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Conversación con Radhia Nasraoui sobre la victoria del partido Ennahda, las perspectivas para las mujeres y la debilidad de la izquierda en Túnez

«La OTAN y sus bombas han allanado el camino a la sharia»

Fuentes: junge Welt

Traducido por Javier Fernández Retenaga para Tlaxcala

Tras su victoria del 23 de octubre en las elecciones a la asamblea constituyente, el partido islamista Ennahda ha iniciado negociaciones para la formación de un gobierno de transición. Los partidos Congreso para la República (CPR) y Ettakatol han tenido ya conversaciones con los islamistas. El partido Ennahda consiguió alrededor del 41,5% de los votos y obtuvo así 90 escaños de los 217 que componen la asamblea constituyente. El número dos del partido, Hamadi Jebali, será probablemente el jefe de gobierno.

El CPR, con 30 diputados, se convirtió en la segunda fuerza política, seguida por el Ettakatol, con 21 escaños. El Partido Justicia y Desarrollo obtuvo 19 escaños, pero seis de sus candidatos, entre ellos el de la circunscripción de Sidi Bouzid, fueron excluidos por irregularidades. Los diputados deberán redactar una nueva Constitución y elegir a un presidente, que luego nombrará al jefe del gobierno de transición.

En Sidi Bouzid, donde se inició el movimiento de protesta tunecino, tras hacerse públicos los resultados se produjeron protestas y altercados en parte violentos. El jefe de Ennahda, Rachid Ghannouchi, llamó a los habitantes de la ciudad a la calma. Anunció la «instauración de un sistema democrático», al tiempo que recalcó la importancia del papel de la mujer en el «proceso de decisión político» y de no perder los logros alcanzados en este sentido. Según sus datos, en la asamblea constituyente las mujeres ocupan 49 escaños, 42 de las cuales pertenecen al partido Ennahda. Anunció que en el plazo de un mes se formaría una coalición de gobierno provisional.

El 14 de junio de 2011 los jóvenes revolucionarios tunecinos hicieron huir al dictador Zine El Abidine Ben Alí. Poco antes de las elecciones del 23 de octubre, en las calles de Túnez y de otras ciudades del país se volvió a vivir un clima de optimismo. Ahora, la victoria del partido islamista de Rachid Ghannouchi ha provocado una conmoción en el país. ¿Cómo ha podido suceder esto?

Son las primeras elecciones libres tras veinte años de dictadura. La conciencia política de tunecinas y tunecinos es aún débil. Muchos ni siquiera sabían a quién votar hasta que el 23 de octubre entraron en el colegio electoral. Se presentaron a las elecciones más de cien listas. Algunas de ellas fueron creadas por acólitos de Ben Alí, antes pertenecientes a la Agrupación Constitucional Democrática (RCD), con el propósito de sembrar de este modo desconcierto y desconfianza en las primeras elecciones libres. El partido comunista POCT se presentó como «L’Alternative Revolutionaire», pero mi nombre como conocida defensora de los derechos humanos y activista contra la tortura no se mencionaba en los documentos electorales. Ghannouchi, por el contrario, recibió todo el apoyo de los medios, no hubo tertulia televisiva o artículo de prensa en el que no fuera convenientemente mencionado. Muchos han votado a Ennahda por desesperación, porque de otro modo temían dar su voto sin saberlo a las viejas fuerzas de la dictadura. 

Nada más celebrarse las elecciones se han producido protestas en las que se gritaba «Ennahda, 30 dinares». ¿Qué significa esto?

La victoria del Ennahda de Ghannouchi se ha comprado con dinero. Se han puesto sobre la mesa grandes cantidades para comprar votos. La gente de Ennahda ha ido por todo el país con las manos llenas repartiendo alimentos, tarjetas de teléfono o directamente dinero en metálico a modo de soborno. Precisamente en las zonas más desfavorecidas han sacado provecho de la pobreza de la gente y de su falta de determinados bienes. Ha llegado a mis oídos un caso en que incluso han ofrecido un cordero para la fiesta islámica del sacrificio que se celebra el 6 de noviembre. ¡Estos días podía leerse en la prensa que los corderos escasearían en esa fiesta! Aun el mismo día de las elecciones han repartido trozos de carne especialmente a familias pobres. No se puede decir que esto sea propio de una campaña electoral. Es un proceder corrupto.

¿Hay pruebas de ello?

Está claro que no había cámaras delante cuando se producían los sobornos. Pero hay muchos testigos que dan fe de este tipo de hechos.

De manera que Ennahda ha gastado dinero a espuertas. En muchas ciudades, en el periodo álgido de la campaña el partido islámico ha ocupado la plaza más grande del centro de la ciudad y en pantallas gigantes ha presentado a Ghannouchi como si se tratara de una estrella y como vencedor de las elecciones aun antes de que celebraran, mientras que otros partidos se han visto relegados a centros juveniles de las afueras. ¿De dónde han sacado el dinero?

Eso nos preguntamos también nosotros. Se dice que han recibido dinero de Arabia Saudí. Cabe pensar allí están interesados en que en Túnez se establezca a toda costa un sistema islamista. Pues Túnez representa un papel pionero para otros países árabes. La financiación que el partido haya recibido es una cosa. Peor aún es que días antes de las elecciones se haya presionado a los potenciales electores. Una compañera me ha comentado que su madre ha sido visitada varias veces por impetuosos miembros de Ennahda que la acosaron hasta lograr que, con los nervios rotos, les prometiera el voto. Son precisamente las personas mayores de las zonas rurales las que han debido de sentirse más amenazadas e intimidadas. También de ello hay testigos.

Desde la victoria islamista, en la avenida Bourguiba se reúnen a diario jóvenes que irónicamente se llaman a sí mismos «diplomados en paro y desempleo». La mayoría de ellos tienen ya un título universitario y esperan un empleo desde hace años. Dicen que tras la victoria de Ennahda sienten que la revolución se ha visto traicionada y temen por su futuro. Pedían libertades ciudadanas y ahora tienen que dar un paso atrás para discutir si las mujeres han de llevar velo, si la sharia entrará en la Constitución o acerca de la poligamia. ¿Se ha perdido toda esperanza?

Ennahda es un partido orientado a la derecha que quiere llevar nuestra ruptura democrática a la Edad Media. Cuando afirma ser inofensivo y envía claras señales en tal sentido, se debe únicamente a la presión de la calle. Tan pronto ésta disminuya, los islamistas se quitarán la máscara liberal. Pero ¿creen de verdad que las mujeres tunecinas emancipadas y con formación volverán a permitir imposiciones? Por mi parte, preferiría morir antes que tener que llevar un niqab. No se atreverán a cambiar todo eso, pues lucharemos firmemente contra ello. Dentro de un año volverá a haber elecciones.

¿Qué teme que Ennahda, tras su victoria, pueda introducir en la Constitución?

Lo que sobre todo me preocupa es que la oposición no está bien preparada para defenderse en caso de que se recorten las libertades. Y no tengo ninguna confianza en ese partido. De puertas para afuera se muestra jovial, es tu amable y tolerante vecino islamista, pero por detrás no hacen más que desacreditar a las fuerzas progresistas. Por ejemplo, de esos círculos procede la idea, recientemente difundida, de permitir a las mujeres trabajar a media jornada. Esto significaría privarles de un sostén económico, pues nadie puede vivir con el salario de un empleo a media jornada. Lo ha dicho el portavoz de Ennahda, Aimi Lourimi, quien por lo demás se muestra inofensivo. Hemos de mantenernos bien alerta y ver qué se proponen hacer.

¿Qué derechos de las mujeres podrían ahora en su opinión suprimirse o verse menoscabados?

Precisamente estábamos avanzando en ese sentido. En la primavera árabe estamos dando grandes pasos para lograr más derechos. Y ahora vienen las fuerzas reaccionarias con zalamerías. Pero Ghannouchi declara completamente en serio que los hombres no encuentran un empleo porque las mujeres insisten en tener trabajo asalariado. Utiliza las manidas falacias de la pugna entre hombres y mujeres. Así está la cosa.

¿Está aumentando la presión sobre las mujeres en la vida diaria?

Sí, se ataca a mujeres libres desde el punto de vista de la moralidad. Por ejemplo, en las mezquitas se ha colgado una foto de Bouchra Belhaj Hamida, la ex presidenta de la gran organización liberal de mujeres «Association Tunisienne des Femmes Démocrates», en la que aparece bebiendo un vaso de vino. De ese modo queda desacreditada en tales círculos como bebedora y prostituta.

¿Por qué ha obtenido el PCOT un resultado tan malo, con sólo un 1,5% de los votos?

Nosotros no tuvimos las mismas oportunidades que otros partidos. Al contrario que han hecho con Ennahda, los medios nos han dejado de lado. Para ellos hemos sido unos adversarios del gobierno demasiado críticos y radicales, a diferencia del gran partido islámico, que entona una melodía más suave. A mí no se me ha invitado a ninguna tertulia televisiva, lo que me habría permitido explicar cuáles son los objetivos del PCOT. A mi marido, Hamma Hammani, secretario general del Partido, se le ha presentado como un infiel, tratando de sugerir a la gente que debían elegir entre la religión y un PCOT dirigido por un ateo. Y está claro qué hace la gente en ese caso. Los medios han presentado la contienda electoral como si únicamente se tratara de decidir si uno es religioso o no, y no de política. Se ha manipulado la discusión en torno al islam para crear un clima adverso hacia nosotros. Así no teníamos ninguna oportunidad de abrir un debate acerca de lo que significa democracia y cómo han de observarse los derechos de hombres y mujeres.

¿Qué más ha perjudicado al PCOT?

Sobre todo también partidos liberales como el Partido Demócrata Progresista (PDP), que se han comportado de la misma manera que antes el RCD de Ben Alí. La alianza «Polo Democrático Modernista» ha tratado de desacreditar a otros partidos laicos. Se han pronunciado contra la religión de tal manera que entre quienes hasta ahora han vivido en una dictadura se ha extendido el temor de que si elegían un partido laico sería perseguidos y oprimidos. Temían que se les prohibiera practicar su religión. Esta unión de partidos laicos diversos despertó también recelos entre tunecinas y tunecinos porque hacían ver que querían seguir el modelo de los estados capitalistas de Europa y de EE.UU. Esto ha hecho a la gente temer un rápido alza de los precios. El PCOT, se ha desmarcado del Polo Democrático Modernista y se ha presentado en solitario como Alternativa Revolucionaria, pero por desgracia no ha conseguido llegar a la mayoría de la gente. Ahora tendremos que trabajar intensamente para dar a conocer nuestros objetivos de un comunismo democrático. Por otra parte, el PCOT no era fácilmente identificable en las papeletas electorales. Incluso gente que conocemos personalmente no ha podido distinguir nuestra lista entre las más de cien que se presentaban. No era fácil identificarnos, pues no aparecían ni el nombre de Hamma ni el mío y nos presentábamos bajo la denominación de «Alternativa Revolucionaria».

¿Cuál es su actitud personal respecto de la religión?

Hay dos formas de practicar la religión. Unos se postran cinco veces al día en la alfombra y con eso creen ya ser buenos musulmanes. Da igual si luego se comportan como criminales, roban y engañan, todo es compatible. Otros creen en el ideal del bien de la humanidad y rechazan que los demás padezcan miseria y sufran penalidades. Son dos formas totalmente diferentes de abordarla. Pero un partido político no tiene nada que ver con la Iglesia y las cuestiones de fe no le competen. Que cada uno crea lo que le parezca. Quien quiera llevar velo, que lo lleve; quien no, que no lo lleve. El único problema es que se abuse de la religión para mezclarla con las elecciones y hacer política. Es lo que hace Ennahda. Sugieren que sólo ellos pueden hacer una política para creyentes. Ahora se trata de que la gente tenga claro que religión y política no tienen nada que ver y que, en consecuencia, no debe haber ninguna correlación entre ellas.

En Argelia, militares corruptos permiten deliberadamente el terrorismo islamista y el régimen aprovecha los ataques a la población civil para intimidarla, provocar el caos y afianzar así su poder. ¿Hay peligro de que la situación en Túnez experimente una escalada parecida?

Espero que no lleguemos a ese punto. Pero también en Túnez hay mujeres jóvenes que se dejan convencer de que la poligamia tiene su lado bueno y de que un hombre puede tener cuatro mujeres. Mientras siga siendo así y la gente no se haya recuperado de los 23 años de dictadura, siempre existirá el peligro de que se restablezca una tiranía. Pero estaremos alerta y no perderemos de vista a quienes hacen esa propaganda. Malo es que ahora en Libia se introduzca la sharia en lugar de una legislación democrática. La OTAN le ha allanado el camino con sus bombas. A los gobiernos de los países capitalistas les trae sin cuidado cómo le vaya a la gente allí o si disfrutan de libertades ciudadanas. Lo principal es que se pueda hacer negocios y se liberalicen los mercados. Van a lo suyo, sin inmutarse. Han estado apoyando a dictadores sin preocuparse de si respetaban los derechos humanos o no. Sostendrán también a gobernantes religiosos autoritarios con la única condición de que no perjudiquen sus intereses económicos.

¿Qué juicio le merece la política del presidente estadounidense Obama?

Obama ha apoyado a Ennahda y su supuesto islamismo moderado. No tiene nada que oponer. Ennahda no hará ningún daño a los estados capitalistas. Este partido se comportará igual que Ben Alí y defenderá las mismas posiciones: abrir los mercados y facilitar su expansión.

¿Qué papel está jugando el ejército y la policía tras la caída de Ben Alí?

Los militares harían bien en volver de nuevo a los cuarteles. Nada se les ha perdido en la escena política. En lo que se refiere a la policía, hasta ahora no ha cambiado nada, todo sigue igual. Tras la Revolución de los Jazmines, el 14 de enero, todavía se siguen cometiendo torturas en las comisarías. La organización de derechos humanos en la que participo ha publicado recientemente un informe en el que constatamos que se continúa practicando el método de tortura conocido como «poulet roti» (gallina asada): atan al detenido a un poste y le dan vueltas hasta que pierde el conocimiento. Se producen violaciones con palos y palizas. Con la entrada de Ennahda en el gobierno es probable que no esto no cambie mucho. Dejarán hacer a las viejas fuerzas del régimen. Ya en la campaña electoral han mostrado lo corruptos que son. Es de suponer que continuarán con las mismas prácticas que Ben Alí, no es otra cosa lo que desean el presidente estadounidense y el presidente francés Nicolás Sarkozy. Ambos han apoyado masivamente la dictadura de Ben Alí, ¿por qué no iban a mostrar también simpatía por un régimen religioso?

¿Qué apoyo esperan de las redes sociales y movimientos internacionales?

La solidaridad internacional con las tunecinas y tunecinos es extremadamente importante. Nos ayudaría mucho que los movimientos sociales del extranjero abrumaran a sus gobiernos con protestas, para así mostrarles que no se ganan el respeto de la gente apoyando a regímenes que no respetan los derechos humanos ni garantizan la libertad religiosa y demás derechos democráticos.

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Fuente: http://www.jungewelt.de/2011/11-05/001.php

Radhia Nasraoui es abogada y ejerce en Túnez. En 2003 fue cofundadora de la organización tunecina defensora de los derechos humanos y contra la tortura, «Association de lutte contre la torture».

En las elecciones del 23 de octubre se presentó por la lista «Alternativa Revolucionaria». Está casada con el secretario general del PCOT (Partido Comunista Obrero de Túnez).