Fuerzas especiales europeas están presentes en suelo libio y su concurso está siendo clave en la batalla de Trípoli. Las británicas SAS y los comandos de operaciones especiales (COS) franceses, conocidos por sus actividades de injerencia en muchos países africanos, han recibido el encargo de concentrarse en la caza de Gadafi, mientras en el frente […]
Fuerzas especiales europeas están presentes en suelo libio y su concurso está siendo clave en la batalla de Trípoli. Las británicas SAS y los comandos de operaciones especiales (COS) franceses, conocidos por sus actividades de injerencia en muchos países africanos, han recibido el encargo de concentrarse en la caza de Gadafi, mientras en el frente oriental asesoran a los rebeldes en su intento de sitiar la ciudad de Sirte, uno de los bastiones que mantiene el régimen libio.
Los rebeldes intentaban acabar con los focos de resistencia del régimen en Trípoli, presente en varios barrios, y seguían a la caza de Muamar al-Gadafi, mientras trataban de ultimar el asalto sobre Sirte, bastión del régimen a medio camino entre Misrata y Bengasi, capital de la rebelión.
Contaban para todo ello no sólo con el apoyo de los bombardeos de la OTAN sino de tropas especiales sobre el terreno.
El ministro de Defensa británico, Liam Fox, confirmó que la OTAN está suministrando recursos de inteligencia y equipos de búsqueda, concretamente «aviones y materiales aéreos» en la caza del coronel Gadafi y de otros miembros del régimen. Preguntado por la presencia de comandos especiales de las SAS, filtrada por «Daily Telegraph», el ministro se limitó a señalar que «por el momento, no podemos hacer ningún comentario sobre las fuerzas especiales». Londres mantiene siempre en secreto los operativos de las SAS.
El diario británico asegura que, «por primera vez, fuentes del Ministerio de Defensa han confirmado que fuerzas especiales llevan desplegadas en Libia desde hace semanas y han jugado un papel crucial en la batalla de Trípoli». Habrían recibido ahora la orden de concentrarse en la búsqueda del líder libio.
Un corresponsal de AFP constató la presencia, desde hace semanas, de agentes franceses y británicos en una refinería en Zuwaytinah, en el cuartel general de los rebeldes en el frente oriental. Situado 150 kilómetros al suroeste de Bengasi, Hervé Bar apuntaba a la posibilidad de que los franceses sean miembros del Comando de Operaciones Especiales (COS).
A finales de abril, Gran Bretaña, Estado francés, Italia y EEUU reconocieron haber enviado asesores militares a Libia, lo que contravino abiertamente el mandato de la resolución 1973 de la ONU, que autorizaba a cerrar el espacio aéreo y a, genéricamente, «proteger a los civiles de los bombardeos» de los que se acusaba al régimen. En una nueva violación del mandato, París reconoció en mayo que estaba suministrando desde el aire armas a los rebeldes amazighs (bereberes) de las monta- ñas Nafussa, en el frente noroccidental libio.
Ayer mismo se supo que una empresa de armamento canadiense, Zariba, suministró a los rebeldes sitiados en la ciudad de Misrata un pequeño drone (avión no tripulado) para espiar y localizar a las tropas del régimen. Este tipo de aparatos permite a un Ejército no tener que arriesgarse en desplazamientos para avistar al enemigo.
Oficialmente, el Gobierno galo niega la presencia de tropas en suelo libio. También lo hace Qatar, aunque se ha constatado la presencia de soldados de esa satrapía de la Península Arábiga, así como la de jordanos.
La presencia de tropas extranjeras tanto en Trípoli como en otros frentes de guerra -negada oficial y lógicamente ayer desde Bruselas por los portavoces oficiales aliados-, es un síntoma no ya de la conocida debilidad o incapacidad militar de los rebeldes sino de la urgencia de las potencias occidentales ante la perspectiva de un empantanamiento de la situación.
Sólo ello explica que, como el propio ministro de Defensa señaló, «la OTAN estuvo anoche (por la noche del miércoles) más activa de lo que lo ha estado en los últimos días».
Fox contrapuso a la «euforia» de los últimos días la necesidad de «mantener cierto sentido de la perspectiva». Tras no ocultar su sorpresa por que el régimen no haya opuesto «una férrea resistencia», advirtió de que «mantiene un nivel considerable de pericia militar, aún posee reservas de armas y tiene capacidad de mando y control». «Es probable que haya días frustrantes antes de que el pueblo libio se libere completamente del legado de Gadafi», auguró.
«El juego no ha terminado»
El jefe del Comité Militar de la OTAN, almirante Giampaolo de Paola, coincidió al advertir de que «el juego no ha terminado» y aprovechó para insistir en la tesis oficial de que no tienen previsto enviar tropas sobre el terreno, aunque apostilló que cualquier futuro papel de la OTAN tendrá que ser bajo petición». Todo un eufemismo, atendiendo a los acontecimientos en estos meses de campaña.
Que todo no ha terminado era evidente, incluso en Trípoli. Los rebeldes anunciaron una ofensiva «decisiva» contra el barrio de Abu Salim, uno de los bastiones del régimen. «Tenemos información precisa sobre dónde se encuentran los restos del régimen y dónde tienen las armas», explicó el portavoz de la Brigada de los Mártires de Trípoli, Anis Sharif. Para ello contaban con los continuos refuerzos que llegaban desde las localidades del noroeste como Yefren, Nalut y al-Zawiyah, en el noroeste.
Los rebeldes limitaron a grupos de francotiradores la presencia de gadafistas en el vecino barrio de Hatba Charkia. La brigada de Misrata era la encargada de este último frente. «Vamos a tirar sobre las fachadas granadas perforantes para que queden expuestos», anunció Osam Mohamed al-Ahrar, quien participó en los combates urbanos en la ciudad, situada a 200 kilómetros al este.
Con todo, los rebeldes auguraban una dura batalla. Isa Ali, que encabezaba a un grupo de milicianos, reconocía que la situación en el sur de la ciudad «es mala» y matizaba los discursos triunfalistas, asegurando que controlan sólo el 80% de la capital. Algunos aludían a que «las tropas gadafistas han armado a los civiles para resistir», otros a la descoordinación rebelde, una de sus constantes en esta guerra, y otros a su extenuación en el sexto día de combates.
Confusión y caos
Muchas seguían siendo las muestras de lo confuso e incluso caótico de la situación. Un centenar de presos de una cárcel del sureste de Trípoli murió en el fuego cruzado entre los rebeldes, que pretendían liberarla, y tropas del régimen. La residencia del embajador de Venezuela en Trípoli fue saqueada e incendiada la víspera por un grupo de milicianos rebeldes ante el silencio de todas las cancillerías occidentales, tan celosas de su integridad cuando sus legaciones son atacadas, como ocurrió recientemente en Siria.
Otro grupo, identificado como perteneciente a la facción yihadista de los shebab en el seno de la rebelión, atacó a tiros el hotel Corintia, situado en el centro de la capital y que alberga a buena parte de los periodistas extranjeros. Algunas fuentes situaban en dicho hotel a Saadi Gadafi, uno de los hijos del coronel y conocido por su paso por el fútbol profesional.
Portavoces rebeldes ubicaban por su parte a Saif al-Islam Gadafi, señalado como sucesor del coronel, en la zona de Siahiya, al oeste de la capital, donde tendría seguidores. Respecto a Hamis, que lidera las brigadas de combate del régimen, los rumores lo colocaban al frente de la resistencia en Trípoli.
De su padre, ni rumores.
En el frente oriental, los rebeldes seguían parados en Ben Yawad, 140 kilómetros al este de su segundo objetivo prioritario, la ciudad gadafista de Sirte.
Dos incursiones en la primera localidad se saldaron en los últimos días con la muerte de los comandos de avanzadilla. «La población local nos ha engañado dos veces. Hemos aprendido la lección», señaló uno de los comandantes rebeldes.
Valle Rojo y región de Fezzan
El régimen habría situado varias líneas defensivas en el Valle Rojo, situado al este de Sirte. «Parece que no tienen intención de rendirse. Es como si protegieran a algo o a alguien», señaló el comandante del frente oriental, Fawzi Bukatif. «¿Al coronel Gadafi, a alguno de sus hijos? Puede ser…», añadió.
Tampoco el frente noroccidental parecía seguro. Tropas de Gadafi rodeaban y bombardeaban Zwuara, en la carretera que lleva a la frontera tunecina, todavía bajo control del régimen.
Todo ello sin olvidar que el régimen sigue teniendo bajo control la región suroccidental de Fezzan, un nudo estratégico con fuerte presencia tuareg que permite la comunicación con Níger, Chad y Argelia, vital para garantizar el suministro de combustible a los restos del régimen.