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La frustrada independencia de 1960 y el martirio de Lumumba (3/6)

Fuentes: El Clarín de Chile

Los líderes políticos congoleses y las autoridades belgas, reunidos en la Mesa redonda en Bruselas, fijan las elecciones parlamentarias y provinciales para mayo de 1960. El Movimiento Nacional Congolés, de Lumumba, obtiene la mayoría relativa, con 35 escaños sobre 137, seguido por partidos regionales, cada cual influyente en su provincia. Tras una negociación entre los […]

Los líderes políticos congoleses y las autoridades belgas, reunidos en la Mesa redonda en Bruselas, fijan las elecciones parlamentarias y provinciales para mayo de 1960. El Movimiento Nacional Congolés, de Lumumba, obtiene la mayoría relativa, con 35 escaños sobre 137, seguido por partidos regionales, cada cual influyente en su provincia. Tras una negociación entre los dos primeros bloques parlamentarios, el líder de la ABAKO, Kasavubu, es designado Presidente, función comparable a la del rey belga, y Lumumba es investido Primer Ministro. Este consigue la mayoría en la Cámara y designa al primer Gobierno del Congo independiente.

De origen humilde, Patricio Lumumba había cursado sólo algunos años de escuela primaria -la única posible para los colonizados- en escuelas católicas y protestantes. Prosigue su instrucción como autodidacta, combinando trabajos con estudio. Un puesto de bibliotecario le permite estudiar francés, llegando a alcanzar un muy buen nivel general de instrucción. Aprueba los exámenes para acceder al estatuto de «evolucionado». Luego consigue un trabajo como empleado de correos en Stanleyville (actual Kisangani) como contador de cheques. Pasará unos meses en prisión a causa de un asunto de sustracción de correspondencia. Cuando las autoridades belgas autorizan la formación de partidos políticos y sindicatos de trabajadores, Lumumba adhiere al naciente sindicalismo, aproximándose a los grupos apadrinados por los liberales belgas. En 1958, él es uno de los congoleses que viajan a Bruselas a la Exposición Universal, donde lo conmueve la imagen humillante de los congoleses transmitida en el evento; el Congo es representado por algunos negros deambulando alrededor de rucas, al estilo salvaje. De retorno a su país, Lumumba participa en la Conferencia Panafricana de Accra y en 1959 funda el Movimiento Nacional Congolés.

El 30 de junio de 1960, horas antes de la de proclamación de la independencia del Congo, Lumumba toma conocimiento de los discursos que serán pronunciados durante la ceremonia; el ella, el rey Balduino, en un tono paternalista dirá, «La Independencia del Congo constituye la conclusión de la obra concebida por el genio del Rey Leopoldo II, emprendida por él con coraje y tenacidad, y continuada con perseverancia por Bélgica. Cuando Leopoldo II emprendió esta gran obra que llega hoy a su coronación, no se presentó ante ustedes como conquistador sino como civilizador». Y Kasavubu, sumiso, le responderá que los congoleses serán dignos de este legado. Lumumba decide replicar y redacta un texto. Una vez pronunciados los dos discursos oficiales, sube a la tribuna sin estar su intervención programada, y lee su célebre discurso que constituye una serena y emocionante denuncia del racismo y de la explotación colonial (ver anexo).

Las palabras de Lumumba calan de tal forma en su pueblo que quedan gravadas profundamente en la memoria social del naciente país. Medio siglo más tarde, los congoleses lo recuerdan como una respuesta digna del colonizado al colonizador y muchos de ellos pueden citar de memoria algunos de sus pasajes. En cambio, para el establishment belga el discurso de Lumumba constituye un insulto, y el Rey Balduino, sorprendido al escucharlo, casi abandona la sala durante el acto.

El gobierno de Lumumba está casi totalmente desprovisto de recursos materiales y humanos. En 1960, sólo unos 20 congoleses han obtenido un diploma de licenciatura, 14 de ellos en teología. Al mismo tiempo, el nuevo gobierno debe afrontar la fuga de capitales que había precedido la Independencia y el boicot de Bélgica y de otras potencias, decididas a conservar el control de la economía y de la política internacional de la naciente nación congolesa..

A los cinco días de vida independiente del Congo se amotina la Fuerza Pública (la única fuerza armada existente en el país) luego de que un oficial belga apunta en la pizarra del cuartel: «Independencia: antes = después»; los soldados indignados saquean propiedades de los colonos, violan y asesinan, incontrolados. El 11 de julio, la rica provincia de Katanga proclama la secesión, incitada por la empresa belga Unión Minera y poco después se declara independiente la región de Kasai.

Lumumba rompe con Bélgica y pide tropas a la onu. En septiembre, el Primer Ministro es destituido por el presidente Kasavubu, quien lo acusa de ser favorable a la Unión Soviética y es relegado a permanecer en su residencia. Después de un intento de fuga, Lumumba es detenido por el coronel Mobutu, el futuro dictador. El 17 de enero de 1961, Lumumba es enviado a la provincia secesionista de Katanga, donde es sometido a salvajes torturas y finalmente asesinado junto con sus compañeros Maurice M’Polo y Robert Okito. Para no dejar rastros de esos crímenes, un empleado belga de la Unión Minera se encarga de disolver sus cuerpos en ácido.

Bélgica reconoce su responsabilidad  Cuatro décadas más tarde, en 1999, la opinión pública belga se muestra particularmente sensible al respeto de los Derechos Humanos en las relaciones internacionales. Regularmente, varios editorialistas se preguntan, «si la Justicia belga ha lanzado una orden de arresto contra Augusto Pinochet y persigue a los responsables del genocidio en Rwuanda, ¿por qué no investigar también las zonas negras de la historia nacional? «

El gobierno liberal-socialista-ecologista de Bégica constituye una Comisión Parlamentaria encargada de «determinar las circunstancias exactas del asesinato de Patricio Lumumba y la implicación eventual de responsables políticos belgas». Esta Comisión debe confirmar o refutar las sospechas de complicidades belgas en la ejecución de Lumumba, constantemente alimentadas por numerosos estudios históricos que han ido menoscabado las relaciones entre Bélgica y el Congo.  La Comisión de 15 diputados es dotada de los poderes de un Ministro en Visita: puede efectuar allanamientos e interrogar a testigos, pero sus trabajos no tienen alcances jurídicos, pues el caso ha prescrito y no se trata de un crimen de lesa humanidad. Durante dos años, cuatro expertos consultan numerosos archivos, incluso los de la monarquía, así como documentos personales inéditos.

En 2002, las conclusiones a las que llega esa Comisión establecen que «De manera general, es posible afirmar que desde los primeros momentos el gobierno belga no tuvo respeto por la soberanía del Congo». La secesión de Katanga no habría sido posible sin el apoyo de la Unión Minera. Esta «creó grupos militares y paramilitares para defender sus intereses en la lucha armada contra los partidarios armados de Lumumba.»

El informe indica algunas responsabilidades, precisando qué ministros enviaron agentes para hacer trabajos de desestabilización política y sondear las posibilidades de dar un golpe de Estado. El ministro d’Aspremont Lynden habla en un telex de la «eliminación definitiva» de Lumumba. Todo esto utilizando recursos públicos, estableciendo el informe que «para financiar la política contra el Gobierno de Lumumba, el Gobierno belga recurrió a fondos secretos, algunos aprobados por el parlamento, otros no.»

La Comisión, en su informe, alude también a la responsabilidad del Rey, cosa extraordinaria en Bélgica: «El Jefe de Estado fue informado al menos una vez, […] que la vida de Lumumba estaba amenazada». Y los desacuerdos entre el Rey y el gobierno conducen al soberano «a actuar autónomamente. La Comisión constata que el Jefe de Estado obtuvo informaciones importantes que, probablemente, no fueron comunicadas al gobierno.» La conclusión es que «ningún documento ni testimonio conocido por la Comisión, permite afirmar que el gobierno belga o algunos de sus miembros dieron la orden de eliminar físicamente a Lumumba». Pero, «ciertos miembros del gobierno belga y otros actores belgas tienen una responsabilidad moral en las circunstancias que condujeron a la muerte de Lumumba.»

Tras la publicación del informe emitido por la Comisión, el ministro belga de Relaciones de la época, Louis Michel, reconoce la responsabilidad de «actores» belgas en el asesinato del Primer ministro congolés y de sus compañeros, y presenta sus excusas a las familias de las víctimas y al pueblo congolés, afirmando que «siente profunda y sinceramente lo ocurrido». Al mismo tiempo, anuncia la creación de un Fondo Patricio Lumumba para auspiciar el «desarrollo democrático en la República Democrática del Congo», dotado de una suma inicial de 3,75 millones de euros y que será alimentado anualmente de medio millón.

Sin duda, el informe de la Comisión Lumumba consigue esclarecer un pasado oscuro, que no deja de manifestarse en el presente. La editorialista de Le Soir, Colette Braeckman, concluye que el informe permite «Retomar el combate de Lumumba ahí donde el sabotaje, y luego la muerte, lo habían interrumpido: la construcción de un país unido, cuyo desarrollo podría pacificar toda la región.»

Discurso de Patricio Lumumba el 30 de junio de 1960 (extractos)

Congoleses y congolesas, combatientes de la Independencia, hoy victoriosos, yo os saludo en nombre del gobierno congolés. A todos ustedes, mis amigos, que han luchado a nuestro lado, les pido que hagan de este 30 de junio de 1960 una fecha ilustre y que la conserven inefablemente en sus corazones; una fecha cuyos significados enseñarán con orgullo a sus hijos para que estos, un día, transmitan a sus hijos y nietos la historia gloriosa de nuestra lucha por la libertad.

Ya que, si hoy se proclama la independencia del Congo en acuerdo con Bélgica -país amigo con el que tratamos de igual a igual -, ningún congolés digno de ese nombre podrá olvidar que ella fue conquistada por la lucha, una lucha cotidiana, una lucha ardiente e idealista, una lucha en la que no medimos ni nuestras fuerzas, ni nuestras privaciones, ni nuestros sufrimientos ni nuestra sangre.

De ésta lucha que fue de lágrimas de fuego y de sangre, estamos orgullosos en lo más profundo de nuestro ser, ya que fue una lucha noble y justa, una lucha indispensable para terminar con la humillación y la esclavitud que se nos impuso por la fuerza. Este fue nuestro destino durante 80 años de régimen colonialista; nuestras heridas son aún demasiado frescas para poderlas separar de nuestra memoria.

Conocimos el trabajo agotador exigido a cambio de salarios que no nos permitían comer lo necesario, ni vestirnos o albergarnos decentemente, ni educar a nuestros hijos como seres queridos. Conocimos las ironías, los insultos, los golpes, que debíamos soportar mañana tarde y noche porque éramos Negros. ¿Quién olvidará que a un Negro se le decía «tu», no como un amigo, por supuesto, sino porque el «Usted» honorable estaba reservado únicamente a los blancos?

Conocimos la expoliación de nuestras tierras en nombre de textos presuntamente legales cuya finalidad era establecer el derecho del más fuerte. Conocimos que la ley era diferente cuando se trataba de un negro o de un blanco, acomodable para unos, cruel e inhumana para los otros. Conocimos los sufrimientos atroces de los relegados por sus opiniones políticas o sus creencias religiosas: exilados en su propia patria su suerte era peor que la propia muerte. Conocimos las villas magníficas para los blancos y las chozas ruinosas para los negros, que un negro no era admitido ni en los cines, ni en los restaurantes, ni en las tiendas «europeas»; que un negro viajaba en el casco de las barcazas a los pies del blanco en su cabina de lujo.

¿Quién olvidará las descargas donde perecieron tantos de nuestros hermanos o los calabozos donde fueron brutalmente lanzados los que se negaban a someterse al régimen de injusticia, de opresión y de explotación del que los colonialistas habían hecho un instrumento de dominación?

De todo eso, mis hermanos, sufrimos profundamente.

Pero todo eso, decimos nosotros a quienes el voto de vuestros representantes elegidos nos autoriza a dirigir nuestro querido país, nosotros que sufrimos la opresión colonialista, les decimos: de hoy en adelante todo eso ha terminado.

La República del Congo ha sido proclamada y nuestro querido país está ahora en manos de sus propios hijos. Juntos hermanos vamos a comenzar una nueva lucha, un lucha sublime que va a conducir a nuestro país a la prosperidad y a la grandeza.[…]

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Fuente: http://www.elclarin.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=3738&Itemid=800