Traducido para Rebelión por Carmen García Flores
Para comenzar, una aclaración a propósito de la relación entre las ideologías y la realidad socio-política. La ideología de una sociedad es el conjunto de valores y creencias de esa sociedad; en realidad, este conjunto es el que propagan y defienden los representantes de la o de las clases dominantes, y que permiten que todos los miembros acepten las relaciones sociales existentes. La ideología no tiene relaciones directas y explícitas con estas relaciones sociales. Ella, al contrario tiene por objeto disimular estas relaciones, sacar a la luz consideraciones morales o religiosas y ensombrecer las relaciones concretas que el sistema mantiene entre los miembros de la sociedad. Cuando la utilidad de estas clases disminuye, es decir, que su papel histórico, desde el punto de vista del desarrollo de fuerzas productivas, ha terminado, y que comienzan a existir las condiciones para su sustitución, se desarrolla una nueva ideología que va a terminar por ganar suficiente terreno para que se produzca el cambio correspondiente. Una vez en el poder, los poseedores de esta ideología van a popularizarla al máximo para que se convierta en la ideología de la sociedad. Esto es lo que hizo Bourguiba durante los años que siguieron a su ascenso al poder.
Bajo el colonialismo y como base de la lucha nacional, la ideología dominante era el nacionalismo es decir, la voluntad de construir una nación en el sentido burgués del término: pasar el poder político a las manos de una burguesía nacional en proyección en la pequeña burguesía de las ciudades, apropiación de esta burguesía nacional de la esencia de las fuerzas productivas del país, generalización del mercado capitalista y destrucción de lo esencial de las estructuras económicas y sociales pre-capitalistas del país.
Bajo esta ideología nacional, que ha dominado hasta poco después de 1961, las posibilidades del país han permitido alcanzar una parte de los objetivos fijados: independencia formal y creación de un Estado nacional, destrucción del poder semi-feudal del pachá, de las instituciones religiosas y de las cofradías, redacción de una constitución republicana y de un corpus de leyes y correspondientes, creación de una moneda nacional, etc. Pero la clave de esta ideología, que se suponía que provenía de una burguesía que poseía los principales centros económicos y políticos de poder, era la carencia de esta burguesía, que no existía, ni siquiera embrionariamente. Sin cambiar formalmente de nombre (la teoría de la unidad nacional2), la ideología había cambiado, para poder justificar los cambios provocados por la constatación de esta carencia.
Con la adopción de la planificación, el régimen tunecino hizo él mismo la ideología del desarrollo , según la cual: 1º el desarrollo económico del país es la prioridad de la fase en curso, relegando al segundo plano más consideración que la de los principios democráticos afirmados por la constitución de 1959, ya contradichos, bien es verdad, por algunas de las leyes promulgadas después. 2º El Estado es el principal motor de este desarrollo; el cual se hace cargo para ello de los recursos esenciales del país y decide cómo utilizar los otros.
Como este Estado, para poder dominar la vida del país entero, hace consensuar sus decisiones políticas, al conocer la receptividad de la población, y por si reacciona en contra, tiene necesidad de un gran partido político que doble las estructuras administrativas del Estado, el Destour, convertido en el Partido Socialista destourien en 1964, se convierte en el partido único que controla y forma este Estado de partido único: el Estado es propietario de los medios de producción, y los cuadros de la administración, en general miembros importantes del partido único, y los del partido, protegidos por la ideología del desarrollo, dominan este Estado; ellos pueden así disponer de todos sus bienes, colectivamente, para su provecho (directamente personal, extracción, malversación «corrupción», o indirectamente, en general por personas que quieren asegurarse una clientela política, apoyando a una región, etc), y no en función de las consideraciones de rentabilidad económica o social, aún menos de interés general, renunciando a fomentar la creación de un importante burguesía privada, la clase dominante, de origen pequeño burguesa y constituida por miembros de los aparatos del Estado del partido va a esforzarse en realizar los objetivos que no habían sido atendidos en la fase precedente: principalmente la generalización del mercado y de la economía capitalista en Túnez, que permite extender al país entero a la esfera de influencia y de control del Estado. La relativa lentitud del desarrollo interno entrañan dos consecuencias importantes: el aumento de importaciones de bienes de equipamiento, y menos, de bienes de consumo financiados por la reestructuración de la agricultura y del endeudamiento exterior, y sobre todo el desarrollo de lo que se llama la corrupción, que toca cada vez más los sectores de la administración y sobre todo del partido, en el que los dirigentes influyentes sacan compensación de la población o de las desviaciones que puedan hacer impúnemente…
Este sistema que ha podido, bajo el primer ministro Hedi Nouria, animar a los empresarios privados para producir bienes de consumo o para participar en los grandes trabajos comandados por el Estado, ha agotado sus capacidades de desarrollo de las fuerzas productivas hacia la mitad de los años ochenta, en Túnez como en todas partes. Entonces, la ideología del desarrollo, acusada desde hace tiempo de justificar el totalitarismo, ha sido abandonada al provecho de la ideología de los derechos humanos.
Es en esta ideología en la que se ha cobijado Ben Alí para justificar el golpe de Estado del 7 de noviembre de 1987. Pero si la quiebra económica y política del régimen no se hubiera puesto en duda, las bases de su sustitución hubieran faltado cruelmente: no hay una clase apta para dominar y dirigir el país, ni tampoco partidos capaces de expresar los objetivos y de movilizar a las masas, pero en cambio mantienen todo el poder del aparato del partido y del Estado.
El cambio no podía ser más que un cambio formal, y, tras algunas modificaciones de detalle, el régimen se convirtió en lo que era. Siempre con la doble consecuencia de las nuevas tensiones: la ideología oficial no podía encontrar en el mantenimiento de las relaciones sociales antiguas las justificaciones de su existencia y así, convertida en una caricatura, cada acto de poder desmentía espectacularmente las afirmaciones ideológicas; el cinismo se convirtió en el modo de política obligado del gobierno; por otra parte, como las causas de la quiebra no podrían ser controladas, los recursos no aumentaron suficientemente y el apetito de poder creció sin cesar, el carácter abiertamente mafioso y profundamente represivo del régimen no cesaba de hipertrofiarse. Esta represión no se preocupaba por la oposición en tanto que ella no podría representar una clase apta para asegurar el relevo, que no existía. Ella busca prohibir a los que pudieran tomar el lugar del RDC en condiciones semejantes. La crítica de los partidos políticos de la oposición no se basaba en la existencia y la dominación del partido único, sino en el modo autoritario de gestión, el cual ellos hubieran debido saber que eso era inevitable.
Las causas de la caída del régimen son múltiples, el sufrimiento de la población, su explotación no tenía límites, el desarraigo de las clases medias en vía de empobrecimiento no cesaba de apartarse del régimen, los actos políticos suicidas de una camarilla que había olvidado que su poder venía del partido único y que termina por separarlos de él mismo, y sobre todo la ausencia de un liderazgo político, han dibujado las formas que ha tomado la revolución de diciembre de 2010-enero 2012: un formidable terremoto ponía en cuestión todas las bases del régimen, y nadie sabía, es decir que no actuaban en nombre de una ideología, pero pedían la realización de un número de reivindicaciones, como eran la democracia, la justicia, la igualdad, la dignidad. En suma se puede decir que era la primera vez en la historia humana que la ideología no se había desarrollado ni orientaba la revolución, pero el pueblo se reviste con una serie de principios y demanda que se apliquen.
Para esta nueva situación no valían las respuestas antiguas, a excepción de las revolucionarias que en reconocimiento de su ignorancia han dejado el poder a los representantes de los partidos en los que no habían confiado. Estos partidos, hundidos en sus concepciones ideológicas aparentemente próximas en la mayor parte, en las luchas de poder sin significación política real, en unas confrontaciones de segunda índole, se han visto incapaces de responder a las demandas de la revolución, pero no pueden ocuparse de ella, no han disminuido, más bien al contrario, la presencia de los enemigos de la revolución (y la de sus enemigos) en el aparato del Estado.
En cuanto al aspecto ideológico, parece que hayamos entrado en una nueva fase histórica, correspondiente a la emergencia de una sociedad nueva en la que no se distingue aún los contornos: esta sociedad, donde no parece deber dominar ninguna clase, ni ninguna ideología, será probablemente organizada siguiendo un corpus de principios democráticos, dejando un amplio lugar a la negociación en la solución de los conflictos…
Hacia el final de las ideologías probablemente, lo que supondrá un término más alejado del fin de las luchas de clase y como escribiría Marx, ¿el fin de la historia?
GN, 15/10/2012
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Esta creación se ha hecho contra las diferentes tentativas, internas (Salah Ben Youssef) y externas (FLN argelino en sus comienzos y nasserista preconizando respectivamante la integración del Magreb y del Mundo árabe) de redactar esta creación privilegiando las luchas nacionales comunes.
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Esta idea que Bourguiba había elevado al rango de teoría era en realidad la traducción de la necesaria alianza de todas las fuerzas y las clases interesadas en la liberación del país de la dominación colonial. Ella sobrevivirá a la independencia, pero era un medio cómodo de justificar la dominación de los mandos de origen pequeño burgués del Destour sobre las otras fuerzas del país: en efecto, el lugar donde se realiza esta unión nacional es el Destour. En el seno de este partido se realiza la unión de los obreros, de patrones, de artesanos de comerciantes, de agricultores de estudiantes, etc… representados directamente o por mediación de sus organizaciones, que ya no son organizaciones sindicales o cooperativas sino organizaciones nacionales…
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Como el código de la prensa o la ley sobre las asociaciones de 1959, que otorga al poder ejecutivo la posibilidad de suprimir completamente las libertades privadas por la constitución.
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Esto es el resultado de la política de colectivización a la cual se asocia el nombre de Ben Salah, que simultáneamente, aumenta prodigiosamente el papel del partido único.
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Porque relativamente integrado en el mercado mundial por la mediación de lo que se podría llamar el neo-colonialismo, y que no era la forma de la época de la dominación imperialista sobre el mundo, Túnez no podía encontrar en ella los recursos suficientes para acumular las riquezas necesarias para la puesta en marcha de una capitalización autónoma (es el problema de acumulación primitiva).
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El plan de ajuste estructural impuesto por las autoridades financieras internacionales en el estado de la ilustración.
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Expresado por el aumento de la respuesta islamista y la degeneración del sistema del gobierno de un Bourguiba senil y antiguo.
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El único cambio notable fue el del cambio del nombre del partido que abandonaba la referencia al socialismo para adoptar el de la democracia.
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Estos revolucionarios, en algunas semanas, han asimilado, en su práctica, el conocimiento de la experiencia del país durante cincuenta años y su anciana memoria.