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Lecciones de la Convención Republicana

Fuentes: La Jornada

Una de las lecciones que se puede desprender de la Convención Republicana que recién terminó en Florida es que los fanáticos de una causa política no tienen una pizca de ecuanimidad ni de sentido común cuando se reúnen a celebrar un rito, como fue el evento para nominar a su candidato a la presidencia. Miles […]

Una de las lecciones que se puede desprender de la Convención Republicana que recién terminó en Florida es que los fanáticos de una causa política no tienen una pizca de ecuanimidad ni de sentido común cuando se reúnen a celebrar un rito, como fue el evento para nominar a su candidato a la presidencia. Miles de devotos partidarios aplaudieron sin cesar a quienes magnificaron las virtudes de su candidato, Mitt Romney, como alguien cuya bondad y religiosidad han sido sus principales cualidades, al contrario de las del empresario y hombre de negocios de las que ha hecho gala a lo largo de su vida. El monumental esfuerzo por una imagen diferente de Romney culminó cuando los organizadores de la convención incluyeron algunos oradores de origen hispano para que lo significaran como promotor de los derechos de los inmigrantes. Es sabido que él y Ryan, su compañero de fórmula, han dicho que de llegar a la presidencia promoverán una política más dura en contra de los indocumentados.

Como era de esperarse, hicieron cera y pabilo de Barack Obama. El resultado de la estrategia de obstaculizar su mandato como presidente, incluso a costa de ocasionar una crisis mayor en la economía, está a la vista, y es ahora la columna vertebral de la campaña republicana por evitar su relección. A sabiendas de ello, no deja de llamar la atención que Romney, pero en especial Ryan, hayan llegado al extremo de mentir sin el menor recato al referirse a lo dicho o hecho por Obama. En un arranque de malabarismo político que le ganó una cerrada ovación, Ryan no tuvo empacho en decir que por culpa de la política económica de Obama se cerró una de las más grandes plantas de General Motors. Lo cierto es que la planta se había cerrado meses antes de que Obama tomara posesión como presidente, y fue él quien salvó a la industria automotriz en su conjunto mediante una inyección multimillonaria de capital. Falsedades por el estilo fueron la carta de presentación de las dos más importantes figuras del Partido Republicano, quienes pudieran llegar a gobernar el país.

Otra cuestión que no deja de causar sorpresa es la reacción de algunos partidarios de Obama, antagónicos naturales de la causa republicana. Sus expresiones de indignación y sorpresa por la devoción con la que los oradores republicanos magnificaron las virtudes de sus candidatos y los defectos de Obama son resultado de no entender que hay una profunda diferencia en torno a la forma en que el país debe desarrollarse. La ingenuidad a entender una cuestión tan elemental pudiera ser fatal para las aspiraciones de los liberales y para el presidente Obama. Veremos cuál es la respuesta de los demócratas, cuya convención empieza mañana.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/09/03/opinion/023o1pol