Dos años después de los grandes ataques de grupos armados islamistas, un número considerable de personas desplazadas por la violencia han regresado a Palma, una ciudad costera de la provincia mozambiqueña de Cabo Delgado.
JOHANNESBURGO – Hay un cauto optimismo respecto del conflicto armado que azota desde 2017 el norte de Mozambique, en gran parte en la provincia costera de Cabo Delgado, con importantes reservas de gas.
Hay indicios alentadores de que la insurgencia impulsada por el Estado Islámico (EI) ha disminuido significativamente gracias al despliegue de las Fuerzas Armadas de Defensa de Mozambique (FADM), efectivos militares de la Comunidad del África Meridional para el Desarrollo (Samim) y un contingente de fueras de seguridad de Ruanda (RSF).
Leleti Maluleki, investigador de Good Governance Africa, reconoció a IPS la existencia de cambios positivos. “En cuanto a la situación actual del conflicto, la gente está volviendo lentamente a sus aldeas y comunidades. Es una señal del progreso que están haciendo las tropas, y esperamos que sea una señal de paz», afirmó.
Otro elemento alentador es que ha caído el número de ataques de los insurgentes.
«Eso también es positivo, pero no significa que la insurgencia haya terminado. Tenemos que recordar que hubo historias de insurgentes infiltrados en las comunidades, por lo que todavía están entre la gente; puede que hayan radicalizado a ciertos individuos, y puede que hayan reclutado a algunos ciudadanos. Pero cada vez vemos menos atentados”, precisó.
La insurgencia se ha cobrado más de 4000 vidas y ha desplazado a 946 000 personas desde el inicio de sus operaciones en el norte de este país del sudeste de África con algo menos de 33 millones de habitantes y que ha vivido en recurrente conflicto desde su independencia de Portugal en 1975.
Un informe de febrero de 2023 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas indico que el número de combatientes del EI sobre el terreno ha disminuido de un máximo de 2500 (antes de que el Samimy la RSF se unieran a la lucha) a aproximadamente 280.
En agosto último, Vladimir Voronkov, secretario general adjunto de la Oficina de Naciones Unidas de Lucha contra el Terrorismo, dijo que las iniciativas antiterroristas en Egipto, Mozambique y Yemen habían limitado significativamente la capacidad de los insurgentes para llevar a cabo operaciones.
Advirtió, sin embargo, que “la fuerza por sí sola no puede conducir a cambios en las condiciones que propician el terrorismo», para especificar que puede alimentar más violencia y empeorar los agravios explotados por los terroristas.
Domingos Estêvão Fernandes, representante permanente adjunto de Mozambique ante la ONU, destacó en el foro mundial que África soporta una creciente propagación del terrorismo del fundamentalismo islamista.
Argumentó para avalar su afirmación que las víctimas mortales vinculadas a Al Qaeda y el EI, conocido también como Daesh, ascendieron a más de 22 000 en el último año, lo que representa un aumento de 48 % con respecto a 2022.
Fernandes remarcó la importancia de afrontar la pobreza, la desigualdad, la exclusión social y la discriminación basada en la religión y la cultura, como mecanismos eficientes para hacer frente a la insurgencia. También alertó sobre el peligro del uso indebido de las tecnologías de comunicación.
Destacó los logros alcanzados por el despliegue militar de la misión de la Comunidad para el Desarrollo del África Austral (SADC) en Mozambique.
“Debemos garantizar una financiación predecible, flexible y sostenida para las operaciones de mantenimiento de la paz de la Unión Africana”, afirmó Fernandes. Añadió que los organismos gubernamentales y las fuerzas de defensa y seguridad deben asociarse con las comunidades locales para proporcionar sistemas de alerta temprana sobre la violencia.
Maluleki, por su parte, destacó que un nuevo reto es el uso por parte de los insurgentes de artefactos explosivos improvisados (IED, en inglés), una táctica que funciona cuando el número de insurgentes disminuye. Así, los combatientes de los grupos irregulares dejan de tener que acercarse a las fuerzas de seguridad.
Además, el uso de estos artefactos provoca el pánico entre la población civil, lo que conduce a una mayor desestabilización de la región en lo que respecta a desplazados y refugiados.
Cuando las fuerzas de seguridad mataron a Ibn Omar, el supuesto líder del EI, y a dos de sus colaboradores, la campaña contra la insurgencia islamista también cobró impulso.
El presidente de Mozambique, Filipe Nyusi, hizo hace poco un anuncio en este sentido.
En cuanto al futuro, los jefes de Estado de la SADC establecieron durante una cumbre celebrada en julio de 2023 un paquete de medidas para que las fuerzas de la SADC comenzaran a abandonar el norte de Mozambique el 15 de diciembre de 2024 y completaran la retirada el 15 de julio de 2025.
También señalaron que, para que esto ocurriera, era urgente que las fuerzas de defensa de Mozambique estuvieran capacitadas hasta el punto de que la retirada de las tropas de la SADC no comprometiera los logros de los últimos años.
En esa cumbre también se mencionaron la formación y otras ayudas de la Unión Europea y Estados Unidos para reforzar las fuerzas mozambiqueñas.
Desde el comienzo del conflicto armado con las milicias islamistas, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) ha calculado que un millón de personas han sido desplazadas en la región.
Más recientemente, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó de que en septiembre y octubre de 2023, unos 8.000 residentes de Cabo Delgado se habían convertido en desplazados.
Muchas personas situadas en los territorios en conflicto perdieron sus hogares y huyeron en busca de seguridad a localidades vecinas más seguras.
“Las comunidades de acogida se enfrentan al hacinamiento, y los servicios básicos están sometidos a una fuerte presión, por lo que la situación de seguridad debe mejorar para que más personas puedan regresar a sus pueblos y aliviar la carga de estas comunidades de acogida”, dijo Maluleki.
El incremento de desplazados se produjo poco antes de las elecciones municipales en la zona y también cuando se estudiaba dar luz verde a un proyecto de gas natural licuado, que quedó paralizado en 2021 por los ataques rebeldes y para el que había una inversión prevista de unos 22 000 millones de dólares.
Afortunadamente, las elecciones municipales del 11 de octubre de 2023 en Mocimboa da Praia salieron adelante, con la participación de cuatro partidos políticos.
El presidente Nyusi ha afirmado además que ya es seguro reiniciar el proyecto de gas de Cabo Delgado.
“El entorno de trabajo y la seguridad en el norte de Mozambique hacen posible que TotalEnergies reanude sus actividades en cualquier momento”, dijo Nyusi.
El grupo energético francés TotalEnergies confirmó que estaba trabajando en la reanudación del proyecto.
Sin embargo, siguen existiendo preocupaciones, especialmente para la población civil, sobre la situación de violencia en la provincia que en el pasado era percibida como un paraíso costero africano hacia el océano Índico.
El despliegue de tropas para combatir los grupos islamistas se produjo principalmente en dos distritos, precisamente aquellos donde se ubica el proyecto de desarrollo del gas licuado.
“Solo dos de los cinco o seis distritos que los insurgentes tenían en su punto de mira han recibido una respuesta de seguridad adecuada”, se quejó Maluleki.
Para el investigador de Good Governance Africa, esto representa un error.
“Todos los distritos afectados por el conflicto necesitan seguridad para que podamos alcanzar un verdadero nivel de paz y estabilidad y abordar las causas profundas del conflicto”, sentenció.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
T: MF / ED: EG
Fuente: https://ipsnoticias.net/2024/01/la-insurgencia-islamista-decae-significativamente-en-mozambique/