales de la población y sin voluntad de democratizar la vida política y social no puede esperar una adhesión popular. El balance de Tebún es catastrófico.
En el plano político, la gestión autoritaria ha multiplicado la represión contra las y los activistas del hirak, igual que ha impedido una expresión sindical y partidista ahora silenciada. Los partidos demócratas como el RCD son llevados ante los tribunales y un partido de la izquierda anticapitalista como el PST está suspendido de todas sus actividades políticas. El campo político está amordazado. Solo un parlamento títere e instituciones pro-poder tienen la oportunidad de actuar y manifestarse. La actividad sindical está casi diluida en operaciones orgánicas o administrativas y algunas declaraciones reivindicativas. Tanto la central sindical UGTA como la mayoría de los llamados sindicatos autónomos se han “autoneutralizado” para evitar caer en desgracia del poder de Tebún. Quedan algunas excepciones como el SATEF o el CLA, los sindicatos de la educación o algunas secciones sindicales de la UGTA que intentan emerger de este clima de miedo y reflujo que la represión del hirak ha instalado en la sociedad.
Continuando en el plano político, el poder sigue jugando la carta “manos limpias” manteniendo su campaña anticorrupción pero dirigida a la administración, acusada de bloquear proyectos de inversión o de alimentar el descontento popular. Se anuncian cambios de prefectos, subprefectos, ejecutivos de la administración y jueces como acciones de renovación de una administración que debe servir a la “nueva Argelia”, es decir, la Argelia post-hirak, la de Tebún. En el fondo, una operación de “manos limpias” con manos sucias.
Mirando a la economía
Desde el punto de vista económico, el poder de Tebún y de los generales ha permanecido en la indefinición. La gestión rutinaria de los sectores económicos sin proyectos importantes que puedan absorber parte del desempleo prevalece sobre una política de inversión y de atención de las necesidades sociales de una población muy joven, el 70%. Ninguna política industrial a la vista después de una desindustrialización catastrófica llevada a cabo con su corolario: la privatización de los grandes complejos industriales. Las “industrias industrializantes” de la década de 1970-1980 fueron desmanteladas bajo la presión de las condicionalidades del reescalonamiento de la deuda en la década de 1990 y luego en la década negra en la que la violencia política enmascaraba las rentas, los créditos bancarios no reembolsados y una liberalización dirigista en la que la oligarquía militar reforzó sus posiciones en los negocios y en la depredación de los bienes públicos.
La logística capitalista del bloque social en el poder es hoy el producto de esta configuración en la que más que nunca la militarización del poder aparece como un dato estructural vinculado a juegos de intereses de clase y no solo a una cultura golpista propia de los países del tercer mundo. Gaid Salah1/ comprendió con el hirak que la expulsión de Bouteflika y su clan era una cuestión de supervivencia del sistema y cedió a la reivindicación popular. Después de su muerte, sus sucesores reaccionaron más violentamente al hirak cuando vieron su vivacidad intacta después del confinamiento-covid y la amenaza que representaba para un bloque de clase que se enriquecía con adquisiciones de bienes inmuebles, créditos bancarios astronómicos, negocios de importación-exportación y contratos públicos muy complacientes. El hirak, que se ha vuelto subversivo a los ojos de los “decisores” argelinos, se enfrenta al escenario totalmente represivo que permite al poder de Tebún y de los generales desplegar su saber hacer autoritario en el que la arbitrariedad y la negación del derecho se traducen en cientos de reclusos de opinión y otros tantos bajo control judicial y prohibición de salir del territorio Así, Argelia se une a Erdogan o Sissi en el apartado de represión política masiva. Así, el negocio de la nomenklatura militar-política podrá mantener su recorrido de enriquecimiento y depredación con una sociedad civil amordazada.
Operaciones populistas
Obviamente, se lanzan operaciones populistas para absorber la ira social y el hartazgo de las y los jóvenes, fuertemente expresado durante el hirak y ahora focalizado en la harga, la trágica migración en la que la muerte es privilegiada sobre la supervivencia sin mañana en su país. Así, se lanza un programa de creación de start-up para la juventud universitaria graduada con facilidades fiscales y crediticias y que ha demostrado ser un fracaso porque la confianza en la administración pública y el sistema bancario, principalmente público, está laminada.
Se prometen grandes volúmenes de empleo en proyectos de extracción de materias primas y minerales cuyos proyectos aún no son muy visibles fuera de un proyecto de fosfato integrado destinado a la exportación de abonos y fertilizantes en el este de Argelia. Un proyecto extrovertido cuyo efecto industrializador es limitado. Lo mismo ocurre con el proyecto de Oued Amizour en la provincia de Bougie, donde la población y los activistas del hirak se movilizaron contra este proyecto extremadamente contaminante; En cuanto al poder adquisitivo de las clases populares que se ha desplomado seriamente, se está lanzando una operación antiespeculación con respecto a productos básicos subvencionados como la bolsa de leche, el aceite de mesa o la sémola. El objetivo es reducir la tensión social y provocar un retorno hacia precios menos especulativos sabiendo que la subvención de los productos de necesidad está programada por el gobierno y retrasada con la llegada del hirak. Se debe agregar una prestación por desempleo para los solicitantes de empleo por primera vez condicionada a un seguimiento obligatorio de la formación. No estamos lejos de las reglas del Pôle Emploi francés2/.
Sin duda, Tebún ha podido ganar algunos puntos a nivel de las clases populares, pero sin suscitar demasiada ilusión porque la libertad de precios, la escasez libremente provocada y el desempleo entre la juventud exigen otra política que los siete años de prisión de algunos especuladores identificados, chivos expiatorios de una economía de bazar que el liberalismo argelino ha configurado o un subsidio de desempleo de menos de 100 euros que llegará a menos del 20% de las y los jóvenes parados. Básicamente, el poder ha elegido el camino de la gestión en el día a día de un callejón sin salida en el que las relaciones de fuerzas están marcadas tanto por las luchas de clanes como por la obsesión del hirak.
Las luchas están por delante
Con motivo de este 60 aniversario del estallido de la lucha de liberación que permitió que la revolución anticolonial argelina fuera en la década de 1960 el centro de gravedad del internacionalismo militante y revolucionario, el balance es lamentablemente ofensivo para esta revolución y todas las personas que se comprometieron y sacrificaron por ella en Argelia, Francia y en otros lugares. Una independencia confiscada (fórmula retomada en las manifestaciones del hirak), una economía extrovertida y desindustrializada, un desempleo estructural que excluye a toda una parte de la juventud de un trabajo generalizado, desigualdades de clases y una creciente brecha entre nuevos ricos y clases populares cada vez más desclasadas socialmente y lumpenizadas, una islamización político-cultural que consolida los arcaísmo retrógrados en las mentalidades sociales y una concepción autoritaria de lo político que hace difícil la expresión democrática, identitaria o todo pensamiento crítico tan necesario para una sociedad que tiene necesidad de dar la espalda al subdesarrollo histórico.
Más que nunca, tanto el frente social como la lucha democrática deben volver a la superficie y romper el bloqueo de la represión que ha instalado el miedo y dejado la iniciativa a la dictadura autoritaria representada por Tebún. La atomización de la acción militante y su vulnerabilidad, el reflujo del activismo hirakista en las redes sociales, la presión sostenida contra el hirak de la diáspora, la anestesia de un movimiento sindical en busca de renovación, el bloqueo de la actividad de los partidos y la neutralización de todo pensamiento crítico dificultan la expresión de un movimiento de protesta política o social. Además, el retroceso del hirak ha aportado su parte de despolitización y desilusión. Todos estos parámetros poco alentadores para las luchas sociales y políticas en Argelia no significan un reflujo a largo plazo ni una derrota duradera del movimiento social y sus expresiones políticas.
Nuestra convicción es que el hirak no ha fracasado ni desaparecido de la conciencia social. Está desmembrado por la represión pero no roto en sus resortes. Ha permitido una politización de una juventud que daba la espalda a la política, ya que ha permitido acumular múltiples y nuevas formas de expresión, así como conocimientos militantes que serán herramientas para el resurgimiento de la acción política reivindicativa portadora de radicalidad política y social. Aquí es donde se encuentra el nudo de la subversión del hirak, que permanece intacto y podría ser el trampolín para nuevos movimientos de protesta radicales en Argelia. Las luchas no están detrás de nosotros en Argelia, están por delante.
Notas:
1/ En abril de 2019 fue una persona clave para lograr la dimisión del presidente Bouteflika con objeto de intentar frenar la presión popular del movimiento Hirak que también reclamaba su dimisión. Cuatro días antes de su muerte, el 19 de diciembre asistió a la investidura del nuevo presidente de Argelia, Abdelmajid Tebún. Ver una biografía completa en https://es.wikipedia.org/wiki/Ahmed_Gaïd_Salah ndt
2/ Pôle emploi es una institución pública de carácter administrativo (EPA), encargada del empleo en Francia. Creado el 20 de diciembre de 2008, surgió de la fusión entre la Agencia Nacional de Empleo (ANPE) y la Asociación para el Empleo en la Industria y el Comercio (Assédic). https://fr.wikipedia.org/wiki/Pôle_emploi ndt.
Texto original: L’Anticapitaliste – 636
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur
Fuente: https://vientosur.info/la-argelia-normalizada-de-tebun-y-la-obsesion-del-hirak/