Cuando Dante Alighieri escribió la Divina Comedia en la ciudad italiana de Florencia, justo en los albores del Medioevo, no pudo imaginar que uno de los más famosos versos del Infierno, que dice: «Abandone toda esperanza quien entre aquí», cobraría notable trascendencia para los millones de personas de origen latino que hoy viven en los […]
Cuando Dante Alighieri escribió la Divina Comedia en la ciudad italiana de Florencia, justo en los albores del Medioevo, no pudo imaginar que uno de los más famosos versos del Infierno, que dice: «Abandone toda esperanza quien entre aquí», cobraría notable trascendencia para los millones de personas de origen latino que hoy viven en los Estados Unidos de América.
La tragedia cobra mayores dimensiones cuando los latinos ocupan un lugar preponderante no solo dentro de la composición poblacional, sino también dentro de la maquinaria económica de la gran nación. Es por eso que, cuando la Oficina del Censo de los Estados Unidos acaba de informar que los latinos representan alrededor de 50 millones de personas dentro de la población en ese país, la situación social de los mismos se ha deteriorado ostensiblemente. Junto a la marginación, falta de oportunidades y de empleo, crisis de la vivienda, carencia de acceso al seguro de salud, alto costo de la vida, persecuciones y redadas anti inmigrantes, discriminación y falta de acceso a la educación superior, los latinos padecen una crisis vivencial que los empuja hacia un Infierno de dimensiones impredecibles.
La misma Oficina del Censo norteamericana informó que el nivel de pobreza de los latinos en Estados Unidos creció a un 21.5 por ciento en 2007, elevándose todavía más en el 2009.
Un acuciante problema sufrido por los latinos se dio a conocer el pasado 4 de septiembre de 2009, cuando se informó que el índice de desempleo entre los latinos residentes en Estados Unidos se elevó al 13 por ciento en el mes de agosto, según datos ofrecidos por el Departamento de Trabajo. Este aumento del desempleo en los hispanos se debió de manera particular a la pérdida de 65, 000 puestos laborales, según Ken Simonson, economista principal de la Asociación de Contratistas Generales. Esta cifra se incrementa notablemente al 16,8 % si se tiene en cuenta a los latinos que solo laboran a tiempo parcial.
La situación del desempleo desde el 2007, solo comparable a la falta de empleo en las recesiones posteriores a 1945, alcanzó la increíble cifra de una pérdida neta de 6,9 millones de empleos. Hoy por hoy, 14,9 millones de norteamericanos carecen de oportunidad laboral, empujados al enorme ejército de desempleados.
Lo preocupante es que para septiembre del 2009 esta situación se ha agudizado notablemente, con un incremento del 9,8 %, provocado por la pérdida de 53 000 puestos de trabajo en comparación con agosto, según nuevos datos del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos. Los hispanos representan casi el 13 % de los desempleados.
Otro de los graves problemas enfrentados por los latinos en Estados Unidos es la imposibilidad de los jóvenes de ese origen de acceder a la educación superior. De acuerdo a una encuesta del Centro Hispánico Pew, publicada hace solamente tres días, casi la mitad de los latinos jóvenes se ven en la imposibilidad real de acceder a las universidades. Este hecho se complica aún más debido a la falta de retención escolar de la juventud latina luego de arribar a los 18 años, situación que alcanza la alarmante cifra del 67 % de deserción escolar. Es lamentable, pues, esta terrible conjunción de pobreza y el cierre de las puertas para proveer a cada joven latino de las posibilidades de desarrollo personal en la vida. No hay futuro a la vista dentro de esta terrible sobrevivencia.
La situación de pobreza y falta de oportunidades afecta directamente a la población infantil de origen latina en los EE UU. De acuerdo con datos preparados por el Foro de Estadísticas de Infancia y Familia, tomando datos referidos al 2007, se dio a conocer en el día de ayer que cerca del 30 % de los niños latinos residentes en ese país sobreviven por debajo del umbral de pobreza, aún cuando los mismos representan el 22 % de la niñez en Estados Unidos.
El infierno que padece la niñez hispana se profundiza aún más cuando el 27 % de los mismos padece una acentuada inseguridad alimentaria, el 36 % de los niños latinos son hijos de madres solteras afectadas por el desempleo o los bajos salarios y con un limitado acceso a los seguros médicos.
La falta de atención médica se refleja en el hecho de que más de un 20 % de los niños latinos carecía de seguro de salud en el 2007, situación que se ha acentuado en los dos últimos años.
Sumado a esto, se dio a conocer el pasado 25 de septiembre que cerca de 400 mil niños en su mayoría de origen latino se encuentran trabajando bajo extremas condiciones en la agricultura, según informó Davis Strauss, director de la Asociación de Programas de Oportunidades para los Trabajadores del Campo (AFOP). El dilema de la niñez vinculada a labores fue trágicamente expuesto por Ernie Flores, presidente de la Junta de Directores de la AFOP, quien alertó que: «un 20 por ciento de las muertes en la agricultura de este país corresponde a menores de edad.»
La incongruencia de la Ley de Estándares del Trabajo Justo se pone de manifiesto cuando permite a los infantes de 12 años de edad, realizar labores en el campo, mientras se les prohíbe hacerlo en oficinas con aire acondicionado o en actividades de servicio. Es como empujarlos a una virtual esclavitud desde tempranas edades, empujándolos a las drogas, la pobreza y la frustración.
De acuerdo con un informe de la Oficina del Censo, publicado el 10 de septiembre pasado, 46,3 millones de personas carecen de seguro médico en EE UU y cerca de 40 millones vive en la pobreza, es decir, cerca de 30 % de la población en Estados Unidos. Una parte considerable es de origen latino.
La crisis de las coberturas del seguro médico llevó al presidente Barack Obama a destacar en un discurso pronunciado ayer en la Casa Blanca, frente a integrantes de la Asociación de Enfermeras de EEUU, lo siguiente: «En los últimos doce meses, se calcula que las filas de personas sin seguro han aumentado en casi seis millones de personas, es decir, 17.000 hombres y mujeres cada día».
La acuciante recesión que experimenta la economía norteamericana y el consiguiente déficit fiscal, llevan al gobierno a aplicar recortes presupuestarios que afectan directamente a las capas más pobres de la sociedad y, entre ellas, a los pobladores de origen hispano. Estos recortes, según el Wall Street Journal, contemplan «despidos masivos, recortes de salarios a los empleados públicos, suspensiones laborales, vacaciones sin paga, planes de retiro anticipado, reducción de fondos para los jubilados, la educación y la salud pública, y recortes en los programas para paliar el hambre.»
Tal es el panorama que hoy afecta a los más pobres en los Estados Unidos, cuando esta nación desvía incontables recursos materiales y financieros para mantener su política guerrerista en el mundo. La sociedad de desigualdades sobre la que se sustentan los resortes del capitalismo norteamericano ofrece al latino solamente exclusión y frustración, sazonada en una cruel incertidumbre.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.