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Entrevista con Fatma el Mehdi, Secretaria General de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis

«La planificación familiar no es una prioridad, intentan aniquilarnos como pueblo»

Fuentes: Diagonal

Esta mujer joven nació en el Sáhara cuando era colonia española. Con siete años tuvo que salir huyendo de su casa mientras Marruecos se quedaba con todo lo que les pertenecía. Tuvo que interrumpir sus estudios en Libia porque su padre murió en la guerra. Con 12 años volvió a los campamentos para ser la […]

Esta mujer joven nació en el Sáhara cuando era colonia española. Con siete años tuvo que salir huyendo de su casa mientras Marruecos se quedaba con todo lo que les pertenecía. Tuvo que interrumpir sus estudios en Libia porque su padre murió en la guerra. Con 12 años volvió a los campamentos para ser la segunda madre de nueve hermanos. Aclimatarse en lo peor del desierto, sin agua corriente, sin luz, cuidar a los hijos, llevar las riendas de la casa, mientras los hombres están en el frente, y al mismo tiempo, hacer la revolución, no es sencillo. Lleva cuatro años al frente de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis (UNMS).

DIAGONAL: ¿Qué es la Unión de Mujeres Sáharauis?

FATMA EL MEHDI: La UNMS es una organización de mujeres que durante estos 30 años de exilio han concentrado sus esfuerzos en conseguir la independencia del Sáhara. Además, luchamos por nuestros objetivos como mujeres. Para la igualdad en el acceso al trabajo, a las instituciones y para fortalecer la posición de las mujeres dentro de la sociedad saharaui. Estamos peleando por nuestra independencia como pueblo y como mujeres. No sólo en este momento, donde hace falta la participación de todos y todas, sino también en el futuro Estado independiente.

Por un lado, estamos trabajando para la igualdad entre géneros con niños y niñas. Primero con las familias, intentado sensibilizar a las madres para que eduquen a sus hijos de una forma equitativa. Y segundo desde el Gobierno, modificando actitudes, hábitos. Por otro lado, hemos conseguido importantes avances en educación especial. Ése es el principal logro de la UNMS. Fue complicado porque no había dinero. En el último año hemos puesto en marcha tres proyectos. Eso para nosotras es un éxito porque ha disminuido la ayuda internacional por la presión de Marruecos en la UE y hay una crisis importante en los campamentos. Nosotras, gracias a nuestro trabajo diplomático, hemos conseguido financiarnos.

¿Cuáles son las reivindicaciones de las mujeres saharauis?

Nuestra primera demanda es la autodeterminación de nuestro pueblo. Además, nuestras reivindicaciones como mujeres han ido evolucionando desde nuestra llegada al desierto argelino. Podemos hablar de dos etapas históricas para las mujeres saharauis. La primera, más dura, la de creación de las estructuras en los campamentos, y tratar de ofertar servicios, desde la distribución de alimentos hasta la salud. Un segundo momento, en el que tomamos más conciencia como mujeres que quieren que se incorpore su proyecto al proyecto general de la República Árabe Saharaui (RASD). En este sentido, desde la UNMS nuestro trabajo diplomático y político se ha encargado de dos temas fundamentales: la asistencia social a los discapacitados y los problemas de las mujeres en los campamentos. Gracias a la labor de nuestra organización existen centros para atender a los discapacitados y a las personas mayores. Por eso, desde hace dos años el Gobierno ha reconocido nuestra tarea y ha creado una nueva institución, la Secretaría de Estado para Asuntos Sociales y de la Mujer, al frente de la cual está una mujer.

La población femenina representa el 75% de la sociedad saharaui. Los hombres hicieron la guerra y se produjeron muchas bajas.

¿Las mujeres de los campamentos utilizan la píldora anticonceptiva?

Depende de cada mujer. Hemos hablado de este tema muchas veces, pero pensamos que mientras estemos como pueblo luchando para conseguir nuestra existencia, éstos son temas secundarios. Sí, tenemos que darle mucha importancia a la salud de las mujeres y de los niños. Tenemos que esforzarnos para conseguir alimentos para las mujeres embarazadas, durante la lactancia, conseguir comida para los bebés. Pero no podemos plantear como una prioridad la planificación familiar porque estamos ante una invasión que nos está intentando aniquilar como pueblo. Como mujeres tenemos que asumir la responsabilidad de traer hijos al mundo. De todas formas, no existe ninguna ley que obligue a tener hijos. Hay mujeres que tienen tres hijos, diez y otras no tienen ninguno.

¿Las mujeres saharauis pueden divorciarse?

Las mujeres no tienen problemas para tener otro marido. Aunque es el hombre quien le da el divorcio, ella puede solicitarlo también. Existe un consejo que estudia cada caso y si ve que la mujer tiene razón obliga al hombre al divorcio. Según nuestra tradición, quien se queda con la casa es la mujer, el hombre no se puede llevar nada. Cuando han pasado tres meses de ese divorcio se celebra una fiesta para la mujer divorciada, y en muchos casos, en esa fiesta conoce al nuevo marido. Se casan las veces que quieran con hijos o sin hijos.

¿Las jóvenes que salen a estudiar fuera regresan a los campamentos?

Antes, sólo existía la posibilidad de ir a Cuba, ahora pueden ir a España, Italia y otros países, y las mujeres prefieren ir a lugares donde puedan estudiar y trabajar y aportar dinero a sus familias. Regresan todas, pero al pasar aquí unos años si no encuentran trabajo emigran a España. Estas mujeres que se van son una pérdida gravísima, porque éste es el momento en que el pueblo saharaui necesita a su gente. Creo que lo deben comprender. Por otra parte, muchas mujeres saharauis han dejado que los padres, que los maridos, se marchen, y muchas veces esto es una prueba más de la resistencia de las mujeres para seguir adelante.

¿Hay diferencias entre las mujeres saharauis con respecto al mundo islámico?

En la cultura saharaui se considera al hombre según respeta a la mujer. «El menos hombre» es aquel que le dice una palabra desagradable a una mujer. Levantarle la mano a una mujer es algo que aquí no se ha conocido nunca, el respeto a la mujer es lo más importante. Si no hubiera habido esa base es imposible haber conseguido ese salto cualitativo que han experimentado las mujeres en nuestra sociedad. De todas formas, como mujeres nunca podemos esperar que eso sea así siempre. Porque somos mujeres del mundo y sabemos que pueden producirse cambios. Quizás nosotras no lo vivimos así, pero somos conscientes de que hay una imagen muy negativa del islamismo en el resto del mundo. Sin embargo, para nosotras la religión no es ningún problema para salir a trabajar, para relacionarnos, como pasa en otros países árabes, como por ejemplo Argelia. Allí una mujer no puede tener huéspedes sin avisar a su marido. Eso no ocurre en nuestro país. Para nosotros el Islam es nuestra religión y lo vivimos como una religión muy tolerante, no tenemos ningún problema.

«Están intentando borrar nuestra identidad»

¿Qué diferencias existen entre las mujeres saharauis de los campamentos y las mujeres de los territorios ocupados?

El tema no es sólo tener para comer o no de un lado u otro. Es tener los derechos fundamentales. Y eso se ha visto ahora en las visitas que organiza la ONU. Las mujeres de aquí van a las zonas ocupadas y las mujeres de las zonas ocupadas las miran como si estuvieran un poco locas. Las de los campamentos tienen libertad para hablar de lo que quieran, pero las que viven en Marruecos no pueden hablar de política. Pero eso está cambiando. En el último año se ha producido un fenómeno nuevo. Son las mujeres en las zonas ocupadas las que están viviendo el papel protagonista, más arriesgado, de lo que llamamos la Intifada saharaui. Son las que llevan la información de las personas que están organizando el movimiento de resistencia, las que salen las primeras con las pancartas, levantan las fotos en las manifestaciones, las que hablan a los medios de comunicación. Y eso a pesar de estar viviendo otras dificultades, porque hay una invasión militar pero también una invasión cultural. No pueden hablar nuestra lengua, el sahania; para acceder al trabajo se da prioridad a los marroquíes y en las escuelas los niños aprenden que el Sáhara es marroquí. Están intentando borrar nuestra identidad.