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La partida continúa: juego de marionetas

Fuentes: Cuarto Poder

Como ya sabíamos, un Pedro Sánchez, maniatado y con tiempo tasado, recoge el testigo dejado de cualquier manera por Rajoy y pone en marcha el procedimiento para construir una mayoría parlamentaria capaz de asegurar un gobierno «moderado y reformista» para el país. Sánchez está actuando con inteligencia. Se dirá que «a la fuerza ahorcan» y […]

Como ya sabíamos, un Pedro Sánchez, maniatado y con tiempo tasado, recoge el testigo dejado de cualquier manera por Rajoy y pone en marcha el procedimiento para construir una mayoría parlamentaria capaz de asegurar un gobierno «moderado y reformista» para el país. Sánchez está actuando con inteligencia. Se dirá que «a la fuerza ahorcan» y que ésta es, seguramente, la última oportunidad de seguir siendo secretario general del Partido Socialista Obrero Español; pero lo está haciendo bien, con temple, con un tono y un discurso adecuado.

Las posibilidades no son muchas, todo el mundo lo sabe, incluido Sánchez. Sobre el papel, un acuerdo PSOE, Podemos-Confluencias más Ciudadanos es extremadamente difícil. Aun así, habría problemas de número ya que los independentistas de cualquier condición son una línea roja para los barones y baronesas del PSOE. Parecería que todas las fuerzas políticas se han vuelto anguitistas, desde Pedro Sánchez hasta Cayo Lara pasando por Ciudadanos y todos los demás, hablan de programa, programa, programa. Cabría señalar para hacer memoria que, cuando Anguita lo definía, no era como una especie de prospecto farmacéutico donde todo se podría sumar y restar y que al final saldría una resultante común. No, no era eso, eran un conjunto de medidas económicas, políticas y sociales que pretendían organizar una propuesta alternativa al neoliberalismo al servicio de las mayorías sociales. Ese era el programa: salir del neoliberalismo por la izquierda.

La discusión programática tiene que ir necesariamente acompañada no solo de medidas económico-sociales, sino que debe entrar a fondo en la crisis de régimen que vive el país, especialmente en la llamada cuestión territorial, es decir, las varias «cuestiones nacionales» del Estado español. Decir bobaliconamente que los problemas del país son los referidos al paro, la precariedad y que sobre esto no es especialmente difícil el acuerdo, es no haber entendido nada de lo que está pasando en este país en los últimos 20 años. Los programas expresan ideología, valores y nunca hay soluciones neutras al conflicto social y a las relaciones de poder. Pongamos un ejemplo, la reforma laboral. Se podría decir que las reformas laborales que hicieron el PSOE y, posteriormente el PP, eran diferentes. Ahora bien, se reconocerá que ambas estaban en el marco de la aceptación de políticas claramente neoliberales y que las diferencias eran solo de grado, pero no de cualidad. Cuando se entre en este debate, nos daremos cuenta rápidamente de lo que estamos hablando.

No creo, sin embargo, que ahora tengamos que hablar demasiado de cuestiones programáticas, eso estaría bien si estuviéramos hablando de condiciones reales y posibles de un acuerdo político para un gobierno estable. Esto ahora no se da. Como he venido insistiendo, el problema de fondo sigue siendo la contradicción entre los poderes económicos y la clase política bipartidista. Para resumirlo mucho, Rajoy y Sánchez ya no son suficientemente funcionales para el poder y están siendo intervenidos.

Rajoy recula y gana tiempo esperando que la operación Sánchez fracase. A su manera, el secretario general del PSOE hace lo mismo. Si no hay acuerdo, ganará respetabilidad y, con la ayuda de los medios, culpabilizará a Podemos de haber perdido una oportunidad única de conformar un gobierno de progreso; a su vez, esto le permitiría a Sánchez continuar como candidato en las futuras elecciones generales. Las cosas en el PSOE irán evolucionando con rapidez. La clave: que Pedro Sánchez salga fortalecido del proceso negociador. Si no tendrá pronto un sustituto o sustituta.

De todas formas, Sánchez tiene una posibilidad. Cuando habla de negociar se cree que es básica y fundamentalmente con las demás fuerzas políticas; esto es solo en parte verdad. Sánchez y Rivera están negociando con los poderes económicos del país. Esta es la negociación que teme Rajoy; diré más, que asusta al PP. Si Ciudadanos y el PSOE llegan a un acuerdo programático de fondo será porque lo han pactado en paralelo con los grupos de poder económicos. Por eso hablo de juego de marionetas, porque parecería que se está negociando por y ante la opinión pública y, como he dicho antes, es solo una parte de la verdad, la auténtica negociación está en otro lado. Hablo de marionetas además porque para negociar tienen que dejarse llevar y conducir por los que mandan. Hablar de programa, programa y programa en estas condiciones, es, lo diría así, un exceso verbal. Al final, se es parte del discurso dominante que suele ser el de las clases económicamente dominantes. No le falta razón a Pablo Iglesias cuando dice que aquí y ahora el programa sólo no basta sino cómo se gestiona y por quién.

Que el asunto va para largo, no me cabe la menor duda. Los que mandan harán todo lo posible para evitar unas elecciones generales. La apariencia nunca coincide con la esencia. Los poderes reales saben perfectamente que unas elecciones generales en estas condiciones, insisto, en estas condiciones, se convertirían en pre-constituyentes. Harán todo lo posible para evitarlo. Dejando a un lado los elementos catastróficos, el poder, los poderes, tienen medios para convencer al PP, al PSOE, a Ciudadanos y a tantos otros. La solución «a la italiana» con un Monti por medio siempre es posible. Cuando Esperanza Aguirre propone a Felipe González de presidente de un gobierno de coalición nos dice con mucha claridad donde estamos y hasta qué punto el poder está dispuesto a todo. Lo dicho, la partida continúa.

Fuente: http://www.cuartopoder.es/cartaalamauta/2016/02/04/la-partida-continua-juego-marionetas/262