DIAGONAL: ¿Las revoluciones de Túnez y Egipto pueden llegar a Marruecos? BERNABÉ GARCÍA LÓPEZ: Este domingo está convocada vía internet una jornada de protestas para pedir cambios constitucionales, reducción de las prerrogativas reales, contra la corrupción y por un mayor impulso de la democracia. Sin embargo, el contagio no es inmediato. Marruecos dispone de una […]
DIAGONAL: ¿Las revoluciones de Túnez y Egipto pueden llegar a Marruecos?
BERNABÉ GARCÍA LÓPEZ: Este domingo está convocada vía internet una jornada de protestas para pedir cambios constitucionales, reducción de las prerrogativas reales, contra la corrupción y por un mayor impulso de la democracia. Sin embargo, el contagio no es inmediato. Marruecos dispone de una serie de ‘válvulas de escape’ para la población. La situación explosiva de Túnez y Egipto se explica por décadas de opresión sin posibilidades de un verdadero relevo político, sin canales de expresión en la prensa, sin verdaderos partidos que actúen con visibilidad, a la luz pública. Y sobre todo, por una juventud a la que no se le deja protagonizar su destino, sin perspectivas laborales, sin facilidad para el escape migratorio dado el cierre del espacio europeo, tradicional destino de la emigración norteafricana (en el caso de Túnez, la emigración egipcia se orienta más hacia el Oriente Medio).
D.: Pero, los jóvenes de Marruecos también sufren la misma situación…
B.G.L.: Sí. Muchos de estos factores se dan también en Marruecos, sobre todo esa misma juventud abierta al mundo y con sed de incorporarse a los cambios tecnológicos. Pero, por otro lado, en Marruecos hay una prensa medianamente libre (aunque cuando sobrepasa ciertas líneas rojas, puede sufrir censura); hay partidos que canalizan el descontento (legales o semilegales, laicos o islamistas). La población ha perdido el miedo hace unos años y se expresa cada vez con más soltura (prestando atención, sin duda, a esas líneas rojas).
Esos elementos actúan de ‘válvulas de escape’. Por otra parte, el poder, incluyendo en él el viejo aparato del Estado así como los partidos en el Gobierno, varios de los cuales se dicen de izquierda, difunde un discurso oficial nacionalista en torno a la «integridad territorial», es decir al tema de la marroquinidad del Sahara, y últimamente también insistiendo sobre la marroquinidad de las ciudades de Ceuta y Melilla. Dicho discurso pretende descargar los males del país sobre los vecinos Argelia (protectora del Polisario) y España, acusados de orquestar un complot contra Marruecos.
Aunque este discurso no cale en toda la población, sí es hábilmente manipulado desde arriba, organizando manifestaciones y concentraciones populares masivas, al estilo de las que en España se organizaban bajo el franquismo en la Plaza de Oriente, que tienen su impacto paralizador sobre ciertos sectores.
Y existe otro factor que no es desdeñable. El régimen tiene una ‘legitimidad’ arraigada: la dinastía actual cuenta con 350 años de vida y conserva, sobre todo en la mitad de la población que vive en el mundo rural y en condiciones de analfabetismo, cierta aureola de sacralidad. En el mundo más desarrollado, la monarquía es percibida, por ciertas capas medias, como barrera contra el islamismo. Esos son algunos de los factores diferenciales de Marruecos.
D.: ¿Mohamed VI ha tomado nota de las luchas en los países vecinos?
B.G.L.: Además de promesas de empleo dirigidas a los licenciados, el rey ha frenado la subida de precios de los productos básicos y ha dado instrucciones para evitar medidas que puedan parecer ostentosas. Pero un cambio ministerial, el del primer ministro, del que se viene hablando hace meses, no se ha dado quizá para evitar que parezca fruto de la presión social.
D.: ¿Los intereses internacionales respaldan que no haya cambios?
B.G.L.: No es cuestión de los intereses internacionales, que son más poderosos en el caso de Egipto. En Marruecos es más difícil identificar el objetivo de las protestas. Su adaptación a los nuevos tiempos, con un cambio constitucional que convierta al monarca en un símbolo que reine sin gobernar, no resulta una consigna movilizadora como la que ha llevado a tunecinos y egipcios a pedir la salida de su presidente.
D.: Entonces, ¿cuándo se producirán los cambios en Marruecos?
B.G.L.: Lo ocurrido en Túnez y Egipto prepara el terreno para cambios profundos en Marruecos, que deberían producirse inexorablemente. La clave está en el comportamiento del principal actor político, Mohamed VI. Callado estos días, deberá optar entre una política inteligente a largo plazo, con cambios que, por ahora, sólo una exigua élite le exige o una política de cortas miras, que mantendrá al país en la incertidumbre.
Fuente:http://www.diagonalperiodico.net/Lo-ocurrido-en-Tunez-y-Egipto.html