No tengo que decírselo a ustedes. La política ha caído a su punto más bajo. Todo lo que vemos proveniente de la campaña de Obama son anuncios negativos. Y esto a pesar del hecho de que, por abril de 2008, el candidato Barack Obama prometió: «Estos son tiempos diferentes. Estos son tiempos extraordinarios; tenemos que […]
No tengo que decírselo a ustedes. La política ha caído a su punto más bajo. Todo lo que vemos proveniente de la campaña de Obama son anuncios negativos. Y esto a pesar del hecho de que, por abril de 2008, el candidato Barack Obama prometió: «Estos son tiempos diferentes. Estos son tiempos extraordinarios; tenemos que realizar un tipo diferente de campaña. Así que no vamos a andar por ahí haciendo anuncios negativos».
Sin embargo, eso es exactamente lo que él ha estado haciendo desde el inicio de esta campaña de 2012: haciendo una serie de anuncios contra Mitt Romney que lo acusan de exportar empleos al extranjero mientras era jefe de Bain Capital, presentando documentos falsos a la Comisión de Valores y Bolsa (SEC) y evadiendo los impuestos norteamericanos al estacionar su dinero en cuentas bancarias en paraísos fiscales. La campaña de Obama es, sin duda, la más sucia campaña presidencial que jamás hayamos vivido.
No tengo que decirles esto, porque eso es lo que están diciendo hoy demasiados reporteros políticos. Haciéndose eco de lo que Karl Rove dijo a The Wall Street Journal en un artículo de opinión del 19 de julio, titulado «Obama se Concentra en lo Sucio». Al referirse a los anuncios de Obama acerca de Bain, la SEC y los paraísos fiscales, dijo Rove con aspereza, «Los ataques no son solo ‘engañosos, injustos e inciertos’. Son la prueba de que el señor Obama no está a la altura del cargo y ya no merece la confianza de la nación».
¿Campaña sucia? Por favor. Sí, sería lamentable, si fuera cierto. Pero ni se le acerca. Cualquier, experto o político, que llame a esta campaña la más sucia que haya existido está totalmente equivocado.
En primer lugar, hay que admitir que es un descaro que nada menos que Karl Rove critique a alguien por hacer anuncios negativos. Al igual que su amigo y mentor Lee Atwater, Rove es un maestro de la campaña negativa. ¿Quién puede olvidar los rumores echados a rodar por la campaña de Bush, dirigida por Rove, en la primaria republicana de Carolina del Sur en el 2000 de que John McCain había concebido una hija negra fuera de su matrimonio? Rove es la última persona que debe adoptar actitudes de superioridad moral y regañar a otros por golpear por debajo de la faja.
Además, sus comentarios provocan la verdadera pregunta: ¿Qué es hacer campañas negativas? La definición es cada vez más amplia. A juzgar por la mayor parte de las críticas a la campaña de Obama, cualquier cosa que no sea una papilla -«Hola, soy Barack Obama. Quiero un segundo período y les pido su voto»- esta considerado un ataque negativo, lo cual es absurdo.
Tomemos los spots que tanto molestan a Karl Rove, por ejemplo. Es cierto, Obama acusa a Mitt Romney de ser el rey de la exportación de empleos. Pero la verdad es que, como jefe de Bain Capital, Romney en realidad cerró muchos negocios norteamericanos y destruyó o exportó miles de empleos. Así fue como hizo mucho dinero para sus inversionistas. Cierto, Obama critica a Romney por evadir impuestos al estacionar parte de su gran riqueza en cuentas en el exterior. Pero el hecho es que, además de una cuenta bancaria en Suiza, Romney usa paraísos fiscales en Bermudas y las Islas Caimán.
Es cierto también que Obama sugirió que Romney puede haber presentado documentos falsos o engañosos a la SEC. Pero, como reportó The Boston Globe y otras publicaciones, Romney sí presentó documentos firmados a la SEC que lo presentaba como director general de Cain Capital durante todo el 2002, aunque insistió a los reporteros que él abandonó Bain en 1999.
Karl Rove debiera saberlo mejor que nadie: decir la verdad acerca de un oponente no es un anuncio negativo. Ni tampoco lo es mostrar las diferencias en las declaraciones o políticas de candidatos en competencia. Anuncios más recientes de la campaña de Obama -confirmado por un nuevo estudio publicado esta semana por el Centro de Política Tributaria, un empeño conjunto de la Institución Brookings y el Instituto Urbano- señalan que el presidente Obama propone una reducción de impuestos para 99 por ciento de los norteamericanos, los que ganan menos de $250 000 al año -mientras que Romney, por el contrario, aumentaría los impuestos al 99 por ciento y reduciría los impuestos del 1 por ciento más rico de los norteamericanos.
Ahora bien, a la campaña de Romney puede que no le guste ese discurso. Saben que es difícil de defender, si no imposible. Pero aún así, es un hecho. E independientemente de cuánto daño puedan hacer esos anuncios a Romney, informar a los electores de los hechos no es un anuncio negativo. Ni tampoco, por cierto, lo es que los anuncios de Romney señalen que la economía se ha recuperado con mayor lentitud de lo que pronosticó Obama.
En definitiva, la campaña presidencial ha estado animada, pero no ha sido particularmente sucia. Las encuestas de esta semana muestran al presidente Obama al frente en los estados clave Ohio, Pensilvania y la Florida. La única razón por la que Romney se queja de los anuncios de Obama es que parece que están funcionando.
Bill Press es el anfitrión de un programa diario de radio distribuido nacionalmente, conductor de «Full Court Press» en Current TV y autor de un nuevo libro, La máquina de odio contra Obama, a la venta ya en librerías. Pueden escuchar «The Bill Press Show» en su sitio web www.billpress.com. Su correo electrónico es [email protected] .