Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Las desgarradoras y repugnantes fotos publicadas la pasada semana en los medios, están finalmente consiguiendo que la espeluznante verdad sobre la guerra de Afganistán llegue a un público más amplio. Toda la propaganda de relaciones públicas utilizada en esta guerra en cuanto a democracia y derechos humanos se evapora en el viento ante las fotos de soldados estadounidenses posando con los cadáveres mutilados de inocentes civiles afganos.
Debo señalarles que los afganos no nos creemos que ésta sea la historia de unos cuantos soldados criminales. Lo que realmente pensamos es que las brutales acciones de estos «equipos para matar» revelan que la agresión y el racismo son parte inherente de la ocupación militar como un todo. Aunque esas fotos son nuevas, el asesinato de inocentes no lo es. Esos crímenes han provocado muchas protestas en Afganistán, intensificando de forma notable el sentimiento antiestadounidense entre los afganos normales y corrientes.
No me sorprende que los medios de comunicación dominantes en EEUU se hayan mostrado renuentes a publicar estas imágenes de los «equipos para matar» integrados por los soldados de su país que han hecho un deporte del asesinato de afganos. Después de todo, no puede negarse que hay esfuerzos concertados para que la realidad de Afganistán no aparezca en EEUU. Se dice que el General Petraeus, ahora a cargo de la ocupación dirigida por EEUU, concede gran importancia al impacto de la «información sobre la guerra» en la opinión pública y, en función de esta estrategia, el Pentágono ha hecho cuanto a podido por tapar esos crímenes.
Aunque se está sometiendo a juicio a varios de los soldados que aparecen en esas fotos, creo que eso no es sino otro esfuerzo para esconder violaciones de los derechos humanos aún mayores perpetradas por EEUU en Afganistán. Deberían enjuiciar primero a los responsables de la matanza de 65 mujeres y niños en Ghaziabad, provincia de Kunar, a mediados del pasado febrero; de la matanza de 150 civiles en la provincia de Kunduz en octubre de 2009; de la matanza de 140 civiles en Bababluk, provincia de Farah en mayo de 2009; de la matanza de 100 mujeres y niños en Azizabad, en Herat, en septiembre de 2008, y por muchos más crímenes inhumanos tras los cuales el Pentágono se limita a decir «lo siento» olvidándolos después. Pienso, que si EEUU fuera un país verdaderamente honesto, lo primero que en ese caso debería hacer es enjuiciar a todos sus altos funcionarios, desde Robert Gates al General David Petraeus, bajo cuyo mando se producen todos esos crímenes.
Y así, mientras EEUU y la OTAN siguen ocupados con sus crímenes de guerra en Afganistán, se ponen a atacar a Gadafi ¡por violar los derechos humanos! ¡Qué tomadura de pelo es todo eso para nosotros cuando vemos que el gobierno estadounidense perpetra con todo ahínco en nuestro país crímenes mucho más sucios aún que los de Gadafi!
La pasada semana denegaron mi solicitud inicial de visado de entrada en EEUU y, por esa razón, tuve que retrasar la gira para presentar mi libro mientras mis simpatizantes exigían mi derecho a entrar en el país presionando al gobierno estadounidense para que cediera y permitiera la visita. Pero lo que no van a poder finalmente conseguir es continuar bloqueando la verdad sobre la guerra en Afganistán.
Las imágenes del «equipo para matar» conmocionarán a muchas personas de Europa y Norteamérica, pero para los afganos no hay nada nuevo en ellas. Porque a lo largo de la última década hemos tenido que presenciar innumerables incidentes de soldados de EEUU y la OTAN matando a gente inocente como si de pájaros se tratara.
Por ejemplo, recientemente asesinaron a nueve niños que recogían leña en la zona montañosa de la provincia de Kunar. Otra de esas innumerables masacres de civiles inocentes se produjo a mediados de febrero de este año cuando las fuerzas dirigidas por EEUU asesinaron a 65 aldeanos inocentes, la mayoría mujeres y niños. En este caso, como en tantos otros, la OTAN proclamó que sólo habían matado insurgentes, pero hasta las autoridades locales reconocieron que las víctimas eran civiles. Para impedir que los hechos salieran a la luz, llegaron incluso hasta a arrestar a dos periodistas de Al Yasira que intentaban visitar e informar desde el lugar de la masacre.
EEUU y la OTAN han hecho cuanto han podido para esconder esas matanzas de civiles diciendo que todos los muertos eran terroristas o insurgentes. Por su parte, los afganos consideran esas mentiras como una segunda bofetada y un insulto hacia los seres queridos que tan brutalmente les han asesinado.
Sucesivos funcionarios estadounidenses no han parado de decir que protegerán a los civiles y serán más cuidadosos, pero la realidad es que sólo son cuidadosos a la hora de encubrir sus crímenes y suprimir la información en los medios sobre los mismos, por tanto, hay muchos asesinatos horribles que nunca han salido a la luz. EEUU y la OTAN, junto con la oficina de la Misión de Ayuda de la ONU en Afganistán, ofrecen normalmente estadísticas sobre los civiles muertos rebajando en gran medida las cifras. Pero lo que realmente ocurre es que han aumentado las muertes de civiles desde que Obama incrementó la cifra de soldados estadounidenses en Afganistán. Ese denominado «incremento» del Presidente Obama sólo ha logrado que aumente la violencia desde todas las partes.
Lo crean o no, los ejércitos ocupantes han intentado incluso comprar a las familias de sus víctimas, ofreciendo 2.000 dólares por cada familiar asesinado. EEUU y la OTAN valoran muy baratas las vidas de los afganos, pero no nos interesa el dinero que puedan ofrecer, no queremos su dinero sangriento.
Una vez que ya conocen todo eso y una vez que han visto las fotos de los «equipos para matar», entenderán más claramente por qué los afganos están en contra de la ocupación. El régimen de Karzai, que está plagado de los más infames y brutales señores de la guerra de la Alianza del Norte, es más odiado que nunca porque sólo gobierna mediante la intimidación, la corrupción y con el respaldo de los ejércitos ocupantes. Los afganos se merecen muchísimo más que eso.
Sin embargo, eso no significa que en estos momentos los afganos hayan pasado a apoyar más la reaccionaria resistencia de los talibanes, que también prosiguen matando gente inocente. Estamos siendo ya testigos del desarrollo, y bajo las más adversas condiciones, de otra resistencia liderada por los estudiantes, por las mujeres y por la gente pobre normal y corriente de Afganistán. Están tomando las calles para protestar contra la masacre de civiles y para exigir el fin de la guerra. En ese sentido, se han celebrado recientemente manifestaciones en Kabul, Marzar-e-Sharif, Jalalabad, Kunar, Herat y otros lugares del país.
Esta resistencia se inspira también en los movimientos de otros países, como Egipto y Túnez, queremos ver también un «poder popular» en Afganistán. Y, desde luego, necesitamos asimismo del apoyo y la solidaridad de las personas amantes de la paz de los países de la OTAN. Hay muchas voces nuevas que se alzan contra esta cara e hipócrita guerra en Afganistán, incluidas las de algunos soldados de los ejércitos de la OTAN.
La última vez que visité el Reino Unido, tuve el honor de reunirme con Joe Glenton, un objetor de conciencia que se ha pasado meses en la cárcel por su resistencia frente a la guerra en Afganistán. De su tiempo en prisión, Glenton dijo: «Para mí, en la situación actual, cumplir esa sentencia ha sido como recibir una insignia honorífica».
Por eso, mientras el mundo contempla con horror las fotografías del «equipo para matar», el coraje y humanidad de Joe Glenton representan un recordatorio importante de que esa guerra no puede prolongarse más.
Fuente:
http://www.zcommunications.