A medida que se intensifican las críticas de demócratas y republicanos sobre los ataques estadounidenses contra supuestos “barcos de la droga” en el Caribe y el Pacífico oriental, la Casa Blanca defiende una operación llevada a cabo el 2 de septiembre en la que murieron 11 personas. The Washington Post informa de que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, ordenó un segundo ataque para matar a dos supervivientes del primero, una orden que, según los expertos jurídicos, constituiría un crimen de guerra. La Casa Blanca confirmó el lunes el segundo ataque, pero afirmó que la autorización no procedía de Hegseth, sino del almirante Frank Mitch Bradley, entonces jefe del Mando Conjunto de Operaciones Especiales.
Esto se produce tras la amenaza de Hegseth de llevar a cabo un consejo de guerra contra el senador demócrata Mark Kelly, un antiguo oficial de la Marina, después de que Kelly y otros cinco veteranos demócratas instaran a los miembros del ejército a desobedecer órdenes ilegales.
Nos acompaña David Cole, profesor del Centro de Derecho de la Universidad de Georgetown y exdirector jurídico nacional de la ACLU [Unión Estadounidense por las Libertades Civiles]. Su reciente artículo para The New York Times se titula “Mark Kelly está siendo investigado por decir la verdad”.
La última vez que hablamos con él fue en octubre, tras su artículo en The New York Review of Books titulado “Salirse con la suya”, sobre los ataques a los barcos. Así que, por decirlo suavemente, estas dos cuestiones están cobrando mucha fuerza esta semana. Por un lado, tenemos las revelaciones de The Washington Post sobre el segundo ataque a un barco que mató a los náufragos, los dos hombres que se aferraban a la vida en este barco cuando lo golpearon de nuevo; y por otro lado, tenemos los ataques contra Mark Kelly para llevarlo a un consejo de guerra, después de que él y otros hablaran de que los soldados no obedecen órdenes ilegales. Háblenos de la convergencia de estos dos temas y, en concreto, de lo que le está pasando a Kelly en este momento.
David Cole: Toda esta operación, desde el principio, es ilegal. No es legal atacar de forma premeditada a personas porque creas que están involucradas en actividades delictivas. En este país tenemos un sistema para juzgar a las personas, condenarlas y sentenciarlas. Incluso si se te declara culpable de contrabando de grandes cantidades de drogas, no se te puede ejecutar. La pena de muerte se limita a culpables de homicidio.
El presidente dice que esto es una guerra, pero está mezclando la metáfora con la realidad. La “guerra contra las drogas” es una metáfora, como la “guerra contra el cáncer”. No nos da permiso para matar a las personas que transportan drogas, al igual que la “guerra contra el crimen” no nos da permiso para matar a los delincuentes.
Lo que ya sabemos es que no solo toda la operación es ilegal desde el principio, sino que además ahora están atacando a los supervivientes de estos ataques, personas que no representan ninguna amenaza para Estados Unidos, que intentan salvar sus vidas y que el ejército está atacando y matando a sangre fría. Se parece cada vez más a la matanza de Mỹ Lai.
Y, sin embargo, cuando los miembros del Congreso les dicen a los militares: “Sabéis que tenéis la obligación de no cumplir órdenes ilegales”, ¿qué hace el presidente? No dice: “Oye, pues es verdad. Estas órdenes son problemáticas. Deberíamos reconsiderarlas. Deberíamos prestar atención a todos los abogados que nos dijeron que eran ilegales antes de que los echáramos de la sala”. En cambio, van tras Mark Kelly, senador, excombatiente, simplemente por…
Amy Goodman: Exastronauta.
David Cole: …decir la verdad. Y exastronauta. Simplemente por decir la verdad. El estaba cumpliendo órdenes no es una defensa ante un crimen de guerra. Y matar a civiles que no están involucrados en un conflicto armado contra nosotros es un crimen de guerra. Se trata de una actividad delictiva desde el principio, doblemente delictiva cuando se empieza a atacar a los supervivientes. Tienen que replantearse esta política, no afirmar que sus críticos están involucrados en sedición.
Juan González: Pero, David, me pregunto si todos estos ataques a barcos están creando un clima en el que, básicamente, Estados Unidos, el pueblo de Estados Unidos, se está acostumbrando al hecho de que el país va a entrar en guerra. Es decir, va a atacar militarmente a Venezuela. Y, por ejemplo, The Guardian acaba de informar de que en Trinidad y Tobago, que está justo al lado de Venezuela, hay cien marines que han instalado un radar. Había una cita de un líder político de Trinidad y Tobago, David Abdulah, del Movimiento por la Justicia Social, acusando a su Gobierno de ser cómplice de estas ejecuciones extrajudiciales en el Caribe. Me pregunto: ¿qué pretexto crees que utilizará Estados Unidos para atacar militarmente a Venezuela?
Si entran en guerra con Venezuela, será un acto de agresión contra un país que no nos ha atacado
David Cole: Bueno, toda esta operación es un pretexto. No hay ninguna guerra en curso. No estamos siendo atacados. Nadie ha sido reclutado para luchar contra el enemigo. El presidente Trump ha tomado un problema de delincuencia y ha dicho: “Voy a utilizar al ejército para resolver el problema de la delincuencia. ¿Cómo? Matando gente a sangre fría”. Y Pete Hegseth traduce eso para decirle a su gente: “Matad a todo el mundo”. Y entonces, el almirante Bradley responde a eso ordenando matar incluso a los supervivientes que simplemente se aferran a la vida. Se trata de crímenes que el Gobierno intenta justificar como actos de guerra.
Si entran en guerra con Venezuela, eso también será un crimen de guerra. Será un acto de agresión contra un país que no nos ha atacado. El hecho de que haya gente que quizá –probablemente– introduzca drogas de contrabando en este país desde Venezuela no distingue a ese país de México, de Canadá, de muchos otros países en los que se introducen drogas de contrabando. No nos da autoridad para matar a canadienses. No nos da autoridad para matar a mexicanos. No nos da autoridad para matar a venezolanos. Y, desde luego, no nos da autoridad para entrar en guerra con un país.
Juan González: También me pregunto por otra importante batalla legal de la administración Trump: la admisión por parte del Departamento de Justicia de que fue la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, quien tomó la decisión de deportar a un grupo de hombres venezolanos al famoso complejo penitenciario de El Salvador, ignorando la orden de un juez de mantenerlos bajo custodia. ¿Qué opinas de esto?
David Cole: Es indignante. Indignante. Somos un país de ley. Eso significa que los funcionarios del Gobierno, al igual que tú y que yo, tienen que cumplir las órdenes judiciales. En este caso, la administración Trump, utilizando de nuevo el pretexto de una guerra, dijo que iba a deportar a cientos, varios, un par… más de cien venezolanos, alegando que forman parte del Tren de Aragua, una banda de narcotraficantes venezolana que, según Trump, está involucrada en un conflicto armado contra nosotros, a pesar de que nadie había oído hablar de este grupo antes de que Trump hiciera esta ridícula afirmación.
La ACLU acudió a los tribunales para impugnar esa decisión con carácter de urgencia. El juez celebró una audiencia. Les dijo, en términos inequívocos: “No expulsen a estas personas. Y si los aviones han despegado, hagan que den la vuelta. Y si aterrizan en El Salvador, no dejen que las personas bajen. Tráiganlas de vuelta”.
En cambio, Kristi Noem, directora del Departamento de Seguridad Nacional, ordenó a su personal que desobedeciera esa orden y continuara con los vuelos a El Salvador para entregar a estos hombres a las autoridades salvadoreñas, donde fueron recluidos, en esencia, en una prisión donde se practica la tortura.
Así no es como se supone que debe funcionar el estado de derecho. Creo que esto va a dar lugar a cargos por desacato contra Kristi Noem y los demás que participaron en ese incumplimiento flagrantemente ilegal de la orden del juez.
Amy Goodman: Quería continuar con el tema de la deportación de personas. Está el caso de Kilmar Abrego García. Un valiente abogado del Departamento de Justicia dijo en el tribunal, porque tenía que decir la verdad, que no estaba claro por qué se le había enviado al CECOT [Centro de Confinamiento del Terrorismo]. Ahora se enfrenta a la posibilidad de ser enviado a un país africano tras otro, un continente del que no es originario. No van a dar marcha atrás en su deportación. Quería preguntarte sobre eso.
Y también sobre este tema: ayer tuvimos una noticia sobre una joven, estudiante de Babson College, deportada a Honduras este fin de semana mientras intentaba volar de Boston a Texas para dar una sorpresa a su familia por Acción de Gracias. A Any Lucía López Belloza, de 19 años, le dijeron que había un problema con su tarjeta de embarque en la puerta de embarque, antes de que fuera detenida por los funcionarios de inmigración. Al día siguiente de su detención, un juez federal dictó una orden de emergencia que prohibía al Gobierno expulsarla de Estados Unidos durante 72 horas. Sin embargo, fue deportada y ahora se encuentra en Honduras, país que lleva años sin visitar. Ella no creció allí.
David Cole: Creo que tenemos que preguntarle al presidente Trump: ¿no tiene sentido de la decencia? ¿No tiene vergüenza? El tipo de crueldad que está infligiendo a personas que han vivido aquí toda su vida, al señor Abrego García, cuya deportación fue, sin duda, un error. Y en lugar de admitir su error y pedir perdón, ahora quieren enviarlo a un tercer país, a África, un lugar que no conoce y en el que nunca ha vivido. Esto es… esto es simplemente inaceptable. Es absolutamente inaceptable.
Y creo que el pueblo estadounidense reconoce que lo que está haciendo la administración en nombre de la aplicación de la ley de inmigración es demasiado duro, demasiado cruel. No se está seleccionando a los delincuentes. No se está seleccionando a las personas en la frontera. Se está deteniendo a estudiantes universitarios. Se está deteniendo a personas que acuden a sus entrevistas y a sus comparecencias ante los tribunales y se las está llevando a países de los que nunca han salido.
Amy Gooman: David, tenemos esta noticia de última hora. El expresidente hondureño Juan Orlando Hernández acaba de salir de prisión en Estados Unidos, donde cumplía una condena de 45 años por tráfico de drogas y delitos relacionados con armas de fuego. Su hermano, Tony Hernández, también cumple cadena perpetua aquí en Estados Unidos. El expresidente fue condenado por enviar toneladas de cocaína a Estados Unidos. Comparad esto con lo que está haciendo Estados Unidos en el Caribe, bombardeando los llamados barcos de la droga para impedir que estas entren en Estados Unidos.
David Cole: Una vez más, ¿no les da vergüenza? Se trata de alguien que era, en esencia, un capo de la droga, alguien que utilizó la autoridad de su cargo para garantizar que se introdujeran drogas, en cantidades masivas, en Estados Unidos. Es procesado, condenado y sentenciado. ¿Y qué hace el presidente Trump? Lo saca de la cárcel.
Mientras tanto, los pescadores de los barcos del Caribe, que nunca han sido juzgados ni acusados de nada, son tiroteados y asesinados desde el aire. Y cuando la gente se aferra a la vida, siguen adelante y disparan y matan a esas personas.
No se trata de luchar para impedir que las drogas entren en este país, porque entonces no se indultaría a alguien que ha sido condenado por ese delito. Se trata de pura política, y es jugar con la vida de las personas, acabar con la vida de las personas, para obtener ventajas políticas partidistas.
Juan González: Me pregunto por el uso que hace Trump del indulto. La mayoría de los presidentes esperan hasta su último año en el cargo y, en torno a la época navideña, conceden un montón de indultos, pero Trump se ha vuelto loco con estos indultos. ¿Podrías hablar sobre el mensaje que esto transmite sobre el poder presidencial?
David Cole: Bueno, el poder de indulto es uno de los poderes que la Constitución otorga al presidente, sin control. Por lo general, hemos confiado en que los presidentes lo utilicen de forma sensata, que lo utilicen para conceder clemencia en los casos apropiados, no para recompensar a los donantes, ni a los hijos de los donantes, ni a aquellos que han infringido la ley de la misma manera que Trump.
Trump está utilizando, o mejor dicho, abusando del poder de indulto como ningún otro presidente lo ha hecho antes, y espero que ningún otro lo vuelva a hacer después. Pero realmente plantea dudas sobre dar al presidente un poder absoluto. El poder absoluto corrompe, y el presidente Trump lo ha demostrado con su uso del poder de indulto. Está indultando a personas que benefician sus intereses comerciales. Es decir, lo está utilizando para llenarse los bolsillos y dejar en libertad a personas con las que se identifica, no para conceder indultos basados en principios.
Enlace a la entrevista original en inglés: https://www.democracynow.org/2025/12/2/david_cole
Fuente de la traducción al castellano CTXT: https://ctxt.es/es/20251201/Politica/51241/david-cole-donald-trump-pete-hegseth-barcos-asesinatos-crimen-de-guerra.htm


