Mucho se ha especulado con que el gobierno de Estados Unidos trata de ocultar cuán obscenamente alta es la distribución de la riqueza privada de y en la nación; pero una presentación notablemente clara quedó plasmada en el portal de la Junta de Gobernadores del Sistema de la Reserva Federal, el banco central estadounidense.
El senador demócrata Bernie Sanders aseguró que la codicia de las empresas estadounidenses «ha resultado en que este país tenga más desigualdad de ingresos y de riqueza que cualquier otro de los mayores países en la Tierra».
Según el informe, los blancos poseen el 84,1% de la riqueza, por encima del porcentaje de la población que representan, frente al 4,1% de los afroamericanos, el 2,4% de los hispanos, y el 9,5% de otras razas. ¿Desigualdad?: El 1% de hogares más adinerados del país acaparó en el pandémico 2020 el 35% de la nueva riqueza creada.
La imagen de 2021 mostró contrastes raciales, generacionales y educativos, y sirve de mapa donde encontrar a los grandes ganadores del año de la pandemia: el 1% de los hogares más pudientes de EE UU aumentó su patrimonio en más de cuatro billones de dólares el año pasado, lo que supone que acapararon el 35% de toda la nueva riqueza generada, frente al 34% del otro 9% más rico del país. La mitad más pobre, pese a ser mucho más numerosa, solo absorbió el 4% de ese crecimiento.
El acceso del 50 por ciento de los ciudadanos más pobres de Estados Unidos a la riqueza creada en el país se redujo al dos por ciento en 2019, de acuerdo a un estudio de la Oficina de Presupuesto del Congreso. Dicho guarismo descendió considerablemente en comparación con 1989, cuando la mitad más desfavorecida de los pobladores poseía el cuatro por ciento del patrimonio total de la nación.
Para la clase media y media alta (donde se concentran los hogares con el 50 y el 90 por ciento de la distribución de ingresos), su parte del pastel decreció de un tercio, hace tres décadas, al 26 por ciento en 2019. Por el contrario, el 10 por ciento superior de los perceptores de capital aumentó su participación, y ahora posee dos tercios de la riqueza total del país, con la mayoría de las ganancias concentradas en el uno por ciento de más arriba.
Los tres millones de personas que componen el uno por ciento más rico de los estadounidenses valen colectivamente más que los 291 millones de estadounidenses que componen el 90 por ciento inferior.
El senador por el estado de Vermont, Bernie Sanders señaló: “Vivimos en una sociedad en la que a la gente de arriba, la clase multimillonaria, le está yendo fenomenalmente bien y la gente trabajadora se está quedando cada vez más rezagada”. Sanders remarcó que billones de dólares van al uno por ciento mientras la clase trabajadora y la clase media se empobrecen.
Acorde con el estudio, para la mitad más pobre del país, la riqueza se estancó entre 1989 y 2007 y se desplomó durante la Gran Recesión de 2008, que eliminó billones en capital inmobiliario. Desde la caída de dicho mercado, el 25 por ciento más pobre también se ha endeudado cada vez más.
La estadística muestra que el presidente Joe Biden tendría un arduo trabajo si se decidiera a reeducir las enormes brechas de desigualdad, donde el 20 por ciento de los más ricos acapara el 70 por ciento de toda la riqueza, un ocho por ciento más que dos décadas atrás.
Los datos de 2020 y 2021 de la Reserva Federal exhiben otras brechas. La educativa es una de las más claras: aquellos con estudios universitarios nunca han acaparado un porcentaje mayor de la riqueza que ahora, si bien su número ha ido aumentando con los años: suman el 71,8% del patrimonio total contra el 1,6% de los que no se graduaron.
Los mayores de 70 años abarcan la cuarta parte de la riqueza del país, más que en cualquier otro periodo de la serie histórica, mientras que el peso de los menores de 40 años mejora, pero está lejos de los niveles previos a la Gran Recesión, y los beneficios del crecimiento les llegan mucho más diluidos que a sus mayores: son dueños de apenas el 6% del patrimonio.
Paralelamente, nuevas revelaciones sobre prácticas de elusión fiscal por parte de los más ricos del país son denunciadas por la prensa. El Servicio de Impuestos Internos (IRS, en sus siglas en inglés), apunta a que el 1% de hogares más ricos no declara alrededor del 21% de sus ingresos. El informe culpa del 6% de la evasión a estrategias sofisticadas indetectables para las inspecciones aleatorias.
Según la prensa, los estadounidenses de ingresos elevados crean cada vez más sociedades familiares o inmobiliarias, no siempre fáciles de rastrear, e ideadas expresamente para evitar el pago de impuestos.
El dinero y el poder sobre los políticos
El 20% de la población, que acapara el 70,6 % de toda la riqueza del país, domina el dinero político de la nación: prácticamente todos los sobornos que llenan los cofres de campañas políticas provienen del quintil más rico de los estadounidenses, y el 1% superior contiene a todos los ‘hacedores de reyes’.
Pero, asimismo, ese 1% superior tiene mucho más, que el resto del 20% superior, disponible para donar a sus políticos favoritos, porque ocupan los puestos de las junts corporativas y seleccionan a los ejecutivos corporativos que contratan. los cabilderos del Congreso para entretener, recompensar y contratar a los miembros cruciales para servir a sus corporaciones.
Y a ese uno por ciento que controlan todas esas corporaciones, incluidas las que controlan todos los medios noticiosos principales y la mayoría de los medios menores, manipulan la información y, por lo tanto, a las opiniones que tiene la mayoría de los votantes (en cada partido).
Estados Unidos tiene alrededor de mil multimillonarios, que tienen control sobre tanto dinero discrecional como para lograr que el Congreso no apruebe ningún proyecto de ley al que se opongan estos súper ricos. El millar de personas que controlan el gobierno de EEUU y los partidos Demócrata y Republicano, está integrado por multimillonarios, que también controlan las corporaciones internacionales.
En siglos anteriores, los aristócratas eran conocidos públicamente por títulos formales; pero en las ‘democracias’ de hoy, están, en cambio, tan ocultas como pueden estar. No quieren que el público sepa que el gobierno los representa solo a ellos y no al pueblo, en nombre de la democracia.
Nadie se atreve a plantear que es hora de cambiar de modelo y menos de régimen, pero el mensaje desde Washington insiste en cambiar de régimen a líderes extranjeros a quienes los multimillonarios estadounidenses quieren desaparecer para garantizar sus negocios. Y si se niegan, las tropas están dispuestas a garantizar la voluntad que los poderosos.
*Analista del Observatorio de Estudios Macroeconómicos de Nueva York, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)