El Aaiún ha vuelto a vivir una jornada más bajo el toque de queda marroquí. A pesar de que durante el día los enfrentamientos entre saharauis y marroquíes cesaron, a lo largo de la mañana se produjeron ataques del ejército y la gendarmería a civiles en la avenida Boucraa y en los barrios Douirat y […]
El Aaiún ha vuelto a vivir una jornada más bajo el toque de queda marroquí. A pesar de que durante el día los enfrentamientos entre saharauis y marroquíes cesaron, a lo largo de la mañana se produjeron ataques del ejército y la gendarmería a civiles en la avenida Boucraa y en los barrios Douirat y Fateh. En este último, los agentes marroquíes registraron «casa por casa», explicó a este diario el saharaui Hmetou.
El objetivo principal era, probablemente, encontrar y detener a los líderes saharauis del comité de coordinación del desmantelado campamento de Gdem Izik y también a activistas extranjeros que permanecen ocultos en varias casas de El Aaiún por tercer día consecutivo. Fuentes saharauis citadas por Efe informaron de que Marruecos ha dictado una orden de busca y captura contra los miembros del comité.
Mientras localizan a estos líderes, las fuerzas de seguridad marroquíes siguen deteniendo de forma aparentemente indiscriminada a los jóvenes saharauis que van hallando a su paso. Según Hmetou, el barrio Fateh es donde se ha producido el mayor número de detenciones de jóvenes, entre ellos Mohamed Salem Hachmi El Ghaouti, activista saharaui que hasta hoy estaba en paradero desconocido.
Entre los desaparecidos hay también españoles de origen saharaui, o bien alguno de sus familiares. En una carta enviada a la redacción de Público en Madrid, el ciudadano español Mohamed Gachbar Salem denuncia que la policía marroquí saqueó y arrasó la casa de su familia en el barrio de Columina Nueva de El Aaiún, tras lo cual se llevaron detenido a su hermano Brahim, mientras a sus padres les llovían los golpes. También les robaron su documentación española, pasaportes, DNI y libro de familia. Gachbar afirma que se ha dirigido a la embajada de España en Rabat.
Isabel Terraza, de Resistencia Saharaui, calculó en «cientos» los saharauis que han sido detenidos y están siendo interrogados en El Aaiún. A los arrestados, según Terraza, se les exige a cambio de su libertad que firmen un documento en el que reconocen «la falsa relación de algunos activistas saharauis de derechoshumanos con grupos terroristas, para lo que están siendo torturados y encarcelados».
Marruecos habla de 163 detenidos, pero desde El Aaiún denuncian que hay más de 300 desaparecidos y diez muertos, aunque nadie puede confirmar aún el número de fallecidos. El Frente Polisario elevó a 19 la cifra de víctimas mortales.
La desesperación de muchos saharauis por conocer la suerte que han corrido sus seres queridos les ha llevado a intentar atacar los centros de detención. El martes por la noche se oyó una gran explosión en el barrio Lahchaicha debido a que familiares de los presos atacaron «con bombonas de gas el Cuartel Militar Ould Mailid» para conocer el estado en que se encontraban los detenidos, explica Isabel Terraza. Lo mismo ocurrió en la Cárcel Negra de El Aaiún, donde también se manifestaron y «fueron reprimidos violentamente por militares y policías que inmediatamente reforzaron la seguridad alrededor de la cárcel», según explica la activista de Resistencia Saharaui.
Según fuentes saharauis, «en el campamento quedan cadáveres y heridos, pero no hay manera de acercarse». El activista saharauiAhmed Brahim Ettanji aseguró a Público que «hay 25 muertos en los pozos del campamento y muchísimos cuerpos quemados», lo que, según él, explica por qué la tarde anterior se podía ver una humareda en la zona de Saghiael Hamra. Y después de insistir en que «esto es cierto», dijo que «lo suyo sería que el Gobierno lo comprobase acudiendo allí. Y que viese de paso cómo se envalentonan [las fuerzas de seguridad y los colonos] sin testigos».
Una ciudad sellada
Lo que nadie puede negar es que las comunicaciones con El Aaiún están cerradas a cal y canto. A los periodistas que intentaron, por tercer día consecutivo, viajar al Sáhara Occidental, la aerolínea marroquí RAM les cerró de nuevo el paso en Casablanca. El acceso a la zona permanece blindado también a políticos, activistas y cualquier observador internacional que pueda relatar la gravedad de lo que está pasando en El Aaiún.
Desde que se instalase el Campamento de la Dignidad en el Aaiún, el pasado 10 de octubre, los ataques a la prensa española por parte de periódicos y semanarios políticos marroquíes no han cesado. Hoy mismo, el diario árabe Al Ittihad Al Ishtiraki, órgano de expresión del partido socialista marroquí, USFP, publicaba un artículo sobre «la implicación de los medios de comunicación españoles en la falsificación de las verdades». Hace una semana, la revista L’Observateur dedicaba 16 páginas a acusar a los españoles de defender los intereses del Sáhara, con titulares como «Las calles al servicio del Polisario», ilustrados con fotos de manifestaciones pacifistas de saharauis en España.
Hoy se supo que la paliza que la policía propinó el martes al periodista norteamericano John Thorne se debió a que lo tomaron por español, explicó Javier Sopeña de la organización Sahara Thawra: «Cuando vieron su pasaporte dejaron de pegarle».
El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) subrayó desde Nueva York al servicio de prensa saharaui SPS que «restringir el acceso de periodistas españoles al Sáhara Occidental equivale a censura y debería cesar inmediatamente».
Mientras, los saharauis intentan resistir esperando que vuelva la paz. Ahmed, el tío de Ahmed Daoudi, Djija, uno de los jóvenes heridos en el coche en el que murió el 24 de octubre el niño Nayem El Garhi, lo resume diciendo: «Habrá que aguantar, qué remedio».
«Estamos aislados y no nos ayudan»
Antonio Sopeña [uno de los activistas españoles escondidos en El Aaiún]
Los cooperantes españoles seguimos aislados unos de otros, sin poder salir a la calle. Desde que llegamos del campamento estamos encerrados en casas separadas y sólo mantenemos contacto telefónico. Y ni siquiera así nos comunicamos, porque no podemos decir dónde estamos ni con quién, no podemos decir nombres ni nada, para evitar que averigüen dónde estamos, ya que sospechamos que las autoridades marroquíes tienen pinchados nuestros teléfonos, cosa que aquí es habitual.
Estamos escondidos y los saharauis del comité del campamento también andan cambiando de casa hasta que termine la tormenta para evitar que les cojan. El primer día estuve en una casa y después cambié a otra. Por ahora, estoy en un piso fijo que parece seguro en un sitio tranquilo, y mientras sea así estaré aquí, pero no sé hasta cuándo.Medios destruidos Nuestra intención, en cuanto podamos, es reorganizarnos todos los activistas extranjeros que estamos aquí para poder seguir informando de lo que pasa. Ahora, el problema que tenemos es que no podemos vernos, no podemos trabajar juntos y la mayoría de los medios técnicos de los que disponíamos están hechos cenizas. No tenemos ni ordenadores ni nada, todo se ha perdido, ni siquiera tenemos documentación ni dinero, ni nada.
Ningún organismo oficial se ha puesto en contacto con nosotros. Ni del Gobierno español ni de ningún otro Gobierno u organismo internacional. Es normal, no es ninguna novedad, porque no es la primera vez que estoy en una situación complicada aquí en el Sáhara y la respuesta del Gobierno español y de las autoridades, y de la representación en territorio marroquí, siempre ha sido la misma, siempre igualmente vergonzosa y una traición evidente a los propios españoles. Pero al que está acostumbrado a eso ni le sorprende ni le molesta.
Fuente: http://www.publico.es/