Uganda es considerado uno de los países más pobres del planeta y solo 5% de la población tiene acceso al fluido eléctrico. Sin embargo el alto costo de la presa y la ausencia de un tendido de interconexión eléctrico que cubra el país, hace casi imposible que la mayoría de la población pobre ugandesa pueda […]
Uganda es considerado uno de los países más pobres del planeta y solo 5% de la población tiene acceso al fluido eléctrico. Sin embargo el alto costo de la presa y la ausencia de un tendido de interconexión eléctrico que cubra el país, hace casi imposible que la mayoría de la población pobre ugandesa pueda costear el precio del fluido eléctrico. Al mismo tiempo, el impacto ambiental sobre el Lago Victoria se recrudecerá acentuando la pérdida del nivel de las aguas del lago
El pasado jueves 27 de abril, la Junta de directores Ejecutivos del Banco Mundial dio luz verde a un empréstito de $360 millones para la construcción de la discutida Presa de las cataratas del Bujagali, Río Nilo, Uganda, a pesar de la visita in situ que estaba efectuando el Panel de Inspección de ese organismo internacional, a petición de un grupo de ecologistas ugandeses preocupados por el futuro del pueblo indígena basoga y las dramáticas consecuencias que representa la represa para el Rio Nilo.
La cortina de aproximadamente treinta metros de altura estará localizada en la vecindad de las presas de las Cataratas Owens (conocidas como Nalubaale y Kiira), vecinas al Lago Victoria, donde nace y del cual nutre su caudal el Río Nilo.
La presa del Bujagali – la que aspira el gobierno de Uganda finalizar para el año 2010 – pretende la producción de 250 megavatios de energía, y será manejada por Sithe Global Power de los Estados Unidos y LLC and Industrial Promotion Services de Kenya, la cual forma parte de Aga Khan Fund for Economic Development.
El costo total se prefigura alcanzará los US $860 millones, de los cuales $130 millones estarán a disposición de la compañía privada Bujagali Energy Ltd(BEL), dinero que provendrá de Internacional Finance Corporation (sector privado del Banco Mundial). Otros $115 millones saldrán del International Develoment asociation (IDA) además de otros 115 millones de inversiones de garantía del Multilateral Investment Garantee Agency (MIGA).
Uganda es considerado uno de los países más pobres del planeta y solo 5% de la población tiene acceso al fluido eléctrico. Sin embargo el alto costo de la presa y la ausencia de un tendido de interconexión eléctrico que cubra el país, hace casi imposible que la mayoría de la población pobre ugandesa pueda costear el precio del fluido eléctrico. Al mismo tiempo, el impacto ambiental sobre el Lago Victoria se recrudecerá acentuando la pérdida del nivel de las aguas del lago, el que ha perdido más de dos metros de su nivel hídrico en los últimos años.
El Lago Victoria cubre el 20% de la totalidad del país y es el segundo lago más grande del mundo. Una enorme parte de la población de Uganda depende económicamente del lago, el que ha sufrido un enorme impacto tras la introducción de la perca del Nilo, pez no originario de lago que devoró más de 200 especies nativas, dando lugar a drásticas consecuencias en su equilibrio ecológico.
El lago no posee afluente alguno, al contrario de él discurren varios ríos, siendo indispensable recibir suficiente precipitación para mantener su nivel hídrico. En los últimos años el calentamiento global ha tenido efectos devastadores en el continente africano, presentándose una sequía que duró desde año 2000 al 2005. A pesar que en los dos últimos años se han presentado períodos de lluvias normales, estas no han sido lo suficientemente copiosas para recuperar los niveles previos al año 2000. Con el incremento de la temperatura media y el declive de las estaciones de lluvia que se está presentando en Africa, es de esperar que el Lago Victoria continuará en un vertiginoso descenso que pone entredicho el éxito de la futura presa del Bujagali.
La historia del escabroso proyecto se remonta a febrero del año 1996, cuando la empresa estadounidense AES (Applied Energy Services) y Madhvani International en conjunción con el Estado de Uganda optaron por la construcción de la presa en las Cascadas del Bujagali, para lo cual solicitaron un empréstito con el Banco Mundial.
En el año 2001, grupos de conservacionistas y representantes del pueblo indígena basoga – población radicada en las inmediaciones del Bujagali – presentaron una petición ante el Panel de Inspección del Banco Mundial, donde manifestaron su objeción ante la construcción de la presa, argumentando el desastre ecológico que causaría al Lago Victoria, además de señalar la importancia de las cataratas para el pueblo basoga, los que firmemente creen que el lugar está habitado por un espíritu que suele reencarnarse en la figura de alguno de los líderes de ese pueblo.
En junio del 2002 el Panel de Inspección del Banco Mundial señaló que el proyecto de la Presa del Bujagali violaba cinco operativas del Banco Mundial. En noviembre de ese año la Corte Suprema de Uganda forzó a Museveni a revelar los términos del contrato con AES. Una semana después, un estudio realizado por Prayas Energy Group concluyó que el costo del proyecto que pretendía financiar el Banco Mundial estaba sobrevalorado, y ese organismo financiero había aconsejado de forma errónea al gobierno de Uganda.
En julio de ese mismo año salió a luz pública los sobornos efectuados por AES entre miembros de la administración de Yoweri Mueseveni, entre ellos el pago de $ 10,000 a Richard Kaijuka director adjunto del Banco Mundial. Los sobornos de parte de AES hizo que el Departamento de justicia de los Estados Unidos tomaran cartas en el asunto e incluso lo hizo la Unidad de Corrupción y Fraude del Banco Mundial.
El proyecto quedo aparentemente archivado después de la quiebra de AES, y es hasta el año pasado cuando vuelve a adquirir momentum, a pesar que se habían efectuado estudios sobre el potencial geotérmico y de energía solar que existe en Uganda., al mismo tiempo que el Lago Victoria enfrenta los niveles hídricos más bajo de su historia.
El 7 de marzo del presente año, NAPE, organización ecologista de Uganda dirigida por Frank Muramuzi, introdujo una nueva petición ante el Panel de Inspección del Banco Mundial, dado que la administración Museveni había reiniciado la solicitud de empréstitos al Banco Mundial para la construcción de la presa del Bujagali.
En agosto del año pasado, la National Forestry Authority (Autoridades Forestales Nacionales) se pronuncio en contra de la pretensión de Museveni de otorgar 7,500 hectáreas de bosque pertenecientes a la Foresta Mabira, para su erradicación y siembra de caña de azúcar. La Foresta Mabira es una de las mayores reservas forestales vecinas a Kampala – capital de Uganda – y la extensión de bosque que Museveni pretende eliminar viene a ser la tercer parte del área protegida.
En la cuenca del Lago Victoria – compartida por Uganda, Tanzania y Kenya – habitan más de 30 millones de personas, y muchos de ellos dependen de forma directa del lago. La pérdida de masa boscosa que implica la destrucción de la Foresta Mabira, incidirá definitivamente en el futuro del lago, y por supuesto tendrá sus efectos en la producción energética derivada de los proyectos hidroeléctricos establecidos en las cascadas del Río Nilo.
El 12 de abril del presente año, se dio una manifestación en Kampala, convocada por NAPE y otras organizaciones ecologistas, que fue disuelta por la policía de Museveni, la que utilizó a los Kivoko – grupo paramilitar adepto al régimen – con el propósito de someter a los opositores de los descalabros ecológicos que se pretenden cometer en Uganda.
Frank Muramuzi y tres parlamentarios ugandeses fueron privados de su libertad, al ser acusados del homicidio de un ciudadano Hindu que supuestamente la turba linchó. La empresa Sugar Corporation of Uganda (Corporación de Azucar de Ugada) propiedad de ciudadanos hindúes, es la que está impulsando la destrucción de la foresta Mabira, y como resultado de la manifestación los ánimos se enardecieron en contra de la minoría Hindú, los que previamente fueron expulsados del país durante la dictadura de Idi Amin Dada.
La dictadura civil de Yoweri Museveni se ha dilatado durante dos décadas, contando con el apoyo incondicional de los Estados Unidos, y ha adquirido una reputación de violador sistemático de los derechos humanos. La guerra interna que ha librado su régimen en contra del pueblo Acholi, ha conllevado al desplazamiento de más de un millón y medio de personas y a un número incontable de víctimas. La participación de Uganda en la Segunda Guerra del Congo, sirvió para saquear recursos naturales como el coltan (columbita+ tantalita), oro y diamantes; al mismo tiempo que incitaba a la guerra fratricida entre las diversas tribus de la provincia de Ituri.
Ante la deplorable situación en cuanto al respeto de los derechos humanos en Uganda, no es de extrañarse la actitud asumida por Museveni en materia ambiental. La historia de Uganda a partir del primer mandato de Milton Obote ha estado teñida por baños de sangre asociados con limpiezas étnicas y accesos a recursos naturales. Reportes sobre la corrupción de Museveni y sus asociados pululan en los medios de comunicación, y como antesala de la aprobación del préstamo de Parte del Banco Mundial para la destrucción del Bujagali, circuló en el Monitor de Kampala la noticia de la compra de un nuevo avión presidencial Gulf Stream G5, con un costo de US $50 millones.
La actitud de parte del Banco Mundial de apoyar a uno de los gobiernos más violentos del planeta, no entra en contradicción con la camarilla de Paul Dundes Wolfowitz y su visón de la ética y la corrupción. La paulatina muerte del Lago Victoria y las implicaciones del calentamiento global son factores que desconocen los ejecutivos del Banco Mundial, como ejemplo está la posición del ex ministro de finanzas de El Salvador, Juan José Daboub, uno de los empleados de confianza de Wolfowitz encargado de la unidad de desarrollo Sostenible, el que removió referencias sobre el calentamiento global de documentos estratégicos del Banco.
En una carta enviada el 24 de abril por el International Rivers Network (IRN) a Kathy Sierra, Vicepresidenta de la Unidad de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial, señalan como el Panel de Inspección del Banco Mundial se encontraba en ese momento efectuando una visita a Uganda para establecer la admisibilidad de la petición presentada por NAPE. El Banco Mundial al parecer hizo caso omiso de las peticiones del IRN, y procedió a dar luz verde a los empréstitos obviando los procedimientos de su Panel de Inspección.
La lección que hemos aprendido los pueblos indígenas es como el Panel de Inspección del Banco Mundial ha sido convertido en un elefante rosado encargado de promover imagen, pero sin ninguna validez en cuanto a frenar la capacidad destructora que tiene ese organismo internacional. Nuestra organización la OFRANEH presentó el año pasado una Petición ante el Panel de Inspección relacionada con un proyecto del Banco Mundial en Honduras, el que viene a diluir nuestra propiedad comunitaria, situación que nos expondrá a mayor pobreza.
El leit motiv del Banco Mundial «nuestro sueño, un mundo sin pobreza» no es más que una estrategia de destrucción en nombre del supuesto desarrollo. En la gran mayoría de los casos el Banco Mundial ha promovido la concentración de la riqueza en manos de empresas transnacionales y de familias asociadas con gobiernos despóticos. Mientras Wolfowitz se tambalea y su guerra en contra de la corrupción se ha convertido en una mofa, los planes de destrucción de ese organismo financiero continúan.
La OFRANEH se solidariza con el pueblo basoga de Uganda, al mismo tiempo que hacemos un llamado a la solidaridad con Frank Muramuzi (1) el que permanece en prisión en Kampala, y solicitamos que se evite la destrucción de la Foresta de Mabira (2).
*Mirian Miranda Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH
(1) Machote de carta para solicitar libertad de Murazami, que se encuentra en el portal de Biodiversidadla.