«Decide que todos los Estados, incluida la República Democrática del Congo (RDC), tomen las medidas necesarias, durante un período inicial de 12 meses a partir de la aprobación de la presente resolución, para impedir el suministro, la venta o la transferencia, directa o indirecta, a partir de su territorio o por parte de sus nacionales […]
«Decide que todos los Estados, incluida la República Democrática del Congo (RDC), tomen las medidas necesarias, durante un período inicial de 12 meses a partir de la aprobación de la presente resolución, para impedir el suministro, la venta o la transferencia, directa o indirecta, a partir de su territorio o por parte de sus nacionales o utilizando buques o aeronaves de su pabellón, de armas o material conexo o la prestación de asistencia, asesoramiento o adiestramiento conexo a las actividades militares a todos los grupos y milicias armados congoleños o extranjeros que operen en el territorio de Kivu del norte y del sur y de Ituri en la República Democrática del Congo y a grupos que no sean partes en el Acuerdo global e inclusivo […] Condena categóricamente la explotación ilegal de los recursos naturales y otras fuentes de riqueza de la RDC y manifiesta su intención de examinar qué medios podrían utilizarse para ponerle fin..»
(Del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a través de su resolución Nº 1493 del 28 de julio de 2003)
«Una ‘lucha’ contra la política de los trusts y de los bancos
que no afecte la base económica de los trusts y de los bancos,
es simplemente reformismo y pacifismo burgués,
es una benévola e inocente expresión de buenos deseos.»
(N. Lenin; El Imperialismo, fase superior del capitalismo)
INTRODUCCIÓN
El Imperialismo es un concepto pasado de moda para la mayor parte de los historiadores profesionales. Se lo puede o no reconocer vigente cuando se discute «política» actual, pero son muy pocas las veces que oímos hablar «de él» en las discusiones académicas. Claro que su aceptación o rechazo, su vigencia o su reemplazo, dependen del significado que se le otorgue, y dependen, en especial de la perspectiva política (reconocida o no) del que escribe, pero en general parece ser considerada una categoría «política» o anacrónica, sin demasiada importancia para los que estudiamos historia. Sin embargo, desde nuestra perspectiva, la historia que aquí esbozamos no puede ser aprehendida, en sus rasgos más importantes, si no retomamos la conceptualización que hiciera Lenin a principios del Siglo XX, y que no muchos otros desarrollaran y especificaran para épocas diferentes y países del Tercer Mundo. Además, queremos dejar en claro, en una polémica que se cierne sobre nuestras cabezas mediáticas, que el contenido que el propio Lenin dio al concepto (más bien deberíamos decir el entramado conceptual) es originaria y esencialmente distinto de los significados dominantes hoy sobre el Imperialismo, muy cercanos, quizá, a las desventuras de nuestro sentido común, guiado por la simplicidad y la ideología reproductora del orden. Recuperamos de otra manera las coordenadas básicas de la conceptualización leninista, para ponerla en el terreno de la lucha por la construcción (que es permanente) de nuestro sentido común, sobre todo en lo que hace a la dilucidación de lo que constituyen los rasgos más significativos del capitalismo hoy, «pues sin su estudio será imposible valorar y comprender la política actual» [1]
Haremos desde aquí un sintético viaje al África Central. Y ustedes dirán, ¿en busca del Imperialismo? No, no, no. Iremos buscando el coltán, o si se prefiere, el colombio-tantalio. Lenin, por supuesto, no sabía de la existencia de este mineral de tan grandes propiedades…mercantiles. El coltán es la conjunción de dos minerales considerados materias primas estratégicas para el desarrollo de las nuevas tecnologías. De acuerdo a lo que parecen ser propiedades físico-químicas «mágicas», este mineral es fundamental para las industrias de aparatos electrónicos, centrales atómicas y espaciales, la aeronáutica, los misiles balísticos, video juegos, aparatos de diagnóstico médico no invasivos, trenes sin ruedas (magnéticos), fibra óptica, etc… Sin embargo el 60 % de su producción se destina a la elaboración de los condensadores y otras partes de los teléfonos celulares. El coltán permite que uno de los sueños occidentales se haga realidad, con él las baterías de los mini celulares de bolsillo mantienen por más tiempo su carga, ya que los microchips de nueva generación que elaborados con coltan optimizan el consumo de corriente eléctrica. Después de ser usado, en un principio, para los filamentos de las «lamparitas», fue reemplazado en esta función por el más barato y accesible tungsteno, y parecía condenado al olvido. Sin embargo, en las últimas décadas del siglo XX, el valor volvió a preñar al coltán, volvió a darle vivacidad, a convertirlo en mercancía. Mucho más cuando se produjo el boom comercial de los teléfonos móviles que, en número de 500.000, inundaron el mercado en el año 2000. Desde unos años antes, sin embargo, el colombio-tantalio que era extraído en Brasil, Australia y Tailandia había empezado a escasear. La japonesa Sony, por ejemplo, tuvo que aplazar el lanzamiento de la segunda versión del juguete preferido de los niños occidentales, el Play Station, debido a este incordio. El gran aumento de la demanda ha hecho establecer un mercado ilegal paralelo en el África central. Nótese, a modo de introducción, uno de los resultados de esta nueva «fuerza del mercado»: más de 3 millones de muertos en cuatro años. Veamos.
Para muchos países africanos, en los finales del siglo XX, la devaluación de los productos agrícolas y la desertificación, provocaron una fuerte revalorización de sus recursos mineros, nueva fase del errante camino para relacionarse con el mercado internacional. En las provincias del este de la República Democrática del Congo (RDC, Zaire) [2] , consideradas por la UNESCO reservas ecológicas de gran importancia, se encuentra el 80 % de las reservas mundiales de coltán. Allí han puesto sus ojos, sobretodo en los últimos diez años, las grandes empresas y multinacionales: Nokia, Ericsonn, Motorola, Siemens, Sony, Bayer, Intel, Hitachi, IBM y muchas otras. «Desmintiendo la devaluación geoestratégica del continente africano, tantas veces mencionada por los teóricos de la política internacional actual, las empresas multinacionales, protagonistas principales del reordenamiento económico del mundo que conocemos como globalización – y, por consiguiente, de la recomposición geopolítica en curso en el continente africano – se empeñan en asegurarse el control de esta materia prima, clave del liderazgo del futuro.» [3]
Se han formado en esta zona de la RDC, toda una serie de empresas (muchas de ellas «fantasmas») asociadas entre los grandes capitales transnacionales, los gobiernos locales y las fuerzas militares (estatales o «guerrilleras») para la explotación («extracción») y comercialización ilegales del coltán y de otros minerales como el cobre, el oro y los diamantes industriales. Las grandes marcas que comenzaron la disputa por el control de la región a través de sus aliados autóctonos, han disparado un proceso que la misma Madeleine Albright calificó como «la primera guerra mundial africana».
EL REPARTO DEL PODER, DEL TERRITORIO Y DE LAS RIQUEZAS
En 1997 fue derrocado el presidente congoleño Mobutu Sese Seko, de estrecha relación con los capitales imperialistas de origen francés. Paul Kagame (sic), actual presidente de Ruanda, quién estudió en centros militares de EE.UU. e Inglaterra, y Museveni, presidente de Uganda, país considerado por Washington, un ejemplo para las naciones africanas, lideraron la conquista de la capital de la RDC, Kinshasa, y pusieron a cargo de este país a un amigo, Laurent Kabila. En un nuevo reparto se dispusieron concesiones mineras para empresas varias entre las cuáles figuran la Barrick Gold Corporation, de Canadá, la American Mineral Fields (en la que Bush padre tenía intereses) y la surafricana Anglo-American Corporation, todo ello en desmedro de las antiguas «concesionarias» francesas.
En los años transcurridos hasta hoy han disputado la guerra dos bandos no demasiado estrictos. Ruanda, Uganda y Burundi, apoyados por los EE.UU., solventados por créditos del FMI y el Banco Mundial, y ligados a varias milicias «rebeldes» con nombres exóticos: Movimiento de Liberación del Congo (MLC), Coalición Congoleña para la Democracia (CCD-GOMA), Ejército Patriótico Rwandés, Reagrupación Congoleña para la Democracia (RCD), por un lado, y la República Democrática del Congo (liderada por uno de los hijos de Kabila, luego de que su padre fuese asesinado por ruandeses), Angola, Namibia, Zimbabue y Chad y las milicias (hutus y maji-maji) correspondientes, por otro.
En 1999 se establecieron las líneas divisorias entre las fuerzas opuestas, en el Acuerdo de Lusaka, una suerte (siempre provisional) de reparto del territorio, a la usanza de la Conferencia de Berlín de 1885, donde las potencias europeas se distribuyeron el continente para facilitar el saqueo y explotación. «El Acuerdo de Lusaka, aunque exija la retirada de las tropas extranjeras, establece la línea divisoria entre las fuerzas rebeldes (apoyadas por Ruanda y Uganda) y las tropas gubernamentales (que reciben ayuda de Angola, Zimbabwe, Namibia y Chad), santificando de cierto modo la partición del país, quedando las regiones mineras más ricas en territorio rebelde.« [4] Las tropas y los mercaderes ruandeses se focalizan en el este y controlan especialmente el coltán, mientras que la avanzada ugandesa se da también en el norte y nordeste y posee el monopolio de la comercialización de los diamantes industriales. [5] Además de organizar campamentos para la extracción de los minerales, las tropas extranjeras roban cargamentos ya preparados para la exportación por grupos de trabajadores o milicias congoleñas.
Una de las posibilidades futuras es, de acuerdo a esta repartija, la partición de la RDC. «Hay que subrayarlo una vez más: estos oscuros negocios son, en primera instancia, los culpables de una guerra no por olvidada menos dramática y bochornosa. Con un agravante: se teme que sobre el mismo territorio de la República Democrática de Congo pesa la amenaza de la fragmentación. Es decir, la división en varios estados, lo que facilitaría aún más la explotación de los recursos. Ya lo presintió y denunció -y por eso lo asesinó el ejército ruandés – Mons. Christophe Munzihirwa, arzobispo de Bukavu.» [6]
Es de nuestro interés destacar cómo, para este negocio, se relacionan estrechamente los grandes capitales monopólicos de las grandes potencias con los poderes y capitales locales, a través de las formas típicas del capital imperialista [7] : las asociaciones monopolistas de comercio, industria y bancos (organizadas a través del mecanismo de la participación, que ya destacara el propio Lenin) y la vinculación entre empresas privadas, estados y familiares del gobierno [8] . No se trata de malas personas y gobernantes corruptos, estamos ante los mecanismos arquetípicos del imperialismo. Véase un ejemplo: «Eagle Wings Resources (EWR) es una joint-venture (empresa de riesgo compartido) entre la americana Trinitech y la holandesa Chemi Pharmacie Holland. El representante local de EWR en la capital de Ruanda es Alfred Rwigema, el cuñado del presidente Paul Kagame. La ONU acusa al presidente ruandés de jugar un papel motor en la explotación de los recursos naturales de la RDC» [9] .
En las diferentes resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CS), repetidas año a año, los representantes internacionales hacen llamamientos grandilocuentes que apuntan no tanto a frenar la catástrofe como a regularizar la situación. Así mientras exclaman la ilegalidad de las intromisiones ruandesas y ugandesas, convocan a la resolución consensuada de la guerra, perspectiva en la cuál se aceptan de antemano los intereses contrapuestos y la posibilidad de una repartija territorial, jurisdiccional y mercantil. El CS «Reafirma que, llegado el momento oportuno, se debería organizar una conferencia internacional sobre la paz, la seguridad, la democracia y el desarrollo en la región africana de los Grandes Lagos, con la participación de todos los gobiernos de la región y todas las demás partes interesadas y bajo los auspicios de las Naciones Unidas y de la Unión Africana, a fin de afianzar la estabilidad de la región y propiciar condiciones que permitan a todos ejercer el derecho de vivir en paz dentro de las fronteras nacionales..» [10] Orden y progreso capitalista como perspectiva, y reparto geopolítico por parte del imperialismo es lo que tenemos ante nuestros ojos.
Si todas estas «naciones» se disputan el control del territorio, desde otra perspectiva son las propias corporaciones las que están repartiéndose la zona. Se han creado distintas empresas mixtas con este fin, la más importante de las cuáles es la SOMIGL (Sociedad Minera de los Grandes Lagos) que está integrada por tres sociedades: la Africom (belga), la Promeco (ruandesa) y la Cogecom (surafricana). «Treinta y cuatro empresas están acusadas de importar coltán y casiterita del Congo; de ellas, 27 son occidentales, la mayoría belgas holandesas y alemanas […] existen cinco o seis comisionistas hasta que el mineral llega a manos de los comerciantes regionales; entre estos intermediarios están los mandos de los ejércitos ocupantes …» [11] Todas las licencias para la compra-venta del coltán fueron suprimidas a fines del 2000. Las fuerzas militares ruandesas ligadas a la SOMIGL han logrado de esta manera evitar el «gasto» de intermediarios, controlan monopólicamente la comercialización del coltán. «El Ejército ruandés traslada en camiones el mineral a Kigali, capital de Ruanda, donde es tratado en las instalaciones de la Somirwa (Sociedad Minera de Ruanda), antes de ser exportado.» [12] Sus camiones y helicópteros hacen el traslado interno. Poseen, por supuesto, sus propias compañías de transporte que son propiedad de parientes cercanos a los presidentes de Ruanda y Uganda. Utilizan los aeropuertos de Kigali y Entebe (de Ruanda) entre otros. En estas verdaderas zonas militares las compañías aéreas privadas (una de las cuales – Sabena – de origen belga, está asociada a American Airlines) ingresan armas y se llevan minerales.
La mayor parte del coltán extraído (luego de ser acumulado hasta subir los precios) tiene como destino los EE.UU., Alemania, Bélgica y Kazajstán. La filial de Bayer, Starck, es la productora del 50% del tantalio en polvo a nivel mundial.
Tal como vemos, están vinculadas con el tráfico y la elaboración decenas de empresas, con participación en grandes corporaciones monopólicas de diversos países. Naturalmente «una entidad financiera, creada en 1996 con sede en la capital de Ruanda – Kigali -, el Banco de Comercio, Desarrollo e Industria (sic, BCDI) y que ejerce de corresponsal del CITIBANK en la zona [13] , mueve fuertes sumas de dinero procedente de las operaciones relacionadas con coltán, oro y diamantes» [14] .
Las grandes empresas financian, por supuesto, a las distintas fuerzas militares, que montadas en los preexistentes conflictos interétnicos, sostienen una guerra por el control de las minas, en la que, sólo entre los años 1998 y 2002, han muerto más de 3 millones de personas. Ruanda y Uganda han diseminado en la zona este y nordeste de la RDC (en especial en los Parques Nacionales donde se hallan la mayor parte de las reservas) unos 40.000 soldados, que cuentan con los mejores equipos y con el apoyo logístico de los gobiernos.
Según el mismo Kofi Annan ha declarado: «la guerra del Congo se libra por el control de sus riquezas naturales». En un informe del IPIS (investigación del Servicio de información para la Paz internacional independiente) se demuestra que las sociedades europeas y norteamericanas que comercian con el coltán contribuyen a la financiación de la guerra. Tienen un gran interés en que continúe la «inseguridad» para permanecer en el Congo a través de las tropas guerrilleras. Pero los representantes de estos gobiernos parodiando su propia «legalidad» instan a todas las partes y en particular ¡al Gobierno de la RDC!, a que «adopten las medidas necesarias para impedir que se sigan cometiendo transgresiones de los derechos humanos y del derecho internacional comunitario». [15] Mientras tanto la misma ONU, «Exhorta a los Estados vecinos de la RDC, en particular a Ruanda y Uganda, que tengan influencia sobre los movimientos y grupos armados que operan en el territorio de la RDC a que la ejerzan de manera positiva para que solucionen sus controversias por medios pacíficos y se sumen al proceso de reconciliación nacional..» [16]
La situación militar puede ser pensada como una cuadrícula en la cuál se posicionan y movilizan las distintas fuerzas; en ella encontramos a las tropas gubernamentales de la RDC (muchos de sus soldados están desertando desde hace un tiempo por la intensidad de los combates), los Cascos Azules de la ONU (que intentan conformarse en los controladores generales de la región), los ejércitos ruandeses y ugandeses (entre los cuáles contamos a los antiguos rebeldes «guerrilleros» – UCD) que controlan, como vimos antes, zonas relativamente diferenciadas, y finalmente, los autoorganizados «movimientos de autodefensa» de los lugareños (autodenominados «mai-mai»). Entre todos ellos circulan algunos (cada vez menos) voluntarios de Organizaciones Humanitarias (Médicos sin Frontera, etc.). La situación, por tanto, es considerablemente compleja.
LA «ORGANIZACIÓN» DE LA PRODUCCIÓN Y EL MERCADO DE TRABAJO
En las minas aluvionales de las regiones mencionadas trabajan diariamente más de 20.000 mineros, bajo un sistema represivo organizado por las fuerzas militares y los poderes locales (jefes consuetudinarios locales y regionales) – de los dos bandos en disputa. Estos pagan a los trabajadores unos diez dólares por kilo de coltán (que en el mercado de Londres cotiza alrededor de 250-300 dólares) y les exigen además para «permitirles» trabajar que se pongan con una cucharada diaria del mágico mineral (una para la milicia y otra para los jefes civiles), modo muy especial de tributo en especie, con el que recaudan alrededor de un millón de dólares mensuales.
La fuerza de trabajo aquí utilizada está compuesta fundamentalmente por ex campesinos y ganaderos (luego de que se devaluara la producción agrícola congoleña para la exportación – algodón y otros productos), que se alejan por largos períodos de sus comunidades y familias, además de refugiados, prisioneros de guerra (sobretodo hutus) a los que se les promete una reducción de la condena, y de miles de niños de la región, cuyos cuerpos pequeños pueden fácilmente adentrarse en las minas a ras de tierra. El reclutamiento de esta mano de obra opera en una doble dimensión, mercantil y coercitiva, en un doble mercado de trabajo. Las zonas mineras y las zonas de operación militar terminan por confundirse. Las migraciones frecuentes desde otras regiones hambreadas son, muchas veces, definitivas, si observamos el número de muertos. Las poblaciones vecinas reclutadas a trabajar y trasladadas por la fuerza, sirven de cantera de mano de obra para esta empresa capitalista; hostigadas por grupos armados han abandonado sus residencias o se han convertido en mineros. Estos trabajadores rescatan coltán de sol a sol, y duermen y se alimentan en la selva montañosa de la zona. Se reproducen en las comunidades y en la selva por sus propios medios, alimentándose de elefantes y gorilas autóctonos, mientras las guerrillas comercializan cueros y marfil. En otros términos: el capital no se encarga de la totalidad de la reproducción de esta fuerza de trabajo, que además de aportar en la producción de plusvalía (del coltán), aporta una especie de renta en trabajo metamorfoseada. Superexplotación: los mineros dan valor al coltán con su trabajo, pagan un tributo al estado local y además trabajan para conseguir los medios de supervivencia, alimento y refugio. Superbeneficio para el capital invertido que obtiene tasas de ganancia exorbitantes, realizadas con el sustento indispensable de la represión y el trabajo forzado. Como es tradicional en África, el racismo, la xenofobia y la ideología discriminatoria en general, son esenciales para el funcionamiento de este doble mercado de trabajo (asalariado y forzado – no libre). Aquí se monta específicamente en los conflictos interétnicos: son reclutados en especial los pigmeos y los hutus.
El capital imperialista que desde siempre (sobretodo desde la colonización de África a fines del siglo XIX) contó con el poder local, sostenido «consuetudinariamente», para la provisión y reproducción de mano de obra barata, encuentra a través de los mecanismos descriptos, una forma de su «actualización» (neocolonización dicen algunos). El trabajo forzado fue abolido por ley luego de la independencia, en la mayoría de los países africanos, pero como está sostenido en las particulares relaciones de poder consuetudinario de obediencia al jefe local, continua existiendo. Salongo lo llaman en el Congo actual. Los funcionarios de los estados locales asumieron históricamente, por supuesto, funciones de policía. Cuando los campesinos o los niños no acuden a las minas por el simple atractivo de los dólares, allí está la compulsión estatal-policial como forma alternativa de reclutamiento. Mercado y fuerza no son aquí contradictorios.
CONFLICTOS INTERÉTNICOS
La superexplotación capitalista en el Congo tiene como una de sus singularidades secundarias el hecho de que se recubre – ideológicamente pero en algún aspecto también materialmente [17] – con la «manta» de los conflictos interétnicos. Así, comentan algunos informadores que una de las «tribus» que más sufre las condiciones extremas de la explotación capitalista en el Congo es la de los Pigmeos Twa, pertenecientes a una de las primeras etnias que poblaron el África Ecuatorial. Las «tribus» [18] pigmeas, básicamente cazadoras y recolectoras, fueron afectadas significativamente ya desde la colonización europea (sobretodo belga) a finales del siglo XIX, desde la cuál fueron confinados paulatinamente a las zonas selváticas que se incluían en los nuevos «Parques Nacionales» de la provincia de Kivu Meridional. Desde allí los pigmeos se integraron durante el siglo XX con otras etnias «bantúes» (sedentarias y hegemónicas en la región de los Grandes Lagos) conformando un «vasto sistema sociocultural y económico» [19] . Pero en las últimas décadas del siglo XX una desmesurada presión demográfica que se vio saturada por las migraciones de refugiados ruandeses hacia la zona este de la RDC, complicó el equilibrio étnico-social. Bantúes y pigmeos antes «complementarios» ahora empezaron a competir por los recursos. A esto se sumó la llegada de los Hutus (en su mayoría refugiados ruandeses expulsados por los Tutsis) dedicados según comentan algunas fuentes a la rapiña y el saqueo de los campamentos y de las periferias urbanas. A su vez, desde el auge del coltán, distintas grupos se enfrentan militarmente por el control del territorio y los cargamentos, entre ellas los Lindus (pueblo bantú forestal) y los Hemas (congoleños «nilóticos») que encierran entre dos fuegos a los pigmeos, uno de sectores sociales más sometidos al mercado de trabajo forzado organizado para la extracción del coltán [20] : «En espera de un hipotético giro de la situación, las oportunidades de sobrevivir de los Twa parecen estar peligrosamente amenazadas. Marginados, expoliados, desarraigados y en lo más bajo de la escala socioeconómica, los Twa ven a los pueblos dominantes de la región y a los refugiados ruandeses disputarse lo que en otro tiempo fue su paraíso de caza. ¿Hasta dónde llegará su facultad de adaptación y su sorprendente capacidad de resistencia cultural?» [21] «Presentes en Ruanda, Burundi, Uganda, RDC, Congo Brazzaville, Gabón, República Centroafricana y Camerún, serán hoy en día aproximadamente 200.000. Dispersos en islotes de población, se encuentran cada vez más enfrentados a la deforestación, a los gobiernos que quieren transformarlos en sedentarios, y a la influencia cada día más fuerte de los Bantúes que a menudo se consideran propietarios de «sus» Pigmeos. En Camerún, el oleoducto Tchad-Camerún representa una amenaza real para los Pigmeos Gyélis.» [22]
EXPLOTANDO ADEMÁS «LA CONTRADICCIÓN DE LA SUPEREXPLOTACIÓN»
La patronal de las grandes empresas, los gobiernos de la región y los organismos internacionales «explotando la contradicción de la superexplotación» [23] pretenden jugar el rol de mediadores entre los semiesclavizados trabajadores y las bandas militares xenófobas. Mientras tanto la ONU propone un embargo provisorio de la mercadería.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha conformado y enviado a la región un comando denominado Misión de la ONU en el Congo (MONUC) – que viene a agregarse a otras fuerzas como la llamada Fuerza Multinacional de Emergencia -, y que tiene la potestad de requisar y apropiarse de las materias primas, armamentos, etc. que circulen en las regiones en conflicto. De esta manera intentan las naciones más importantes del mundo imponerse «diplomática y legalmente» como una de las fuerzas en juego para las negociaciones y disputas armadas: «Exige que todas las partes dejen de interferir en la libertad de desplazamiento de las Naciones Unidas, recuerda que todas las partes tienen la obligación de dar a la MONUC un acceso total y sin trabas para que pueda cumplir su mandato y pide al Representante Especial del Secretario General que dé cuenta de todo incumplimiento de esa obligación..» [24] El Consejo de Seguridad de la ONU aumentó durante el 2004 los efectivos militares en la región a más de 10.000 luego de que sus intentos de pacificar la explotación fracasaran rotundamente.
Pero la caracterización de los objetivos de la ONU en el Congo está, por supuesto, en cuestión.
El obispo congoleño de Kamina, Mons. Jean-Anatole Kalala Kaseba durante un encuentro con el Comité de Solidaridad con el África Negra en Madrid ha comentado: «Creemos que los que han creado esta situación pueden ponerle fin, especialmente los americanos. La ONU está allí, incluso en mi diócesis. Son observadores, pero ¿qué es ser observador? Tienen un programa que no quieren decirnos. Aseguraron que venían para ponerse entre los beligerantes, pero vienen a confirmar la partición del país. Nosotros hubiéramos preferido que estuvieran en todas las ciudades, pero resulta que no están presentes ni en Uganda ni en Ruanda. Tenemos razones para creer que estos observadores han sido enviados por las multinacionales. El ex presidente de Botsuana Kett Masire -el mediador en el conflicto congoleño – ha dicho claramente que si fracasa el diálogo intercongoleño, la ONU tomará de nuevo el país en sus manos. No es nuevo. Esta guerra ha sido provocada para esto. La ONU quiere que fracase el diálogo intercongoleño para dirigir el país como un protectorado. Creo que la ONU está hoy al servicio de una gran potencia y hace lo que ella quiere». [25]
Mientras tanto las ONG y los ecologistas denuncian … ¡la extinción de los monos! En lo que constituye un sentimiento humanista maravilloso, titulan: «Los teléfonos celulares agravan la situación de los gorilas del Congo». Y quieren que las mismas empresas que acumulan su capital aquí a sangre y fuego ¡inviertan en proyectos de ayuda para el tercer mundo!. En Angola y en Sierra Leona el tráfico de diamantes financia y necesita de una guerra muy similar desde hace años.
LOS INTENTOS, LAS POLÍTICAS Y LOS POLICÍAS DE LA «PACIFICACIÓN».
La ONU impulsa en la RDC la conformación y estabilización de un nuevo Estado en el cuál podría asegurarse el rol de policía internacional: «El Consejo de Seguridad […] Alienta a la MONUC a que, en coordinación con otros organismos de las Naciones Unidas, donantes y organizaciones no gubernamentales, durante el período de transición preste asistencia a la reforma de las fuerzas de seguridad, al restablecimiento del Estado de Derecho y a la preparación y celebración de elecciones en todo el territorio de la RDC […] Aprueba el despliegue temporario de efectivos de la MONUC destinados a participar, durante los primeros meses del establecimiento de las instituciones de transición, en un sistema de seguridad múltiple en Kinshasa […] aprueba también la reconfiguración del componente de policía civil de la MONUC […] y alienta a la MONUC a que siga prestando apoyo al desarrollo de la policía en lugares donde la necesidad es urgente […] Alienta a los donantes a apoyar el establecimiento de una unidad de policía congoleña integrada y aprueba que la MONUC preste la asistencia adicional [26] que sea necesaria para adiestrar esta unidad…» [27] A buen entendedor pocas palabras, aunque habría que decir que esos «primeros meses» de la transición trascurren sin cambios importantes para la población congoleña súper explotada y de semanas terminan sufriéndose durante muchos años. La ONU demuestra su incapacidad para torcer el rumbo del proceso de dominación imperialista y cuál discurso de ahogado «exhorta a la comunidad internacional, en particular a las organizaciones internacionales especializadas que corresponda, a prestar asistencia financiera y técnica al Gobierno de la RDC para que pueda ejercer un control efectivo sobre sus fronteras y su espacio aéreo.» [28]
Año a año tenemos «novedades» en el conflicto. A mediados del año 2002 (30 de julio) se celebró una fantarruchada de acuerdo de Paz entre Kagame y Kabila, a través del cuál se pretendía dar fin a la «guerra civil» que asola la región. ¿Quién fue el intermediario? El vicepresidente de Sudáfrica, país capitalista de primer orden, de donde provienen muchos de los capitales que explotan las minas congoleñas. Del mismo modo un año después, el 30 de junio de 2003 se anunció la formación de un Gobierno de Unidad Nacional y Transición, maniatado por las distintas partes en disputa y tironeado por los intereses divergentes y convergentes de los capitales y gobiernos imperialistas y sus representantes locales. Pero en el 2004 la ONU vuelve a incitar a su organismo especial a confiscar o recoger las armas o pertrechos que circulen por la zona de conflicto y «a disponer de esas armas y pertrechos de manera adecuada» [29] y amplía su mandato de vigilancia y control, pues las «expectativas» en el gobierno transicional no han sido efectivas.
Luego del «Acte d’Engagement de Bujumbura», firmado por «todas las partes» el 19 de junio de 2003 y que nuevamente ponía fin «por completo» a las hostilidades, «sin demoras ni condiciones», la CCG-Goma aliada de Ruanda ha iniciado presurosamente nuevos ataques incluso con mayor fuerza de choque y armamentos, los mismos que recibe gracias a sus relaciones con las multinacionales «legales» o «ilegales». Entonces una vez más el Consejo de «Seguridad» de la ONU «entra en acción»: la resolución 1596 adoptada el 20 de abril de 2004 «prohíbe la posesión de material militar a cualquier persona en la RDC, a excepción de policías y soldados llamados a formar el Ejercito nacional congoleño, así como las armas necesarias para la formación técnica y operaciones de la MONUC», según las declaraciones de Fred Eckard, portavoz del Secretario General de la ONU, Kofi Annan. [30] Discursos y más discursos llenos de «buenos» deseos y mucha hipocresía no logran detener la fuerza del capital imperialista. El CS de la ONU «decide seguir ocupándose activamente de la cuestión». [31]
Se regularán quizás, es decir, se legalizarán algunos aspectos de las relaciones de explotación, pero la masacre continua. Así es que aunque las cifras sean distintas según las fuentes, podemos considerar que desde 1998 hasta fines del 2004 la guerra imperialista en el Congo a dado como resultado al menos 4 millones de civiles muertos, más de tres millones de «desplazados» y migrantes y una cifra variable de alrededor de 500.000 refugiados. [32]
LA ACTUALIDAD DE LA FIEBRE DEL COLTÁN. AÑO 2005.
A fines del 2004 la Federación de Comités de Solidaridad con África Negra elaboró un comunicado que analiza la situación en la RDC de la siguiente manera:
«Actualmente se está jugando una baza importante del futuro de África en la guerra de la República Democrática del Congo. Es un país enorme (España, Portugal, Francia, Alemania, Suiza, Italia, Polonia y parte de Rumania juntas), en el centro del África Negra, con frontera a 9 países vecinos. Estratégicamente es fundamental para controlar de Sudán hacia abajo, una parte de África muy rica en recursos. Por otra parte el río Congo posee entre el 40% y el 50% del agua de toda África, con lo que supone esto a corto y largo plazo. La presa hidroeléctrica de Inga, si tuviera construidas sus tres fases, produciría la electricidad equivalente a todas las centrales hidroeléctricas de EEUU juntas. Daría electricidad al cono sur de África. Con varias centrales hidroeléctricas en el río Congo se podría abastecer a toda África (al menos hasta que el consumo de electricidad se disparase). Luego están los recursos naturales del este del Congo: oro y diamantes en cantidades exuberantes. El coltán y la casiterita, el petróleo aún virgen del norte, el gas natural del lago Kivu, el uranio, el cobre, el cobalto, los minerales raros (germanio, euripio, niobio, thorio…). Todo esto hace que controlar el Congo suponga el paso fundamental para controlar media África.
La guerra de EEUU por controlar esta región empezó con movimientos tácticos. Primero se alió con ciertos clanes de Ugandeses y Ruandeses para que tomaran el poder. Así lo obtuvieron Yoweri Museveni en Uganda y Paul Kagame en Ruanda. EEUU formó militarmente a ciertas élites militares de ellos. Luego, una vez en el poder, multiplicó la ayuda para el desarrollo a estos países, aunque claro está, esta ayuda se convirtió en ayuda militar. Creó bases militares también en ellos. Toda esta estrategia está en función de dominar el Congo, ya que Uganda y Ruanda no son ni por asomo tan ricos ni tan importantes estratégicamente. […]
4 millones de congoleños han muerto a causa de la invasión del Congo (por parte de sus tropas y las de Uganda básicamente). Nunca ha habido tanto sufrimiento, tanto odio y tanta muerte en esta zona de África como desde que EEUU decidió apostar fuerte por su gran aliado, Paul Kagame. La política de alentar el enfrentamiento étnico y el terror, forma parte de la estrategia para dar a entender que se trata de luchas internas entre etnias africanas.
A EEUU no le interesa que se sepa lo que ocurre. Pero tampoco le interesa a buena parte de Europa (Francia, Inglaterra, Bélgica y Alemania) por ser parte también implicada directa o indirectamente (a través de sus multinacionales) en el asunto.
Esto hace en conjunto que sea una guerra de la que ni EEUU ni parte de Europa quiera que se mencione siquiera en los medios de información, máxime cuando los medios usados por sus aliados, especialmente Paul Kagame sean especialmente sanguinarios. La ONU desde luego, tiene las manos atadas en este asunto.
Lo que está ocurriendo en esta región africana desde el 2 de agosto de 1998 hasta hoy día, es también crucial para el futuro de toda África ya que Paul Kagame desea apropiarse del este del Congo (tal y como Israel se ha adueñado de los territorios palestinos). Si esto ocurriera, se tendrá al mando de una región inmensamente rica (oro, diamantes, coltán, casiterita, petróleo, gas natural…) a una persona que puede producir mucho sufrimiento. Al no tener este tipo de personas condenas y represalias internacionales (como sucede hasta ahora) sus ambiciones (mientras sigan teniendo básicamente el apoyo de EEUU) posiblemente no quedarían ahí. Es, desde luego, la situación actual un momento crítico para el futuro de África. […] ¿Acaso 4 millones de congoleños muertos no son suficientes?». [33]
A finales de noviembre del 2004 Ruanda comenzó una re-invasión del Congo aumentando el número de sus tropas y la capacidad de sus armamentos, luego de un nuevo y «fracasado» proceso de pacificación. De la misma manera durante enero de 2005 han cruzado hacia el Congo otros 12.000 soldados ruandeses con el objetivo de reconquistar ciudades cuyo control habían abandonado como consecuencia de los tratados de paz. Frente a las guerrillas ruandesas y a la intensidad de los combates, cientos de miles de congoleños respondieron con desplazamientos «temporarios» abandonando los poblados cercanos a las zonas mineras, mientras las filas del ejército oficial de la RDC respondían a su vez con deserciones numerosas (emboscadas a su vez por el propio ejército gubernamental). A los preexistentes, se han añadido durante los primeros meses del 2005, nuevos frentes de batalla y zonas de control militar y explotación ilegal del coltán. Mientras las poblaciones se refugian en las montañas vecinas, las milicias extranjeras saquean las ciudades y poblados rurales de la zona. «Al frente de Kanyabayonga se han añadido estos últimos días los de Walikale y Masisi, al Oeste de las regiones controladas por los antiguos RCD/Goma (Unión Congoleña para la Democracia). Una gran parte del Este de la RDC está de nuevo en guerra, mientras que las tropas gubernamentales y los movimientos de defensa de los lugareños, llamados «mai-mai», tratan de que termine la influencia ruandesa en el Kivu Norte.» [34] La ONU ha notado ya que, como consecuencia de los nuevos combates, se viene produciendo durante 2005 una nueva oleada de refugiados (200 por día aproximadamente) que se dirigen hacia Uganda u otros campamentos. [35]
A su vez, parece concretarse la posibilidad de que tanto las milicias de lugareños «mai-mai» como algunos otros grupos guerrilleros (por ejemplo la facción rebelde de la RDC-Goma) vayan integrándose en el ejército regular «nacional» congoleño para poder enfrentar en mejores condiciones la nueva avanzada de las fuerzas extranjeras. En medio de estos «reacomodamientos» las fuerzas de la ONU se enfrentan continuamente con las distintas guerrillas y responden prontamente a los atentados de los que son objeto los «Cascos Azules» bengalíes, paquistaníes, etc.
Por otra parte dentro de las fuerzas que conforman el Gobierno de Transición de la RDC se han producido disidencias importantes «alrededor del reparto de poder en el seno del Gobierno de transición y sus instituciones, del cuerpo diplomático, la dirección de Policía y los servicios de seguridad.» [36] El presidente de la RDC (Joseph Kabila) esta «rodeado» por 4 vicepresidentes que representan a las distintas fuerzas en conflicto, incluidas las milicias «rebeldes» proruandesas y pronorteamericanas. Luego de los conflictos políticos y militares recientes, las elecciones generales que esta coalición había programado, ya han sido postergadas. Pero lo más significativo de esta situación es que las controversias han sido generadas y extendidas por los mismos representantes de las «guerrillas imperialistas» y por los seguidores políticos del ex-presidente pro-francés Mobutu Sese Seko. La organización política de la RDC se encuentra trastornada por la lucha entre los distintos sectores del imperialismo que están repartiéndose el territorio y el poder.
GUERRA MÚLTIPLE Y TELÉFONOS CELULARES
Guerra múltiple (económica, civil, interétnica, regional pero también solapadamente interimperialista o intraimperio como dirían algunos) y saqueo sistemático, nos hablan de un proceso de expoliación y proletarización (muchos no han conservado ni siquiera la vida), de acumulación primitiva de capital, continuamente renovada, que asume formas específicas en los países del tercer mundo: trabajo forzado, reclutamiento, endeudamiento, doble mercado de trabajo, propiedad de la tierra de hecho garantizada por las fuerzas armadas. Las multinacionales no han necesitado aquí muchos planes de modernización, se benefician de la fuerza de trabajo casi gratuita, un ejército industrial de reserva que vive en una pauperización absoluta en muchos casos. Esto, sumado al estricto control que llevan a cabo las mismas empresas extranjeras, limita, como es evidente, las posibilidades de desarrollo de un mercado interno y de una burguesía industrial local o «nacional». Sólo quedan para ésta el control del comercio ilegal de armas y materias primas. La llamada transferencia de valor de la periferia hacia el centro significa que de la totalidad de la plusvalía producida en estos países, a costa de millones de muertos, las grandes multinacionales, acaparan la mayor parte, justificadamente de acuerdo a la concentración de sus capitales. Tal como explicaba Paul Sweezy a fines de la década del 60′: el imperialismo establece en los países periféricos, a través de inversiones e invasiones extranjeras «una gigantesca bomba de succión de excedente de los países subdesarrollados y la transferencia del control de una gran parte de sus recursos productivos a las grandes corporaciones imperialistas.»
«Las crecientes necesidades de la industria tecnológica del mundo han creado graves conflictos en los países menos desarrollados» nos dice el rotativo canadiense The Industry Standart, en un comentario que es aplicable a cualquier época por lo menos desde el siglo XIX. Los países capitalistas periféricos reciben en el reparto mundial funciones específicas en beneficio de los grandes capitales monopólicos [37] . La tasa de ganancia media se regula a nivel del Mercado Mundial, y para cada época, depende en especial de las ramas industriales de punta, que funcionan como motor de la acumulación del resto. Hoy el coltán es fundamental para que muchas de estas industrias «de punta» rindan sus frutos. En este sentido la explotación de las minas africanas, que el mismo Pentágono considera estratégicas, son fundamentales para la reproducción del capital imperialista globalmente considerado. Esta forma monopólica del capital, que en una lectura atenta del libro de Lenin, constituye el rasgo más importante en la definición del Imperialismo, organiza en la República Democrática del Congo y en muchos otros países, militar, política y económicamente, la vida de las masas proletarias de ayer y de hoy. Aquí reside, a nuestro entender, la clave de la actualidad y la pertinencia del concepto. El imperialismo es fundamentalmente una forma específica de organización de la producción y reproducción del capital y del trabajo, y no tanto la hegemonía de una nación sobre otras. En el sentido destacado el Imperialismo necesita del Estado (de los estados) más allá de si éstos asumen o no, rasgos nacionales.
Sobre la tumba de los 2000 niños y campesinos africanos que mueren por día en el Congo, podemos, distraídos, seguir usando nuestros celulares.
Ramiro de Altube
Agosto de 2005.
BIBLIOGRAFÍA
1. Samir Amin; La acumulación a escala mundial. Crítica de la teoría del subdesarrollo, Siglo XXI, 1974.
2. Mahmood Mamdami; Ciudadano y súbdito. África contemporánea y el legado del colonialismo tardío; en especial, Capítulo V: «La autoridad nativa y el campesinado libre»; Editorial Siglo XXI, 1996.
3. Claude Meillassoux; Mujeres, graneros y capitales; en especial Segunda Parte: «La explotación de la comunidad doméstica. El imperialismo como modo de reproducción de mano de obra barata.»; Editorial Siglo XXI.
4. Rodolfo Stavenhagen; Las clases sociales en las sociedades agrarias; Editorial Siglo XXI, 1969.
5. V. I. Lenin; Imperialismo, fase superior del capitalismo (1917); Editorial Anteo, octava edición, 1974.
6. Carlos Marx; El Capital (1867); Editorial Ciencias del Hombre, 1973.
7. Fuentes documentales e informativas, citadas a lo largo del trabajo.
[1] Lenin; Imperialismo, fase superior del capitalismo (1917); Editorial Anteo, octava edición, 1974.
[2] En especial en las Provincias de Kivu Norte y Sur, y en Ituri.
[3] Edith Papp (Centro de Colaboraciones Solidarias); El retorno silencioso del colonialismo; Rebelión (www.rebelión.org), 28 de Mayo de 2001. Remarcado nuestro.
[4] Ídem, remarcado nuestro.
[5] «Los datos son contundentes: Uganda, que no posee yacimientos de diamantes vendió en 2000 por valor de 1.263 millones de dólares; tampoco extrae coltán pero en 1999 exportó 69,5 toneladas. […] Uganda ha destinado 10.000 soldados regulares en apoyo de sus dos guerrillas, el MLC y la facción del CCD en Kisangani. Su negocio se centra en Bunia, donde hay minas de oro, y en la provincia de Ecuador, fronteriza con la República Centroafricana […] Tanto Ruanda como Uganda cuentan desde 1997 con el respaldo de Estados Unidos, cuyas empresas lideran el sector de las nuevas tecnologías, una industria dependiente del coltán y del germanio, otro elemento estratégico para los microchips de alto rendimiento y para el espacio (células solares). ‘El germanio es más importante y escaso que el coltán’, asegura una fuente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Tal vez por ello se cotiza a 640 dólares por kilo en el mercado de materias primas de Londres, es decir, siete veces más caro que el tántalo.»; Ramón Lobo; diario «El País» de Madrid; 02/09/2001.
[6] Comité de Solidaridad con el África Negra; Madrid; 2001.
[7] Es necesaria una aclaración. Para Lenin el rasgo más importante de la época imperialista es la conformación hegemónica de capitales monopólicos. Aunque en un sentido literal estricto estos sean muchas veces oligopólicos y no monopólicos, la conceptualización leninista nos parece pertinente pues pone énfasis en la diferencia cualitativa entre este período y el anterior donde predominaba la competencia entre capitales de mucha menor cuantía. Además el concepto pone especial atención a la fusión entre capitales industriales, bancarios, comerciales y estatales, rasgo cada vez más marcado si seguimos la evolución del siglo XX. Desde esta perspectiva la competencia entre capitales no sólo continua sino que se da en niveles aún mayores, pues se trata ahora de las disputas entre capitales compuestos («financieros: industriales y bancarios»), de enorme concentración y gran organización, que conforman una nueva forma de producción, circulación y reproducción a nivel mundial.
[8] Estas relaciones pueden adquirir distintas formas, pacíficas o bélicas. Pero, ¿a partir de que criterios e intereses se redefinen estas relaciones? Indudablemente el primer objetivo del capital (en cualquiera de sus formas) es reproducirse en forma ampliada, es decir, seguir siendo lo que es, una forma de relaciones sociales de producción orientada a la ganancia y reproducir sus distintas formas políticas-estatales e ideológicas de dominación.
[9] Mundo Negro Nº 463, mayo de 2002.
[10] Resolución 1493, Aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU en su 4797ª sesión, celebrada el 28 de julio de 2003; Punto 30. Remarcado Nuestro.
[11] Ramón Lobo; Diario El País de Madrid; Septiembre de 2001.
[12] Comité de Solidaridad con el África Negra; Madrid; 2001.
[13] Los bancos cumplen en la etapa del imperialismo una función especial que es la constituir centros contables de todas las actividades productivas (de capital) por lo menos tendencialmente. Dejan de ser meros intermediarios de pagos y distintas actividades comerciales, para adquirir una importancia extraordinaria en la organización de la producción capitalista.
Esta función es posible por su propia concentración (a través de fusiones, asociaciones y sobre todo de la participación en los capitales, y por lo tanto en las actividades, de bancos mas pequeños) que a gran escala se da ya a principios del siglo XX. A su vez la concentración bancaria acelera aún más la concentración industrial y comercial, modificando la relación entre estas distintas actividades.
[14] Diario El País, de Madrid, del 2/9/2001.
[15] Resolución 1493, Aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU en su 4797ª sesión, celebrada el 28 de julio de 2003; Punto 8.
[16] Ídem, Punto 24: Verdaderamente toda una declaración de buenos deseos. La ironía se nos escapa por los poros cuando leemos las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, es inevitable. Léase con atención lo que hemos remarcado.
[17] La materialidad social no es para nosotros el conjunto de las «cosas» sino específicamente las relaciones sociales concretas.
[18] El término «tribu» tiene en África un sentido despectivo que se refiere a lo no occidentalizado o tradicional, pero lo usamos para designar a un grupo étnico diferenciado.
[19] Paul Lorsignol; Demain Le Monde, Belgique; Octubre de 2001.
[20] Mencionamos aquí, tomándonos de las fuentes informativas, a «bantúes» y «nilóticos». Los bantúes no constituyen realmente una etnia sino más bien un grupo lingüístico, aunque algunos etnólogos e historiadores llegaron a hablar de «raza bantú» y «cultura bantú». Pero concretamente el término define la «familia lingüística» a la que pertenecen aquellos que hablan esa lengua. Por «nilótico» se entiende al conjunto de personas y grupos que tienen su origen en el valle del Nilo. En general los primeros etnólogos atribuían ese origen a todos los negros que, a su juicio, tenían algún bagaje cultural: los negros no podían «hacer cultura», debían habérsela «copiado» a los egipcios. De la misma manera los primeros lingüistas consideraron nilóticos a los bantúes, porque pensaban que una lengua tan elaborada no podía ser «cosa de negros», hoy se sabe que su origen real estuvo en alguna región de Camerún. Finalmente puede utilizarse el término bantú para diferenciar a la mayoría de los congoleños de otro grupo, el de los tuas, pero el concepto de nilótico no posee corrección analítica.
[21] Ídem. La pertinencia de las categorías es lo de menos en este comentario.
[22] Periódico ICRA Nº 34; enero de 2001.
[23] Véase Meillasoux, Claude; Mujeres, graneros y capitales, Siglo XXI, 1977.
[24] Resolución 1493, Aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU en su 4797ª sesión, celebrada el 28 de julio de 2003. Punto 15.
[25] Comité de Solidaridad con el África Negra; Madrid; 2001.
[26] Sic
[27] Resolución 1493, Aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU en su 4797ª sesión, celebrada el 28 de julio de 2003.
[28] Ídem, Punto 13.
[29] Resolución 1533, Aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU en su 4926ª sesión, celebrada el 12 de marzo de 2004.
[30] IRIN, 24 de abril de 2004.
[31] De esta manera tan significativa culminan todas las resoluciones del Consejo de Seguridad.
[32] Véase por ejemplo www.elcorresponsal.org ; www.umoya.org (Federación de Comités de Solidaridad con el África Negra).También Diario «El País» de Madrid, BBC Mundo, etc.
[33] Ver www.umoya.org; www.rebelio.org, 27/12/2004.
[34] Umoya; diciembre de 2004 – mayo de 2005.
[35] Ídem.
[36] Ídem.
[37] Un capital con un alto grado de concentración, produce y debe producir un excedente, tan alto como lo es su grado de concentración. La conformación de una tasa media de ganancia entre los distintos capitales así se lo garantiza, al beneficiarlo en forma proporcional a su cantidad. Pero un capital cada vez más concentrado, aumenta cada vez su composición orgánica (capital constante/capital variable: salarios), por lo que disminuye (también proporcionalmente) la fracción de plusvalor que produce como capital particular, motivo por el cual su tasa de ganancia particular también cae. La inestabilidad que nota Lenin en los grandes capitales monopólicos, ahora se nos aclara, proviene de esta situación contradictoria: los grandes capitales son cada vez más poderosos y cada vez más débiles: imponen su fuerza en regiones alejadas de su origen y dependen cada vez más de estas regiones menos desarrolladas para su reproducción. La competencia en niveles jamás vistos queda evidenciada de esta manera en la lucha por el control de estas zonas «periféricas» – aunque se ubiquen en los propios países desarrollados- a las que se intenta exportar incluso la conflictividad social. De esta manera la misma estabilidad política de las naciones desarrolladas depende de la competencia de las grandes corporaciones.
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