La condena a prisión en Burkina Faso de tres policías por la muerte del estudiante de secundaria Justin Zongo es un paso adelante en la lucha contra la impunidad en este país de África occidental, destacaron defensores de los derechos humanos. En la conclusión de un juicio de dos días, el 23 de este mes, […]
La condena a prisión en Burkina Faso de tres policías por la muerte del estudiante de secundaria Justin Zongo es un paso adelante en la lucha contra la impunidad en este país de África occidental, destacaron defensores de los derechos humanos.
En la conclusión de un juicio de dos días, el 23 de este mes, los agentes Belibi Nébié y Béma Fayama fueron sentenciados cada uno a 10 años de cárcel, tras ser hallados culpables de haber golpeado intencionalmente en febrero a Zongo, quien a la postre falleció por las heridas sufridas.
Mientras, un oficial, Narcisse Roger Kaboré, fue sentenciado a ocho años de prisión por su complicidad en el homicidio.
Abogados de los tres condenados consideraron que las penas eran excesivas y anunciaron que apelarían, pero Ambroise Farama, defensor de la familia de Zongo, expresó su satisfacción por el fallo.
«Se ha hecho justicia, porque los responsables han sido identificados», dijo Farama. «El objetivo de una demanda como ésta es recordarle a las fuerzas de la ley y el orden que no pueden simplemente detener a alguien y torturarlo».
La familia demandó como compensación solamente el monto simbólico de un franco.
La muerte de Zongo en la sudoccidental localidad de Koudougou desató violentas manifestaciones en todo el país, incluyendo el incendio de edificios, destrucción de propiedad privada y seis muertes, entre ellas las de un oficial de policía.
Las autoridades inicialmente atribuyeron la muerte del estudiante a la meningitis, pero se retractaron luego de los disturbios y ante la presión de organizaciones de derechos humanos. Se ordenó una completa investigación que llevó a la presentación de cargos contra los policías.
«El punto central es que reconocieron que Justin no murió simplemente de meningitis», dijo Kisito Dakuyo, jefe del Movimiento de Burkina Faso para los Derechos Humanos y de los Pueblos, en la central provincia de Boulkiemdé.
«Estamos interesados en la lección que deja este fallo, que va más allá del veredicto en sí, y que desafía a todos los que abrigan la idea de realizar ese tipo de actos», dijo el presidente nacional del Movimiento, Chryzogome Zougmonré.
El activista, que el año pasado lanzó una campaña contra todas las formas de tortura, trazó un paralelo entre el caso de Zongo y el de Arnaud Somé, de 23 años, quien murió en circunstancias sospechosas en julio de 2010, incidente que también desató protestas en el sudoeste del país.
Somé falleció después de haber sido detenido por posesión de cannabis. La policía fue acusada de haberlo torturado, y muchos burkineses salieron a las calles durante varios días para participar de violentas protestas.
La estación regional de policía en Gaoua fue incendiada por los manifestantes. Solo se restauró el orden en la ciudad con la intervención del ejército y la gendarmería.
En junio, dos uniformados fueron hallados culpables de golpear fatalmente a Somé, y fueron sentenciados a cinco años de prisión.
Luego de estos veredictos, Dakuyo renovó su esperanza de que se haga también justicia en otros casos, como el de Norbert Zongo, periodista asesinado en diciembre de 1998.
«Creemos que es el comienzo de la justicia para todos los otros casos pendientes. Nuestro pueblo tiene sed de justicia», afirmó.
«Es un momento positivo», coincidió Zougmonré.
«Hemos notado que, por demasiado tiempo, algunos policías han cometido actos como estos, particularmente en ciertos lugares de detención preventiva. Esto debe llegar a su fin, porque un estado de derecho no puede tolerar el abuso diario a ciudadanos», afirmó.