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La cuestión de Somalia, nada fácil de resolver

Fuentes: Fundación Sur

La reciente prisa por resolver la crisis en Somalia entre el asediado Gobierno de transición y la Unión de Tribunales Islámicas, en constante expansión, pone de manifiesto las diferencias estratégicas de los países vecinos con respecto al país del cuerno de África. Por un lado son los intereses de Etiopía y Kenia los que emanan […]

La reciente prisa por resolver la crisis en Somalia entre el asediado Gobierno de transición y la Unión de Tribunales Islámicas, en constante expansión, pone de manifiesto las diferencias estratégicas de los países vecinos con respecto al país del cuerno de África.

Por un lado son los intereses de Etiopía y Kenia los que emanan de su frontera común con Somalia y una historia de conflicto. Esta realidad geográfica ha hecho que los dos países sufran serios costes de seguridad y recursos, debido al influjo de refugiados desde el derrumbamiento del Gobierno de Mogadiscio.

Para los países árabes y Eritrea, el interés en Somalia deriva de una religión común, las relaciones entre Etiopía y Somalia y su calidad de socios de la liga árabe. Kenia y Etiopía tienen un interés estratégico en una Somalia menos amenazante, mientras que el mundo árabe quiere un país fuertemente centralizado, que pueda hacer frente al interés imperial de Etiopía en la región, desde hace siglos.

El primer grupo realiza esfuerzos diplomáticos en torno a la Autoridad Inter.-gubernamental para el Desarrollo, mientras que el último prefiere las oficinas de la liga árabe. Pero hay diferencias políticas, incluso entre los dos grupos. En el grupo IGAD, (Autoridad Inter-Gubernamental de Desarrollo), Eritrea y Yibuti se han mostrado menos entusiastas al apoyar lo que ellos sospechan que es un proceso liderado por Etiopía.

Kenia y Etiopía también difieren. Mientras que el primero no parece haber elaborado independientemente ninguna estrategia coherente, el segundo país se ha comprometido en Somalia con el objetivo primordial de mantener o prolongar el status quo.

Aunque el Gobierno de Transición fue hecho a toda prisa tras un costoso proceso, en su mayoría costeado por Kenia, es un secreto a voces que la mayor parte de sus líderes son los «chicos» del Primer Ministro de Etiopía, Meles Zenawi.

La mayor restricción para Kenia es principalmente el interés de los clanes en la política o creación de estructuras. Aunque Etiopía y Kenia tienen una importante población de los clanes de Ogaden somalíes, últimamente están relativamente más representados en el Gobierno de lo que lo estaban antes, cuando estaban en conflicto con las fuerzas etíopes. Los Ogaden, que tienen afiliación de clan con el presidente del Gobierno de transición, abogan por una Somalia fuerte y centralizada.

Esto es ante todo por dos razones y preferiblemente bajo el poder de uno de ellos. En primer lugar, está la importancia de los sentimientos, que puede ser, efectivamente utilizados como moneda de cambio para forzar a Kenia a ocuparse de las necesidades de desarrollo de la zona, tan abandonada.

La segunda razón es cultural. Los Ogaden, como cualquier otro grupo que ha sido dividido arbitrariamente por el colonialismo, tienen una idea fija con el sueño de la reunificación, de al menos parte, de su población en una única entidad. Los Ogaden de Kenia, pueden estar a gusto bajo la nacionalidad keniata, pero hay un apoyo activo a la lucha de los Ogaden en Etiopía.

Pero los conflictos internos de Etiopía han forzado al actual régimen a buscar principalmente metas diplomáticas a corto plazo, para perpetuar su tutelaje. La rebelión de varios grupos étnicos como los Oromo y los Ogaden, reduce las opciones políticas disponibles a la minoría de los Tigrenya, en el Gobierno.

También es de importancia la atrincherada oposición de Etiopía a la emergencia de grupos islamistas en el cuerno de África. Aunque Etiopía es gobernada por cristianos, tiene una población musulmana bastante importante. El miedo es que el establecimiento de un Estado Islámico en Somalia puede poner en peligro a la elite cristiana en el poder.

En un esfuerzo por evitar este escenario, la administración de los Zenawi ha estado armando a varios clanes que viven en los dos lados de la frontera con el propósito de perpetuar su status quo. El Ejército de Etiopía está activo en las regiones del sur y parte del norte de Somalia, y ha amenazado públicamente con iniciar una guerra contra la Unión de Tribunales Islámicos. Etiopía ha empezado a tomar iniciativas diplomáticas para anticipar esfuerzos por parte de los países árabes y cualquier otro que intente institucionalizar el movimiento islámico. Mientras Etiopía se beneficia del status quo, Kenia, de hecho, pierde un montón. Una caótica Somalia no dará apoyo estratégico a los grupos rebeldes internos de Etiopía, como las guerrillas Ogaden, o los Oromo, que son religiosa, lingüística y culturalmente muy parecidos a los somalíes.

El principal interés estratégico de Kenia en Somalia, básicamente, tiene que ver con su interés nacional en la integridad nacional, seguridad nacional y bienestar económico. El status quo en Somalia no presenta buenos augurios para estos intereses. El conflicto en Somalia perpetuará un enorme influjo de refugiados, el incremento de armas ligeras cruzando la frontera hacia las zonas urbanas de Kenia y más presión en los recursos.

La presencia de Etiopía en Somalia ha forzado a su amargo rival regional, Eritrea, a pedir apoyo y armas a la Unión de Cortes Islámicas. Eritrea está haciendo caso al viejo dicho de ‘El enemigo de mi enemigo es mi amigo’. Si la posición entre el Gobierno de transición en Somalia y la Unión de Cortes Islámicas se deteriora, acabará habiendo una guerra por derivación entre Etiopía y Eritrea.

Yibuti no está a gusto con la interferencia de Etiopía y la posible desintegración de Somalia. Desde que Somalilandia reclamó su soberanía de la Unión con el sur, Yibuti ha estado perdiendo negocios de transporte de mercancías al puerto de Berbera.

Como una ciudad Estado, Yibuti depende fuertemente de Francia para hacerse cargo de los costes e ingresos operacionales de su puerto. Con Francia reduciendo sus compromisos, la pérdida del negocio del puerto es extremamente grave para Yibuti. Este es el motivo por el que se opone a la independencia de Somalilandia. Aunque la inversión de miles de millones por parte de Dubai puede ayudar a hacer frente a las amenazas de Berbera, una Somalilandia independiente, con fuertes intereses económicos, será una amenaza para Yibuti.

La pelea diplomática entre algunos miembros de IGAD y la liga árabe es costosa para las dos partes y le está negando a Somalia una oportunidad para constituirse de nuevo en un Estado o Estados viables.

La insistencia de IGAD sobre las fuerzas de mantenimiento de la paz, aumentará la pelea hasta convertirla en un conflicto en toda su dimensión, oponiendo al Gobierno de Transición a la Unión de Cortes Islámicas.

Artículo aparecido en ‘The Standard’,Kenia
Traducido por Rosa Moro, de Departamento África. Fundación SUR