No estaría por demás que en el gobierno de Estados Unidos se preguntaran si efectivamente quieren y pueden realizar una reforma a fondo del sistema migratorio. Es fácil documentar las promesas que se han hecho en años recientes para emprender una reforma integral del sistema migratorio. Más difícil es encontrar los elementos que permitan suponer […]
No estaría por demás que en el gobierno de Estados Unidos se preguntaran si efectivamente quieren y pueden realizar una reforma a fondo del sistema migratorio. Es fácil documentar las promesas que se han hecho en años recientes para emprender una reforma integral del sistema migratorio. Más difícil es encontrar los elementos que permitan suponer que en la realidad se avance en esa dirección.
Las excusas o los pretextos para posponerla no son nuevas. En uno de los intentos más serios para aprobar la reforma durante el gobierno del presidente Bush, hijo, la iniciativa se descarriló debido a las condiciones que los congresistas republicanos interpusieron. Primero, la de elaborar un sistema para verificar la validez de los registros del seguro social y también la de garantizar que quienes contrataran a trabajadores indocumentados fueran castigados. Posteriormente agregaron la condición de asegurar la frontera y con ella la construcción de una muralla que evitara el paso de indocumentados. Con la llegada del nuevo gobierno, la estrategia de reforzar la frontera fue retomada como medida para satisfacer las condiciones de la bancada republicana en el Congreso.
En el programa Forum -que se transmite por la cadena pública de radio en Estados Unidos- se dijo que en los pasados dos años la migración indocumentada se ha reducido sustancialmente, no sólo por las extraordinarias medidas impuestas por las autoridades migratorias, sino también por la crisis económica en ese país. Ello debería ser suficiente, se agregó, para iniciar la discusión sobre la reforma. No ha sido así, a pesar de los innumerables pasos para sellar la frontera. El más reciente es la movilización de miles de efectivos de la guardia nacional. Tienen razón quienes han dicho que sellar totalmente la frontera es irreal, entre ellos el presidente Obama, quien repitió su compromiso con la reforma, pero advirtió que necesita los votos republicanos para aprobarla.
Lo cierto es que no se pueden ni se podrán superar las taxativas que sucesivamente imponen quienes por diversas causas no quieren la reforma. A ello hay que agregar que el gobierno del presidente Obama tiene el mismo problema que con las reformas que ha intentado. La bancada republicana asegura estar de acuerdo con ellas, pero conforme avanzan las negociaciones sistemáticamente las obstaculiza con uno u otro pretextos. Esa ha sido su estrategia desde el inicio del actual gobierno. La situación no parece ser diferente con la iniciativa migratoria. El problema es que, a diferencia del momento en que se aprobó la reforma de salud, ahora el presidente sólo cuenta con 58 de los 60 votos que necesita para aprobar cualquiera propuesta de ley.
Lo más probable es que la reforma quede nuevamente atrapada entre el proceso electoral y la negativa republicana a conceder cualquier triunfo al presidente Obama. Mientras tanto, los 12 millones de indocumentados seguirán soportando agresiones como la perpetrada en Arizona recientemente.
http://www.jornada.unam.mx/2010/07/05/index.php?section=opinion&article=015a1pol