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La libre empresa sometida a juicio

Fuentes: Progreso Semanal

Mitt Romney está lanzando la campaña del 2012 como «la libre empresa a juicio» – definiendo libre empresa como el alcanzar el éxito a través de «trabajar duro y asumir riesgos». El senador de Carolina del Sur Jim DeMint, favorito del Tea Party, dice apoyar a Romney porque /realmente necesitamos a alguien que entienda cómo […]

Mitt Romney está lanzando la campaña del 2012 como «la libre empresa a juicio» – definiendo libre empresa como el alcanzar el éxito a través de «trabajar duro y asumir riesgos». El senador de Carolina del Sur Jim DeMint, favorito del Tea Party, dice apoyar a Romney porque /realmente necesitamos a alguien que entienda cómo el riesgo, el asumir el riesgo…es el modo de crear empleos, crear opciones, expandir la libertad». El presidente de la Cámara del Comercio, Tom Donahue, al defender a Romney explica que «esta economía es cuestión de riesgo. Si no se asumen riesgos, no se puede triunfar».

Un momento. ¿Quiénes creen ellos que están soportando el peso de los riesgos? Su cháchara acerca de la toma de riesgos en la libre empresa está patas arriba. Mientras más se sube en la economía, más fácil es hacer dinero sin correr riesgo financiero alguno a nivel personal. Mientras más se baja, mayores son los riesgos.

Wall Street se ha convertido en el centro de una empresa libre…de riesgos. Los banqueros arriesgan el dinero de otros. Si el asunto sale mal, de todos modos cobran sus dividendos. Toda la industria de fondos de protección está diseñada para proteger las apuestas para que los grandes inversionistas puedan ganar dinero independientemente de que el precio de los activos a los cuales apuestan suba o baje. Y si sucede lo peor, los banqueros e inversionistas más importantes serán rescatados por los contribuyentes porque son demasiado grandes para caer. Pero los peores ejemplos de una empresa libre de riesgos son los ejecutivos que amasan millones tras haber fracasado a la grande.

Hacia finales del 2007, Charles Prince dimitió como ejecutivo de Citigroup tras anunciar que el banco necesitaría tomar una cifra adicional de entre 8 y 11 billones de dólares en títulos relacionados con hipotecas vencidas. Prince se fue con una principesca pensión de 30 millones, premios y opciones en acciones, más una oficina, un auto y un chofer por cinco años.

La labor de cinco años de Stanley O’Neal, como ejecutivo de Merrill Lynch, terminó aproximadamente en la misma fecha cuando se hizo claro que Merrill tendría que tomar decenas de billones en títulos de hipotecas vencidas y ser comprada a precio de remate por el Bank of America. O’Neal recibió una liquidación equivalente a $162 millones.

Philip Purcell, quien dejó Morgan Stanley en el 2005 tras una revuelta de accionistas en su contra, se llevó $43.9 millones más $250,000 al año de por vida.

Los pagos por fracaso se extienden mucho más allá de Wall Street. En un estudio que se hizo público la semana pasada, GMI, una prestigiosa firma de investigaciones que monitorea los pagos ejecutivos, analizó los mayores paquetes de partición recibidos por ex- ejecutivos desde el 2000.

En la lista: Thomas E. Freston, quien duró apenas nueve meses como ejecutivo de Viacom antes de ser despedido y se fue con un paquete de salida de $101 millones.

También William D. McGuire, quien el 2006 se vio obligado a renunciar como ejecutivo de United Health por un escándalo de opciones de bolsa y por todos sus problemas recibió un paquete de un valor equivalente a $286 millones.

Y Hank A. McKinnell, Jr.’s, cuya estadía como ejecutivo de Pfizer fue marcada por una caída de $140 billones de su compañía en el mercado de valores. No obstante, McKinnell se fue con una compensación de casi $200 millones, cobertura médica gratis de por vida y una pensión anual de $6.5 millones. (El encuentro anual de Pfizer del 2006 fue sobrevolado por un aeroplano del cual colgaba una bandera que rezaba «!Devuélvelo, Hank!»).

Sin olvidar a Douglas Ivester de Coca Cola, quien dejó su puesto ejecutivo en el 2000, tras un período de crecimiento estancado y declive en los ingresos, con un paquete de salido valorado en $120 millones.

Si algo puede decirse es que los pagos por fracaso están en alza. En septiembre último, Leo Apotheker fue sacado de Hewlett-Packard con un paquete de salida de $13 millones. Stephen Hilbert abandonó Conseco con un estimado de $72 millones aunque el valor de las acciones de Conseco bajo su cargo se hundió de $57 a $5 la acción, en su camino a la bancarrota.

Pero mientras que el riesgo económico ha declinado en la cima, se ha incrementado en los niveles medio y bajo. Más de un 20 porciento de la fuerza laboral norteamericana se encuentra en condición «contingente» – trabajadores temporales, contratistas, consultores independientes- sin seguridad alguna.

Incluso los trabajadores a tiempo complete que han invertido décadas en una compañía pueden de ahora para ahorita encontrarse sin empleo -sin paracaídas, sin ayuda para encontrar nuevo empleo, y sin seguro de salud.

Mientras tanto, la proporción de compañías de gran y media envergadura (200 trabajadores o más) que ofrecen cobertura completa de servicios médicos continúa disminuyendo -del 74 porciento en 1980 a menos del 19 porciento hoy día. Hace 25 años, dos tercios de los empleadores de tales compañías ofrecían también seguro de salud a sus jubilados. Hoy, lo hace menos del 15 porciento.

El riesgo de envejecer sin pensión también está creciendo. En 1980, más del 89 porciento de las firmas grandes y medias concedían a sus trabajadores pensiones de «beneficio definido» que les garantizaban una cantidad fija de dinero mensual tras el retiro. Ahora ha bajado a menos del 10 porciento. En vez de ello, ofrecen planes de «contribución definida» en los cuales el riesgo cae en la parte de los trabajadores. Cuando el mercado de valores cae, como sucedió en el 2008, el plan de 401 (k) cae junto a él. Hoy un tercio de todos los trabajadores con planes de beneficio definido no contribuyen nada, lo cual significa que sus empleadores tampoco contribuyen.

Y el riesgo de perder ingresos continúa creciendo. Antes incluso del desastre del 2008, el Panel de Estudios de Dinámica del Ingresos de la Universidad de Michigan encontró que en cualquier espacio dado de dos años cerca de la mitad de todas las familias experimentaron algún descenso en el ingreso. Y las caídas se estaban volviendo progresivamente mayores. En los años 70 el descenso típico era de un 25 porciento. Para fines de los 90, era de un 40 porciento. Para mediados de los 2000, los ingresos familiares aumentaban y caían, como promedio, el doble de lo que lo hacían a mediados de los 70.

Lo que Romney y los porristas de la libre empresa a riesgo no quieren que usted sepa es que los riesgos de la economía se han estado alejando a paso estable de los ejecutivos y Wall Street para aproximarse al trabajador común. No son solo el ingreso y la riqueza los que ascienden a la cima. La seguridad económica también se está desplazando en esa dirección, dejándonos a todos a la deriva.

En la medida en que la libre empresa esté sometida a juicio, la verdadera cuestión es si el sistema se inclina o no a favor de los que están en la cima y son recompensados independientemente de sus fracasos, mientras que todos los demás somos exprimidos independientemente de cuán duro trabajemos.

El jurado dará su decisión el día de las elecciones. Mientras tanto, Obama y sus demócratas no deberían permitir a Romney y sus republicanos actuar como defensores de una libre empresa a riesgo. Los norteamericanos necesitan saber la verdad. La única manera en que la economía puede prosperar es si tenemos más riesgos en la cima y más seguridad económica en los bajos.

Fuente: http://progreso-semanal.com/4/index.php?option=com_content&view=article&id=4244:la-libre-empresa-sometida-a-juicio&catid=3:en-los-estados-unidos&Itemid=4