En un intento por superar la censura oficial y el bloqueo informativo, la oposición tunecina denunció decenas de muertes -hasta 35, según la fuente- en enfrentamientos entre la Policía y manifestantes que participan en la revuelta popular que sacude al Magreb. Los disturbios continuaron ayer en varias localidades tunecinas, principalmente Kaserine, Thala, Regueb y Gafsa […]
Los disturbios continuaron ayer en varias localidades tunecinas, principalmente Kaserine, Thala, Regueb y Gafsa en el centro y el suroeste del país.
El partido opositor tunecino Etajdid (Renovación) pidió al presidente Zine Al-Adibidine ben Alí que los militares regresen a sus cuarteles tras los violentos disturbios de los últimos días, que han causado numerosos muertos, aunque las fuentes no llegan a ponerse de acuerdo en relación al monto total. El Gobierno no ha reconocido más que la muerte de catorce civiles en los enfrentamientos.
En un comunicado, el secretario general de Etajdid, Ahmed Brahim, instó a la creación de una comisión independiente que «investigue los hechos y determine responsabilidades en la escalada que ha llevado la situación a un nivel tan grave de deterioro».
Fuentes de la oposición y de los sindicatos elevaron a 35 la cifra de muertos que el Gobierno mantiene en catorce.
Palo y zanahoria
Ben Alí se refirió a las movilizaciones por la mejora de las condiciones de vida como «actos terroristas imperdonables perpetrados por bandidos encapuchados», pero, al mismo tiempo, prometió crear 300.000 empleos en los próximos dos años, en un discurso televisado a todo el país.
Las muertes registradas durante el fin de semana supusieron el punto más alto de las protestas que duran ya un mes. Además de la falta de trabajo, denunciaron la excesiva mano dura aplicada por las autoridades. Ayer, varios testigos afirmaron que la Policía abrió fuego para dispersar a la multitud en varias localidades tunecinas.
En la localidad de Gassrine, a 200 kilómetros de la capital, un testigo citado por Reuters declaró que el funeral por las muertes del fin de semana derivó este lunes en un enfrentamiento con la Policía.
En la localidad de Regueb, en el centro del país y que ha sufrido los disturbios más violentos, los funerales por los manifestantes muertos se convirtieron también en ruidosas protestas, según los testigos. En algunas zonas del municipio, la Policía antidisturbios se enfrentó con varios civiles, aunque no se informó de ninguna baja.
En la capital, los estudiantes lideraron una marcha para denunciar la represión policial, aunque los comercios siguieron abiertos y existía un amplio despliegue policial.
En vista de la dificultad para controlar la situación, el Gobierno anunció ayer el cierre «hasta nueva orden» de las escuelas y universidades en todo el país.
Entretanto, la Alta Representante de Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Ca-therine Ashton, reconoció su «preocupación» por los acontecimientos del fin de semana, instó a los partidos a practicar «la contención» y demandó a las autoridades la liberación «inmediata» de los periodistas, blogueros y sindicalistas detenidos por manifestarse pacíficamente en el país.
Preguntada por si lo sucedido afectaría a la relación entre Túnez y la UE, insistió en que «los derechos humanos son un elemento muy importante de nuestro diálogo con Túnez» para poder «reforzar» las relaciones bilaterales.
En ese contexto, la Federación Internacional de las ligas de Derechos Humanos (FIDH) reclamó la suspensión de las negociaciones sobre un «estatuto avanzado» de asociación entre la UE y Túnez.
Argelia
En Argelia, las autoridades cumplieron rápidamente con su promesa de bajar los precios de los productos alimenticios, cuya subida ha provocado cinco días de violencia, con un saldo de cinco muertos, 800 heridos, numerosos daños materiales y más de un millar de detenidos.
En medio de una tensa calma, varios testigos citados por AFP, informaron de que empresas y servicios de todo el país volvieron a retomar sus actividades, a pesar de los daños significativos sufridos durante los enfrentamientos.
El Gobierno había prometido el sábado la bajada de precios y la mejora de las condiciones sociales, en un país pobre y con un paro casi endémico.
La Federación Internacional de las ligas de Derechos Humanos (FIDH) reclamó la suspensión de las negociaciones sobre un «estatuto avanzado» de asociación entre la UE y Túnez.
A diferencia de lo sucedido en los disturbios de octubre de 1988, que llevaron al islamismo político al cénit de su popularidad, esta vez no han logrado sacar réditos de esta nueva revuelta para ganarle terreno al Gobierno.
«Los islamistas perdieron la guerra de la opinión pública ante el discurso oficial que los presenta como asesinos, degolladores de niños y mujeres», aseguró a AFP el politólogo Ismail Maaraf. «Los jóvenes, conectados ahora al mundo gracias a Internet y a la televisión por cable, son menos permeables al discurso integrista», añadió el experto.
A finales de los 80, en la revuelta se comprometieron a barrer al régimen corrupto del partido único, lo que les valió un fulgurante ascenso que se tradujo en victoria en las siguientes citas electorales, aunque el Ejército acabó invalidando el triunfo y sumió al país en un enfrentamiento que dejó más de 200.000 muertos.
La guerra iniciada desde el poder contra ese sector islámico que amenazaba su hegemonía ha hecho mella, y eso se ha traducido en la escasa respuesta que ha tenido el llamamiento realizado por sus líderes, que, según AFP, apenas reunió a decenas de personas.