Mientras los viales llegan desde Argelia o Sudáfrica, las carencias de equipamiento médico de todo tipo complican la lucha contra la pandemia en la antigua colonia española.
Son las nueve de la mañana en el campamento de refugiados saharauis de Auserd, de unos 38.000 habitantes, una de las wilayas (provincias) cercanas a la ciudad de Tinduf, al sur de Argelia.
Como viene haciendo todos los días, Hamma Omar comienza su jornada en el hospital regional Mártir Nayem Hamía preparando las vacunas contra el Covid-19 que se van a dispensar. Para hoy, el enfermero tan solo tiene a su disposición sesenta dosis de AstraZeneca para inyectar a los refugiados, alineados en una cola que crece con las horas. En la columna de la entrada ya hay una veintena de personas de diferentes edades esperando a que llegue su turno para ser vacunados: algunos reciben el primer pinchazo, otros la segunda dosis ya.
Aquí, como en muchos otros lugares remotos del mundo, las vacunas valen su precio en oro y no se puede desperdiciar ni una gota del vial. Una de las personas que vienen hoy a recibirla es Mohamed Ahmed Alisalem, de 80 años. Mohamed nos cuenta que acude porque cree “ciegamente en los médicos y en la ciencia. La vacuna es un beneficio para todos para prevenir las enfermedades”. Cuenta que, cuando eran niños, “al Sáhara español llegó una pandemia y todo el mundo hablaba de algo llamado vacunas, pero nosotros no sabíamos lo que era. Fuimos a vacunarnos y el pinchazo nos salvó la vida”.
Al hospital han ido llegando más personas a lo largo de la mañana. Ahmed Marhba Akli Massoud, de 21 años, nos explica que vino aquí con muchas ganas de recibir la primera dosis, ya que estuvo fuera de los campamentos y no había podido ser vacunado hasta ahora: “Soy de los últimos en la cola y espero que no se acaben los viales para hoy”, afirma Ahmed.
Por su parte, la directora del hospital regional de Auserd, Meiya Ali, cuenta que en la actualidad disponen de entre 50 y 60 vacunas diarias: “Tenemos dos tipos de vacunas, AstraZeneca y Sinovac”. Añade que sufrieron escasez de la dosis de la farmacéutica AstraZeneca porque las pocas entregas que recibieron llegaron con retraso, pero al final pudieron conseguir una remesa de viales que, según afirma, les sacó del apuro.
Las vacunas se conservan en los pequeños frigoríficos del hospital antes de ser administradas: “Es una pena, pero se nos han estropeado unas cuantas dosis por la fecha de caducidad, debido al poco margen de tiempo con el que nos llegaron. Hemos conseguido salvar una parte, pero otras han caducado“, subraya la directora del hospital.
El 9 de abril llegó a los campamentos de refugiados saharauis el primer lote de AstraZeneca, que contiene unas cinco mil dosis donadas por Argelia. Tras ser entregadas, se organizó una campaña de vacunación que comenzó el 18 del mismo mes, dando prioridad al personal sanitario, a las fuerzas y cuerpos de seguridad, a los pacientes con enfermedades crónicas y a los mayores de 50 años. Más tarde, han ido llegando más lotes, donadas principalmente por Argelia y por el Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19 (COVAX).
Cuando se inició la campaña masiva de inmunización no eran muchas las personas que se decidieron a acudir a los centros de vacunación; pero ahora, según Meiya Ali, las campañas de sensibilización “han conseguido convencer a buena parte de la población, que está acudiendo para recibir las dosis”. Esta respuesta de los ciudadanos, aunque en sí positiva, le causa a la directora del centro un cierto temor por la escasez de vacunas.
Sudáfrica donará 200.000 vacunas de Johnson & Johnson a los refugiados saharauis
Para intentar ayudar a satisfacer esta necesidad humanitaria y sanitaria, la ministra de Asuntos Exteriores sudafricana, Naledi Pandor, se ha trasladado a los campamentos de refugiados. Tras su reunión con el presidente saharaui y secretario general del Frente Polisario, Brahim Gali, El Salto Andalucía ha entrevistado a la ministra sobre el papel que su país pueda jugar en el proceso de inmunización de la población refugiada saharaui: “He informado a mi homólogo saharaui de que Sudáfrica donará 200.000 vacunas de Johnson & Johnson a los refugiados”. El país sudafricano, asimismo, mantiene cifras muy discretas de vacunación; solo el 22,6% de su población tiene la pauta completa, frente al 79,01% en España.
No obstante, mientras Sudáfrica decide donar vacunas a los refugiados saharauis, a pesar de que el 78% de su población aún esté esperando ser inmunizada, el 23 del pasado mes de septiembre, el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, anunciaba en su discurso en la Asamblea General de la ONU que su gobierno destinará 30 millones de vacunas a países que las necesitan, en especial a América Latina. Sánchez detalló que: “De los 22 millones de dosis que España donará en 2021, el gobierno de España se ha comprometido a enviar otros 7,5 millones de dosis adicionales. En estos momentos de dificultad, España debe estar al lado de las naciones con las que tanto comparte en América Latina y en el Caribe. Además, enviaremos 7,5 millones de dosis al África Subsahariana y a los países vecinos del sur de la Unión Europea”, concluyó Sánchez.
El primer envío de dosis del gobierno español a un país del África subsahariana fue destinado a Costa de Marfil. Este lote de vacunas contra la Covid-19, que entra en el marco de la iniciativa COVAX, fue expedido el 4 de noviembre de 2021. De las palabras de Sánchez se desprende que los refugiados saharauis no están entre las “naciones con las que España comparte tanto”, a pesar de los vínculos históricos evidentes. El Sáhara Occidental fue, desde 1884 hasta 1976, parte de España, siendo los saharauis, a día de hoy, el único pueblo árabe-musulmán que mantiene el español como segundo idioma oficial.
A este respecto, la directora del hospital regional de Auserd, Meiya Ali, se dirige al Gobierno de España con una petición: “Le diría al Gobierno de España que abra los ojos, que aquí también hay seres humanos. Somos refugiados y necesitamos esa ayuda humanitaria al igual que el resto de países. Le pido al gobierno de España que no olvide la responsabilidad histórica y la deuda con nuestro pueblo. Fuimos la provincia española nº 53, lo que reclamamos ahora es que se tenga en cuenta esta necesidad humanitaria, sobre todo en el ámbito de la salud», enfatiza Meiya.
Sea por motivos humanitarios, vínculos o lazos históricos y por otras muchas razones, la situación de una población refugiada como la saharaui debería ser atendida por España, argumentan fuentes oficiales saharauis, puesto que el Estado español sigue siendo, para la ONU, el país administrador del Sahara Occidental, responsable legalmente. No obstante, explican estas fuentes oficiales en declaraciones a El Salto Andalucía: “nos alegramos mucho por la atención a otros pueblos o países, y estamos abiertos a cualquier otra forma de cooperación con España, incluso en el propio tema del COVID-19”.
Al igual que sucede con las vacunas, los hospitales en los campamentos de refugiados saharauis sufren también una escasez de Equipos de Protección Individual (EPIs) para el personal sanitario. Según afirma, Meiya Ali las necesidades de material sanitario de todo tipo son acuciantes: “Es un recurso fungible, que se va gastando por su uso diario, y la cantidad que nos aporta el ministerio de salud saharaui se agota muy rápido”.