Traducido del inglés para Rebelión por Marwan Pérez
Después de casi una década de negociaciones con Etiopía el mes pasado los gobiernos de Egipto y Sudán llevaron su disputa sobre la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD, por sus siglas en inglés) al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU). Addis Abeba declaró que comenzarían a llenar la presa en julio, a pesar de poner en peligro la vida de 150 millones de egipcios y sudaneses. Como resultado de esta declaración, se celebró una sesión del Consejo de Seguridad a finales de junio, donde los estados miembros africanos, incluyendo a Sudáfrica -actual presidente de la Unión Africana y un miembro no permanente del CSNU-, solicitaron tiempo para abordar la disputa. No obstante, Addis Abeba quiere que la ONU se mantenga al margen y que sea la Unión Africana quien tome la iniciativa. A finales de junio, el ministro de Relaciones Exteriores de Egipto exhortó al Consejo de Seguridad de la ONU a adoptar una resolución para ayudar a resolver la disputa sobre la presa hidroeléctrica.
Esta es la situación. El Nilo, una línea de vida para los diez países que atraviesa, suministra agua y electricidad a Sudán y Egipto. Más arriba, aproximadamente a 30 km de la frontera sudanesa, Etiopía está construyendo la gran presa (GERD) que afectará al agua que reciben Sudán y Egipto. Cuando la terminen, será el proyecto hidroeléctrico más grande de África, siendo la compañía de energía eléctrica de Etiopía, su propietaria y operadora. La presa de gravedad, con torres de hormigón de 145 m de altura, inundará una extensión de 1.874 km2 en un embalse a 640 m de altura, y tendrá un área de captación de 172.250 km2. La presa tiene un volumen de 74.000 millones de m3 de agua (mmc) -de los cuales 14.800 millones son de almacenamiento no activo-, y puede contener aproximadamente el 1,6 del caudal promedio del Nilo Azul al año (48.500 millones de m3 / año), según la estación de medición El Diem, que está justo debajo, al inicio de la frontera con Sudán.
Los principales protagonistas se mantienen firmes en sus posiciones. El Cairo ve esta presa como una amenaza para su seguridad internacional y Sudán teme el impacto negativo para su población. Aunque los países habían acordado que cuando el flujo de agua del Nilo hacia la presa caiga por debajo de 35-40.000 mmc (millones de metros cúbicos), lo que constituiría una sequía, Etiopía no tendría la obligación de reducir sus operaciones en la GERD, Egipto ha lanzado recientemente una advertencia de que la GERD, si se llena con agua del Nilo Azul, comprometerá el futuro de 150 millones de personas en Egipto y Sudán. Se espera que la construcción de la gigantesca central hidroeléctrica de 4.800 millones de dólares (4.300 millones de euros), que comenzó en 2010, se complete en 2022. Según las autoridades de Addis Abeba, estaba programado llenarla para julio.
Dado que la GERD tiene un embalse del tamaño del Gran Londres, no es difícil predecir que esa inmensa retención de agua supone una «amenaza existencial» a la seguridad y el bienestar del agua en Egipto y Sudán. Debido a esta situación, tanto Sudán como Egipto han implorado al Consejo de Seguridad de la ONU que intervenga ante la previsión de que la falta de intervención probablemente pueda llevar a un conflicto. La apelación ante el CSNU se enmarca en el Artículo 35 de la Carta de la ONU, que autoriza a los Estados miembros a alertar al Consejo de Seguridad de cualquier situación que pueda conducir a fricciones internacionales, o que pueda poner en peligro la paz y la seguridad internacionales.
La GERD afectará al 90 por ciento de los suministros de agua dulce de Egipto, que actualmente dependen del Nilo. El ministro de Asuntos Exteriores etíope, Gedu Andargachew, en su carta de junio no mencionó la decisión de Addis Abeba de comenzar a llenar el depósito unilateralmente en julio, lo que intensificó el llamamiento de Egipto para la intervención del CSNU. Al contrario, Andargachew argumentó que las conversaciones tripartitas recientes habían progresado y fueron suspendidas porque la delegación sudanesa quería consultar con sus líderes. En la reunión de febrero de la Unión Africana el presidente Sisi le dijo al primer ministro Abiy que quería discutir las actas de las reuniones del grupo de estudio. Estas conversaciones condujeron a la nueva propuesta egipcia que pedía una liberación anual mínima de 40.000 mmc de agua de la GERD durante el período de llenado.
El Dr. Mohamed S. Helal, profesor de derecho en la Universidad Estatal de Ohio, ha realizado un análisis muy detallado de cada aspecto legal del caso. Sin embargo, incluso desde la objetividad de un abogado que se limita a interpretar documentos legales y supone la buena fe en las conversaciones, aun así, Helal señala que Egipto ha participado constantemente mientras que Etiopía «no completó el proceso de los estudios del Panel de Expertos Internacional (IPoE), rechazó el acuerdo preparado por partes imparciales, y se está preparando para comenzar unilateralmente el llenado». Hay pasiones en todos los lados, pero no podemos no tener en cuenta la legalidad de los acuerdos históricos.
Desde la perspectiva egipcia, al llenar unilateralmente el embalse Etiopía busca establecer un control sin restricciones sobre un río transfronterizo, una violación de la Declaración de Principios de 2015 firmada por Egipto, Etiopía y d Sudán, que estipula que el llenado y el funcionamiento de la GERD se realizará de conformidad con las directrices y normas acordadas entre los tres países.
Todavía no está claro si la GERD es ilegal según el derecho internacional o cómo las aguas del Nilo deberían compartirse históricamente entre los tres países. Primero fue el tratado de 1902 entre el Reino Unido y Etiopía, según el cual Etiopía renuncia a cualquier derecho al Nilo y acuerda no tomar ninguna medida que reduzca la disponibilidad de los recursos hídricos del Nilo que fluyen hacia Egipto. Este tratado actúa como un reconocimiento legal de que Etiopía no debería haber construido la presa. Sin embargo, dado que Egipto era un protectorado británico en el momento del tratado, no está claro si puede reclamar ser un tercero beneficiario del tratado o si la independencia de Egipto convirtió al país en una nueva entidad política mediante la cual los tratados negociados en su nombre por Gran Bretaña quedaron anulados. De hecho, este fue precisamente el argumento legal de Gamal Nasser cuando nacionalizó el Canal de Suez en 1956, de propiedad y construido por la Compañía del Canal de Suez, una compañía británico-francesa.
Posteriormente, en 1929, Egipto y Gran Bretaña (actuando en nombre de Sudán) suscribieron el Tratado Anglo-Egipcio que no solo garantizó la hegemonía de Egipto sobre las aguas del Nilo, sino lo más importante, le dio a Egipto el poder de veto sobre cualquier proyecto de aguas arriba. En un Tratado del Nilo de 1959, Egipto y Sudán acordaron compartir las aguas permitiendo una cuota de 55.500 mmc a Egipto y 18.500 mmc a Sudán, y 10.000 mmc que se evaporan de la presa de Aswan. Sin embargo, este acuerdo entre los dos países se alcanzó sin ninguna participación o consideración de los derechos de los otros países del Nilo aguas arriba (Burundi, República Democrática del Congo, Egipto, Etiopía, Eritrea, Kenia, Ruanda, Sudán del Sur, Sudán, Tanzania y Uganda). Por lo tanto, la situación no es tan clara, especialmente dado que históricamente Etiopía fue excluida durante más de un siglo de cualquier discusión sobre el Nilo, a pesar de que el Nilo se origina en sus montañas, y es la que tiene menos riesgo de quedarse fuera otra vez.
Hasta hace poco, el plan de Etiopía era llenar el embalse de la GERD durante la temporada de lluvias de julio y agosto. La presa está situada en el Nilo Azul, el principal afluente del río Nilo, y constituye el proyecto hidroeléctrico más grande de África. Pronto producirá 6.000 megavatios de electricidad, que es más del doble de la actual producción de Etiopía, que actualmente abastece a la mitad de su población, además del exceso de electricidad producido que Etiopía puede venderlo a Sudán y Egipto. Etiopía considera que con la cooperación de estos dos países, la represa podría generar riquezas económicas para toda la región.
Sin embargo, Egipto, que depende del Nilo para el 90% del agua dulce, ve la presa como una amenaza existencial que ahogará gran parte del suministro de agua que tanto necesita el país. Ya en 2010, cuando se anunció la construcción de la presa, El Cairo consideró el sabotaje, que incluía bombardearla, al igual que cualquier otra represa que Etiopía pudiera construir. Sospechas de sabotaje se observan en ambos lados; el mes pasado Etiopía acusó a Egipto de lanzar ataques cibernéticos en numerosos sitios web del gobierno etíope que interrumpen el proyecto, y ambos, tanto Egipto como Etiopía se acusan el uno al otro de tratar de sabotear las conversaciones y de bloquear estudios independientes para evaluar el impacto de la GERD. Egipto solicitó a Estados Unidos que participara en una mediación el año pasado, lo que condujo a conversaciones durante un período de cuatro meses en Washington pero que finalmente se interrumpió en febrero.
Se estima que en su primer año, la GERD retendrá 4.900 millones de metros cúbicos de agua, llevándolo hasta la altura del punto más bajo en la pared de la presa, lo que permitirá a Etiopía probar el primer conjunto de turbinas. El flujo anual total del Nilo Azul es de aproximadamente 49.000 mmc. Durante la estación seca, el lago retrocederá, lo que permitirá construir el muro de la presa. Durante el segundo año se retendrán otros 13.500 mmc. En este momento, el nivel del agua habrá alcanzado el segundo conjunto de turbinas que cronometran el flujo de agua y que se pueden gestionar con mayor precisión.
El principal impedimento para mantener la operación de la GERD indefinidamente es la sedimentación del yacimiento. Debido a su gran tamaño hidrológico, esencialmente todo el sedimento que ingresa al embalse GERD quedará atrapado, a menos que se pueda liberar con corrientes de densidad turbias. Dada la importancia nacional del proyecto GERD como fuente sostenible de energía, junto con las consecuencias económicas y sociales del uso de la tierra degradada en la limpieza del sedimento, la gestión de la tierra para reducir la erosión dará como resultado beneficios a largo plazo en múltiples niveles.
El rendimiento reciente de sedimentos reportado en la estación sudanesa de El Diem, y estimando un peso específico del orden de 1.0 t / m3 para depósitos de sedimentos, lo que supone que la capacidad de almacenamiento no activo de la presa es suficiente para atrapar aproximadamente 100 años de sedimento entrante. Este es un criterio de diseño convencionalmente aceptado, pero no da como resultado una sostenibilidad a largo plazo. En embalses de gran capacidad, como la GERD, los métodos factibles de gestión de sedimentos se limitan típicamente a la liberación de corrientes de densidad turbias y la reducción de la entrada de sedimentos a través de la gestión de las cuencas hidrográficas. Este último enfoque es el tema de un estudio de caso que se centra en la exploración de la cuenca hidrográfica Debre Yakob en la subcuenca del lago Tana.
Las negociaciones sobre la mega presa no han logrado llegar a un acuerdo después de casi una década de conversaciones entre Egipto y Etiopía, con Sudán atrapado en el medio. El año pasado Egipto buscó la intervención de los Estados Unidos, el presidente egipcio Abdel-Fattah al-Sisi solicitó que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, mediase en el conflicto. Etiopía fue inicialmente reacia a aceptar. Estados Unidos y el Banco Mundial se involucraron, pero no lograron que Etiopía validara un documento acordado con Egipto en febrero. Cuando Estados Unidos dijo que la presa no debería completarse sin un acuerdo, Etiopía acusó a la superpotencia de sobrepasar su papel de observador neutral. La Unión Africana (UA) ha declarado que intentará encontrar una solución.
Las negociaciones entre El Cairo, Jartum y Addis Abeba para compartir las aguas del Nilo se han interrumpido una vez más, incluso cuando la temporada de lluvias ha comenzado ya en Etiopía. Esto está haciendo crecer las aguas del Nilo Azul, lo que permite que Etiopía comience a llenar parcialmente el gran embalse de la GERD. Además, para cumplir que la presa más grande de África comience a producir energía hidroeléctrica esté funcionando en 2023, Etiopía necesita inundar parcialmente el embalse este verano para probar dos turbinas durante su temporada de lluvias, que dura solo unos cuatro meses.
Después de que los tres países participaron en una cumbre de emergencia de la Unión Africana en junio, Etiopía acordó no llenar la GERD, a pesar de sus declaraciones anteriores. En la cumbre, los líderes de estos tres países, el presidente Abdel Fattah Al-Sisi, el primer ministro Abdalla Hamdouk y el primer ministro Abiy Ahmed, acordaron reiniciar las negociaciones estancadas y formar un comité de expertos que finalizaría un acuerdo vinculante sobre la controvertida represa dentro de las próximas semanas.
Si bien hubo informes de que Etiopía llenó el embalse la semana pasada; Seleshi Bekele, ministro de agua y riego de Etiopía, lo negó y aclaró que había «piscinas naturales» en la presa debido a las lluvias. Sin embargo, el Ministerio de Riego de Sudán declaró el miércoles pasado que los niveles de agua en su estación de al-Dayem en el Nilo Azul muestran una reducción de 90 millones de metros cúbicos por día que efectivamente «confirma el cierre de las puertas de la presa».
En cualquier caso, los egipcios están furiosos porque Etiopía tiene la intención de seguir adelante sin su acuerdo. Para ellos, el Nilo es una cuestión de vida o muerte, ya que Egipto es principalmente desierto. El 95% de los 85 millones de sus habitantes viven a lo largo de las orillas y el delta del río, el Nilo es una cuestión de supervivencia. El Cairo argumenta que si la GERD sigue adelante de acuerdo con los planes actuales de Etiopía, dejará sin trabajo a cinco millones de agricultores, reducirá la producción agrícola del país a la mitad y desestabilizará aún más un país que actualmente lucha contra una insurgencia islamista y busca mitigar el daño a sus plantaciones de arroz de caña de azúcar en la región del delta norte, ya dañadas por la intrusión de agua salada del Mediterráneo.
Después de una década de conversaciones con una variedad de mediadores, incluyendo a la administración Trump, estos países no han podido encontrar una solución acordada. Las conversaciones de la semana pasada fueron mediadas por la Unión Africana y observadas por funcionarios estadounidenses y europeos y, de manera similar, no terminaron en un resultado claro. Dado que Etiopía rechaza el arbitraje vinculante en la etapa final, esta situación podría llevar a un inminente conflicto militar.
Julian Vigo es académico, cineasta y consultor de derechos humanos. Su último libro es Terremoto en Haití: La pornografía de la pobreza y la política del desarrollo (2015). Puede ser contactado en: [email protected]
Fuente original; https://www.counterpunch.org/2020/07/24/a-battle-over-water-resources-egypt-ethiopia-and-sudans-impending-water-war/