Hay cosas y situaciones que están cambiando en Estados Unidos, y eso es innegable; lo que está por ver es que esos cambios realmente se traduzcan en algo real. Tras lo que los analistas consideran la campaña más extraordinaria en los 232 años de historia de este país, el hombre negro más famoso de EEUU […]
Hay cosas y situaciones que están cambiando en Estados Unidos, y eso es innegable; lo que está por ver es que esos cambios realmente se traduzcan en algo real. Tras lo que los analistas consideran la campaña más extraordinaria en los 232 años de historia de este país, el hombre negro más famoso de EEUU ya no es alguien que juega con un balón de baloncesto o agarra un micrófono. Pero esto, obviamente, es tan sólo una anécdota, y se quedará en nada si Barack Obama no confirma los pronósticos. «The New York Times» calificaba ayer la campaña de «épica, histórica y única», y en buena medida esos adjetivos deben su razón de ser a dos componentes claves en estos diez últimos meses: raza y género (Barack Obama, Hillary Clinton, Sarah Palin). ¿Significa eso que estas dos barreras -y otras- están derrumbándose en Estados Unidos? Lo único cierto a esta hora es que el 85% de los estadounidenses creen que el país avanza en la dirección equivocada. Ellos decidirán mañana en qué se traduce ese dato y si, como proponía Howard Zinn en el dossier que publicábamos ayer, surge un movimiento entre la ciudadanía que apriete las tuercas a la próxima administración, sea cual sea.
No son pocos los medios de comunicación que en estos días han utilizado la expresión «el año que cambió…» para aludir a la crisis financiera y económica y a la campaña por la presidencia estadounidense. Lógicamente, está por ver que el capitalismo y EEUU hayan cambiado, aunque, probablemente, irán de la mano en su evolución, adecuación o asimilación por el sistema.
La campaña electoral por la presidencia que culmina mañana enfrentará a los dos candidatos más alejados entre sí de la historia de Estados Unidos, por edad, vivencias, cultura y estilo. Y, gane quien gane, deberá enfrentarse a su vez a un mundo en ebullición y a un modelo político y económico enfermo. Habremos asistido probablemente a la campaña más extraordinaria, pero lo realmente extraordinario será saber si ha servido realmente para algo, si el próximo presidente de Estados Unidos servirá realmente para algo.