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Nuevos frentes en las guerras de Afganistán e Irak

La batalla de los presupuestos

Fuentes: Democracy Now

Wisconsin, Indiana, Ohio, Idaho… estos son los últimos frentes en la batalla de los presupuestos, con una lucha más amplia que se asoma a raíz de la posible represión por parte del gobierno de Estados Unidos. Estas luchas, que surgen de la ocupación del edificio del Capitolio de Wisconsin, tienen como telón de fondo las […]

Wisconsin, Indiana, Ohio, Idaho… estos son los últimos frentes en la batalla de los presupuestos, con una lucha más amplia que se asoma a raíz de la posible represión por parte del gobierno de Estados Unidos. Estas luchas, que surgen de la ocupación del edificio del Capitolio de Wisconsin, tienen como telón de fondo las dos guerras que Estados Unidos lleva adelante en Irak y Afganistán. No puede haber una discusión ni un debate sobre presupuestos, salarios, jubilaciones, ni déficits, sin un análisis claro de cuáles son los costos de estas guerras y los beneficios incalculables de poner fin a las mismas.

En primer lugar, el costo de la guerra. Estados Unidos gasta alrededor de 2.000 millones de dólares a la semana solamente en Afganistán, lo que representa alrededor de 104.000 millones de dólares al año, y esto sin incluir Irak. Comparemos esta cifra con el déficit del presupuesto estatal. Según un reciente informe del grupo independiente Centro sobre Prioridades Presupuestarias y Políticas, «alrededor de 45 estados más el Distrito de Columbia proyectan déficit presupuestarios de un total de 125.000 millones de dólares para el año fiscal 2012».

Las cuentas son sencillas: el dinero debería ir a los estados en lugar de gastarlo en la guerra.

El Presidente Barack Obama no da señales de que vayan a terminar ni la ocupación de Irak ni la actual guerra en Afganistán. Al contrario, durante su campaña electoral prometió ampliar la guerra en Afganistán y esa promesa la cumplió. Entonces, ¿cómo marcha la guerra de Obama? No muy bien.

Durante este período se han registrado más muertes de civiles en Afganistán desde que comenzó la invasión encabezada por Estados Unidos en octubre de 2001. Se informó de que recientemente sesenta y cinco civiles fueron asesinados en Kunar, cerca de Pakistán, donde el aumento de las muertes de civiles ha provocado mayor apoyo popular a los talibanes. En 2010 también se produjo el mayor número de muertes de soldados estadounidenses, llegando a un total de 711 estadounidenses y aliados muertos en Afganistán. El número de soldados muertos continúa siendo alto en 2011, y se espera que los enfrentamientos se intensifiquen cuando empiece el clima cálido.

El Washington Post informó recientemente de que el controvertido programa de aviones no tripulados de Obama, llevado a cabo por la CIA, en el que aviones no tripulados sobrevuelan zonas rurales de Pakistán para lanzar misiles Hellfire contra supuestos «militantes sospechosos», mató a al menos 581 personas, de las cuales solo dos estaban en una lista estadounidense de personas sospechosas de ser «militantes de alto nivel». Hay muchas pruebas de que los ataques con aviones no tripulados, que han aumentado drásticamente durante el gobierno de Obama, matan a civiles, sin mencionar el apoyo civil paquistaní a Estados Unidos.

Mientras tanto en Irak la democracia que los neoconservadores de Washington pretendían entregar a punta de pistola con su estrategia de «impacto e intimidación» podría estar llegando finalmente, no con la ayuda de Estados Unidos, sino inspirada en los levantamientos populares pacíficos en Túnez y Egipto. Sin embargo Human Rights Watch acaba de informar de que mientras la gente protesta y los disidentes se organizan, «los derechos de los ciudadanos más vulnerables de Irak, especialmente mujeres y detenidos, se violan sistemática e impunemente».

Samer Muscati, investigador de Human Rights Watch en Irak, acaba de salir del país. Dijo: «Una de las cosas que hemos monitoreado es la tortura en Irak. Y lamentablemente, la tortura sigue siendo sistemática y generalizada en los centro de detención. Los detenidos se quejan habitualmente de los maltratos que sufren. Cuando estuvimos allí hace un par de semanas descubrimos otra prisión secreta en Bagdad administrada por fuerzas se seguridad de élite, que depende de la oficina del ministro, sin ningún tipo de rendición de cuentas. Y estas fuerzas mantuvieron a los detenidos incomunicados. Efectivamente, están desaparecidos. No tienen contacto con sus familiares ni abogados, y los inspectores de derechos humanos tienen prohibido visitarlos. Por lo tanto los problemas de derechos humanos en Irak son graves».

Surgieron protestas en otra Plaza Tahrir, en Bagdad (sí, Tahrir significa «liberación» en Irak y en Egipto), contra la corrupción y para exigir empleos y mejores servicios públicos. Las fuerzas del gobierno iraquí mataron a 29 personas el fin de semana y detuvieron a 300 personas, entre ellas trabajadores de derechos humanos y periodistas.

Sin embargo Estados Unidos continúa destinando dinero y soldados para estas guerras interminables. Michael Hastings, de la revista Rolling Stone, cuyo artículo sacó a la luz el comportamiento inaceptable del General Stanley McChrystal, acaba de poner al descubierto lo que denomina una operación ilegal del Teniente General William Caldwell en Afganistán, en la que el ejército de Estados Unidos montó una «operación psicológica» contra senadores estadounidenses y otros dignatarios que visitaban el país para lograr apoyo y más financiamiento. Según una de las fuentes militares de Hastings, Caldwell preguntó: «¿Cómo conseguimos que estos tipos nos manden más gente?… ¿Qué tengo que ponerles en la cabeza?»

Arnold Fields, inspector general especial para la reconstrucción de Afganistán (SIGAR, por sus siglas en inglés) recientemente retirado, acaba de informar de que 11.400 millones de dólares están en riesgo debido a una planificación inadecuada. Otro grupo, la Comisión Estadounidense para Contratos en Tiempos de Guerra «concluye que Estados Unidos ha dilapidado decenas de miles de millones de dólares de los casi 200.000 millones de dólares que se gastaron en contratos y subsidios desde 2002 para apoyar las operaciones militares, de reconstrucción y otras operaciones de Estados Unidos en Irak y Afganistán.»

Esto nos remite a los maestros, enfermeros, policías y bomberos de Wisconsin. Mahlon Mitchell, presidente de Bomberos Profesionales de Wisconsin, me dijo en la rotonda del Capitolio en Madison por qué los bomberos sindicalizados estaban allí, a pesar de que su sindicato no estuvo entre los afectados por el proyecto de ley del gobernador Scott Walker.

Mahlon Mitchell dijo: «Sabemos que el gobernador estaba tratando de utilizar la táctica de dividirnos para reinar. Es un ataque a la clase media. Básicamente está tratando de separar a la clase media, separar a los sindicatos, enfrentarnos y deshacerse de los sindicatos y de la negociación colectiva. Y no íbamos a quedarnos sentados y permitir que eso sucediera».

Si dejamos de atacar al pueblo en Irak y Afganistán, podemos evitar estos ataques contra los pobres y la clase media en nuestro país.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps, editado por Gabriela Díaz Cortez y Democracy Now! en español, [email protected]

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es coautora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos«, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

rCR