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La opción de la izquierda transformadora en el caso del ejercicio del derecho de autodeterminación

Las tesis de un revolucionario internacionalista

Fuentes: Rebelión

Jaime Pastor, profesor de Ciencia Política en la UNED y maestro de muchos de nosotros, ha publicado recientemente un artículo sobre la situación política catalana: «Nacionalismos, derecho a decidir y democracia» [1]. Pocas personas están más autorizadas que él para hablar de estos temas. Pastor es autor de un libro excelente Los nacionalismos, el Estado […]


Jaime Pastor, profesor de Ciencia Política en la UNED y maestro de muchos de nosotros, ha publicado recientemente un artículo sobre la situación política catalana: «Nacionalismos, derecho a decidir y democracia» [1]. Pocas personas están más autorizadas que él para hablar de estos temas. Pastor es autor de un libro excelente Los nacionalismos, el Estado español y la izquierda, Los libros de Viento Sur-La oveja roja, 2012. Por si faltara algo, el profesor de la UNED es, además, una de las personas más próximas y que mejor conocen los avatares y finalidades de la izquierda transformadora en Catalunya.

Su artículo refuta, de entrada. una afirmación propagada desde algunos círculos del nacionalismo-independentista catalán: los intelectuales españoles críticos (a veces hablan de los intelectuales de la meseta) están mudos, no hablan, están coaccionados por las instituciones o grupos mediáticos españoles. El resto es silencio, afirman satisfechos Con ello parecen apuntar a una especie de soledad e incomprensión y a que, en este caso, la izquierda española-ñola no está muy distante del comportamiento de las derechas. No es así, desde luego, pero desde Kuhn sabemos que los hechos suelen esgrimirse e incluso construirse para confirmar teorías inamovibles. La teoría, en este caso, es conocida: España, toda ella, es un país de bárbaros uniformistas.

El objetivo de esta nota es dar cuenta de algunas de las tesis defendidas por Jaime Pastor, así como apuntar algunos matices de orden secundario.

Desde la multitudinaria manifestación de la pasada Diada, señala JP, «la reivindicación del derecho a la autodeterminación y a la independencia ha pasado al centro de la agenda política en Catalunya y en el Estado español». No pretende Pastor analizar en profundidad los factores que pueden ayudar «a entender el rápido ascenso de la opción independentista», pero es evidente, en su opinión (que desde luego compartimos), que «en ello influyó notablemente el rechazo de la reforma estatutaria por el Tribunal Constitucional en julio de 2010». El estallido de la crisis sistémica, señala el ex dirigente de la LCR, «ha podido ayudar también a fomentar cierto sentimiento de agravio comparativo», eso sí, apunta con precisión, «con argumentos discutibles» pero acompañado «por el temor a una recentralización del Estado, cada vez más visible en el proyecto del PP y ratificada recientemente por la beligerante intervención de la Corona». Nos encontramos, pues, ante un nuevo escenario en el que todo parece indicar que la vía «autonomista» ha fracasado y que lo coherente, desde un punto de vista democrático, «es respetar la libre decisión que quiera tomar el pueblo catalán sobre su futuro».

Consciente de que el auge independentista se produce en el contexto de una grave crisis del régimen español y de la eurozona y buscando a la vez desviar la atención del desgaste sufrido con sus fuertes recortes sociales, Jaime Pastor no se despista ni un instante y señala que «el presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha optado por ponerse a la cabeza de ese movimiento y convocar unas elecciones anticipadas con el fin de convertirlas en plebiscitarias», mientras se deja fotografiar y bebe agua en una taza donde aparece el lema -en inglés, por supuesto- de «Catalonia is not Spain».

Con enorme equilibrio y prudencia, JP señala que desde fuera de Catalunya se puede -y acaso se debe- «criticar el oportunismo de Mas y su innegable propósito de dejar al margen de la agenda los efectos de sus políticas neoliberales en nombre de un proyecto independentista que pretende aparecer a la vez como solución mágica a la crisis económica y social». Este es un punto crucial que cada día se extiende más entre la ciudadanía, nacionalista de un signo, o incluso de otro, y entre la no nacionalista. Mas no por ello, señala Pastor, «podemos dejar de poner en primer plano la denuncia de un nacionalismo español que, tanto en sus versiones más beligerantes […] como en las de un PSOE que de pronto ha redescubierto el federalismo «a la alemana» -o sea, uninacional-, sigue rechazando la necesidad de reconocer en condiciones de igualdad la realidad plurinacional existente dentro del Estado español».

No cabe más camino, en su opinión, que «el de buscar una vía democrática de solución del conflicto con mayor razón cuando probablemente puede volver a plantearse también en el caso vasco». El fracaso de los intentos unitarios forzados de la Constitución de 1978 es incontestable. «Ni el Estado autonómico, ni la integración en la UE -con las constantes cesiones de soberanía hacia arriba que ha supuesto- han logrado ofrecer un reconocimiento y un «acomodo» suficientes de Catalunya dentro del Estado español».

Para Pastor, responder a este reto «con el argumento de que en la Constitución no cabe el derecho a la autodeterminación y de que en caso de referéndum tendría que votar el conjunto de la ciudadanía del Estado» es no sólo antidemocrático sino que significaría, probablemente, «generar una dinámica de confrontación que facilitaría un mayor sentimiento independentista en Catalunya». Hay que decir una vez más «que la responsabilidad principal en el escenario que se ha creado se encuentra en los «separadores» españoles». Conviene recordar finalmente, señala, lo que declaraba el Tribunal Supremo de Canadá en 1998: «La Constitución no es una camisa de fuerza (…). Aunque es cierto que algunas tentativas de reforma de la Constitución han fracasado en el transcurso de los últimos años, un voto claro de la mayoría de quebequeses sobre una pregunta clara, conferiría al proyecto de secesión una legitimidad democrática que el resto de participantes en la Confederación tendrían la obligación de reconocer».

Tiene razón el compañero Jaime Pastor.

Cuestiones pendientes para completar el cuadro: qué opción debe defender la izquierda transformación en el caso del ejercicio del derecho de autodeterminación en Catalunya; cómo actuar para no ser comparsas de las finalidades antiobreras de la derecha neoliberal y reaccionaria catalana, una las peores de España y de Europa, y sobre todo cómo generar una cultura federalista que hermane pueblos y aleje separaciones, sabedores no sólo de la deriva fascistoide de la derecha española extrema en éste y en otros asuntos, sino del trabajo de largo alcance de la derecha catalanista y aliados que han logrado introducir (falsariamente) en el alma de miles y miles de ciudadanos y ciudadanas catalanes (de diversos orígenes) que España (- Catalunya) es un país de bárbaros en el que nadie entiende el hecho diferencial catalán (o el vasco o el gallego), todos por igual: a derecha y a izquierda, que además ha expoliado fiscalmente durante años y años la riqueza de un país que cabalgando sólo llegaría a los primeros puestos del hit parede neoliberal europeo (o incluso mundial).

Y no es eso, amigos; no es eso compañeros. Nunca ha sido ese el tema para la izquierda transformadora catalana y española.

Nota:

[1] http://blogs.publico.es/dominiopublico/5901/nacionalismos-derecho-a-decidir-y-democracia/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.