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La farsa del golpe de Estado en Gabón es un espejismo

Fuentes: Rebelión

África , especialmente el África francófona, la maltratada y la que sigue sujeta a la expresión más bárbara del neocolonialismo, vive días convulsos, con masivas muestras populares de rechazo a ese tedioso, abusivo e interminable neocolonialismo que practican la metrópoli francesa y sus lacayos en África como Senegal y Marruecos.

Si alguien hecha una ojeada a los procesos de independencia de los pueblos africanos, encontrará que salvo Argelia, la única excepción, las demás colonias francesas, accedieron a su presunta independencia de forma prácticamente regalada. Eso sí, fueron regalos envenenados. El general Charles de Gaulle, para evitar la pérdida de sus colonias en África, optó por conceder a casi todas las colonias africanas una independencia simbólica, poniendo a títeres en el poder con los cuales la metrópoli seguiría  controlando el destino de todas sus colonias africanas y garantizando la protección de sus intereses. Desde entonces hasta hoy en el África francófona no se mueve ningún alfiler sin el consentimiento del amo francés.

Argelia fue la única excepción, ya que  Francia la consideraba la joya de la corona y no tenía intenciones de abandonarla ni siquiera de forma simbólica. Pero la cruenta guerra que se desató como consecuencia de la lucha, el valor y la resistencia infatigable del pueblo argelino, hicieron que Francia saliera de Argelia con el rabo entre las piernas y para siempre.

El resto del África francófona ha sido una balsa de aceite para Francia, En toda esa zona  se evitaron las guerras, los conflictos, luchas y los movimientos de liberación  que se libraron en el resto de África a finales de los años sesenta y los setenta.  Charles de Gaulle se anticipó a todas esas reivindicaciones y concedió la citada independencia simbólica a casi todos los territorios coloniales franceses. A cambio de esa falsa concesión de independencia,  Francia siguió ejerciendo hasta la fecha de hoy el control total y absoluto  sobre todas las riquezas y recursos de sus antiguas colonias a excepción de Argelia.

Incluso con la ola mundial de la casi la obligatoriedad de la celebración de elecciones democráticas, Francia, se puso al día en sus colonias y en todas se celebraban presuntas y fraudulentas  elecciones, que siempre las ganaban los mismos o su recambio elegido por la metrópoli, allí están los ejemplos de dictadores que han estado más de 50 años en el poder y pasando desapercibidos. Los Bongo, Bokassa, Eyadema,  Biya, Hassan II y su hijo Mohamed VI, Habib Bourgueiba, Idris  Deby, Mickey Saly, etc. 

Toda esta situación ha obligado a los pueblos africanos y en especial de la zona de la francfonía a escoger entre dictadores cleptómanos y marionetas de la gran metrópoli y los golpes de Estado dirigidos por militares.

Aunque los golpes de Estado en Malí, Burkina Faso, Guinea Conacry y Níger tienen toda la pinta de estar inspirados en el sentimiento y descontento popular de esos maltratados y empobrecidos pueblos, el caso de Gabón es totalmente diferente, después de toda la información que ha circulado estos días, en relación con los antecedentes de los autores del golpe. Parece que en Gabón, el golpe de Estado ha sido orquestado y perpetrado, una vez más, por los mismos de siempre: la metrópoli francesa.

Francia, en previsión de un posible  golpe de Estado independiente similar a los que ocurrieron en los países vecinos, se adelantó y ejecutó su propio golpe de Estado.

Francia y sus lacayos presentes en Gabón (Senegal y Marruecos) detectaron el descontento con el cleptómano Ali Bongo y sus enfermedades, han decidido que ha dejado de servirles y han organizado un golpe de Estado encabezado por un sujeto que representa sus intereses igual o mejor que los ladrones «Bongos».

Por lo tanto el golpe de Estado en Gabón no tiene absolutamente nada que ver con el resto de golpes de Estado surgidos del clamor y la impotencia  popular. Este golpe es un espejismo en pleno desierto, es una trampa para perpetuar la pobreza y la esclavitud del pueblo gabonés.

Lo de Gabón es realmente inaudito. Es un país miembro de la OPEP, lo que supone que es uno de los mayores productores de petróleo mundial. Es además uno de los mayores productores de cacao del mundo. Sin embargo, con todas esas riquezas, la pobreza supera el 70%, a pesar de ser uno de los países africanos menos poblados, tan sólo cuenta con una población de 2.300.000 personas. Estos datos explican bien a las claras que entre la cleptomanía de los «Bongos»  y el despojo de los recursos naturales del país que practican Francia y sus lacayos, la poca población del país vive hundida en la miseria.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.