Traducido para Rebelión por Caty R.
El auge de Catar en el escenario político árabe no necesita demostración. El minúsculo emirato cuya población no supera la de un barrio de El Cairo o de Bombay está en todos los frentes. Después de tomar parte en la represión de la revuelta de Bahréin fue el único país árabe que aportó apoyo militar y material a la insurrección contra Gadafi. Después de proponer su mediación en Yemen, dar su bendición al Túnez de Ghannouchi y efectuar un acercamiento a los Hermanos Musulmanes de Egipto ahora dirige la orquesta de la partitura siria y, según algunas fuentes, estaría preparando un cambio en Argelia.
¿El futuro árabe depende de Catar? ¿Qué hay de las relaciones de Catar con los países del norte de África?
Túnez, apoyo y bendición
El viaje del jeque Rachid Ghannouchi a Catar inmediatamente después de las elecciones dio a los tunecinos una respuesta al misterio del poderío financiero desplegado por el partido Ennahdha durante la campaña electoral. El objetivo de esa visita habría sido agradecer a sus benefactores el apoyo logístico y económico durante la campaña y obtener la bendición del muy influyente jeque Youssef al Qardhaoui, bien situado para obtener del jeque Hamad ben Jassem ben Jabr Al-Thani, a la vez Primer Ministro, Ministro de Asuntos Exteriores y Presidente del QIA (fondo soberano de Catar) un apoyo para el nuevo gobierno a través de inversiones, subvenciones y préstamos sin intereses, y salidas para los jóvenes diplomados tunecinos en paro. Catar no es una asociación benéfica. Si la petición de Ghannouchi recibe una respuesta positiva, ¿qué precio tendrá que pagar Túnez a cambio?
El anuncio de Ghannouchi, desde su regreso de Doha, relativo al hecho de que estaría dispuesto a expulsar al embajador sirio de Túnez y a reconocer al Consejo Nacional de Transición sirio ofrece un principio de respuesta. Unas declaraciones como poco sorprendentes, pero en línea directa con la suspensión de Siria en la Liga Árabe. El Túnez que Hamadi Jebali describe como el «VI Califato» aprobó esa decisión la cual, tomada de forma arbitraria y sin respetar los procedimientos legales de los Ministros de Asuntos Exteriores árabes, ha sido sin ninguna duda dictada por Catar.
Medios de comunicación y dinero, las «armas de terciopelo» de Catar en Libia
Si a través de la cadena Al-Yazira Catar desempeñó un papel nada desdeñable en el derrocamiento del régimen libio, los cataríes llegaron mucho antes de la caída del coronel Gadafi con maletas llenas de dinero, numerosos convoyes de armas para los combatientes islamistas y 5.000 miembros de sus fuerzas especiales.
El 26 de octubre, durante una reunión de países amigos de Libia, el Jefe del Estado Mayor catarí anunció «la formación de una nueva alianza internacional de 13 países, entre ellos Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, bajo la dirección de Catar, para el período posterior al final de la misión de la OTAN. Su papel será especialmente el de coordinar, entrenar y refundar el ejército». Pero el compromiso catarí, un poco más marcado al lado de los islamistas, acabó suscitando críticas un poco más marcado del lado de los islamistas, acabó suscitando críticas entre ciertos dirigentes del CNT libio. Mahmud Jebril, expresidente del Buró Ejecutivo del CNT, y Mohamed Abdel Rahman Shalgham, representante de Libia en las Naciones Unidas, se pusieron de acuerdo para reconocer que «actualmente los petrodólares de Catar, a través del apoyo de ciertos países relacionados con el movimiento islámico, alimentan las rivalidades entre los rebeldes y las diversas corrientes que gestionan el período post Gadafi esparciendo la sedición entre los hermanos libios. Al pactar con las facciones, Catar, que continúa albergando a Moussa Koussa, el exjefe de inteligencia de Gadafi, desempeña un papel que sobrepasa sus capacidades».
¿Quién es el siguiente? Argelia entre sospechas y amenazas
Igual que Libia, Argelia es un país rico en petróleo y gas cuyas rentas están mal distribuidas. En este caso no es difícil utilizar al pueblo como palanca de cambio del régimen establecido, y el creciente papel de Catar junto a algunos opositores argelinos en el exilio, especialmente las redes del antiguo FIS, suscita mucha inquietud.
Entre las grandes figuras de esta oposición, Abassi Madani, que vive en Catar y forma parte del círculo de responsables islamistas magrebíes recibidos regularmente por el emir Madani, ha forjada fuertes vínculos con el CNT libio, hecho del que seguramente proceden las tensiones persistentes entre Argel y el CNT. La visita de una delegación libia a Argel, anunciada a principios de octubre, no se ha realizado.
Otro huésped de Catar, Saad Djebbar, opositor y abogado personal del emir de Catar, interviene regularmente en la cadena Al-Yazira para comentar los acontecimientos del Magreb y de Argelia.
Los argelinos también sospechan que Catar quiere financiar una cadena de televisión que podría ser lanzada por los opositores en el extranjero. Incluso aunque Argel intente calmar los ánimos y evite cualquier confrontación con Doha, Catar juega claramente a la revolución en Argelia. Las amenazas dirigidas por Jassem Ben Jabr Al Thani a su homólogo argelino durante la votación de la suspensión de Siria en la Liga Árabe: «No defienda a Siria porque cuando llegue su turno usted ciertamente nos necesitará», no dejan ninguna duda al respecto.
«Para el emir el cambio en Argelia, como en los demás países del Magreb, pasa por los islamistas moderados», explica un experto en política árabe. Ese es probablemente el mensaje que Ghannouchi -que ocupa el puesto de vicepresidente de la Liga Mundial de los Ulemas Musulmanes y cuya influencia sobre los partidos islamistas en el mundo árabe-musulmán es considerable- fue a transmitir a sus amigos de Argel. De momento se ignora el papel del emirato catarí en esta nueva iniciativa diplomática, pero el líder de Ennahdha ha sido recibido en Argel con honores de Jefe de Estado.
Marruecos, en el regazo de los grandes hermanos del Golfo
De todos los países del norte de África, Marruecos es el único que ha recibido a dirigentes israelíes como Simón Peres o Tzipi Livni. Además es el único que, como Catar, no oculta que tiene una oficina de enlace con Israel. El rey Hassan II incluso llegó a proponer la integración de Israel en la Liga Árabe. Así que no es sorprendente que ahora se haya invitado a Marruecos a adherirse al Consejo de Cooperación de los Países del Golfo, que agrupa a los países más ricos y más comprometidos en la implementación de las políticas estadounidenses en el mundo árabe. Aceptando el ofrecimiento de los amos del juego político en la región, Marruecos piensa que puede ponerse a resguardo del efecto dominó de los levantamientos populares árabes. Al ofrecerle su apoyo para controlar el aumento de las protestas del movimiento 20 de febrero y buscar una salida al problema del Sahara Occidental, los países del Golfo ofrecen a Marruecos una puerta de salida que no puede rechazar.
Bajo la supervisión de Catar, convertido en el nuevo «Emir de los Creyentes» árabe, el tren de las democracias islámicas parece que ya está en marcha. Pero para que llegue a su destino sin problemas los conductores deben seguir el camino trazado por los pasajeros. ¿Es este realmente el caso?
La información sobre la eventual presencia del emir de Catar en la apertura de la Asamblea Constituyente ha provocado la cólera de los tunecinos, que multiplican los comentarios hostiles contra él, describiéndole como un reyezuelo de la Edad Media que no tiene ninguna lección que impartir ni en democracia ni en nacionalismo árabe.
Hablando en nombre del pueblo libio, Mahmud Jibril avisa al emirato: «Ya se trate de Catar o de otro país, todos los politólogos están de acuerdo en que desde el momento en que un país pretende extender todavía más su esfera de influencia, corre el riesgo de romperse al medio…»
¿Corre ese riesgo Catar? ¿El apoyo de Estados Unidos y Francia será suficiente para preservarle de un eventual vuelco de la situación? A los que tras comprobar la impotencia de la todopoderosa Arabia Saudí frente a las ambiciones del pequeño emirato rival se preguntan qué pueden hacer los pueblos del norte de África para preservar su independencia, se les podría responder que esos pueblos, que saben mejor que nadie que sin independencia no existe la libertad, quizá no han dicho todavía su última palabra.
El día 10 del mes del Ramadán de 2011, el emir de Catar no invitó a políticos y religiosos del mundo árabe a que le acompañaran a rezar el «día del cordero» en la mezquita de los Omeyas de Damasco, y eso, en la ausencia de Bashar el Assad. Seguimos esperando…
Fuente: http://nawaat.org/portail/