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La impunidad del neofascismo

Fuentes: El Cohete a la Luna

La escalada del conflicto militar acorta los tiempos para que cualquier incidente desate un evento catastrófico.

El 15 de marzo del año 44 A.C. Julio Cesar caía asesinado, víctima de una conjura protagonizada por algunos de sus partidarios, asociados a una oligarquía decidida a impedir por cualquier medio que un líder popular continuase controlando las llaves del Imperio. La fecha constituye un punto de inflexión en la historia del Imperio Romano y ha sido asociada por la literatura y el arte con uno de los actos más execrables del ser humano: la traición.

Más de 2000 años después, también en el mes de marzo, otro Imperio llego a un punto de inflexión y, carcomido por sus contradicciones, cometió los destrozos más sanguinarios de la historia contemporánea. Hace 19 años, denunciando una falsedad –la existencia de armas nucleares en Irak–, Estados Unidos bombardeó e invadió ese país matando a millones y destrozando todo a su paso. Tiempo después la resistencia de la población obligó a evacuar las tropas, dejando tras de sí un país inviable y una región asolada por una “guerra de proximidad” (proxy war) que permitiría controlar a distancia las operaciones realizadas en el terreno por grupos y países vasallos. Por si esto fuera poco, once años atrás el Presidente Barack Obama aprobaba los bombardeos contra Libia, y tropas de la OTAN la invadían y destrozaban todo. Hoy otra guerra de proximidad ruge en un país inviable y en una región en perpetua ebullición política y militar.

Así, por décadas, los Estados Unidos han estado despanzurrándose en guerras localizadas que exponen la matriz de poder global que domina al mundo. La guerra en Ucrania y algunos hechos ocurridos esta semana parecen marcar un nuevo hito en la progresiva ruptura de los velos que ocultan las raíces del poder global, acortando los tiempos de un enfrentamiento entre potencias nucleares que definirá el futuro de la humanidad en el planeta.

Esto último parece desprenderse de las recientes declaraciones del general Mark Milley, titular de la Junta de Comandantes de las Fuerzas Armadas norteamericanas, ante un Comité del Congreso. Según Milley, la guerra en Ucrania continuará por muchos años y la posibilidad de un “enfrentamiento significativo entre las grandes potencias”[1] crece e impone la apertura de nuevas bases militares norteamericanas de carácter permanente en Europa del Este.[2]  Esta apreciación, junto con una política exterior basada en una “derrota estratégica de Rusia en Ucrania”[3] , no deja espacio a una negociación para poner fin a la guerra. Por el contrario, el objetivo es escalar el conflicto hasta producir un cambio de régimen en Rusia.

General Milley: crece la posibilidad de un enfrentamiento entre potencias. Foto AP.

El mismo objetivo es perseguido por el titular de la OTAN, quien ahora impulsa la integración de Finlandia y Suecia a esta institución, respalda la demanda de Polonia de albergar armas nucleares en su territorio y no cesa de brindar a Ucrania armamentos cada vez más sofisticados. Rusia considera como enemigos a los países que abastecen de armas a Ucrania y ha advertido que colocará armamento nuclear en su frontera con Polonia si esta obtiene armas nucleares. Asimismo, Rusia considera que la inminente integración de Finlandia y Suecia a la OTAN implica un mayor “peligro existencial”, por lo que tendrá que “calibrar” su despliegue nuclear. Todo esto implica que la escalada del conflicto militar acorta los tiempos para que un incidente, intencional o no, desate un evento catastrófico.

En el marco de esta tensión y de negociaciones estancadas, la masacre de civiles ocurrida en Bucha y atribuida a Rusia marca un punto de importancia crucial en la evolución de la guerra. Paradójicamente, también contribuye a develar la forma en que hoy se ejerce la dominación política a nivel global: los decibeles de la guerra informativa exponen a un nuevo fascismo que busca controlar la mente de la población mundial sembrando miedo e histeria para bloquear la memoria, el razonamiento y la crítica al status quo. Para ello se multiplican los fake news y se manipula la información. El eje de esta guerra informativa es la impunidad. El reciente reconocimiento por parte del Pentágono de su uso indiscriminado de “inteligencia”, que no ha sido verificada e incluso es falsa, como parte de su estrategia en la guerra informativa contra Rusia, muestra no solo el grado de impunidad para hacerlo sino también la degradación del estado de derecho y su naturalización.[4]

Conocida la masacre de Bucha a través de un video elaborado por las Fuerzas Armadas de Ucrania, el Ministerio de Defensa ruso pidió una reunión urgente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para denunciar el hecho y presentar evidencia que, según Rusia, involucra a grupos neonazis de las fuerzas armadas de Ucrania en la comisión de estos crímenes.[5] El Consejo, presidido por Inglaterra, postergó por más de dos días el tratamiento del tema, dando así tiempo a la guerra informativa para multiplicar la histeria colectiva y transformar a las acusaciones en prueba efectiva. Finalmente, en la reunión del 5 de abril atribuyó a Rusia la comisión de graves delitos, sin discusión sobre la información presentada por Ucrania. A iniciativa de los Estados Unidos se decidió votar dos días después la suspensión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Así, sin enviar inmediatamente observadores al lugar de los hechos, sin exigir a Ucrania la presentación de información forense para determinar la hora de los crímenes, la forma en que se cometieron y si fueron movidos del lugar; se adjudicó la culpabilidad a Rusia. Esto ocurrió a pesar de que otras denuncias de Ucrania contra Rusia resultaron falsas.[6] De este modo, los Estados Unidos y sus aliados han infligido un nuevo golpe a la legitimidad de los organismos internacionales en un contexto de crisis de la estructura de poder global.

El neofascismo y la masacre de Bucha

La presencia del neofascismo en el gobierno y en las fuerzas armadas de Ucrania, los crímenes políticos y raciales cometidos por estos grupos desde 2014, su contacto institucionalizado con las fuerzas armadas norteamericanas y su adiestramiento por la CIA están ampliamente documentados.[7]  Estos grupos divulgan por Facebook y Twitter sus ideas, sus proclamas incendiarias y sus incitaciones a eliminar a los “rusos”. Asimismo, la desnazificación de Ucrania ha sido uno de los objetivos explícitos de la invasión rusa. Sin embargo, la existencia de estos grupos y sus actividades ha sido sistemáticamente silenciada por los medios y los gobiernos, y la guerra informativa los borró del mapa.

Recientemente, el Ministerio de Defensa ruso anunció el inicio de una nueva fase de operaciones militares destinada a concentrar el poder de fuego en la región del sur-este y en Mariupol, centro de operaciones de uno de estos grupos neonazis: el batallón Assov. Por tal motivo, el 30 de marzo el ejército ruso abandonó Bucha, en las afueras de Kiev, y se dirigió hacia el sur del país.

El 31 de marzo el alcalde de Bucha, Anatoly Fedoruk , confirmó en un video la partida del ejército ruso, comunicando a la población su alegría ante “la victoria” de Ucrania. Allí no menciona crímenes de guerra supuestamente cometidos en la ciudad por los rusos.[8] El 2 de abril la Guardia Nacional de Ucrania publicó otro video mostrando su entrada a Bucha. Con la excepción de un cuerpo en la ruta de entrada, no se ven muertos en las calles de la ciudad y ninguna de las personas entrevistadas en el video habla de masacres o de torturas.[9]

Finalmente, el 3 de abril apareció otro video, publicado por el Ministerio de Defensa de Ucrania, donde se muestra el amontonamiento de cadáveres y cuerpos torturados desparramados en las calles de Bucha. En algunos casos los muertos portan un brazalete blanco. Otros yacen al lado de cajas verdes similares a las cajas de viandas que las fuerzas rusas reparten a la población en las zonas que ocupan militarmente. En estas zonas, las tropas rusas instan a la población a usar brazaletes blancos para no ser confundidos con tropas ucranianas que portan brazaletes azules, naranjas o rayados.[10]

En paralelo con este video, el grupo neofascista “defensa territorial” publicó otro video [11] que muestra una conversación entre dos miembros de las fuerzas armadas de Ucrania al dar inicio al patrullaje militar en Bucha: los dos portan el brazalete azul indicativo de su pertenencia y uno de ellos le pregunta al otro si puede matar a los que no portan brazalete azul. El otro le contesta: “¡Por supuesto!”

Frente al horror generalizado ante los crímenes que expone el video presentado por el gobierno de Ucrania, el Pentágono hizo saber el 4 de abril que “no podía confirmar de un modo independiente” la información presentada por Ucrania pero “tampoco tiene razones para disputar esta información”.[12]

Las críticas en Estados Unidos a este video fueron inmediatamente sancionadas por la prensa y las redes sociales. Scott Ritter, prestigioso ex oficial norteamericano, fue uno de los primeros en ser bloqueados por Twitter por criticar detalles importantes del video y reclamar el urgente envío de observadores internacionales al lugar del crimen.[13]

Impacto de la guerra en las finanzas internacionales

Las acusaciones contra Rusia por los crímenes de Bucha han derivado en la elaboración de nuevas sanciones económicas y financieras. Sin embargo, a más de un mes de la implementación de las primeras sanciones, estas “no han impedido un flujo de ‘moneda dura’ hacia Rusia, que no cesa” y que impactará de un modo muy positivo sobre su balance comercial: se estima que recibirá este año 321.000 millones (billions) de dólares por sus exportaciones de bienes energéticos, ingresos que crecerán más de un 30% en relación a 2021.[14]

Las sanciones, sin embargo, han tenido un fuerte impacto sobre la estructura financiera global. Esto ya preocupa al mundo financiero y se escuchan advertencias sobre el posible fin de la era del dólar como moneda internacional de reserva. Entre estas voces, resuena la del FMI. Desandando declaraciones previas sobre la inocuidad de estas sanciones sobre la economía global, Gita Gopinath, subdirectora del FMI, ahora reconoce que las mismas amenazan la posición del dólar y pueden dar lugar a la fragmentación del sistema financiero internacional y a la emergencia de bloques basados en el comercio de commodities y en monedas locales respaldadas por estas commodities. Esto contribuirá a la diversificación de las reservas internacionales concentradas en los distintos bancos centrales del mundo.[15]

Zoltan Pocszar, ex funcionario de la Reserva, sostiene que la guerra en Ucrania ya ha provocado la emergencia de un Breton Woods III: un nuevo orden monetario internacional centrado en el intercambio en monedas locales respaldadas por commodities. En este nuevo orden, Rusia, China y la India tendrán un rol protagónico y el oro y las monedas basadas en commodities jugaran un rol crucial. La demanda de dólares será menor y esto ocasionara eventualmente un problema muy serio para el dólar.[16]

Este nuevo mundo explica la importante compra de petróleo y carbón ruso concretada esta semana por China utilizando yuanes, y el acuerdo entre Rusia y la India de venta de petróleo ruso pagadero en rupias y utilizando el sistema financiero ruso. También explica la advertencia de autoridades norteamericanas a los gobiernos de China y de la India: si evaden las sanciones a Rusia serán objeto de sanciones específicas que provocarán severas consecuencias en su economía.[17]

Argentina, a la deriva en las turbulentas aguas de la geopolítica

El gobierno argentino votó en el Consejo de Seguridad a favor de la iniciativa norteamericana de suspender a Rusia del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Es decir, votó por una resolución que, sin pruebas, condenó a Rusia, mientras se espera que una comisión investigue en el futuro la veracidad del informe presentado por Ucrania. Esta decisión es una aberración jurídica y ética que muestra a un gobierno navegando sin rumbo en el océano minado de la geopolítica. El gobierno podría haber votado por la abstención, como lo hicieron México y Brasil, a la espera de que se verifiquen las acusaciones. En lugar de ello, prefirió contribuir a imponer los intereses norteamericanos en un organismo internacional cuya función es velar por la paz mundial manteniendo el equilibrio de los intereses de la colectividad mundial.

Rusia suspendida del Consejo de DDHH de la ONU por invadir Ucrania, que pide «armas» a la OTAN pic.twitter.com/IjNUZSsUpC

— Agencia Télam (@AgenciaTelam) April 7, 2022

Hace poco tiempo el Presidente invito a Rusia a entrar en América Latina por la puerta argentina. ¿Qué pasó entre esa invitación y el voto argentino en el Consejo de Seguridad? ¿Será que el acuerdo firmado con el FMI impide que el gobierno actué por decisión propia? ¿O será un ejemplo más de la levedad intrínseca a una política exterior que desde un inicio se ha bamboleado como marioneta castigada por los cuatro vientos?

La situación internacional y los acontecimientos que vivimos exigen claridad, coherencia y contundencia en las políticas que se adoptan. El mundo está en ebullición, y la Argentina, con cerca de la mitad de la población en situación de pobreza e indigencia, está sentada sobre una montaña de cereales de tal magnitud que podría alimentar a 400 millones de personas. A su vez, esta montaña se asienta sobre un profundo mar de petróleo y gas que corre por las entrañas del país a la espera de ser explotado. Las urgencias del momento exigen articular alianzas estratégicas que nos permitan terminar con la dolarización y empoderar a nuestra moneda con nuestros commodities, ganando así autonomía para desarrollar políticas tendientes al crecimiento nacional con inclusión social. Para ello es necesario desarrollar intercambios bilaterales fuera de la esfera del dólar. Contrariamente a lo que algunxs puedan creer, decisiones como el voto de esta semana en el Consejo de Seguridad no “protegen” al gobierno ni al país de los berrinches del FMI o del ímpetu desestabilizador de los formadores de precios aliados a un macrismo que diariamente convoca “a que todo se pudra” lo más pronto posible. Estos actores se mueven de acuerdo a intereses que son antagónicos al interés nacional.

Notas:

[1] zerohedge.com 6 y 7 /4 2022

[2] zerohedge.com 5, 6 y 7 /4 2022

[3] Blinken, zerohedge.com 3 4 2022

[4] nbc.com 8 4 2022

[5] https://russiaun.ru/en/news/pressconf_040422

[6] Entre otros, y en referencia al supuesto bombardeo de un hospital de maternidad en Mariupol: https://thegrayzone.com/2022/04/03/testimony-mariupol-hospital-ukrainian-deceptions-media-malpractice/

[7] thenation.com 22 1 2019; thedailybeast.com 8 12 2019; hrw.org 14 6 2018; realnews.com 18 1 2018, Robert Parry, consortiumnews.com 12 6 2015,

[8] https://disk.yandex.ru/i/rONqsTtOe1aTaQ

[9] https://disk.yandex.ru/i/RBKi9mIhqQy28w

[10] https://www.youtube.com/watch?v=0P-7hVK74xk

[11] https://disk.yandex.ru/i/X1_6Fa7LDB9bWg

[12] reuters.com 4 4 2020

[13] Ver sus críticas en https://www.youtube.com/watch?v=0P-7hVK74xk; techstartups.com 6.6 2022, national-conservative.com 6 4 20202

[14] bloomberg.com 1 4 2022

[15] zerohedge.com 2 4 2022

[16] zerohedge.com 7 4 2022

[17] Entre otros, zerohedge.com 7 4 2022

Fuente: https://www.elcohetealaluna.com/la-impunidad-del-neofascismo/