Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
No aceptarás una chica de Eurovisión si fuiste a ver a The Rolling Stones. Es lo que pide la «comunidad internacional», como en el caso del liberador anglo-francés de los árabes más los «rebeldes» libios»: que las bombas del Pentágono saquen la m****a a las fuerzas de Muamar Gadafi, o que nos devuelvan el dinero (por ejemplo en petróleo de Libia oriental comercializado por Qatar).
Como era de esperar, la reunión del inofensivamente bautizado pero totalmente agresivo «Grupo de contacto de Libia» en Doha tuvo poco contenido y mucha farsa. El máximo éxito fue la oferta de una secuela del Fondo Monetario Internacional (FMI): un Fondo Rebelde Internacional (FRI) para que el equipo abigarrado de desertores de Gadafi, dudosos exiliados, islamistas vinculados a al-Qaida y manifestantes armados entrenados por la CIA pueda combatir realmente como una unidad coherente.
El problema es cómo bañar a los «rebeldes» en esos fondos del FRI de una manera consistente con la resolución 1973 de las Naciones Unidas. Posiblemente Londres, París y Doha dirán que forman parte de «todas las medidas necesarias» mencionadas en la resolución, y esperarán que alguien se lo trague.
¿Es un reestreno de pacotilla del programa de alimentos por petróleo de la ONU que fue un contrapeso para las sanciones de la ONU contra el régimen de Sadam Hussein en Iraq? Lo es, especialmente porque los diplomáticos anglo-franceses dicen en masa que no es así.
Bombardéenos hasta la libertad
La reunión en Doha fue presidida por el primer ministro qatarí Hamed bin Jassem y el secretario de exteriores de Gran Bretaña William Hague. El personaje más importante de la reunión no apareció: el exministro de exteriores libio que se convirtió en un destacado desertor, Musa Kusa. Los qataríes le dieron la bienvenida, pero los «rebeldes» lo vetaron.
En cuanto al lastimoso Hague dijo, una vez más: «La vasta mayoría del mundo está de acuerdo en que Gadafi debe irse». Esa «vasta mayoría» está formada exactamente por los gobiernos de Gran Bretaña y Francia, más otros cuatro miembros de la OTAN que bombardean Libia, más Qatar y los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Y eso es todo.
Los gobiernos del británico primer ministro David Cameron y del presidente francés Nicolas Sarkozy están perdidos en el espacio porque nadie quiere su guerra. El gobierno del primer ministro italiano Silvio «Bunga Bunga» Berlusconi se niega a bombardear a las fuerzas de Gadafi. Lo mismo vale para Bélgica. Alemania sólo contribuirá al frente humanitario. La OTAN está embrollada en una monstruosa disputa encarnizada, incluso con su secretario general, Anders Fogh Rasmussen, chillando sobre su fabuloso récord de más de 2.000 salidas. Cameron y el neo-napoleónico Sarko ruegan que la OTAN «aumente el ímpetu».
En cuanto a los «rebeldes» el flechazo del Pentágono no pudo ser más obvio. Según el portavoz Mahmud Shamman: «Cuando los estadounidenses estuvieron involucrados la misión fue muy activa y tendía más a la protección de civiles». Nada más sexy que un Tomahawk en acción. Los «rebeldes» van a Washington a cabildear al gobierno de Barack Obama. Visiones de muyahidines afganos visitando a Ronald «combatiente-por-la-libertad» Reagan a mediados de los años ochenta, ¿te acuerdas?
En la búsqueda desesperada de una «mayor capacidad general de ataque terrestre», los «rebeldes» aprendieron cuál es la forma de ser del Pentágono o la carretera (mediterránea) al revés. Eso se traduce en revienta-tanques A-10 Thunderbolt y aviones artillados AC-130 Specter, que nadie tiene (ni Francia, ni Gran Bretaña, ni la OTAN, por no hablar de Qatar). Están abiertas las apuestas sobre si los «rebeldes» podrán convencer a la Casa Blanca de que suelte los bates.
No es que el Pentágono haya desaparecido de Libia. Al contrario. Seis F-16 y cinco aviones de ataque electrónico EA-18G Growler de la armada -con base en Italia- han sido entregados a la OTAN. Estuvieron ocupados bombardeando objetivos móviles de misiles tierra-aire la semana pasada. Pero lo que los «rebeldes» realmente quieren son los A-10 y los AC-130.
Alisten al pelele francés
El parloteo sobre Libia suena cada vez más como una mala versión de Bailando con las Estrellas en la cual nadie recibe una patada -excepto el sentido común-. Ahora es el turno de El Cairo -con asistencia del secretario general de la ONU Ban Ki-Moon-, el secretario general saliente de la Liga Árabe Moussa (el oportunista que quiere ser el próximo presidente egipcio), el presidente de la Unión Africana (UA) Jean Ping y la ineficaz jefa de política exterior de la Unión Europea (UE), Lady Ashton. Por lo menos estarán en El Cairo discutiendo -en teoría- la sana hoja de ruta turca hacia la paz, que es similar a la de la UA.
En cuanto a la credibilidad de los «rebeldes» y su Consejo Nacional Interino (INC), se ha reducido a granos de arena en el desierto libio. Al permitir que la pareja anglo-francesa secuestre su «revolución» -que se concibió en París a finales de 2010, como informó Asia Times Online– y al implorar a la OTAN y ahora al Pentágono para que bombardeen su país hasta enviarlo al más allá, han perdido no solo su credibilidad sino su autoridad moral.
Y para colmo han permitido a Londres, París, otras pocas otras capitales europeas y -el no va más de la envilecedora hipocresía- a Doha y Abu Dhabi que se presenten como portadoras de la carga del hombre blanco, enseñando a los «barbaros» norteafricanos a solucionar sus propios problemas.
Y ya que estamos, hay una solución práctica que el grupo de contacto libio todavía no ha considerado. ¿Por qué no despachar al pavo real amigo del autobombo, el «filósofo» francés Bernard Henri-Levy (conocido localmente como BHL), quien ha estado ocupado vendiendo la idea que convenció al neo-napoleónico Sarko de convertirse en el nuevo liberador de árabes, de ser el nuevo comandante militar «rebelde»?
BHL tendría que abdicar de su millonaria casa de vacaciones en Marruecos, por no hablar de recibir a sus admiradores en el Café de Flore en París ante una manada de gansos de medios aduladores en su marca registrada, su rancia camisa blanca Charvet a pecho descubierto. Veamos si el pavo real es capaz de interpretar en la realidad el papel de un «intelectual público comprometido».
No, es demasiado cobarde para hacerlo, porque ahora, cuando esa desagradable pequeña guerra civil hecha en Francia comienza a irse al diablo, todo lo que hace BHL (junto con los acólitos de Sarko) es gimotear que otros países, incluido EE.UU., no ponen su parte. Sería trágico si no fuera simplemente patético -confirmando todo estereotipo global sobre lo malos que pueden ser los franceses.
En cuanto a los «rebeldes», olvidad todo sobre dignidad y soberanía. No hay que subestimar el sex appeal de un Tomahawk en acción.
Pepe Escobar es autor de «Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War» (Nimble Books, 2007) y «Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge«. Su último libro es «Obama does Globalistan» (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: [email protected].
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