Traducido por John Brown
Michel Foucault, fue, por excelencia, uno de los pensadores que quedaron asociados a mayo del 68 y a su legado tanto teórico como práctico. Lo que se sabe algo menos es que Foucault, en mayo y en los meses anteriores de 1968, no estaba en París, ni siquiera en Francia. Se encontraba en Túnez donde enseñó filosofía durante dos años en la universidad de la capital.
Durante su estancia en este país «agraciado por la historia, que vio en directo a Anibal y a San Agustín» 1 , él mismo vio «en directo» la explosión de un movimiento estudiantil, bastantes meses antes del de Francia, que le causó una tremenda impresión y lo llevó a interesarse por primera vez en mucho tiempo de manera tan inmediata por la política y a intervenir personalmente en ella : durante un cierto tiempo escondió en su casa la multicopista de sus alumnos y, después, a sus propios alumnos sometidos a la dura represión de Burguiba. Como resultado, recibió bastantes advertencias de la policía y sufrió una agresión acompañada de una paliza (algo parecido a lo que ocurrió hace unos días a Dimosthenis Papadatos Anagnostópoulos a manos de la autodenominada brigada «anti»terrorista) 2 .
Este insignificante detalle puede servir de recordatorio de los movimientos capilares, infinitesimales dentro de los cuales se constituye, incluso en el siglo XXI, un «vaivén» (un tira-y-afloja, un toma y daca, un » aliş-veriş » en la lengua que estaba en uso tanto en Grecia como en Turquía) entre los complejos lugares que solemos interpretar conforme al binomio esencialista «Oriente/Occidente».
El actual levantamiento de la multitud postfordista en las calles de Túnez, de Sidibuzid y otras ciudades con nombres que parecen salir de las páginas de Prokopios o de los versos de Kavafis como Karchidona o Al Manastir , se podría leer también como una forma encantada e inconsciente de corresponder al regalo que con la misma inconciencia ofreció aquel lejano abril de 1968, con el improbable encuentro entre un «joven archivero» que intentaba desertar del asfixiante puritanismo de la primera generación francesa de posguerra y una primera generación postcolonial de estudiantes magrebíes de ambos sexos que se sublevaron con referencias ideológicas trotskistas y maoistas, antes de que se impusiera el asfixiante puritanismo musulmán como «única vía» para sus sociedades.
Hablando de la misma época, Paolo Virno diría más tarde:
» La experiencia decisiva de mi juventud fue la lucha revolucionaria en un país capitalista desarrollado (…), que ya tenía un elevado porcentaje de diplomados. No participé en ningún levantamiento contra la pobreza ni contra la dictadura, sino en un enfrentamiento radical que tenía por objetivo la destrucción de esta forma contemporánea de barbarie que constituye el trabajo asalariado. No éramos «tercermundistas» sino «americanistas». Luchando en la FIAT de Turín, pensábamos en Detroit, no en Cuba ni en Argel » 3 .
Lo importante de la revolución tunecina, la primera desde hace décadas en un país árabe o mediterráneo, es que retoma este hilo que parecía definitivamente perdido, y muestra que ya no sólo «Turín», sino el propio «Argel» pueden pensarse como los equivalentes actuales de «Detroit» y no sólo pueden pensarse, sino que son un mismo taller de experimentación del éxodo frente a la «forma actual de barbarie». Los diplomados subempleados, los vendedores ambulantes de los mercados, los camareros y los empleados de los hoteles, los jueces con sus togas, las mujeres con sus cabellos descubiertos o cubiertos que salieron a la calle no luchaban por la independencia, la descolonización, el Estado nacional-social como «primer paso hacia el socialismo», lo que encendió su deseo, el objetivo inicial y final -a la vez que la herramienta- de su éxodo era la propia vida: la comunicación, las capacidades afectivas y lingüísticas, la movilidad y, naturalmente, Internet, twitter, los móviles, que ya no hay que esconder como sus antecesores escondían las multicopistas, porque son tan numerosos y tan difusos que a » ningún general de la Libia occidental » como el del poema de Kavafis le valdría la pena siquiera buscarlos..
Desde esta perspectiva, el diciembre-enero tunecino es claramente el primo carnal del diciembre-enero griego de hace dos años. De nobis fabula narratur , diría Escipión el Africano…
NOTAS
1 Palabras dirigidas por Foucault a su colega Jelila Hafsia (cf. Didier Éribon, Michel Foucault )
2 Se trata de un miembro de las juventudes del partido de la izquierda parlamentaria Synaspismós, que fue detenido, golpeado y humillado por agentes de la brigada antiterrorista griega que lo «confundieron» con un terrorista. http://rednotebook.gr/details.php?id=1454.
3 » Postfordismo – ética – política «, entrevista publicada en la revista griega Panoptikón .
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