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Privados de derechos y empobrecidos, los tuareg son acusados de ser aliados de Al-Qaida

Las tribulaciones de los tuareg

Fuentes: Al Jazeera

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

¿Están aliados los tuareg del Sahara, como ahora insinúan muchas informaciones en los medios, aliados con al-Qaida en el Magreb Islámico (AQIM)?

Esta pregunta se ha hecho especialmente pertinente desde el secuestro de siete empleados de dos compañías francesas desde sus alojamientos en Arlit, en el norte de Níger, en septiembre.

Los informes inmediatos sobre la toma de rehenes, por la que AQIM ha reivindicado la responsabilidad, dijeron que se oyó a los secuestradores hablando en árabe y tamasheq, el lenguaje de los tuareg. Esta información pareció ser contradicha subsiguientemente por un guardia tuareg quien, después de haber sido atacado personalmente por los atacantes, informó haberlos oído hablar en árabe y hausa. No mencionó el tamasheq, pero su evidencia parece haber sido ignorada por la suposición de que sería poco probable que incriminara a su propia gente.

Cientos, posiblemente miles, de artículos y emisiones en los medios han seguido las indicaciones dadas por el gobierno de Níger, Amadou Toumani Touré (ATT), presidente de Mali, Bernard Kouchner, ministro de exteriores francés, y Brice Hortefeux, ministro francés del interior, cuyas declaraciones sugirieron que AQIM ‘subcontrató’ el secuestro a los tuareg.

Centro de atención de los medios

Los tuareg son la población indígena de gran parte del Sahara Central y del Sáhel.

Actualmente, se concentran sobre todo en el norte de Níger y el norte de Mali donde representan aproximadamente un 10% de las poblaciones nacionales, con aproximadamente un millón en Níger y tal vez algo menos en Mali.

Otras poblaciones tuareg existen en el sur de Argelia y el sudoeste de Libia, donde representan pequeñas minorías de unos 50.000 o menos en cada país, con tal vez 25.000 en Burkina Faso y unos pocos en Mauritania.

AQIM se ha arraigado en las principales comunidades, sobre todo en el norte de Mali y en menos cantidad en Níger.

Los siguientes puntos ayudan a responder la pregunta:

  • Aunque AQIM ha reivindicado la responsabilidad por el secuestro en Arlit, todavía no sabemos con seguridad qué individuos participaron en la incursión. Es posible o no que tuareg individuales hayan estado involucrados.
  • Aunque las ‘comunidades’ tuareg han negado siempre su participación en semejantes actividades criminales, la mayoría de sus dirigentes y portavoces reconocen que hay ‘ovejas negras’ en todos los pueblos. Entre los tuareg, especialmente en Níger y Mali, donde las recientes rebeliones tuareg (2007-2009) han sido interrumpidas por estados de ‘paz’ insatisfactorios y tal vez sólo temporales, una cantidad apreciable de jóvenes combatientes ‘ex rebeldes’ se han convertido al bandidismo y la ‘criminalidad’ como medio para su supervivencia económica. Parte de este ‘oportunismo’ está indudablemente asociado con actividades de AQIM. Por cierto, muchos de los jóvenes ex rebeldes de Níger que se han dedicado al bandidismo viven ahora dentro y alrededor de Tamanrasset, la capital del extremo sur de Argelia, y por lo tanto podrían dar por sentado que su bandidismo en el norte de Níger es consentido por el Estado argelino.
  • Como Nicolas Roux señaló recientemente al discutir este tema en People with Voices: «Si un ciudadano francés estuviera involucrado en una organización terrorista, nadie diría que ‘los franceses forman parte de tales actividades».
  • De la misma manera, Boutali Tchewiren, presidente de la Asociación Alhak-Nakal

    (Derecho a la Tierra) y ex portavoz del MNJ (Movimiento de los Nigerinos por la Justicia) rebelde de los tuareg, respondió de inmediato a los comentarios acusatorios de Niamey y París. «Sólo porque algunos de los secuestradores hablaban Tamasheq, no se debiera acusar a toda la comunidad tuareg,» dijo a AFP. Tchewiren también refutó a Kouchner, quien dijo que: «Los que se apoderaron de esos hombres y mujeres podrían ser tuaregs que trabajaban a pedido. Los venderán a los terroristas, quienes en sí no son muy numerosos.» «Esa», dijo Tchewiren, «es una acusación seria. Es demasiado burdo y ridículo acusar de esta manera al pueblo tuareg. La comunidad tuareg no es responsable por las acciones de unos pocos individuos, incluso si son miembros de esta comunidad.»

  • Objeciones similares vinieron de los tuareg de Mali. El 20 de septiembre, dos parlamentarios de Mali, Alghabasse Ag Intalla y Bajan Ag Hamatou, ambos representantes de la comunidad tuareg enviaron una protesta en términos enérgicos al embajador francés en Mali sobre la forma en la cual se estaba estigmatizando a los tuareg. Escribieron: «Usted sabe, excelencia, que no ha habido un solo día, desde hace un cierto tiempo, en el que ‘los tuareg’ no han sido colocados en el centro de la atención por un artículo de prensa, radio u otra forma de comunicación respecto a su supuesta participación en esta o aquella infamia perpetrada en su región.»

‘Terroristas putativos’

  • El sentido de lo que quiero decir va mucho más allá de la simple cuestión de si algunos tuareg han estado implicados en el atraco de Arlit. Va dirigido a la situación general de los tuareg desde 2003, cuando los estadounidenses lanzaron el nuevo frente Sahara-Sáhel en la así llamada ‘guerra global contra el terror’ (GWOT, por sus siglas en inglés).
  • A menudo se argumenta que los movimientos islamistas extremistas encuentran apoyo no sólo entre ideólogos sino también -mediante su promesa de una mejor ‘alternativa social’- entre los socialmente menesterosos, reprimidos y marginados. En Sahara-Sáhel, especialmente desde 2003, esto se refiere a los tuareg. Por cierto, el impacto de la GWOT sobre los pueblos tuareg ha sido equivalente a una catástrofe.

Sobre la base de esta premisa, y cuando consideramos lo que los tuareg han sufrido a manos de Washington y de sus propios gobiernos durante la GWOT, para no mencionar la explotación de sus tierras por compañías mineras y petroleras extranjeras, podríamos preguntar por qué los tuareg, en lugar de condenar a AQIM no están haciendo cola para unirse a sus filas.

De hecho, la realidad de la GWOT en Sahara-Sáhel no ha tenido que ver con la lucha contra ‘terroristas’, sino sobre cómo los gobiernos locales, vinculados a la GWOT a través de las iniciativas Pan Sáhel (PSI) y Trans-Sahara de Contraterrorismo de 2004 y 2005 respectivamente, han estado provocando a los tuareg para que tomen las armas a fin de poder categorizarlos como ‘terroristas’ o, como argumentó de modo bastante extraño un analista del Departamento de Estado de EE.UU. en el contexto de un supuesto vínculo entre el terrorismo y tráfico, ‘terroristas putativos’.

Lo que los tuareg han tenido que sufrir en la así llamada GWOT es chocante y vergonzoso. Resumo:

El secuestro de 32 rehenes europeos en el Sahara argelino en 2003, bajo la dirección del servicio de inteligencia y seguridad de Argelia, la DRS, llevó al colapso inmediato de uno de los principales pilares de la economía tuareg en el sur de Argelia. La pérdida de unos 10.000 turistas solo en el sur de Argelia, que gastaban aproximadamente 750 dólares cada uno, significó una pérdida anual de unos 7,5 millones de dólares, que en su mayor parte ingresaban a la comunidad tuareg local.

Muchos de esos tuareg, bajo la presión de la miseria, se vieron obligados a participar en actividades tenebrosas y a veces hasta ‘criminales’, como ser el trabajo para varios negocios de narcotráfico trans-Sahara, o como proveedores de carburante, conductores o guías.

A partir de 2004, los gobiernos de Argelia, Níger, Mali y Mauritania utilizaron todos el pretexto de la GWOT para tomar medidas contra la oposición legítima, la sociedad civil y minorías étnicas ‘molestosas’ como los tuareg. Las comunidades tuareg en toda la región fueron constantemente provocadas por sus gobiernos para adoptar una conducta rebelde, con el propósito de demostrar a Washington la amenaza potencial del terrorismo dentro de la región Sahara-Sáhel. El beneficio para los gobiernos locales fueron las dádivas financieras y militares que llegan con la bendición de Washington.

‘Explosión de cólera’

El plan estadounidense-argelino de crear incidentes de terrorismo de ‘bandera falsa’ en la región de Sahara-Sáhel fue formulado en septiembre de 2002, y el primer esfuerzo (frustrado) de secuestrar a turistas europeos tuvo lugar en octubre de ese año. Los tuareg en la región sabían del incidente y el mes siguiente escribieron al primer ministro argelino acusando al gobierno de ‘sabotaje’. Los mismos tuareg, en nombre de los ‘ciudadanos de Tamanrasset’, ya habían escrito a Abdelaziz Bouteflika, el presidente argelino, advirtiéndole que a menos que el gobierno cesara su acoso de la gente del lugar «es probable que hubiera una explosión de cólera local, cuyo efecto es imprevisible».

En julio de 2005, esa cólera estalló en dos días de disturbios durante los cuales fueron incendiados unos 40 edificios comerciales y gubernamentales de Tamanrasset. Unos 150 jóvenes tuareg fueron detenidos, 64 de ellos encarcelados y el resto multados. Cuando sus casos finalmente llegaron ante la justicia, se reveló que los disturbios habían sido dirigidos por la policía secreta, que actuó como agentes provocadores. Un destacado ciudadano local expresó los puntos de vista de muchos cuando dijo: «Ahora, cuando ellos [las autoridades argelinas] cuentan con el apoyo de los estadounidenses, se han convertido en matones aún peores».

En 2004, cuatro semanas antes de la llegada de fuerzas especiales estadounidenses de PSI al Sáhel, el gobierno de Níger provocó a los tuareg para que tomaran las armas al encarcelar a un destacado político tuareg sobre la base de acusaciones falsas de asesinato. Fue liberado después de 13 meses sin haber sido acusado.

En mayo de 2006, la DRS de Argelia, acompañada por unos 100 miembros de las fuerzas especiales de EE.UU., apoyó y orquestó una rebelión tuareg en el norte de Mali. Cuatro meses después, la DRS, con la complicidad de EE.UU., pagó a los mismos tuareg sumas considerables de dinero para que atacaran al conocido ‘forajido’ argelino Mokhtar ben Mokhtar en el norte de Mali a fin de dar la impresión al mundo exterior de que realmente había ‘terrorismo’ en el Sahara. Por lo menos cinco tuareg fueron muertos.

A principios de 2007, un importante levantamiento tuareg, de nuevo provocado por el gobierno de Níger, aunque se cree que la DRS de Argelia estuvo involucrada, estalló en el norte de Níger y duró casi tres años. Como en Mali, donde una rebelión igualmente prolongada comenzó unos pocos meses después, se sigue esperando un acuerdo concluyente de paz.

Privados de derechos

La causa principal de la rebelión de Níger fue la demanda de los tuareg de obtener una parte en los beneficios de la explotación y desarrollo de los recursos naturales de su región, notablemente las masivas operaciones de minería de uranio emprendidas por compañías internacionales.

En Mali, la causa subyacente de la rebelión fue la privación de derechos y la marginación de los tuareg y el hecho de que el gobierno no cumpla los compromisos de un acuerdo de paz después de una rebelión anterior durante los años noventa.

En ambos países, los combates fueron atroces, especialmente en Níger donde el régimen del ahora depuesto presidente Mamadou Tandja adoptó la estrategia genocida de atacar y matar a civiles tuareg, especialmente ancianos, mujeres y niños. La ONU no acusó recepción de la notificación por escrito del genocidio de Níger, y menos aún actuó al respecto, mientras el enviado especial del secretario general vergonzosamente ni siquiera estableció un contacto significativo con los rebeldes antes de ser tomado como rehén por AQIM.

En febrero de 2008, fuerzas malíes recorrieron la región noreste de Mali, saqueando la ciudad guarnición fronteriza de Tin Zaouatene y expulsando a toda la población civil hacia el desierto. Aunque no se informó de muertes, la acción provocó ataques de rebeldes tuareg en venganza contra el ejército malí y una escalada del conflicto en general.

La cantidad de tuareg muertos en estos incidentes y otros relacionados no es conocida con precisión, pero puede ser estimada en unos 500.

La base de su economía y subsistencia, el turismo, reducido a casi cero en el sur de Argelia después de las tomas de rehenes del año 2003, ha seguido el mismo camino, pero en cifras superiores, en Níger y Mali. Recientemente, Point Afrique, el mayor operador de vuelos chárter a la región, limitó los vuelos a Tamanrasset, Djanet y Timimoun en el sur de Argelia; Agades en Níger; Atar en Mauritania y Gao en Mali. Se estima que las cifras de turistas en la región han caído de unos 100.000 al año a casi cero, con una pérdida estimada de tal vez entre 50 y 75 millones de dólares.

Con la matanza de ganado tuareg por el ejército de Níger y la restricción del movimiento nómada por AQIM, la actividad de los pastores, junto con otras actividades comerciales (fuera del bandidismo y el narcotráfico), también ha sido diezmada. No es sorprendente que la mayoría de las ONG hayan abandonado también la región.

‘Zona de terror’

Dos nuevos conjuntos de mapas de Sahara-Sáhel resumen la cólera de los tuareg contra sus propios gobiernos, Washington y las compañías mineras y petroleras extranjeras:

Uno, producido por el Pentágono en 2003, inmediatamente después de haber fabricado su nuevo frente Sahara-Sáhel en la GWOT muestra el dominio tuareg como una ‘zona de terror’.

El segundo, producido por los gobiernos de la región, muestra el mismo dominio tuareg como una chapa damero de concesiones de prospección minera y petrolera licenciada a cientos de compañías petroleras y mineras extranjeras.

El primer mapa refleja la profecía que se auto realiza de Washington. El acto original estadounidense de ‘terrorismo de Estado’ en Sahara-Sáhel, implementado por la DRS de Argelia, está cobrando una vida y ritmo propio, y amenaza con cambiar para siempre la cara del noroeste de África.

El segundo refleja cómo los tuareg están siendo desposeídos de sus tierras sin una palabra de consulta y en contravención de un cúmulo de convenciones y protocolos internacionales relacionados con los derechos de los pueblos indígenas.

Marginados por sus gobiernos; ignorados por la comunidad internacional y privados por la GWOT de sus subsistencias, pero siendo todavía expertos combatientes, la pregunta que ahora se formula es si los tuareg, especialmente en Mali, donde la presencia de AQIM es mayor, intentarán tomar las cosas en sus propias manos.

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Jeremy Keenan es asociado profesoral de investigación en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos, en la Universidad de Londres, y autor de The Dark Sahara: America’s War on Terror in Africa.

 

Fuente: http://english.aljazeera.net/indepth/briefings/2010/11/201011112161535322.html