El número de víctimas mortales en Sagaing puede llegar a un centenar en lo que podría ser el ataque más mortífero de la junta militar desde el golpe de estado de 2021.
Una serie de incursiones aéreas letales por parte del ejército de Myanmar, dirigida contra una multitud de civiles, ha provocado la condena generalizada al relatar testigos el horror del ataque, que podría ser el más mortífero de la junta militar desde el golpe de estado de hace dos años.
En los ataques del martes contra una ceremonia celebrada en una aldea de la región de Sagaing, la cifra inicial de víctimas mortales, que incluían a mujeres y niños, ascendía a 53, pero recuentos posteriores difundidos por medios de comunicación independientes elevaron el número a cerca de 100.
La fuerza aérea birmana lanzó múltiples bombas mientras que helicópteros de ataque ametrallaban la concentración civil de varios centenares de personas, según declaración de Duwa Lashi La, presidente en funciones del Gobierno de Unidad Nacional (NUG, por sus siglas en inglés), creado en oposición al gobierno militar.
Washington hizo un llamamiento al régimen para que pusiera fin a la «horrible violencia». El portavoz del Departamento de Estado, Vedant Patel, declaró: «estos ataques violentos muestran todavía más el desprecio del régimen por la vida humana y su responsabilidad en la grave crisis política y humanitaria en Birmania tras el golpe de febrero de 2021».
Nabila Massrali, portavoz de Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la UE, comentó que «la UE está profundamente conmocionada por la información sobre la última atrocidad cometida por el régimen militar en Sagaing, que se ha cobrado la vida de decenas de civiles inocentes. Seguiremos trabajando para que los responsables rindan cuentas por todo ello».
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania dijo «condenar enérgicamente el ataque aéreo del ejército de Myanmar, que se ha cobrado la vida de decenas de civiles, entre ellos numerosos niños», añadiendo: «esperamos que el régimen ponga fin inmediatamente a la violencia perpetrada contra su ciudadanía».
El jefe de derechos humanos de la ONU, Volker Turk, dijo estar «horrorizado» por los ataques aéreos, entre cuyas víctimas, comentó, se encontraban escolares realizando una actuación de baile. El organismo mundial pidió que se llevara a los responsables ante la justicia.
Tom Andrews, relator especial de la ONU sobre los derechos humanos en Myanmar, criticó la respuesta internacional a la crisis birmana: «los ataques del ejército de Myanmar contra personas inocentes, incluido el ataque aéreo de hoy en Sagaing, están propiciados por la indiferencia mundial y por quienes les suministran armas. ¿Cuántos niños más tienen que morir en Myanmar para que los líderes mundiales tomen medidas enérgicas y coordinadas para detener esta carnicería?».
Aung Myo Min, ministro de Derechos Humanos del NUG, declaró: «la semana pasada, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó una resolución que condenaba el uso deliberado de la fuerza por parte de la junta militar contra la población civil y la instaba a cesar inmediatamente todos los ataques aéreos. La junta ha respondido de la única forma que sabe: intensificando las atrocidades y el derramamiento de sangre».
Imágenes compartidas en línea que parecían haber sido tomadas tras los ataques en la aldea de Pa Zi Gyi mostraban a personas fallecidas en el suelo, vestidas de civil, junto a una estructura destruida. En un vídeo, se oye a un hombre decir: «Si habéis sobrevivido, por favor, haced algún sonido». A otras personas les decía: «si oís un grito, ayudadles. Vayan, vayan».
La región de Sagaing cercana a Mandalay, la segunda ciudad más grande del país, es la que ha opuesto mayor resistencia al gobierno militar, con combates intensos desde hace meses.
Un testigo del suceso describió la escena a Associated Press: «el avión lanzó bombas directamente sobre la multitud, y yo salté a una zanja cercana y me escondí. Unos instantes después, cuando me levanté y miré a mi alrededor, vi entre el humo a gente muerta y despedazada».
«El edificio de oficinas quedó destruido por el fuego. Unas 30 personas resultaron heridas. Mientras trasladaban a las personas heridas, llegó un helicóptero y disparó de nuevo a más gente. En estos momentos estamos incinerando rápidamente los cadáveres».
El testigo estimó que entre los muertos había entre 20 y 30 niños, y añadió que entre las personas fallecidas también había dirigentes de grupos locales armados de la resistencia y de otras organizaciones de la oposición.
En los vídeos de la aldea devastada vistos por AP, supervivientes y curiosos recorren a trompicones la zona del ataque entre nubes de humo espeso, con solo en pie, a lo lejos, el esqueleto de un edificio. Los vídeos no han podido ser verificados inmediatamente, pero coinciden con otras descripciones de la escena.
El ejército asumió la responsabilidad del ataque aéreo, pero negó que hubiera matado a civiles, afirmando en su lugar que había atacado a «terroristas». En respuesta a las acusaciones de abusos, el gobierno militar suele acusar de terrorismo a las fuerzas prodemocráticas.
«Sí, lanzamos el ataque aéreo», declaró el portavoz militar Zaw Min Tun a un canal de televisión respaldado por el régimen, añadiendo que los edificios cercanos explotaron porque el brazo armado del NUG, las fuerzas opositoras conocidas como Fuerzas Populares de Defensa, habían almacenado allí munición. «Por eso explotó y murió gente», añadió.
En las redes sociales, muchas personas tiñeron de negro sus fotos de perfil en homenaje a las personas fallecidas, mientras que el presidente en funciones del NUG, Duwa Lashi La, pidió a los países vecinos que proporcionaran ayuda humanitaria a Sagaing y otras regiones sumidas en el conflicto.
Montse Ferrer, investigadora de Amnistía Internacional sobre empresas y derechos humanos, afirmó que era urgente suspender el suministro de combustible de aviación al ejército de Myanmar.
«Esta cadena de suministro alimenta las violaciones del derecho internacional humanitario, incluidos los crímenes de guerra, y debe interrumpirse para salvar vidas», declaró Ferrer. «Los ataques aéreos ilegales que matan y hieren a civiles y destruyen hogares son una marca conocida del ejército birmano, que llega a extremos despreciables para aplastar la resistencia e infundir miedo entre la población. La ciudadanía de Myanmar se llevan la peor parte de estas tácticas repugnantes».
El secretario general de la ONU, António Guterres, «condena enérgicamente el ataque perpetrado hoy por las Fuerzas Armadas de Myanmar», según un comunicado de su portavoz, Stéphane Dujarric. Guterres «reitera su llamamiento a los militares para que pongan fin a la campaña de violencia contra la población de Myanmar en todo el país», añadió Dujarric.
Fuente original en inglés: https://www.theguardian.com/world/2023/apr/12/myanmar-airstrike-on-civilians-sparks-global-outcry-as-witnesses-describe-attack