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Entrevista

«La mujer saharaui es un sujeto muy difícil de silenciar para Marruecos»

Fuentes: La tinta [Imagen: Jadiya Alí Mohamed Sleima. Foto de Ana Medero para La tinta]

La tinta habló con Jadiya Alí Mohamed Sleima, representante de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis, sobre la lucha de su pueblo, los desafíos en un territorio en guerra y la solidaridad entre mujeres que es fundamental para la liberación.

—¿Naciste en los campamentos?

—Sí.

—¿Qué edad tenés?

—Tengo treinta años.

—¿Y cómo es crecer y vivir en los campamentos?

—Es una vida dura y ahora más con el calentamiento global. Para mí, como es lo único que había conocido, no me parecía tan duro. Una vez que abres un poco los ojos, te educas, conoces otros tipos de realidades, entonces sí ves la dureza de vivir en un campamento de refugiados.

Quien habla es Jadiya Alí Mohamed Sleima, integrante de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis (UNMS). Los campamentos a los que se refiere son los que están ubicados en el sur de Argelia y en los cuales hace más de tres décadas viven unos doscientos mil hombres y mujeres saharauis. A ese lugar, construido de la nada sobre el desierto, llegaron luego de que Marruecos los expulsara a sangre y fuego de su territorio histórico en 1975, en un operativo militar y de traslado de colonos que se conoció como la Marcha Verde.

Jadiya ahora está en Argentina, en un viaje que ya la llevó a Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Bariloche, donde participó en el 36° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries. La historia que cuenta es la de su pueblo, que demanda algo tan básico como la soberanía sobre su territorio. Reclamo que Marruecos le niega. Para eso, la monarquía del rey Mohammed VI no ahorra en aplicar una fuerte represión sobre la población saharaui que quedó en las tierras administradas ilegalmente por Rabat. 

Pero la larga historia de los y las saharauis no está construida solo con dolor y destierro. A través del Frente Polisario, el representante legítimo del pueblo saharaui ante la comunidad internacional, esa resistencia construida en paisajes imposibles de abarcar con la mirada fluye con vigor por el continente africano. 

Desde hace más de dos años, el impase de treinta años de la guerra de liberación contra las fuerzas marroquíes volvió a sacudir a la nación saharaui. Aunque casi nadie habla del actual conflicto bélico entre el Frente Polisario y Marruecos, los días corren entre bombardeos cruzados, bajas militares y un reclamo que la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) debe hacer cumplir: la realización de un referéndum en los territorios saharauis ocupados para que sus pobladores originarios decidan la independencia del Sahara Occidental. Estas tres últimas décadas confirman que Rabat no tiene ningún interés en que se lleve a cabo esa votación; estos treinta largos años también parecen confirmar que a las potencias mundiales les interesa poco la suerte de los hombres y las mujeres saharauis. 

“De pequeñas, lo único que conocemos del Sahara es lo que nos cuentan nuestros padres –dice Jadiya en una charla con La tinta-. Uno de mis sueños es pisar las tierras ocupadas, porque ya pisé las tierras liberadas del Sahara. A gran parte de mi familia materna, mis abuelos, mis tíos, nunca los he visto, excepto por videollamadas”. 

Entre 1975 y 1991, la guerra abierta entre el Frente Polisario y Marruecos se encarnó en las tierras del Sahara Occidental, bañadas por el océano Atlántico y, a su vez, asentadas sobre el desierto que se pierde en el horizonte. Cuando se firmó el acuerdo para detener los enfrentamientos y la ONU decidió la realización de un referéndum de autodeterminación, las fuerzas militares saharauis habían logrado recuperar una parte de sus territorios fronterizos con Argelia y Mauritania. La región liberada quedó separada de la zona ocupada por un muro de más de dos mil kilómetros levantado por la monarquía marroquí, infectado por minas antipersonales. 

Jadiya hace un largo silencio, piensa las palabras, se acomoda la melfha amarilla con la que se visten las mujeres de su patria y dice: “Vivir en los campamentos era sobrevivir. Todo era limitado, había muchísimas necesidades y vivías con lo que tenías. Te lo digo porque vengo de una familia numerosa y siempre vestía las ropas de una de mis hermanas, que es diez años mayor. Tanto las hermanas como los hermanos nos íbamos pasando la ropa porque escaseaba todo. No te digo de tener juguetes, lo que mínimamente podría contar una niña, eso para nada. Fue una infancia más que nada de supervivencia. No vivíamos como las niñas deberían vivir”.

Con el paso del tiempo, con la propia organización del Frente Polisario y del gobierno de la República Árabe Democrática Saharaui (RADS), y la ayuda internacional tanto de países como de agencias de la ONU, los campamentos de refugiados en Tinduf comenzaron a tener vida propia. En la actualidad, hay escuelas, hospitales, una universidad, talleres de confección de artesanías, proyectos laborales a pequeña escala, además de un ejército popular que, pese a su inferioridad numérica y tecnológica, hace dos años le propina duros golpes a las tropas marroquíes parapetadas detrás del denominado Muro de la Vergüenza. 

Mujeres saharauis empoderadas

La Unión Nacional de Mujeres Saharauis fue creada en 1974, en medio de la lucha de liberación del Frente Polisario. En la actualidad, la UNMS tiene presencia en los campamentos de refugiados de Tinduf, en los territorios ocupados por Marruecos y en la diáspora saharaui, asentada principalmente en Europa.

Jadiya cuenta que el principal trabajo de las mujeres se desarrolla en los campamentos, ya que en los territorios ocupados la militancia es mucho más difícil y limitada debido a la represión marroquí. 

La UNMS, según su representante, aborda varias líneas de trabajo y militancia, como “el empoderamiento y emancipación de la mujer en la sociedad saharaui, la educación, la formación en otros campos en los que tenemos menos representación y también en la creación de talleres para la autosuficiencia e independencia económica de las mujeres que no tengan una educación universitaria y no puedan acceder a puestos en instituciones. De esa forma, pueden crear sus propios talleres o pequeñas tiendas, y tener un sustento. Es una forma de emancipación e independencia económica”. 

—¿Cómo se organizan las mujeres saharauis ante la guerra entre el Frente Polisario y Marruecos?

—Hemos vuelto a las armas, pero para la gran mayoría de mujeres saharauis, sobre todo de edad avanzada, no es una situación nueva. Ya la vivieron en la primera guerra, pero es una situación nueva para nosotras, las nuevas generaciones. Pero las tenemos a ellas al frente, que nos guían en ese sentido. La nueva realidad para nosotras es que la mayoría de compañeros hombres tuvieron que irse al frente, lo que supuso un vacío en muchísimos puestos de administración y de otro tipo. Esos puestos tuvieron que ser ocupados por mujeres para que no escaseen ciertos servicios y provisiones. Y que los campamentos y las instituciones siguieran funcionando como lo hicieron todo este tiempo. Aparte, hubo un gran número de voluntarias mujeres que se alistaron en la escuela militar para contar con un entrenamiento acorde con las necesidades actuales. Si en un momento determinado hay necesidades de que las mujeres se unan al combate, existe esa voluntad por parte de las mujeres.

—¿Que muchas mujeres se sumen a la formación militar es algo nuevo en la sociedad saharaui?

—No es algo nuevo. En la anterior guerra, hubo un gran grupo de mujeres que formaban parte de batallones militares que estuvieron luchando y otras que eran enfermeras, que se encargaban de unidades de asistencia sanitaria. Para la sociedad saharaui, no es nada nuevo que las mujeres formen parte del ejército y vayamos a combatir.

Jadiya también habla de la importancia de la solidaridad entre los movimientos de mujeres a nivel internacional. Para las saharauis, estos vínculos son fundamentales para hacer escuchar su voz y explicar su causa. “A veces te encuentras con organizaciones de mujeres que entienden de lo que estás hablando –explica-, porque vienen de un contexto y origen parecidos a los nuestros, como es el caso de organizaciones latinoamericanas y africanas, que son las más cercanas en ese sentido, porque entienden que hemos pasado por una colonización y una ocupación ilegal”. 

“A veces cuesta el doble con organizaciones occidentales. Con ellas hay que invertir más esfuerzo, más tiempo para hacerles entender que se trata de una ocupación ilegal de muchos años –remarca Jadiya-. También es más difícil cuando llegas a unos contextos donde el lobby marroquí es muy fuerte y la historia que han absorbido es la contada por Marruecos. Ahí no solo hay que invertir más tiempo y personal de la propia UNMS, sino que también tenemos que hacernos amigas de ese propio movimiento para que sensibilice y eduque a dicha organización y a otras cercanas sobre la cuestión saharaui”. 

Acoso y violencia sexual como política marroquí

El plan de ocupación marroquí de los territorios saharauis contó con el apoyo de España, que fue el país colonizador de la región y es la “potencia administradora” en la actualidad. La monarquía de Rabat bombardeó el Sahara Occidental al mismo tiempo que trasladó a miles de personas para que se asienten en una tierra que no les pertenece.

Aunque la República Árabe Democrática Saharaui cuenta con el reconocimiento de más de ochenta países y un sinfín de resoluciones internacionales que confirman su legitimidad sobre su territorio histórico, el poder de Marruecos se hace sentir para trabar toda posibilidad de independencia saharaui.

—Hace un tiempo bastante extenso, se informa que hay un malestar cada vez más grande con el rey de Marruecos. ¿Eso puede favorecer a los saharauis para una independencia plena?

—Soy partidaria de una aproximación a la población marroquí, porque creo que, de alguna forma, nos podríamos entender debido a las múltiples opresiones y las violaciones a la que está sometida la población saharaui bajo ocupación. Diría que hay dos grupos en Marruecos. Uno es el que desconoce por completo la cuestión saharaui y otro grupo es el que está bien regado de propaganda marroquí y que realmente cree que los saharauis son separatistas, de que el Sahara siempre ha pertenecido a Marruecos y toda esa historia de que el Sahara en ningún momento fue un territorio y un país independiente de Marruecos, aunque no lo une ningún tipo de lazo social ni cultural ni de ningún otro tipo. Creo que desde la población saharaui se debería, de alguna forma, intentar aproximarse más a la población marroquí, aunque debo decir que es una sociedad que está sometida a tal punto de opresión y, al mismo tiempo, de fidelidad completa a la monarquía que teme mucho llevarle la contra al rey o llevar cualquier tipo de acto que vaya en contra de la agenda monárquica y de ocupación. Te cuento esto porque incluso cuando sales a otros países, con la diáspora marroquí intentas abordar el tema y hay muchos que te lo confiesan y te dicen que no se pueden posicionar en forma directa, hacer declaraciones e incluso en sus perfiles personales de las redes sociales publicar algo del Sahara, porque se arriesgan a que sus familias en Marruecos sufran ataques o sean el objetivo de las fuerzas de seguridad, de que se los oprima. Es verdad que son tierras bastante movedizas y que saber aproximarse a la población marroquí necesita de mucho estudio, de mucha tarea de investigación y de hacerlo de alguna forma que tampoco perjudique la seguridad de esa población para poder trabajar de forma conjunta. 

—¿Cuál es la situación actual del pueblo saharaui dentro de los territorios ocupados?

—Sigue igual e incluso empeora según los acontecimientos que se estén dando. La violación a los derechos humanos es el pan de cada día y la única táctica que utiliza Marruecos para silenciar las voces del pueblo saharaui y, en particular, de las mujeres saharauis. Se sabe que el activismo de las mujeres saharauis es de los más potentes dentro de los territorios ocupados, por eso, la mujer saharaui es un sujeto muy difícil de silenciar. Las tácticas de Marruecos, las más comunes, sabiendo nuestra cultura y nuestra religión, son el acoso y la violencia sexual, que es una forma de acallarlas por todo el estigma que lleva el ser víctima de una violación sexual o del acoso. Pero siempre se topan con una resistencia por parte de las mujeres saharauis y esto es, de alguna forma, lo que los lleva también a recurrir a otros métodos, como las desapariciones forzadas, las torturas y la cárcel. Cuando se topan con una activista muy persistente, normalmente recurren a desplazarla y alejarla de la familia, y eso es una forma de tortura. Las violaciones a los derechos humanos ocurren todos los días. 

A este panorama aterrador, Jadiya agrega un ejemplo reciente. En septiembre pasado, el enviado especial de la ONU para el Sahara Occidental, Stefan de Mistura, visitó El Aiún, la capital histórica saharaui ocupada por Marruecos. Debido a este arribo, la monarquía marroquí “desplegó un cordón policial, de gendarmería y del ejército en toda la ciudad para asegurar que no se lleve a cabo ningún tipo de protesta –recuerda la representante de la UNMS-. Eso fue para trasladar un mensaje al enviado especial de que en el lugar todo es armonía, todo es felicidad, que no hay ningún problema. La mayoría de los desplegados en las calles eran policías vestidos de civil, pero los saharauis los conocen. Y sabemos que salir a las calles es que nos peguen, nos lleven, nos desaparezcan y después no se sepa el paradero. Pero en las afueras de El Aiún, hubo protestas y no pudieron con ellas”.

“Nuestra causa es justa”

Jadiya hizo sus estudios primarios y secundarios en los campamentos de refugiados. Después se trasladó a España, donde se recibió como traductora e intérprete en la universidad. Con el título bajo el brazo, volvió a la tierra de los hijos y las hijas de las nubes. 

“Tengo la filosofía, como muchas saharauis, de que la causa me necesita más en los campamentos que en España –afirma-. Donde yo vivo, los traductores se cuentan con los dedos de las manos, entonces soy más útil ahí. No te digo de todos, pero esta filosofía es de muchos jóvenes, de formarnos, equiparnos bien con las herramientas suficientes no solo para ayudar, sino también para formar a otros para que puedan ayudar en todos los ámbitos. La saharaui es una de las sociedades más multifuncionales. Yo no me puedo limitar nada más que a ser traductora e intérprete, porque si me piden ser periodista, lo hago; si tengo que ser chofer, lo hago. La población saharaui es muy pequeña, no llegamos al millón. Según el último censo en los campamentos, superamos por poco los doscientos mil. Por eso, tenemos que estar en cosas múltiples y saber de todo para, principalmente, visibilizar la causa a diferentes niveles. Y al final, tienes que aprender de todo. 

—Vos, tus compañeras y familiares, ¿cómo hacen para resistir en todos los ámbitos y en lo cotidiano?

—La verdad que no es fácil, porque aparte de la convicción, que la tenemos todas, de que nuestra causa es justa y que si no luchamos nosotras, nadie lo va a hacer, una tiene una batalla interna. Estoy convencida de que tengo que estar en los campamentos, mi causa me necesita, pero también tenemos nuestras necesidades personales. Ni yo ni ningún saharaui quiere estar en un campamento de refugiados. Con mi formación, como muchos otros con sus formaciones, podría estar en cualquier sitio del mundo, pero si haces eso, sientes como que defraudas a tu causa. 

Jadiya es sincera al decir que “levantarse cada día es un reto, porque hay necesidades que a lo mejor no son tan básicas, pero si estuviéramos en nuestro país, estarían garantizadas. Al estar en un campamento de refugiados, debes mirar para otro lado y decir que algunas cosas no son tan necesarias. Algo simple, como tener un aire acondicionado en un lugar que llega a hacer 53 o 54 grados de temperatura en verano, o tener una red de electricidad estable, porque a veces falla o, si no, tener un generador. Como mujer, no tengo necesidad de estar con un abanico en medio del desierto para subsistir. No estamos hablando de dos meses de verano, estamos hablando de cuatro y hasta cinco meses. El año pasado, el calor llegó hasta noviembre y empezó a finales de mayo. Aparte del calor, están las tormentas de arena, además de tener que subsistir”. 

“Somos un Estado que no tiene acceso directo a sus recursos naturales, tampoco tenemos una economía que podemos gestionar nosotros mismos, con unos ingresos que puedan sustentar a toda una población –explica la joven de la UNMS-. Hay mucha gente que tiene negocios privados, pero la gran mayoría en los campamentos no tiene trabajo, sobre todo gran parte de la juventud. Somos un Estado que sobrevive por las ayudas de Estados amigos y la población por parte de las agencias de ayuda de Naciones Unidas y ONG internacionales. Pero eso alcanza para lo básico. Si un día te quieres comer un plátano, te lo tienes que comprar, porque no está en la cesta básica. Gran parte de la población joven está desempleada y, al final, recurre a la migración, y es algo totalmente comprensible. Nosotros, en general, somos familias numerosas, entonces un joven te dice que no puede dejar que su familia sobreviva, porque no vive, sino que sobrevive con la cesta básica que reparte el programa de alimentos. Tal vez las personas mayores tienen otras necesidades alimentarias y, para lograrlo, se tienen que buscar un trabajo y en los campamentos no hay. Pero no hay no porque no se quiere, sino que no hay medios para ello. Tienes a gran parte de la población joven, formada, emigrando a terceros países, en su mayoría occidentales. Pierdes capital humano que está formado, capacitado, que está en una edad muy joven y eso es una pérdida. Los retos son varios: climáticos, sociales, económicos.

—Frente a este panorama, ¿la legitimidad del Polisario sigue siendo firme?

—Sí, es incuestionable y el apoyo es total, porque es nuestro único representante legítimo, es nuestro movimiento de liberación. Mientras esté la ocupación marroquí y no tengamos la independencia, seguirá siendo nuestro movimiento de liberación hasta que lleguemos al final, que es la independencia total del territorio saharaui. Una vez que se logre esa independencia, ya habrá una ventana abierta a partidos políticos. Pero actualmente, y creo que podría hablar por los saharauis, hay una firme convicción de que el Frente Polisario es el único representante. Aunque Marruecos intente continuamente vender la imagen de que no representa a todos los saharauis. Podría decir que es el único movimiento que nos representa y que vela por los intereses de todos los saharauis.

Fuente: https://latinta.com.ar/2023/10/19/mujer-saharaui-dificil-de-silenciar-marruecos/