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La derech(on)a antiespañola

Fuentes: Rebelión

Acaso un pelín tarde la derecha española se ha documentado en asuntos epistemológicos y ha leído probablemente al «anarquista» metodológico Feyerabend, coligiendo la oportuna receta metódica: para todo, todo vale. Así, pues, todo vale, vale hablar de perritos calientes y bodas gays, vale hablar de tortillas en enlaces entre mujeres lesbianas y vale también hablar […]

Acaso un pelín tarde la derecha española se ha documentado en asuntos epistemológicos y ha leído probablemente al «anarquista» metodológico Feyerabend, coligiendo la oportuna receta metódica: para todo, todo vale.

Así, pues, todo vale, vale hablar de perritos calientes y bodas gays, vale hablar de tortillas en enlaces entre mujeres lesbianas y vale también hablar del modo siguiente y a propósito del siguiente tema.

En la Escuela Oficial de Idiomas de la Comunidad de Madrid1, se imparten cinco niveles de catalán, gallego y euskera. La Universidad Complutense ofrece también un doctorado en filología catalana. Que se sepa hasta ahora, ningún ciudadano madrileño (madrileño de toda la vida, si se quiere) se ha ofendido por ello. Incluso, según cuentan, la misma Esperanza Aguirre, acaso porque su tío Jaime Gil de Biedma vivió mucho tiempo en Barcelona, o no se ha enterado o a no ha dicho nada hasta la fecha.

Una de las propuestas sobre educación incorporadas o en vías de serlo al programa electoral del PSOE andaluz reza así: «Promoveremos la enseñanza, en las Escuelas Oficiales de Idiomas, de las lenguas españolas oficiales, en los casos en los que se dé una acusada demanda, con el objetivo de facilitar a aquellos andaluces y andaluzas que lo requieran, su movilidad laboral».

Reparemos en algunos puntos de la propuesta: sólo para las lenguas españolas oficiales; acusada demanda para que la lengua se llegue a impartir; facilitar la movilidad laboral; escuelas oficiales de idiomas. Como bien apuntaron, Ignacio García y Diego Valderas de Izquierda Unida en un alarde infrecuente de sentido común, ¿por qué tan tarde?, ¿dónde reside el problema?, ¿sólo en las escuelas oficiales de idiomas? Valderas calificó de sarcasmo que se vinculase la propuesta a asuntos de movilidad laboral e Ignacio García apuntó, con mucho tacto en mi opinión, que debería haberse hecho referencia, fundamentalmente, a razones culturales.

Pero la derecha y sus media y sus portavoces más conocidos no se han hecho de rogar2. Algunos ejemplos. Antonio Burgos, en un catalán pachanga que traduzco, ha comentado en ABC: «Gracias, muy honorable señor Chaves, por su defensa de la lengua catalana para poder encontrar trabajo en el Mercadona de ‘Huévar». Jiménez Losantos: «Los señoritos del PSOE aspiran a que otro millón de andaluces pueda llegar a Barcelona con la maleta de madera (…) renegando de su lengua y su nación» (Sabido es que el señor Lozanitos, entonces militante de Bandera Roja, trabajó en un instituto de bachillerato del área metropolitana de Barcelona, el lugar donde yo trabajo actualmente, sin que nadie le obligara a renunciar de nada). Antonio Jiménez, del ABC, ha añadido «La ocurrencia (…) supone el reconocimiento explícito de que los españoles no gozamos de las mismas oportunidades». Finalmente, el señor Javier Arenas, ex ministro de la nación, y candidato del PP en las elecciones andaluzas, ha denunciado que «Chaves está entregado a la España asimétrica que intenta consagrar las desigualdades entre los españoles: el nacionalismo catalán le fascina».

El principal promotor de la idea, según parece, ha sido José Antonio Sierra, ex director del instituto Cervantes en Dublín. Según el mismo promotor, el objetivo de la propuesta es no sólo facilitar la movilidad laboral y estudiantil de los andaluces sino permitir que los catalanes, gallegos o vascos que vivan en Andalucía y así lo deseen puedan aprender o puedan seguir estudiando su lengua materna.

Vale la pena recoger algunos datos de la situación que merecerían ser completados por personas que tuvieran mejor conocimiento del tema en los casos del gallego y euskera, sin que pueda asegurar que los datos respecto al catalán sean rigurosamente exactos. En Alemania, hay actualmente 27 universidades donde se importe el catalán. Son 23 las universidades británicas que lo enseñan. Existen 19 universidades usamericanas donde puede estudiarse, 18 en Italia y 17 en Francia que, sin duda, no destaca por su sensibilidad hacia los hechos lingüísticos diferenciales. David Miró, apunta en Público, que también puede estudiarse el catalán en Yaoundé, Camerún, y en Victoria, en Australia.

En España, por el contrario, exceptuando los territorios de habla catalana -esto es, Cataluña, País Valencia y las Islas Baleares- son once las universidades donde puede estudiarse catalán: Alcalá de Henares, UNED, Granada, Complutense, Murcia, Oviedo, Salamanca, Santiago de Compostela, Vigo, Zaragoza y Euskal Herriko Unibertsitatea. Desconozco la situación del euskera y del gallego fuera de sus territorios lingüísticos pero me temo, espero equivocarme, que es peor e incluso mucho peor.

Que la derecha andaluza e incluso grupos nacionalistas andaluces se hayan lanzado contra la yugular muestra o demuestra lo ya sabido: se trata de arañar votos sea como sea, amparándose en la tradición de la derecha clásica (mejor una España roja que rota) y a costa de lo que sea. Las elecciones son un mercado y en el mercado, verdaderamente, todo vale.

Obsérvese, además, que casi en ningún momento se ha apuntado lo que es esencial. No se trata sólo de que un estudiante andaluz pueda necesitar el catalán, el vasco o el gallego por motivos laborales, o que un ciudadano andaluz con orígenes en esos territorios desee aprender o perfeccionar su idioma, que también, sino sobre todo la importancia cultural y política que tiene que un estudiante de Sevilla o Cádiz, pongamos por caso, pueda cursar estudios de idiomas que le aproximen a otras comunidades, a otras culturas, a otros autores, y que, por consiguiente, le permitan ampliar y enriquecer su concepto de España y de las culturas españolas (Es obvio que no sería un absurdo desear que la propuesta se extendiera a otros territorios y a otros niveles educativos).

Lo sabíamos ya pero cada vez se corrobora con más fuerza. La derechona supuestamente española es, sin atisbo de duda, derecha extrema, pero su concepto de España es tan rancio que deja fuera de él a más de diez millones de ciudadanos vascos, gallegos y catalanes, y a todo el resto de ciudadanos españoles que no viven en esos territorios ni tienen esos orígenes pero que piensan y sienten con sensatez y quieren hacer suyos otras culturas y otros autores como Castelao, Aresti o Joan Salvat-Papasseit. Si lo pensamos bien, y aunque parezca una contradicción, la derecha española es una derecha antiespañola.

Notas:

1 Raúl Bocanegra, Público, 5-2-2008, p. 10.

2 La información de este apartado está extraída de Público, 6-2-2008, pp. 12-13.